Regulación circadiana de la ingesta de alimentos
Muchos aspectos de
la fisiología, el metabolismo y la conducta muestran ritmos circadianos (esto
es, ritmos endógenos de 24 horas aproximadamente), lo cual refleja el amplio
efecto de los ritmos circadianos sobre las funciones biológicas. La ritmicidad
circadiana es generada por relojes endógenos que son mecanismos internos
altamente conservados en células y órganos para anticipar y, por tanto,
adaptarse a cambios diarios en su ambiente. Más precisamente, los relojes
circadianos son mecanismos intracelulares que generan oscilaciones
auto-sostenidas de aproximadamente 24 horas por un grupo de proteínas
específicas, llamadas proteínas reloj, que trabajan a través de asas de
retroalimentación autorreguladas. Los relojes circadianos producen un tiempo
interno por la síntesis rítmica de proteínas controladas por reloj que manejan
señales temporales intracelulares y eventualmente extracelulares.
Las glándulas endocrinas son ejemplos de un
sistema regulador cuya actividad es rítmica en ciclos de 24 horas. En ausencia
de estimulación externa, el tiempo de síntesis y liberación de hormonas es
altamente predecible de un día a otro bajo la influencia de relojes
circadianos. Además de la síntesis y liberación de hormonas, la ingesta de
energía es predecible a través del ciclo circadiano. Por ejemplo, la ingesta de
alimentos es temporalmente organizada en distintas comidas que son restringidas
a la fase activa, la cual es un período del día en el que los depósitos de energía son reabastecidos,
mientras la fase de sueño corresponde al período del día de ayuno y
movilización de los depósitos de energía. Estas variaciones diarias del
metabolismo energético y la conducta alimenticia son también coordinadas por
los relojes circadianos.
En mamíferos, los relojes circadianos están
organizados en una red multioscilatoria que comprende un reloj “master” en los
núcleos supraquiasmáticos (NSQ) del hipotálamo y muchos relojes secundarios en
el cerebro y los órganos periféricos, incluyendo glándulas endocrinas, que son
controlados por el reloj principal en el NSQ. La ritmicidad circadiana del NSQ
es generada por neuronas y astrocitos. Los diferentes relojes circadianos del
cuerpo son sincronizados por factores ambientales cíclicos. El reloj master en el
NSQ es sincronizado principalmente por la luz ambiental detectada por la
retina. Un sistema de tiempo separado (“food clock”) es sincronizado por la
ingesta de alimentos. El food clock participa en el ciclo alimentación-ayuno y
ayuda a los animales a estar alertas en espera del tiempo de disponibilidad de
alimentos. Cuando la alimentación ocurre durante el período usual de reposo se
pueden sincronizar muchos relojes en los órganos periféricos y el cerebro.
La regulación de la ingesta de alimentos y
el metabolismo energético ha sido atribuida a señales de retroalimentación
homeostática, como es señalado en las teorías glucostática y lipostática. Sin
embargo, en las últimas dos décadas, la evidencia acumulada demuestra que las
señales circadianas tienen un importante rol en la homeostasis energética. Los
beneficios conferidos por los relojes circadianos son dos: (1) proporcionan una
organización temporal desde el nivel celular hasta el nivel organismo. Por
tanto, los relojes circadianos facilitan la ocurrencia temporal de funciones relacionadas,
como la ingesta de alimentos y la glucogénesis, y separaran funciones y
conductas conflictivas, como alimentación y sueño. (2) Los relojes circadianos
permiten a los organismos y órganos anticipar -o estar en fase con- eventos
previsibles de un día para otro, como la salida y la puesta del sol o la
disponibilidad de alimento. En un enfoque más simple, los procesos
homeostáticos que regulan la ingesta de alimentos dependen del balance entre
factores orexigénicos y factores anorexigénicos. Las rutas orexigénicas son
predominantemente activadas por el inicio de actividad. En respuesta a las
comidas, las rutas anorexigénicas incrementan la saciedad en la fase activa, lo
cual disminuye a un mínimo el manejo homeostático de la alimentación en el
sueño.
En condiciones de laboratorio con alimento y
agua ad libitum, los roedores comen sus dietas en comidas discretas,
mayoritariamente durante su fase activa en la noche. Es conocido que el
incremento en la frecuencia de comidas en la fase nocturna resulta de una
reducida saciedad postprandial en la rata. El patrón nocturno de alimentación
en roedores es típicamente bimodal, con picos en el amanecer y el anochecer.
