Mecanismos moleculares de los glucocorticoides en el
esqueleto
Los
glucocorticoides (GC) son las principales hormonas del estrés liberadas por un
eje hormonal jerárquico, el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA). El ritmo
circadiano y el estrés psicológico y fisiológico disparan en el hipotálamo la
liberación de hormona liberadora de corticotropina (CRH), la cual a su vez
actúa en la hipófisis anterior, estimulando la liberación de hormona
adrenocorticotrópica (ACTH). La ACTH actúa en la zona fasciculada de la corteza
adrenal para la liberación de GC, los cuales pertenecen a la clase de hormonas
esteroides. El cortisol, el principal GC en humanos (corticosterona en
roedores), virtualmente actúa en todas las células del cuerpo vía receptor glucocorticoide
(GR) y en menor extensión a través del receptor mineralocorticoide (MR), el
cual tiene un patrón de distribución restringido. Los GC actúan en el cerebro y
órganos metabólicos, incluyendo hígado, tejido adiposo y músculo esquelético,
contribuyendo sustancialmente al metabolismo energético y la integridad tisular
a través de efectos sobre la diferenciación y proliferación celular, la
autofagia y la apoptosis. Los GC también tienen un sustancial impacto sobre el
sistema inmune. Ellos pertenecen a los agentes antiinflamatorios más potentes.
Por otra parte, las altas dosis de GC inducen numeroso efectos colaterales,
incluyendo efectos sobre los sistemas muscular y óseo. Esto provoca la
supresión del crecimiento en niños y la osteoporosis inducida por GC (GIO) en
adultos, lo cual eleva el riesgo de fracturas óseas.
Los GC endógenos y sintéticos ejercen sus
efectos vía receptores nucleares como el GR (NR3C1) y el MR (NR3C2). Ambos
receptores son factores de transcripción inducidos por ligando. Solamente en
ciertos tejidos que expresan MR, en los cuales los GC no son metabólicamente
inactivados, el MR sirve como un receptor de alta afinidad para mediar las respuestas de los GC en baja
concentración. En ausencia de ligando, el GR es retenido en el citoplasma
secuestrado en un complejo multi-proteico que incluye inmunofilinas y proteínas
de shock térmico/chaperonas. La biodisponibilidad y actividad de los GC son
controladas por las enzimas 11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa (11β-HSD 1) y
11β-HSD 2), las cuales actúan de manera opuesta, y regulan los niveles
relativos de cortisona y cortisol. La unión de la hormona induce un cambio
conformacional del GR, permitiendo su translocación al núcleo. El GR unido al
ligando puede dimerizarse y unirse directamente a secuencias específicas en el
genoma (elementos de respuesta a GR (GRE)) o sitios de unión del receptor
glucocorticoide (GBS) y en la vecindad a sitios de unión de factores de
transcripción tejido-específicos. Las moléculas GR unidas a GRE reclutan
proteínas co-reguladoras y complejos remodeladores de cromatina para incrementar
o reprimir la transcripción de genes.
El GR, además de su acción como una molécula
dimérica, en la forma monomérica puede
unirse directamente al ADN o atarse a factores de transcripción unidos al ADN involucrados en la inflamación.
Por ejemplo, la interacción con el factor nuclear kappa B (NF-κB), la proteína
activadora 1 (AP-1) y el factor de respuesta al interferón 3 (IRF3), provocan
represión de la expresión de genes. Adicionalmente, el GR monomérico puede
unirse a GRE localizados en los elementos de respuesta a AP-1. Esta interacción
directa es importante para la represión transcripcional y el GR monomérico
parece ser favorecido en estos sitios.
Los GC, además de su actividad
transcripcional, pueden ejercer efectos no genómicos. Estos efectos son rápidos
y solamente se observan en tratamientos con altas dosis de GC. En estas
condiciones, los GC interactúan con receptores en la membrana plasmática y la
membrana mitocondrial y afectan sus propiedades fisicoquímicas y, por tanto,
alteran su función. Los GC también
pueden unirse a GR citoplasmáticos (cGR) y a GR unidos a membrana (mGR) y
modular la actividad de la proteína quinasa activada por mitogeno (MAPK),
provocando la regulación de otras rutas de señalización no GR. El impacto de
las acciones no genómicas de los GC en las células óseas y la contribución a
los efectos de los GC sobre el hueso se mantienen elusivos.
