Adiponectina como mensajero metabólico
La adiponectina,
producida y secretada principalmente por el tejido adiposo, ejerce efectos
sobre numerosos tejidos, incluyendo hígado, riñón, células β pancreáticas,
vasos sanguíneos, cerebro, hueso y células inmune, antes de su aclaramiento en
los hepatocitos. En 1995, un grupo de investigadores identificó en adipocitos
el gen que codifica una proteína de 30 kDa relacionada con el complemento
(Acrp30). Un año después, otros grupos independientes clonaron el mismo gen y
llamaron a su producto AdipoQ, apM1 o GBP28. Un nombre de consenso,
adiponectina, emergió en 1999 propuesto por Matsuzawa y colaboradores. Varias
alteraciones congénitas del gen adiponectina han sido reportadas en roedores.
Por ejemplo, ratones adiponectina-knockout muestran un deterioro de la
sensibilidad a la insulina después de la alimentación con dietas ricas en
grasas. Por otra parte, en modelos de ratones obesos y diabéticos, la
administración de adiponectina puede mejorar los síntomas diabéticos,
principalmente a través de mejorar la homeostasis de lípidos. Estos efectos
gluco –y lipo- reguladores de la adiponectina están conservados entre ratones,
primates no humanos y humanos.
La adiponectina contiene cuatro dominios,
incluyendo un dominio péptido-señal
amino-terminal, un dominio hipervariable, un dominio colagenoso y un
dominio globular carboxilo-terminal. Una vez conocida la estructura del dominio
globular, se hizo evidente la homología estructural de la adiponectina con
miembros de la familia del factor de necrosis tumoral (TNF), la cual hasta
entonces no era conocida sobre la base
de la secuencia primaria de aminoácidos. Un avance notable en el estudio de los
mecanismos moleculares de la acción de la adiponectina ha sido el
descubrimiento de los genes Adipor1 y Adipor2 que codifican los receptores 1 y
2 de adiponectina, respectivamente, los cuales son conservados entre roedores y
humanos. Las alteraciones congénitas de Adipor1 y Adipor2 provocan disrupción
de los principales eventos de señalización en las células blanco, causando
resistencia a la insulina e intolerancia a la glucosa. Por el contrario, el
agonista de receptor de adiponectina, AdipoRon, mejora los síntomas de la
diabetes. La estructura del receptor de adiponectina revela que los siete
dominios transmembranas de Adipor1 y Adipor2 forman una cavidad que contiene
tres residuos histidina para coordinar un ion zinc. La estructura de estos
AdipoR es distinta a la de los receptores acoplados a proteína G porque el
N-terminal es citoplasmático y el C-terminal es extracelular. Un análisis
estructural más refinado revela la presencia de un dominio ceramida en los
AdipoR, el cual tiene un potente efecto asociado con la acción de la
adiponectina. En efecto, las acciones
anti-apoptosis y anti-lipotóxica de la adiponectina en miocitos cardiacos y
células β pancreáticas, además de sus propiedades sensibilizadoras a la
insulina en hepatocitos, están relacionadas con la actividad ceramidasa que la
adiponectina dispara en las células blanco.
Hasta el presente, la adiponectina es el único
marcador derivado de adipocitos en el plasma que muestra una correlación
inversa con la masa grasa, lo que la distingue de las demás citoquinas
secretadas por el tejido adiposo (adipoquinas, incluyendo leptina), las cuales
muestran una correlación positiva con la masa grasa. Numerosos estudios han
establecido una correlación inversa entre adiponectina plasmática y diversos
estados clínicos de enfermedades como diabetes tipo 2, enfermedad de arteria
coronaria e infarto de miocardio. Por otra parte, varios estudios en modelos de
roedores indican que el incremento en los niveles de adiponectina puede ser
terapéuticamente útil. Una manera
altamente efectiva de aumentar los niveles circulantes de adiponectina es a
través de la exposición a agentes anti-diabéticos conocidos como tiazolidinedionas
(TZD), agonistas del factor de transcripción receptor γ activado por el
proliferador de peroxisoma (PPARγ). En efecto, las acciones antidiabéticas de
las TZD críticamente dependen de su capacidad para inducir adiponectina. Los
niveles circulantes de adiponectina pueden servir como un marcador crítico de
la salud del tejido adiposo y reflejan la flexibilidad metabólica del tejido
durante las perturbaciones metabólicas. Mientras el tejido adiposo sano secreta
más adiponectina, el tejido adiposo no sano, como en el caso de tejido adiposo
fibroso o inflamado, secreta menos adiponectina. La adiponectina es considerada
el mayor factor hormonal en los efectos beneficiosos del tejido adiposo para la
salud de un individuo.