Las comidas en el anochecer calman el hambre y facilitan el reabastecimiento de
los depósitos de energía vaciados en el curso del sueño. Durante la fase de
actividad, la rata expresa una clara preferencia por los carbohidratos, una
escogencia selectiva de nutrientes que involucra la liberación de
glucocorticoides y noradrenalina en el núcleo paraventricular (NPV) del
hipotálamo. Por el contrario, las comidas en el amanecer ayudan a proporcionar
energía durante la próxima fase sueño-ayuno. En el amanecer, proteínas y grasas
son preferidas como macronutrientes a expensas de los carbohidratos. En
humanos, el patrón de alimentación es circadiano por naturaleza (rítmicamente
endógeno). En comparación con los roedores nocturnos, el ritmo circadiano en
humanos muestra un pico en el inicio de la noche que promueve grandes comidas antes
del sueño. A su vez, el valor saciador
de los nutrientes ingeridos disminuye en la fase de alerta. Entonces, la ingesta de alimentos es regulada
por mecanismos homeostáticos y circadianos, los cuales interactúan
continuamente unos con otros a través de un ciclo de 24 horas.
El balance energético es un ejemplo de la homeostasis
de larga duración. Un equilibrio entre la ingesta y el gasto de energía y la
masa corporal resultante se mantiene estable
en el tiempo. Durante el estado de ayuno, la grelina es liberada por las
células gástricas, entra al plasma y
transmite la principal señal orexigénica al núcleo arqueado (ARC) del
hipotálamo, en el cual la grelina estimula la liberación de neuropéptido Y
(NPY) y péptido relacionado con el agouti (AgRP). A su vez, las neuronas que
expresan NPY-AgRP activan neuronas de segundo orden en las áreas lateral y
perifornical del hipotálamo, las cuales contienen orexinas (hipocretinas) y
hormona concentradora de melanina (MCH), respectivamente. Adicionalmente, las
neuronas que expresan NPY-AgRP, cuando son activadas, inhiben las neuronas del
NPV que expresan oxitocina para estimular agudamente la ingesta de alimentos.
La descarga de las neuronas orexina está relacionada directamente con la
conducta alimenticia y el gasto de energía a través de la modulación de la
actividad física y el sistema nervioso autónomo. Los impulsos excitadores del
NPV, en particular de las neuronas que sintetizan hormona estimulante de
tirotropina (TRH), establecen retroalimentación con las neuronas NPY/AgRP. La
grelina también proporciona señales orexigénicas al tallo cerebral a través del
área postrema. Estos efectos coordinados contribuyen a estimular la ingesta de
alimentos y disminuyen el gasto de energía en roedores. Después de la comida,
la fase postprandial es marcada por cambios hormonales que favorecen la
saciedad. Las señales anorexigénicas son conducidas por la insulina, la leptina
y hormonas intestinales, como el péptido similar a glucagón 1 (GLP1) y la
oxintomodulina, al ARC donde convergen para activar neuronas
proopiomelanocortina (POMC). La hormona α-estimulante de melanocitoss (α-MSH)
liberada por las proyecciones ARC se une a receptores melanocortina 3 y 4 en
otras regiones hipotalámicas como los núcleos dorsomedial y ventromedial para
mediar los efectos hipofágicos de larga duración y provocar un incremento del
gasto energético. Las neuronas
histaminérgicas del núcleo tuberomamilar del hipotálamo participan en los
efectos de saciedad de la ingesta de alimentos, en parte vía núcleo
ventromedial. Los factores hormonales (leptina, GLP1, colecistoquinina (CCK))
también actúan, a través del área postrema, en el núcleo del tracto solitario
(NTS), en donde activan neuronas POMC para un efecto agudo sobre la saciedad.
Además de los factores hormonales, los impulsos viscerales que informan al
cerebro de la distensión gástrica alcanzan el NTS a través de aferentes vagales
activadas por la CCK. La regulación homeostática de la ingesta de alimentos
involucra sistemas neuroquímicos adicionales, como los endocanabinoides, que
ejercen influencia sobre la alimentación y el metabolismo energético. Por
ejemplo, dependiendo del estatus energético y la naturaleza de las neuronas
estimuladas (glutamatérgicas o GABAergicas), la activación de las rutas
endocanabinoide puede tener efectos hiperfágicos o hipofágicos. Sus efectos
moduladores también pueden variar de acuerdo al valor hedónico del alimento.
