Células grasas en el páncreas
Uno de los mayores
riesgo para el desarrollo de diabetes mellitus tipo 2 (DMT2) es la obesidad. La
obesidad comprende no solo el incremento en los depósitos de grasa subcutánea
sino también la acumulación de grasa visceral. Los depósitos de grasa ectópicos
incluyen la infiltración de adipocitos en el parénquima así como la formación
de gotas de grasa en células distintas a los adipocitos en los tejidos. En el
hígado, los hepatocitos acumulan grasa en gotas de lípidos intracelulares,
mientras, en el páncreas, los lípidos son almacenados principalmente en
adipocitos que infiltran el parénquima, aunque también ocurre en el páncreas exocrino y las células de los islotes. . En
humanos, la esteatosis pancreática puede ser detectada in vivo usando una
variedad de técnicas no invasivas. La relación entre grasa pancreática y
control glucémico es aún materia de debate. Mientras algunos estudios con
individuos diabéticos y no diabéticos no reportan asociación entre el grado de
contenido de grasa en el páncreas y la secreción de insulina, los análisis de
pacientes con tolerancia a la glucosa alterada y/o incremento en la glucosa en
ayuno sugieren que el control glucémico se deteriora en la medida que aumenta
la cantidad de grasa pancreática.
El adipocito blanco almacena lípidos en
grandes gotas centrales. Cuando son estimulados, por ejemplo en la activación
simpática durante condiciones de ayuno, los adipocitos secretan metabolitos
como ácidos grasos, glicerol y lisofosfolípidos. Los adipocitos también
controlan el metabolismo de lípidos y secretan lipoproteína lipasa (LPL),
proteína que transfiere colesteril ester (CETP), apolipoproteína E (ApoE),
proteína ligadora de retinol-4 (RBP-4) y lipocalina asociada a gelatinasa de
neutrófilo (NGAL). Adicionalmente, los adipocitos actúan como células
endocrinas secretando adipoquinas. Las adipoquinas son definidas como proteínas
específicas de los adipocitos con actividad similar a las hormonas. Las
hormonas leptina y adiponectiona regulan la ingesta de alimentos, la saciedad y
el hambre. Otras hormonas producidas por los adipocitos son: apelina,
resistina, visfatina, omentina y proteína similar a angiopoyetina-4 (ANGPTL-4).
Las células grasas también promueven el crecimiento celular y la
vascularización a través de la secreción de factor de crecimiento similar a
insulina-1 (IGF-1), factores de crecimiento fibroblástico (FGF-1, FGF-2),
factores de crecimiento transformantes (TGF-α, TGF-β), factor de crecimiento
del nervio (NGF), factor estimulante de colonias de macrófagos (M-CSF), factor
de crecimiento epidermal unido a heparina (HB-EGF), factor de crecimiento del
endotelio vascular (VEGF) y factor de crecimiento de hepatocitos (HGF).
Adicionalmente, los adipocitos producen quimioquinas y citoquinas incluyendo
interleuquinas (IL-6, Il-8, Il-10, Il15, IL-18), factor inhibidor de la
migración de macrófagos (MIF), proteína quimioatrayente de monocitos-1 (MCP-1), proteína inflamatoria de macrófagos-1α
(MIP-1α) y factor derivado de las células del estroma-1 (SDF-1), los cuales
contribuyen a la inflamación de bajo grado local. Una variedad de factores
complementarios y reactantes de fase aguda: inhibidor del activador de
plasminógeno-1 (PAI-1), proteína C reactiva (CRP), haptoglobina (hp), proteína
relacionada con pentraxina-3 (PTX3) y amiloide del suero-A (SAA), pueden ser
agregados a la lista del secretoma del adipocito. Como consecuencia, las
células grasas pueden tener diversos efectos humorales y paracrinos sobre la
función de un órgano y el estatus metabólico del cuerpo entero. Si los
adipocitos ejercen efectos beneficiosos o adversos depende del ambiente
metabólico.
