Probióticos y microbiota intestinal
La palabra
“probiótico” deriva del griego y significa “por vida”. En 1954, Ferdinand
Vergin introdujo el término “probiótico” en un artículo en el que estudió
varios microorganismos para elaborar una lista de bacterias útiles y determinar
los efectos perjudiciales de los agentes antibacterianos y antibióticos sobre
la microbiota intestinal. Años más tarde, en 1965, Lilly y Stillwell
describieron a los probióticos como microorganismos beneficiosos que ejercen
factores promotores del crecimiento para otros microorganismos. El término
probiotico ha sido modificado con las investigaciones en modelos humanos y
animales. De acuerdo con la Organización de la Alimentación y la Agricultura
(FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), los probióticos son cepas
vivas de microorganismos que confieren beneficios para la salud del huésped cuando
son administrados en cantidades adecuadas. Esta definición es seguida por la
International Scientific Association for Probiotic and Prebiotic (ISAPP).
Actualmente, la mayoría de productos probióticos son desarrollados con
Bifidobacteria, Lactobacilli y otras bacterias ácido láctico, como Lactococci y
Streptocci. Otras cepas probióticas incluyen bacterias de los géneros Bacillus,
Escherichia y Propionibacterium, así como algunas levaduras, principalmente
Saccharomyces. Usualmente, los priobióticos son considerados seguros para la
salud humana con limitados efectos adversos. Varias especies y cepas de
Lactobacilli, incluyendo Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus casei,
Lactobacillus rhamnosus y Lactobacillus helveticus han sido extensamente
estudiados en la prevención de
enfermedades humanas y animales. Estas especies probióticas son capaces
de cambiar la población de microorganismos en la microbiota intestinal y
controlar el funcionamiento del ecosistema de la microbiota intestinal.
El intestino humano es un ecosistema
complejo en el cual los nutrientes, la microbiota y las células del huésped
interactúan extensamente. Las relaciones entre estos microorganismos y las
células del huésped han sido estudiadas por mucho tiempo desde un punto de
vista patológico porque las toxinas invaden la mucosa intestinal, se diseminan
y causan infecciones sistémicas. Sin embargo, varios estudios han reportado
interacciones beneficiosas entre la microbiota intestinal y el cuerpo humano.
El término “microbiota intestinal” fue
introducido en el año 2001 por Joshua Lederberg quien lo definió como “la
comunidad ecológica de microorganismos comensales, simbióticos y patógenos que
literalmente ocupan nuestro espacio corporal y han sido ignorados como
determinantes de enfermedades”. El
cuerpo humano contiene trillones de microbios, principalmente en el tracto
gastrointestinal (particularmente intestino delgado y colon). Usando como
referencia un hombre de 70 kg, 3,8 x 1013 microbios representan un
peso total de 0,2 kg. La microbiota intestinal puede fermentar carbohidratos no
digeribles, los cuales son bien conocidos como prebióticos, incluyendo
fructooligosacáridos, oligofructosa, inulina, galactosa y xilosa que contiene
oligosacáridos como requerimientos energéticos. Los microbios en el cuerpo del
huésped tienen una influencia significativa en el metabolismo, la fisiología y
el desarrollo y la función inmune; mientras las funcione simbióticas incluyen
síntesis de vitaminas, protección contra la colonización patógena así como
regulación del sistema inmune a través de la modulación de la liberación de
hormonas gastrointestinales y la regulación de la conducta cerebral en términos
de señales neuronales. Varios estudios
sugieren que desordenes como cáncer colorectal, enfermedad intestinal
inflamatoria, hígado graso alcohólico y no alcohólico, obesidad, diabetes tipo
2, enfermedad relacionada con el estrés oxidativo y enfermedades mediadas por
el sistema inmune están asociadas con alteraciones de la composición de la
microbiota intestinal.
La microbiota intestinal incluye bacterias,
hongos, protozoos y virus que interactúan con el huésped y cada uno afecta la
fisiología y la salud del huésped. Las bacterias intestinales juegan roles
importantes en la salud humana, incluyendo síntesis de vitaminas del complejo
B, mejora de la digestión y promoción de la angiogénesis y la función nerviosa.