La ingesta de alimentos está temporalmente
estructurada a través de un ciclo de aproximadamente 24 horas y es influenciada
fuertemente por relojes circadianos. Las
variaciones en la concentración de MCH en el líquido cerebroespinal han sido
implicadas en el control de la conducta alimenticia. Esta regulación de
conductas diarias puede ser influenciada por las variaciones diarias en la tasa
de producción de líquido cerebroespinal. En humanos, las tasas de producción de
líquido cerebroespinal son más altas en la noche. La principal fuente de
líquido cerebroespinal es el plexo coroideo, el cual posee un robusto reloj
circadiano. El reloj master del NSQ controla el ciclo sueño-vigilia y los
ritmos hormonales, como los de liberación de glucocorticoides y melatonina, y
participa en el ritmo diario de la alimentación. Las lesiones en el NSQ
provocan arritmicidad conductual y la pérdida del ciclo alimentación-ayuno sin
cambios en la ingesta de alimentos o el número de comidas en un ciclo de 24
horas. Dado que un errático estado de vigilia puede resultar en un patrón
anormal de alimentación, es posible que un ciclo alimentación-ayuno endógeno
sea enmascarado por la arritmicidad conductual en animales con lesiones en el
NSQ, como ocurre con varios ritmos periféricos. La luz ambiental percibida por
la retina, la cual contiene un reloj circadiano, activa las células
ganglionares que contienen melanopsina y proporciona factores fóticos que
sincronizan el reloj del NSQ con el ciclo luz-oscuridad externo. El reloj
master, en contraste con los relojes secundarios, es un tanto insensible a los
efectos sincronizadores del tiempo de la comida, especialmente cuando los
animales son expuestos a un ciclo luz-oscuridad. Por lo tanto, el reloj master
se mantiene entrenado principalmente por la luz. No obstante, el pico en el
amanecer del patrón bimodal de la ingesta nocturna de alimentos en roedores
puede ser modulado por el reloj del NSQ entrenado por la luz. En el cerebro de
roedores, el NSQ envía proyecciones directas a muchas estructuras hipotalámicas
que regulan la ingesta de alimentos, y estas proyecciones probablemente modulan
el control circadiano en las respuestas alimenticias.
Un sistema de tiempo específico, conocido
como food clock, sigue los cambios predecibles en la disponibilidad de
alimentos y maneja una conducta rítmica en anticipación a la disponibilidad de
alimentos. En animales, cuando el acceso al alimento es limitado en la fase de
reposo, el food clock maneja los cambios en los ritmos conductuales. Adicionalmente,
algunos componentes diurnos como aumentos en la temperatura corporal y
glucocorticoides plasmáticos son desacoplados del patrón nocturno normal en
ratones. La respuesta del animal al acceso restringido de alimentos es
ilustrada por la actividad anticipadora, llamada actividad anticipadora de alimento, la cual es expresada por el animal antes de la esperada
fase de disponibilidad de alimento. Esta actividad anticipadora corresponde a
un manejo homeostático de la alimentación. La actividad anticipadora de
alimento es controlada principalmente por el food clock, el cual está
localizado fuera del reloj master en el NSQ. Cuando el alimento está disponible
ad libitum, el food clock, el cual en este estado está acoplado al reloj
master, puede controlar el pico nocturno de comidas que sigue a la fase de
reposo. Los mecanismos moleculares que subyacen a la anticipación de alimento
en los mamíferos son controversiales. Las propiedades circadianas de la
actividad anticipadora de alimento sugieren que los genes reloj podrían
participar en la maquinaria molecular reloj. Las proteínas reloj, además de sus
roles circadianos también tienen funciones no circadianas que podrían
interferir con los impulsos circadianos, como el ciclo alimentación-ayuno o la
actividad anticipadora de alimento. Los relojes circadianos en el cerebro que
son sincronizados por señales metabólicas periféricas pueden contribuir a los
ritmos anticipadores de alimento controlados por el food clock. En roedores
alimentados ad libitum, un alimento apetitoso puede algunas veces, aunque no
siempre, disparar una actividad locomotora anticipadora, lo que sugiere que
además de los factores metabólicos, las rutas recompensas dopaminérgicas juegan
un rol modulador en la anticipación de alimento. A pesar de la intensa
investigación, la localización del food clock es aún elusiva. Las estructuras
que subyacen al food clock pueden estar localizadas no solamente en el
hipotálamo metabólico, incluyendo el ARC y el hipotálamo lateral, y el cerebro
anterior (esto es, el núcleo parabraquial), sino también en el estriado dorsal
y el cerebelo.