La adiponectina es también un excelente gen
marcador para distinguir adipocitos maduros de otros tipos de células. Mientras
los elementos reguladores del gen de Fabp4 (también conocido como aP2) median
el patrón de expresión de genes en macrófagos, células endoteliales y
precursores de adipocitos, las regiones reguladoras del gen adiponectina
muestran mayor selectividad por adipocitos maduros. Sin embargo, a pesar de su
alta selectividad por los adipocitos maduros, la adiponectina ha sido
identificada en otros tipos de células, incluyendo cardiomiocitos, células
estrelladas hepáticas y subtipos específicos de células renales. Los estudios
in vivo e in vitro sobre los factores de
transcripción claves que regulan la expresión del gen adiponectina indican que
el tratamiento con agonistas de PPARγ incrementa la transcripción de
adiponectina. La insulina también regula los niveles de adiponectina. En el
nivel de proteína, la adiponectina es multimerizada en la ruta secretora del
adipocito. La proteína es secretada en formas multiméricas y la multimerización
depende de modificaciones post-translacionales. La forma más pequeña de la
adiponectina secretada es un trímero, la
forma intermedia es un hexámero y también existe una forma de alto peso molecular
con 12-18 subunidades. El múltímero de alto peso molecular es biológicamente la
forma más activa de la adiponectina, regulando importantes procesos metabólicos
en diversos tejidos y tipos de células. Los diferentes multímeros de
adiponectina tienen afinidades de unión variables por los AdipoR y sus efectos
sobre un tejido particular dependen del receptor y del multímero específico
unido al receptor. Específicamente, la
forma de alto peso molecular muestra una mejor correlación con la sensibilidad
a la insulina que las formas de menor peso molecular.
La adiponectina circulante, a través de los
AdipoR, tiene muchos efectos en
diferentes tejidos. La sobre expresión
de AdipoR (ADIPOR1 o ADIPOR2) en hepatocitos o adipocitos resulta en una potente
sensibilización a la insulina y acción anti-lipotóxica. En términos de
regulación endógena, bajo condiciones de ayuno, la transcripción de Adipor1 y
Adipor2 es regulada al alza, mientras la realimentación tiene el efecto
opuesto. Con respecto a potenciales receptores adicionales, la T-caderina es
otra molécula con afinidad por la adiponectina y puede servir como un
co-receptor. La T-caderina es una
glucoproteína de superficie celular con un glucosilfosfatidilinositol que
carece de capacidad de señalización porque no tiene dominio transmembrana ni
citoplasmático. La distribución tisular de T-caderina (también llamada CDH13 en
humanos) se sobrepone ampliamente con la de los AdipoR. Las principales funciones de la adiponectina
pueden ser divididas en: anti-apoptosis, anti-inflamación/fibrosis y
sensibilización a la insulina. Aunque los sitios claves de la acción de la
adiponectina son tejido adiposo, corazón, riñón, hígado y páncreas, la amplia
expresión de los AdipoR sugiere que los efectos beneficiosos ejercidos por la
adiponectina no están restringidos a un limitado número de tejidos.