La mayoría de los mecanismos moleculares de
la acción de los GC sobre el esqueleto
derivan de estudios en ratones, especialmente en la investigación de la
osteoporosis. En común con los humanos, los ratones tienen la fuerte
disminución en la formación de hueso y
algunas cepas de ratones también exhiben el temprano inicio de la resorción.
Sin embargo, hay algunas limitaciones con el uso de ratones. Primero, los
ratones no tienen osteonas (sistema Haversiano) en el hueso cortical y, por
consiguiente, los efectos de los GC sobre el hueso cortical pueden diferir de
los efectos en humanos. Segundo, hay una
fuerte variedad en los efectos de los GC sobre el hueso con la relación a las
diferentes cepas de ratones. Tercero, la aplicación de GC para causar
osteoporosis varía grandemente con relación a los ligandos (dexametasona,
prednisolona y otros), la ruta de aplicación (intraperitoneal, parches de
liberación lenta, oral) así como la dosis y la duración.
La terapia con GC de larga duración provoca
efectos complejos en el hueso. Una rápida pérdida inicial de hueso es seguida
por una lenta pero constante disminución de masa ósea. En particular, esto
incrementa el riesgo de fractura en el cuello femoral y las vértebras. Las acciones sistémicas de los
GC, incluyendo disturbios en la absorción y reabsorción de Ca2+, los
niveles de esteroides sexuales y hormona
de crecimiento y el incremento en la atrofia muscular, pueden contribuir
a los efectos adversos de los GC sobre el hueso. Sin embargo, las acciones
directas de los GC sobre las células óseas son más decisivas en el desarrollo
de la GIO. Estas células son: los osteoblastos, derivados de células
mesenquimales, formadores de hueso; los
osteocitos, descendientes de los osteoblastos, embebidos en la matriz, y los
osteoclastos, descendientes de células hematopoyéticas, que reabsorben hueso.
Osteoblastos, osteocitos y osteoclastos trabajan conjuntamente en las unidades
de remodelación ósea para mantener la masa ósea. La resorción ósea es iniciada
por la fusión de células precursoras de monocitos para formar osteoclastos en
respuesta al ligando del receptor activador de NFκB (RANKL) y otros factores
solubles y unidos a membrana. Además de los osteoblastos, los osteocitos
también son fuente de factores inductores de osteoclastos, incluyendo RANKL y
otros. Los osteoclastos generan una zona fruncida en lado basolateral y crean
un compartimento ácido que permite la degradación de la matriz mineralizada. En
condiciones normales, este proceso es finalizado por un mecanismo de
acoplamiento pobremente entendido que termina con la actividad de los
osteoclastos y activa a los osteoblastos para la formación de nuevo hueso
seguido por la mineralización de la matriz ósea. Los disturbios de estos
procesos provocan pérdida de hueso porque aumentan la resorción y/o disminuyen
la formación de hueso.
La actividad de los osteoclastos aumenta
considerablemente en el inicio del exceso de GC, pero disminuye cuando se
prolonga el exceso de GC. Esta actividad dual resulta de mecanismos complejos,
y en parte opuestos, de los GC sobre la función y maduración de los
osteoclastos. En particular, en sistemas de células, se observa la inducción de
RANKL por la reducción simultánea de osteoprotegrina (OPG), inhibidor de la
diferenciación de osteoclastos. La
expresión de RANKL está, al menos en parte, involucrada en la pérdida ósea
mediada por GC. El desarrollo de osteoclastos a partir de precursores
monocíticos es suprimido por GC, lo cual explica la disminución tardía de la
resorción ósea durante el exceso de GC. Esto parece ser en parte debido a la
alteración de la reorganización del citoesqueleto que influye en la actividad
de Rac y la expresión de calpaína 6. El incremento en la longevidad de los
osteoclastos podría explicar el aumento inicial de la resorción ósea. Un estudio reciente en ratones reporta que el
efecto inhibidor de los GC sobre la osteoclastogénesis es compensado por un
incremento directo de la actividad de resorción ósea de los restantes osteoclastos de una manera
dependiente de la dimerización de GR, presumiblemente por un aumento de los
niveles de especies reactivas de oxígeno (ROS). Entonces, los GC actúan
directamente sobre los osteoclastos, incrementando su actividad de resorción, y
también provocan una disminución del recambio óseo en el largo plazo.