El tiempo de la ingesta de alimentos
desacopla la mayoría de relojes secundarios del reloj master. Esta propiedad es
ilustrada por oscilaciones circadianas en muchas regiones del cerebro fuera del
NSQ y en tejidos periféricos como hígado, corazón y pulmón. Cuando el acceso a
alimento está limitado a la fase de reposo, estos relojes son entrenados por el
tiempo de comida, mientras el reloj en el NSQ permanece sincronizado con el
ciclo luz-oscuridad. Esta resistencia a la sincronización por alimento no
significa que el NSQ no reciba información relacionada con el estatus
energético periférico. El NPV del hipotálamo controla rutas neuroendocrinas y
la descarga simpática bajo la supervisión circadiana del NSQ, pero también
posee un débil reloj intrínseco que puede ser ajustado al tiempo de comida. Las
neuronas del NPV que expresan hormona liberadora de corticotropina (CRH) pueden
participar en el control circadiano de la alimentación y en los ratones con
lesión específica de la señal CRH, aumenta el consumo de alimento durante la
fase de reposo. En un esquema de alimentación restringida, la liberación de NPY
en la vecindad del NPV proviene del ARC justamente antes del acceso a la comida
concomitantemente con una anticipación conductual. Este pico de NPY es
controlado por el food clock y persiste durante la omisión de comida. El núcleo
dorsomedial (NDM) del hipotálamo ha sido involucrado en el control del balance
energético y el patrón de comida en la
noche. La actividad de las neuronas en el NDM aumenta ligeramente o fuertemente
antes y durante el acceso a alimento, respectivamente. El núcleo ventromedial
(NVM) del hipotálamo participa en el incremento de alerta asociado con la
anticipación de alimento y tiene un rol crítico en el control diario del gasto
de energía a través de la activación cíclica de la actividad termogénica del
tejido adiposo marrón por el sistema nervioso simpático. Por otra parte, los
estudios en ratas demuestran que varias estructuras del cerebro anterior
incluyendo al NTS y al núcleo parabraquial aumentan su actividad neuronal
durante el acceso a alimento y después de la comida pero no en la anticipación,
lo cual sugiere que estas estructuras del cerebro anterior podrían formar una red relacionada con el food clock.
Entonces, el control diario del ciclo alimentación-ayuno involucra
interacciones entre el reloj master en el NSQ y relojes secundarios que pueden
ser entrenados por alimento. Varios relojes entrenados por alimento en el
cerebro definen un food clock, un mecanismo que maneja conductas rítmicas que
anticipan al tiempo esperado de disponibilidad de alimento.
Las hormonas relacionadas con la
alimentación secretadas antes del tiempo de comida (glucocorticoides, grelina y
glucagón) son reconocidas como sincronizadores pre-alimentación, mientras los
factores hormonales inducidos por la ingesta de comida o la producción de
glucosa (insulina y leptina) son llamados sincronizadores post-alimentación. La
ritmicidad de la liberación de glucocorticoides por la corteza adrenal es
controlada por el NSQ y actúa como un sincronizador interno que distribuye las
señales circadianas derivadas del NSQ a los tejidos periféricos que expresan
receptores glucocorticoides (GR), sincronizando, por tanto, sus relojes
circadianos. Estos relojes secundarios en tejidos periféricos son sincronizados
por los glucocorticoides a través de la modulación transcripcional de los genes
reloj. El pico pre-alimentación de glucocorticoides puede ser disparado por la
liberación de noradrenalina en el NPV, lo cual sugiere que el locus coeruleus,
una estructura noradrenérgica critica para el alerta diario, participa en los mecanismos que subyacen al
food clock. En humanos, los niveles plasmáticos de grelina aumentan antes –y
caen después- de cada comida, y progresivamente aumentan durante la fase
nocturna de ayuno, lo que ha dado lugar al concepto que la secreción de grelina
dispara el inicio de la comida. En ratones, los niveles plasmáticos de glucagón
aumentan progresivamente durante el período de alimentación restringida. El
incremento en los niveles de glucagón provoca la activación de la
gluconeogénesis hepática y la transcripción diferencial de los genes reloj
Per1, Per2 y Bmal1. La secreción de
insulina inducida por comida tiene un rol clave como sincronizador
post-alimentación. La activación de las rutas de señalización de la insulina
puede sincronizar los relojes periféricos por su acción a nivel transcripcional
y post-transcripcional. Más precisamente, la insulina dispara la transcripción
hepática de Per1 y per2, reprime la expresión de Rev-erb y estimula la
fosforilación de Bmal1 mediada por AKT, el cual a su vez suprime la actividad
transcripcional. Con respecto a la leptina, no hay evidencia clara que su
secreción inducida por comida contribuya a la sincronización de la
alimentación, aun cuando la leptina modula el ritmo diario de los niveles
plasmáticos de glucosa. El rol inhibidor de la leptina sobre la actividad
anticipadora de alimento ha sido inferido a partir de su potenciación en roedores con restricción de comida y
alteración de la señal leptina. La melatonina, aunque estrictamente no es una
hormona metabólica, puede influir en la homeostasis de la glucosa. Si bien la
melatonina no afecta la ingesta de alimento, puede modular indirectamente la
regulación de la alimentación a través de sus efectos sobre los relojes
circadianos. Colectivamente, estos datos indican que entre las señales
endocrinas, los glucocorticoides y las hormonas pancreáticas son importantes
sincronizadores relacionados con la ingesta de alimento.