Los efectos anti-apoptosis de la
adiponectina son considerables. Cuando las células son programadas genéticamente para morir por activación de la
caspasa 8, la adiponectina ejerce una poderosa actividad anti-apoptosis en
diversas células, incluyendo cardiomiocitos y células β pancreáticas. Adicionalmente,
en cáncer de mama, la adiponectina ejerce un efecto anti-metástasis, el cual ha sido atribuido a la inhibición de la
adhesión, invasión y migración de las células cancerosas, proceso regulado a
través del eje AMPK-S6K de señalización celular. Sin embargo, el efecto
pro-angiogénesis de la adiponectina puede producir crecimiento del tumor, pero
este efecto está limitado a tumores ya establecidos. Como miembro de la familia
Clq/TNF, la adiponectina no solo muestra homología estructural con la citoquina
TNFα, sino que también actúa sobre el sistema inmune y la médula ósea. A
diferencia del TNFα, la adiponectina antagoniza la inflamación reprogramando
células inmunes. Por ejemplo, la adiponectina puede desviar células de Kupffer
y otros macrófagos hacia un fenotipo anti-inflamatorio. Las acciones de la
adiponectina como factor anti-fibrosis
se observan en muchos tejidos, particularmente en hígado, riñón y tejido
adiposo. Los niveles elevados de adiponectina protegen contra la fibrosis
hepática y renal. Más aún, la fibrosis de la piel disminuye como consecuencia
de los niveles elevados de adiponectina, mientras la ausencia de adiponectina
exagera la fibrosis dérmica. La regeneración tisular es otro rol clave que la
adiponectina ejerce sistemáticamente. Los podocitos son constituyentes
funcionales claves en el riñón. Mientras la ablación de podocitos en ratones
con deficiencia de adiponectina causa insuficiencia renal irreversible, la
sobre expresión de adiponectina produce una recuperación rápida de la función
renal. Estos efectos regenerativos se extienden a otros tejidos, incluyendo a
las células β pancreáticas, en las cuales la adiponectina apoya la
reconstitución de células β después de daños apoptóticos.
La adiponectina se une al AdipoR y su unión
puede ser aumentada por T-caderina. La señal AdipoR dispara rutas metabólicas
en la célula blanco a través de la regulación de la biogénesis mitocondrial, la
lipogénesis y la oxidación de ácidos grasos. Los efectos sobre el recambio de
ceramidas constituyen la mayoría de los eventos de señalización proximales al
receptor de los AdipoR. Las ceramidasas desacetilan la ceramida para formar
esfingosina, la cual a su vez puede ser fosforilada por la esfingosina quinasa
a esfngosina-1-fosfato (E1F). Un incremento de la relación E1F/ceramida inhibe
la apoptosis e induce proliferación. Las acciones de los AdipoR producen un
incremento en E1F, activando los receptores E1P (E1PR). La proteína G
heterotrimérica Gαq media la señal disparada por AdipoR a través de
la inducción de la función de la fosfolipasa C (FLC). Uno de los productos de
la FLC es el inositol (1,4,5)-trifosfato (IP3), el ligando del
receptor IP3. Esta señal provoca liberación de Ca2+ del
retículo endoplásmico, lo cual resulta en la activación de la proteína quinasa
activada por AMP (AMPK) por la proteína quinasa dependiente de Ca2+/calmodulina
(CAMKK). Los hígados resistentes a la insulina muestran una desregulación de la
lipogénesis que eventualmente produce lipotoxicidad. Algunos aspectos de los
efectos anti-lipotóxicos de la adiponectina pueden ser explicados por la
oxidación de ácidos grasos. Los principales efecto supresores de la
adiponectina sobre la lipogénesis en el hígado son mediados por la AMPK. La
sensibilidad a la insulina es afectada por la señal AdipoR hepática. Debido a
que las altas concentraciones de
ceramida pueden inhibir la señal insulina, la disminución de las
concentraciones hepáticas de ceramida revierte la resistencia a la insulina. La
ceramida actúa sobre la cascada de transducción de la señal insulina inhibiendo
la proteína quinasa B (PKB) a través de la activación de la proteína quinasa Cζ
y la proteína fosfatasa 2A. De acuerdo con este modelo, la señal AdipoR media
la translocación de los transportadores de glucosa Glut4 a la membrana
plasmática y, por tanto, aumenta la captación de glucosa en músculo esquelético
y tejido adiposo. La de-represión de la PKB inhibe a la FoxO, la cual regula
positivamente la expresión de genes de enzimas de la gluconeogénesis como la
glucosa 6-fosfatasa y la fosfoenolpiruvato carboxiquinasa. El adipoR también
regula la expresión de la ciclooxigenasa 2 (COX2), la cual produce
prostaglandina E (PGE2).
En conclusión, producida y secretada
predominantemente por las células grasas en el tejido adiposo, la adiponectina
ejerce efectos sobre numerosos tejidos. La adiponectina forma estructuras de
orden superior a través de la multimerización. El multímero de alto peso
molecular es biológicamente la forma más activa en una diversidad de tejidos.
Los efectos de la adiponectina van desde acciones anti-apoptosis y
anti-inflamatorias hasta la sensibilización a la insulina.
Fuente: Straub LG,
Scherer PE (2019. Metabolic Messengers: Adiponectin. Nature Metabolism 1:
334-339.
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