La inhibición de la formación de hueso es la
principal característica de la GIO. Esto resulta principalmente de la
alteración de la función de los osteoblastos. El impacto de los GC sobre la
abundancia y función de los osteoblastos también contribuye a su efecto sobre
los osteocitos. Más aún, los efectos directos de los GC sobre los osteocitos
frecuentemente provocan la muerte de estas células óseas, lo cual puede tener
un impacto directo sobre la calidad del hueso. Las células progenitoras de
osteoblastos son stem cells mesenquimales (MSC) con un potencial de
diferenciación en al menos tres líneas celulares: adipocitos, osteoblastos o
condrocitos. Estas MSC se localizan principalmente cercanas a los vasos
sanguíneos y células perivasculares. Otros precursores de osteoblastos se
localizan en el periostio. Numerosos estudios demuestran el rol decisivo de los
GC en promover la diferenciación de las MSC. Algunos estudios sugieren que los
GC contribuyen a la diferenciación de adipocitos y que esto podría ser a
expensas de la diferenciación de osteoblastos, proporcionando un atractivo
modelo para explicar dos efectos colaterales del exceso de GC, esto es, la
redistribución de grasa y la GIO. La inhibición de la proliferación de
osteoblastos por GC depende en parte de la regulación directa por el GR de
activadores del ciclo celular, por ejemplo, CDK2, 4, 6, ciclina D, c-Myc y E2F-1
e inhibidores, incluyendo p21 y 27. La interferencia en las rutas de
señalización de la MAPK por la inducción de la fosfatasa dual específica
DUSP-1, un blanco directo del GR, mejora la proliferación de osteoblastos.
Uno de los mayores mecanismos de alteración
de la formación de hueso es la inhibición de la proliferación de osteoblastos.
El GR monomérico tiene un mecanismo que parece ser suficiente para suprimir la
diferenciación de osteoblastos in vitro y la formación de hueso in vivo. Las dosis farmacológicas de GC reducen la expresión de factores de transcripción claves para la
osteoblastogénesis, incluyendo al factor de transcripción relacionado con runt
2 (RUNX2) y osterix (OSX). Por otra parte, los ligandos Wnt, los cuales son
decisivos para la proliferación y diferenciación de osteoblastos, son
reducidos, en particular WNT7B y WNT10. Por el contrario, la señal dependiente de
proteína morfogénica de hueso 2 (BMP2) contrarresta fuertemente los efectos
negativos de los GC sobre los osteoblastos. Los estudios recientes sugieren
que, además de las proteínas reguladas por GC, los miARN podrían servir como
efectores de la acción de los GC. La reducción de osteoblastos y la disminución
de la formación de hueso también han sido atribuidas a la apoptosis inducida
por GC. El tratamiento con GC aumenta la tasa de apoptosis de osteoblastos en
humanos y ratones. La apoptosis de
osteoblastos es iniciada por la inducción de proteínas pro-apoptosis Bim y Bax,
en parte a través de la inducción del factor de transcripción E4bp4.
Simultáneamente, ocurre una disminución
de la proteína anti-apoptosis BcXL. Los GC activan la quinasa Pyk2 por inducción
del flujo de Ca2+ provocando la activación de la quinasa
Jun-N-terminal (JNK). Adicionalmente, al inducir la acumulación de ROS, los GC
inclinan el balance hacia la muerte celular. Los GC, además de estimular la
apoptosis, inducen la macro-autofagia en los osteoblastos y también en los
osteocitos.