Los nutrientes circulantes como glucosa,
ácidos grasos no esterificados y cuerpos cetónicos envían señales al cerebro
para la sincronización de factores
relacionados con el estatus energético periférico. El aporte de glucosa es
esencial para sostener la actividad neuronal. Sin embargo, los niveles
plasmáticos de glucosa muestran variaciones diarias que son influenciadas por
la restricción de comida. Los cambios en la disponibilidad de glucosa en el
cerebro son detectados por neuronas sensibles a glucosa localizadas en el
hipotálamo mediobasal. En las neuronas hipotalámicas, los grandes cambios en la
concentración de glucosa (de 0,5 nM a 5,5 nM) afectan la maquinaria molecular reloj
acortando el período circadiano y la expresión de Per2. Las concentraciones plasmáticas de ácidos
grasos no esterificados incrementan durante el sueño y durante la fase de
alimentación en ratones alimentados con una dieta rica en grasas. Las neuronas
sensibles a lípidos cuya tasa de disparo es activada o inhibida por ácidos
grasos se encuentran en el ARC y el NVM. El libre acceso a una dieta rica en
grasas produce cambios en los relojes periféricos que alteran los ciclos de
CLOCK y/o BMAL1. Una dieta rica en grasas disponible ad libitum también altera
el ritmo de alimentación incrementando el consumo de alimentos. Los cuerpos
cetónicos, como el β-hidroxibutirato,
son liberados por el hígado y proporcionan un sustrato energético alternativo a
las neuronas durante los períodos de poca disponibilidad de glucosa. En
condiciones de alimentación con una dieta rica en grasas, los astrocitos
hipotalámicos convierten ácidos grasos en cuerpos cetónicos, los cuales pueden
ser exportados a las neuronas para producir ATP. El aumento en los niveles
plasmáticos de β-hidroxibutirato antes del acceso a la comida participa en los
mecanismos que controlan la respuesta de anticipación a la comida.
Las investigaciones recientes han revelado
interacciones entre las oscilaciones en la expresión de los genes reloj y el
metabolismo intracelular. La sirtuina
desacetilasa dependiente de NAD+ 1 (SIRT1) es un sensor metabólico
intracelular que interactúa directamente con las proteínas reloj CLOCK y PER2,
y por lo tanto modula la maquinaria molecular reloj en el NSQ y los relojes
periféricos. Adicionalmente, la proteína
quinasa activada por AMP (AMPK), cuya actividad aumenta en respuesta a la
reducción en la concentración intracelular de ATP, desestabiliza las proteínas
reloj criptocromo 1 (CRY1) y PER2. La maquinaria molecular reloj también
responde al blanco de rapamicina (mTOR), un sensor metabólico crucial, que
modula directamente los relojes celulares. Muchas proteínas reloj son reguladas
por el estatus redox intracelular. Los cambios circadianos en las rutas redox
involucran la oxidación diaria de peroxiredoxinas. Estos ritmos de oxidación
resultan no solo de las interacciones con la maquinaria molecular reloj sino
también de las oscilaciones metabólicas, independientemente de cualquier
mecanismo transcripcional.
En conclusión, el ciclo alimentación-ayuno
es controlado por redes multioscilatorias que involucran relojes cerebrales y periféricos,
incluyendo un reloj master en el NSQ y relojes secundarios en todo el cuerpo.
Las hormonas metabólicas, los nutrientes circulantes y los impulsos neurales
viscerales transmiten señales rítmicas que permiten sincronizar al cerebro y
los órganos periféricos con el tiempo de la alimentación. Por lo tanto, además
de la ingesta de energía y la composición de la dieta, los patrones apropiados
del tiempo de la comida son críticos para prevenir riesgos metabólicos.
Fuente: Challet E
(2019). The circadian regulation of food intake. Nature Reviews Endocrinology
15: 393-405.
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