El cerebro estresado
Humanos y roedores
continuamente están expuestos a cambios
en su ambiente, introduciendo potenciales amenazas –reales o percibidas- para
los procesos corporales. Estas amenazas, estresores, son subjetivamente “experienciadas”
como estrés. La respuesta al estrés está bastante conservada entre los
mamíferos. La información acerca de la situación amenazante es canalizada a
través del hipotálamo, lo cual conduce a
la activación del sistema nervioso simpático, causando la rápida liberación
de adrenalina por la médula adrenal. A continuación se activa el sistema
hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA), lo cual resulta en la síntesis y liberación
de hormonas esteroides por la corteza adrenal. La corticoesterona es la
principal hormona corticoesteroide en ratas y ratones, mientras el cortisol es
la hormona adrenal predominante en humanos. Las oleadas de adrenalina
(noradrenalina en el cerebro) y corticoesteroides no solo alcanzan órganos
periféricos sino que también alcanzan células del cerebro. Las células que
expresan receptores para estos transmisores y hormonas cambian su función
después del estrés, lo cual eventualmente impactará sobre la conducta para
adaptarse al ambiente cambiante.
En el cerebro hay dos tipos de receptores de
corticoesteroides. El receptor mineralocorticoide (MR) tiene una
distribución restringida, con niveles de alta expresión en el hipocampo y el septum
lateral y niveles bajos en las capas corticales y la amígdala. El receptor glucocorticoide
(GR) es más ampliamente expresado, particularmente con alta expresión en el
núcleo paraventricular (NPV) del hipotálamo y algunas regiones del hipocampo.
Los MR tienen alta afinidad por corticoesterona y cortisol así como también por
la aldosterona, un esteroide adrenal menos prevalente. Debido a su alta
afinidad, este tipo de receptor es ocupado sustancialmente por corticoesterona
(roedores) o cortisol (humanos) aun en individuos no estresados. Por el
contrario, el GR tiene una afinidad 10 veces menor y, bajo condiciones sin estrés, es solo
parcialmente ocupado; pero es completamente activado después del estrés. MR y
GR, cuando se unen a los
corticoesteroides, se trasladan al núcleo donde actúan como reguladores
transcripcionales, cambiando la expresión de grandes redes de genes. Además de
la distribución regional de MR y GR en el cerebro, su afinidad y el patrón de
liberación de corticoesteroides por las glándulas adrenales; hay otros factores
que eventualmente participan en la respuesta del cerebro a los corticoesteroides
después del estrés, incluyendo los niveles circulantes de las proteínas
ligadoras de corticoesteroides, la presencia de p-glucoproteínas en las células
epiteliales que determina la accesibilidad de los corticoesteroides a las
células cerebrales, las enzimas que convierten los corticoesteroides como la
11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa y los correguladores transcripcionales
involucrados en el proceso de activación de los receptores. Todos estos
factores determinan como las neuronas individuales responderán a los cambios en
el nivel de corticoesteroides después del estrés.
Desde los años de la década de 1970, muchos
estudios electrofisiológicos han tratado de delinear exactamente como los
corticoesteroides afectan la actividad neuronal. De estos trabajos han surgido
algunos principios. El primer principio es que las neuronas responden a los
corticoesteroides de una manera dependiente de concentración. La dependencia de
la dosis, sin embargo, es regionalmente diferenciada. En alguna extensión, esto
está relacionado con el rango de
afinidad de los dos tipos de
receptores y su diferencia en los patrones de expresión en el cerebro.