Los adipocitos se originan a partir de
células precursoras, los preadipocitos. Entre 15 y 50% de las células grasas en
el tejido adiposo son preadipocitos. Mientras los adipocitos secretan
citoquinas y factores de crecimiento, los preadipocitos ni almacenan lípidos ni
producen adiponectina. Esta hormona, por tanto, es un marcador de adipocitos
diferenciados. En consecuencia, los diferentes secretomas de preadipocitos y
adipocitos pueden ejercer efectos paracrinos distintos sobre la función de los
islotes pancreáticos. Por otra parte, la DMT2 puede afectar la diferenciación
de preadipocitos y adipocitos.
Las preparaciones in vitro de preadipocitos
y adipocitos pancreáticos humanos producen citoquinas como IL-6 (codificada por
el gen IL6), IL-8 (codificada por el gen CXCL8) y MCP-1 (codificada por el gen
CCL2). Aunque los niveles de mARN de IL6 y CXCL8 de los adipocitos son menores
que los de los preadipocitos, las sustancias abundantes en el plasma de humanos
prediabéticos obesos, por ejemplo ácidos grasos (ácido palmítico) y la
hepatoquina fetuína A, estimulan específicamente la producción de IL-6, IL-8 y
MCP-1 en preadipocitos y adipocitos. La producción de hormona de crecimiento y
adipoquinas permanece sin cambios. La estimulación selectiva de las citoquinas
antes mencionadas puede disparar la inflamación local a través de la atracción
de monocitos que se convierten en macrófagos. Estos macrófagos, a su vez,
alteran la diferenciación de los preadipocitos. En pacientes obesos, el tejido
adiposo visceral resistente a insulina expresa TNFα e IL-6. Sin embargo, los
macrófagos tisulares, pero no las células grasas, son la mayor fuente de
citoquinas citotóxicas como IL-1β, TNFα e INFγ, los cuales son ampliamente
usados para la inducción in vitro de la apoptosis de células pancreáticas. Como
el ácido palmítico y la fetuína A estimulan la producción de IL-6, IL-8 y MCP-1
en células grasas e islotes pancreáticos, estas quimioquinas también pueden
influir en la función de las células β de una manera paracrina durante el
desarrollo de diabetes relacionada con
la obesidad.
Las células grasas acentúan la inflamación
local. En islotes pancreáticos humanos aislados que presumiblemente no
contienen adipocitos, se han encontrado altos niveles del transcripto CCL2,
mientras los niveles de mARN de IL-6 y CXCL8 son bajos. La MCP-1 es secretada
por las células de los islotes y provoca una infiltración de monocitos en los
islotes. Esta actividad quimiotáctica de la MCP-1 juega un rol crucial en el
rechazo de los trasplantes de islotes. Los adipocitos tisulares también
secretan MCP-1 y activan la inflamación local. En páncreas humano, el número de
células del linaje monocitos aumenta en la vecindad de los adipocitos. La
citoquina clave producida por estos monocitos es la IL-1β. En islotes aislados, la producción de IL-1β
es estimulada por la activación del receptor similar a toll-4 (TLR-4) inducida
por polisacáridos (LPS) o ácido palmítico.
Múltiples observaciones in vitro proporcionan evidencia de un efecto citotóxico
directo de la IL-1β sobre las células β. Sin embargo, además del efecto
citotóxico, el cual es más prominente cuando la IL-1β es usada conjuntamente con
IFNγ y TNFα, la inflamación de bajo
grado y las concentraciones plasmáticas postprandiales de IL-1β estimulan la
secreción de insulina.