Adicionalmente, la modificación de la
microbiota intestinal puede ser peligrosa cuando el ecosistema intestinal
experimenta severos cambios anormales. Las especies bacterianas encontradas en
el microbioma intestinal humano incluyen principalmente tres phyla:
Bacteroidetes (Porphyromonas, Prevotella), Firmicutes (Ruminococcus,
Clostridium y Eubacteria) y Actinobacteria (Bifidobacterium). Lactobacilli,
Streptococci y Escherichia coli se encuentran en pequeñas cantidades en el
intestino.
La evidencia actual apoya una relación entre
la actividad y composición de la microbiota intestinal y la salud y enfermedad
humana. Más aún, la composición de la microbiota intestinal afecta muchos
órganos y sistemas (cardiovascular, neural, inmune y metabólico). Por otra
parte, la composición de la microbiota intestinal es alterada en muchas
enfermedades como enfermedad cardiovascular, cáncer, diabetes mellitus tipo 2,
obesidad, colitis, asma, desordenes psiquiátricos, desordenes inflamatorios,
desordenes del eje intestino-cerebro y desordenes inmunes. La modulación de la
microbiota intestinal facilita numerosos problemas de salud. Por ejemplo, la ingesta de probióticos con una dieta rica
en grasa altera la composición de la microbiota intestinal de ratón con una
disminución de bacterias gram positivas Firmicutes
y Actinobacteria. Por el contrario, en un modelo de hiperlipidemia en ratón, la
administración de probiótico de Lactobacillus provoca cambios significativos en
la composición de la microbiota intestinal, incluyendo un incremento en
Bacteroidetes y Verrucomicrobia y una disminución de Firmicutes.
La mayoría de estudios de especies
probióticas han examinado al grupo de bacterias ácido láctico. En los estudios
de microbiota intestinal, el más prominente probiótico del grupo de bacterias
ácido láctico es Lactobacillus. Las especies probióticas de Lactobacillus
pueden mejorar la función de barrera gastrointestinal cuando ocurre la
proliferación de algunas bacterias dañinas. La permeabilidad intestinal puede
ser activada con un incremento en la proteína ocludina en las uniones estrechas
intestinales. Después de un cambio en la composición de la microbiota
intestinal con un probiótico, los ratones con una dieta rica en grasas muestran
un incremento en la expresión de la proteína de las uniones estrechas y ARNm de
proglucagón con reducción de la expresión de receptores de reconocimiento CD-14
y en los niveles circulantes de lipopolisacáridos. Adicionalmente, aumenta el
almacenamiento de triglicéridos dependiente de la lipoproteína lipasa en el
tejido adiposo. La investigación sobre los probióticos proporciona evidencia que las células T
reguladoras (Treg) pueden jugar un rol crucial en el mantenimiento de la
homeostasis inmune en muchas enfermedades. Las células Treg secretan IL-10,
IL-17 e IL-20 (citoquinas anti-inflamatorias), importantes para la homeostasis.
Las especies Lactobacillus comensales pueden restaurar la homeostasis en
desordenes intestinales y juegan un rol protector contra enfermedades
inflamatorias. Un estudio reciente demuestra que una especie probiótica de
Lactobacillus acidophilus restaura el balance de citoquinas inflamatorias y la
relación de células Th17/Treg. El L. acidophilus suprime citoquinas
pro-inflamatorias como IL-6 e IL-1b en el colon. Más aún, el tratamiento con L.
acidophilus induce la producción de IL-10 y células Treg al tiempo que suprime
la producción de IL-17. Por otra parte, la cepa probiótica de Lactobacillus spp
tiene efectos beneficiosos en la prevención del cáncer y la inflamación
intestinal. Similarmente, una cepa probiótica de L. plantarum TN8 reduce la
expresión de citoquinas pro-inflamatorias y también regula el sistema inmune
intestinal en ratas con colitis. La cepa L plantarum TN8 también muestra
propiedades anti-inflamatorias induciendo la producción de las citoquinas IL-10
e IL-12.