Los vasos sanguíneos tienen un rol decisivo
en la integridad y fuerza de los huesos. Un subtipo vascular especifico,
llamado endotelio H, está acoplado con el crecimiento óseo, facilita un
microambiente para células osteoprogenitoras y se pierde durante el
envejecimiento. El aumento en la actividad del factor inducible por hipoxia 1
(HIF1) y la posterior expresión del factor decrecimiento del endotelio vascular
(VEGF) incrementan la masa ósea y la expresión de genes marcadores de
osteoblastos en ratones viejos. El exceso de GC parece disminuir la expresión
de HIF1 y VEGF, afectando el volumen y la superficie vascular.
Un problema clínico notable es el efecto
negativo del exceso de GC sobre el crecimiento de los niños pro reducción del
crecimiento óseo. El crecimiento longitudinal del hueso es controlado por el
eje hormona de crecimiento (GH)-factor de crecimiento similar a insulina
(IGF1), ambas hormonas actúan en la placa de crecimiento cartilaginosa en los
huesos en crecimiento. El exceso de GC es acompañado por una disminución en los
niveles y la acción de GH e IGF1. Los GC
exógenos inhiben la proliferación de condrocitos e incrementan la apoptosis de
condrocitos hipertróficos en la placa de crecimiento, lo cual resulta en
alteración del crecimiento óseo.
El exceso de GC endógenos o
concentraciones farmacológicas de GC
exógenos también activan al MR. Por tanto, se ha propuesto el concepto balance
GR/MR para los tejidos que expresan ambos receptores, como el cerebro. Esto ha
dado lugar a un nuevo concepto: en bajas concentraciones de GC, se activa
primariamente el MR, mientras en altas concentraciones de GC se activa el GR y
eventualmente ambos receptores ejercen funciones distintas. Más aún, se ha
postulado la presencia de heterodímeros GR/MR. La presencia de ambos receptores
ha sido reportada en osteoblastos, osteocitos y osteoclastos. Por lo tanto, el concepto de balance GR/MR
también podría ser válido para el hueso. El MR contribuye a la pérdida de hueso
mediada por el exceso de GC eventualmente a través de su acción sobre los
osteocitos, pero el rol del MR en los tipos de células óseas es menos
importante que el del GR.
Los GC endógenos son necesarios para el
metabolismo del hueso. Los efectos de los GC endógenos pueden ser ejercidos por
MR y GR. Debido a la mayor afinidad del MR hacia los GC, los efectos de las
bajas concentraciones de GC podrían ser mediados por MR más que por GR. El MR
impacta negativamente sobre la integridad ósea basal. Sin embargo, los tipos de
células óseas involucrados se mantienen elusivos. En contraste con el bloqueo
de MR, pero similar a la inhibición de la señal GC, la eliminación de GR en los
osteoblastos disminuye el volumen óseo en los compartimentos trabeculares de
los huesos. Entonces, los GC y el GR son ligeramente anabólicos en sitios óseos
muy distintos (fémur, vertebras, tibia). Por el contrario, el MR es
predominantemente catabólico. Los GC podrían participar en la resolución de la
inflamación durante la cicatrización de las fracturas. Sin embargo, ellos
tienen roles adversos y beneficiosos sobre las células óseas dependiendo del
tipo de exposición y el tiempo de
exposición. El GR tiene un rol protector en la cicatrización de las fracturas
determinando la respuesta inflamatoria y promoviendo la transición
cartílago-hueso. Los GC, debido a que afectan la cicatrización de las fracturas
y regulan la proliferación/apoptosis y la diferenciación de precursores óseos y
células óseas maduras, también están
involucrados en la regeneración ósea.
En conclusión, los GC y su receptor GR
afectan sustancialmente el metabolismo óseo. Los GC, vía GR, actúan localmente
en las células óseas y modulan su proliferación, diferenciación y muerte. Los
niveles elevados de GC, como ocurre durante la terapia con GC o en el estrés,
alteran el crecimiento y la integridad del hueso, provocando retardo en el
crecimiento y osteoporosis inducida por glucocorticoides, respectivamente. Los
GC, debido a su profundo impacto sobre el sistema inmune y la diferenciación de
las células óseas, afectan la regeneración ósea y la cicatrización de
fracturas.
Fuente: Hachemi Y
et al (2018). Molecular mechanisms of glucocorticoids on skeleton and bone
regeneration after fracture. Journal of Molecular Endocrinology 61: R75-R90.
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