El rol de la IL-6 en el metabolismo no es
entendido completamente. Durante el
ejercicio, la IL-6 es liberada por células musculares en grandes cantidades y
los niveles circulantes de IL-6 aumentan 50-100 veces. La DMT2 está asociada
con una elevación de 2-4 veces los niveles circulantes de IL-6 en comparación
con humanos no diabéticos. La masiva liberación de IL-6 durante el ejercicio
incrementa la sensibilidad a la insulina en los músculos a través de una acción
directa sobre el receptor de insulina. Por el contrario, en los hepatocitos, la
Il-6 induce resistencia a la insulina. La IL-6 es también un conocido regulador
de la homeostasis de adipocitos en la obesidad. Estos efectos contrastantes de
la IL-6 pueden explicar el efecto menor de la deficiencia de IL-6
sobre la homeostasis de la glucosa en ratones. En islotes pancreáticos,
hasta el presente no se ha demostrado un efecto estimulador de la IL-6 sobre la
secreción de insulina. En ratones, la
sobre expresión hepática de IL-6 mejora la tolerancia a la glucosa y provoca un
incremento en la secreción de insulina estimulada por glucosa. El efecto
beneficioso sobre la tolerancia a la glucosa en ratones puede ser explicado, al
menos en parte, por un efecto estimulador de la IL-6 sobre la secreción de
GLP-1 por células intestinales. Estudios recientes sugieren que la IL-6 protege
a las células β del estrés oxidativo a través de la estimulación de la
autofagia. La secreción de IL-6 por los adipocitos pancreáticos contribuye a
aumentar los niveles locales de la citoquina y favorece la protección de
células β. En las células α de los islotes pancreáticos, que secretan glucagón,
el tratamiento con IL-6 incrementa la proliferación celular. Por otra parte, la
producción de IL-8 también es estimulada a través de la activación del TLR4 en
islotes humanos. La IL-8 deriva de células α pancreáticas y sirve como
quimioatrayente para monocitos.
La inflamación y la producción de ROS
provocan fibrosis y perfusión insuficiente, las cuales son complicaciones de la
diabetes de larga duración. La situación en el páncreas, sin embargo, no está
clara. La arquitectura de los islotes es alterada durante la diabetes tardía
cuando los depósitos de amiloide pueden ser visualizados, estos depósitos en la
matriz extracelular contribuyen a la alteración de la secreción de insulina.
Sin embargo, múltiples estudios in vitro han fracasado en proporcionar un
cuadro concluyente. Si los depósitos de amiloide o fibróticos contribuyen a la
alteración de la secreción de insulina aún no ha sido verificado. La fibrosis y
la vascularización pueden determinar si la insulina alcanza la circulación sanguínea rápida y
eficientemente. La formación de vasos sanguíneos en los islotes pancreáticos,
así como la diferenciación y función de las células β depende de la presencia
de VEGF-A y, en su ausencia, se produce una reducción de la vascularización y
la producción y secreción de insulina. Los islotes pancreáticos humanos y los
adipocitos producen VEGF-A para facilitar el mantenimiento de suficiente
vascularización con relación al grado de abundancia de células grasas.
Las células grasas producen y secretan
leptina y adiponectina. Los preadipocitos sintetizan leptina mientras la
producción de adiponectina es inducida en la diferenciación en adipocitos. La
señal leptina está relacionada con un incremento en la actividad de canales de
potasio a través de la activación de las rutas de señalización AMPK y PI3K
dependiente de JaK2. El mecanismo subyacente involucra receptores NMDA y la
activación de la AMPK. La inhibición de la secreción de insulina estimulada por
glucosa inducida por la leptina está relacionada con la actividad de la PKA y
la activación de la fosfodiesterasa PDE3B en islotes de roedores y humanos. Un
efecto de la leptina en el sistema nervioso central puede regular
indirectamente la secreción de insulina. La expresión de receptores de leptina
y adiponectina ha sido demostrada en islotes pancreáticos de roedores y
humanos. La principal acción de la adiponectina sobre las células β es un
efecto anti-apoptosis a través de la activación de la AMPK. En humanos con
tolerancia a la glucosa alterada, la fetuina-A –pero no la adiponectina- está
asociada con reducción de la secreción
de insulina.