El probiótico Bifidobacterium ha sido usado
para aliviar varias enfermedades a través de cambios en la composición de la
microbiota intestinal. El Bifidobacterium puede inhibir bacterias dañinas,
mejorar la función de la barrera intestinal y suprimir citoquinas
pro-inflamatorias. Los estudios recientes demuestran que el probiótico Bifidobacterium
altera la función de las células dendríticas para regular la homeostasis inmune
intestinal o iniciar medidas de protección contra patógenos; también tiene el
potencial para controlar varias enfermedades intestinales como cáncer y
alergias. El probiótico Bifidobacterium exhibe capacidad metabólica en
bacterias intestinales y puede incrementar la proporción de bacterias beneficiosas
en la microbiota intestinal. El Bifidobacterium bifidum incrementa
significativamente la actividad metabólica cuando es co-cultivado con
Bifidobacterium breve. Este co-cultivo de bacterias probióticas afecta el
metabolismo en la microbiota intestinal incrementando la producción de ácidos
grasos de cadena corta más que cambiando la composición de la microbiota
intestinal. El mucus del colon es una barrera física formada por microbiota
intestinal y es mantenida por una
red de mucina-2 extensamente glucosilada.
Un estudio con tratamiento con probióticos demuestra que el Bifidobacterium
longum NCC 2705 previene la producción de mucus. Más aún, el Bifidobacterium ejerce un efecto
positivo vía señal hormonal en el eje intestino-cerebro para mejorar la función
de la memoria, incluyendo la expresión de receptores de factor neurotrófico
derivado del cerebro (BDNF) y N-metil-D-aspartato. La combinación de
Lactobacilli y Bifidobacterium disminuye el estrés agudo y la depresión.
Escherichia coli, una bacteria gram-negativa
de la familia Enterobacteriaceae, es una cepa probiótica con algunos efectos
beneficiosos en la homeostasis de la microbiota intestinal. La cepa no patógena
Escherichia coli Nissle (EcN) es una de las cepas probióticas más usada en la
homeostasis de la microbiota intestinal. La EcN puede estimular la producción
de β-defensina-2 humana, la cual protege la mucosa contra la adhesión e
invasión de comensales patógenos. Adicionalmente, la EcN tiene una función
protectora contra Salmonella, Shigella, Candida y otros comensales invasivos y
puede restaurar el epitelio dañado modulando uniones estrechas y proteínas
occludens. Sin embargo, las vesículas de membrana externa (OMV) liberadas por
bacterias gram-negativas juegan un rol vital en el proceso de señalización de
la mucosa intestinal. La liberación de OMV inicia un mecanismo para manejar
compuestos activos y proteínas bacterianas en el cuerpo del huésped sin
contacto intercelular. Un estudio reciente demuestra que las OMV disparan las
respuestas inmunes y de defensa del huésped de la cepa probiótica EcN, la cual
entra en las células intestinales por endocitosis. La EcN también está
involucrada en la respuesta inmune de la microbiota intestinal incluyendo
macrófagos, células epiteliales, células dendríticas y la regulación al alza de
citoquinas pro-inflamatorias (IL-6, IL-8, IL-1β).
Los Enterococcus son bacterias
gram-positivas de la familia de bacterias ácido láctico. Algunas cepas de
Enterococcus actúan como agentes anti-tumor y anti-cáncer y modulan el sistema
inmune. La cepa E. faecium del epitelio intestinal humano incrementan el efecto
bactericida contra E. coli, el daño de membrana y la lisis celular. La E. faecium también incrementa la expresión
de citoquinas pro-inflamatorias y anti-inflamatorias. Por otra parte, la cepa
E. hirae ejerce función de barrera epitelial en el intestino induciendo Th17.
Saccharomyces es una levadura probiótica no
patógena usada comercialmente en la producción de alimentos probióticos. Varios
estudios demuestran que S. cerevisiae y S. boulardii incrementan la proporción
de Bacteroidetes en la composición de la microbiota intestinal y disminuyen la
abundancia relativa de Firmicutes y Proteobacteria. Adicionalmente, estas
levaduras tienen la capacidad para prevenir la inflamación incrementando la
producción de ácidos grasos de cadena corta.
En conclusión, las bacterias probióticas
forman una población reproducible de la microbiota intestinal. Varias especies probiótica previenen
enfermedades degenerativas, incluyendo obesidad, diabetes, cáncer, enfermedad
cardiovascular, enfermedades hepáticas y enfermedad intestinal inflamatoria.
Los probióticos también modulan la composición de la microbiota intestinal, la
función de barrera de la mucosa intestinal y la producción de citoquinas.
Fuente: Azad AK et
al (2018). Probiotic species in the modulation of gut microbiota: an overwiev.
BioMed Research International Article ID 9478630.
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