La vecindad de adipocitos a los islotes
pancreáticos puede incrementar las concentraciones locales de ácidos grasos en
situaciones de aumento de la lipólisis, pero puede reducir la disposición local
de ácidos grasos bajo situaciones de lipogénesis. Mientras la insulina promueve
la lipogénesis, la estimulación simpática, a través de receptores β-adrenérgicos
y condiciones de ayuno, activa la
lipólisis, lo cual resulta en una elevación local de ácidos grasos. En humanos,
los ácidos grasos estimulan la secreción de insulina aun en presencia de
concentraciones bajas, no estimuladoras, de glucosa. Sin embargo, la elevación
crónica de ácidos grasos altera la
función de las células β, principalmente por efectos citotóxicos como la
promoción de muerte celular por apoptosis. Muchos estudios sugieren que los
ácidos grasos saturados inducen -mientras los ácidos grasos insaturados
inhiben- la muerte de células β. No más de 10-20% de los ácidos grasos
liberados por los adipocitos durante la lipólisis son saturados, la mayor parte
consiste en ácidos grasos mono- y poliinsaturados. La lipólisis es inducida por
la activación del receptor β-adrenérgico expresado en la membrana plasmática
del adipocito. Entonces, por una parte, la activación simpática promueve la lipólisis
y por otra, la noradrenalina inhibe la secreción de insulina en roedores y
humanos. La inhibición de la secreción de insulina puede
acentuar la lipólisis, la cual no es inhibida mayormente por la insulina.
Mientras la estimulación de la lipólisis es ejercida a través de receptores
β-adrenérgicos, la inhibición de la secreción de insulina es mediada vía
receptores α2-adrenérgicos y es acompañada por una reducción de cAMP
y Ca2+ citoplasmático. Los receptores α2-adrenérgicos son
expresados en las células β. Sin embargo, se ha propuesto que el efecto
inhibidor sobre la secreción de insulina en humanos es mediado solamente a
través de receptores α2-adrenérgicos expresados en células
endoteliales, reduciendo el flujo sanguíneo. Entonces, la relación entre
adipocitos pancreáticos e islotes está determinada por el estatus metabólico,
el cual modula tanto al secretoma de los adipocitos como la función de los
islotes.
Desde el punto de vista de la célula β, la
hiperglucemia se desarrolla cuando la respuesta de la célula β está alterada.
La elevación de glucosa no es, por tanto, la causa primaria, sino una
consecuencia, de la insuficiencia de la célula β. Durante la progresión de la
diabetes, la hiperglucemia persistente ejerce efectos glucotóxicos adicionales.
En condiciones de ayuno y bajo estimulación simpática, la lipólisis estimulada
localmente puede incrementar la concentración de ácidos grasos en el tejido y
aumentar la secreción de insulina. Varios estudios sugieren que la exposición
de larga duración a los ácidos grasos agota las células β porque induce
hipersecreción crónica de insulina, pero luego
altera la biosíntesis de insulina. En consecuencia, la reducida e
insuficiente secreción de insulina favorece los episodios hiperglucémicos. Por tanto, la hipersecreción de insulina
dependiente de ácidos grasos podría ser una causa de la insuficiencia relativa
de insulina, una característica de la DMT2.
En conclusión, el secretoma de los
adipocitos en el páncreas es regulado por el estatus metabólico, lo cual
impacta sobre la función endocrina; es decir,
la secreción de insulina y la supervivencia y muerte de células β. Los
adipocitos pancreáticos humanos almacenan lípidos y liberan adipoquinas,
metabolitos y moléculas pro-inflamatorias en respuesta al estatus metabólico, humoral
y neural. El incremento en la captación de combustibles en los adipocitos
locales puede afectar la concentración local de ácidos grasos y glucosa, lo
cual puede tener un impacto sobre la estimulación de las células endocrinas
pancreáticas. Por otra parte, en condiciones de incremento en la lipólisis, la
acumulación local de ácidos grasos puede acentuar la secreción de insulina e
influir crónicamente en la supervivencia de la célula β. En consecuencia, los
factores producidos localmente y secretados diferencialmente inicialmente pueden
influir en la función de la célula β y, más tarde en el desarrollo de la
enfermedad, conjuntamente con la hiperglucemia persistente, reducir la masa de
células β.
Fuente: Gerst F et
al (2019). What role do fat cells play in pancreatic tissue? Molecular
Metabolism 25:1-10.
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