Por ejemplo, la respuesta de las neuronas en el núcleo del rafe a la serotonina
es afectada por los corticoesteroides de una manera lineal, probablemente
relacionada con el grado de activación de los GR, los cuales prevalecen en estas células. Por el contrario
las células de la región CA1 del hipocampo expresan abundantemente MR y GR. En
estas células, la respuesta a la serotonina, u otras propiedades como la
amplitud de las corrientes de calcio, es más o menos linealmente afectada por
un cambio en el rango de concentración de corticoesteroides del nivel observado
en la condición no-estresado al nivel observado en la condición de
estresado. Sin embargo, cuando la
concentración de corticoesteroides cae por debajo del nivel no-estresado, la
respuesta a la serotonina no disminuye de manera lineal sino que se hace mayor
debido a la inactivación de los MR, lo cual resulta en una dependencia de dosis
en forma de U. Esta condición donde las concentraciones de glucocorticoides son
tan bajas que no se activan los MR rara vez ocurre bajo condiciones
fisiológicas, pero puede manifestarse cuando los niveles de hormonas son
reducidos drásticamente por la adrenalectomía.
El segundo principio se relaciona con el
tiempo en el cual el corticoesteroide cambia la función celular. La mayoría de
las acciones celulares ocurren con un retardo de aproximadamente de 1 hora, lo
cual es compatible con la ruta de señalización mediada por genes. Sin embargo,
varios estudios demuestran que los corticoesteroides también pueden modificar
rápidamente la descarga neuronal. Por
ejemplo, en las neuronas parvocelulares del NPV, la corticoesterona disminuye
la liberación de vesículas que contienen glutamato. Esto involucra cambios en
la señal retrograda vía receptor de canabinoide-1 (CB1). Los estudios recientes revelan el compromiso de los GR en
las acciones rápidas de los corticoesteroides.
Las acciones rápidas dependientes de GR en el NPV son importantes para
la respuesta de la ACTH y los corticoesteroides al estrés agudo pero no en el
estrés crónico. En contraste con el NPV, la corticoesterona incrementa
rápidamente y reversiblemente la liberación de glutamato en las neuronas de
la región CA1 del hipocampo, con
concentraciones que son relevantes para la respuesta al estrés (alrededor de
5-10 nM). Estos efectos no genómicos rápidos de los corticoesteroides en el hipocampo
son mediados por MR más que por GR. En las neuronas de la amígdala basolateral
(ABL), la activación de receptores MR también aumenta la liberación de
glutamato. El fenómeno de
metaplasticidad en la respuesta a
la corticoesterona indica que la
respuesta de la ABL depende de la historia de estrés reciente del animal.
El tercer principio que emerge de los
estudios celulares es el hecho que las hormonas y los transmisores liberados
después del estrés actúan conjuntamente. Dependiendo del tipo y la severidad
del estresor, hormonas y transmisores se traslapan en tiempo y lugar. La
relevancia del traslape está ilustrada en la respuesta de las neuronas de
la ABL a oleadas consecutivas de
isoproterenol (actuando específicamente sobre receptores β-adrenérgicos, los
cuales son altamente relevantes para las respuestas conductuales al estrés) y
corticoesterona, como ocurre después del estrés. Las oleadas de estos dos
importantes mediadores del estrés bajo las condiciones de estrés moderado
restringen la excitabilidad de la amígdala, pero en las condiciones de estrés
severo no son capaces de hacerlo.
El estrés altera la conducta de una manera
regionalmente diferenciada y dependiente del tiempo. Experimentalmente, esta
hipótesis ha sido abordada de dos maneras. En primer lugar, administrando
hidrocortisona en humanos o corticoesterona en roedores y examinado el
rendimiento cognitivo de los sujetos tratados directamente después del pico de
corticoesteroides, para examinar acciones rápidas no genómicas, o 90-240
minutos después, para examinar acciones genómicas. La segunda manera consiste
en exponer a los individuos en estrés a tareas cognitivas tempranamente y
tardíamente. Esto tiene la ventaja de ser
fisiológicamente más relevante, pero es más difícil de interpretar dada
la diversidad de hormonas y transmisores liberados después del estrés. La
observación general es que después del pico de cortisol (comparado con las
condiciones control) el circuito emocional/conductual es incrementado mientras
el control ejecutivo es suprimido; varias horas después del pico de cortisol,
se observa lo contrario. El entrecruzamiento es exactamente una hora después cuando
los efectos rápidos desaparecen y las acciones genómicas comienzan a aparecer. Un
estudio conductual revela que después de un pico de cortisol los individuos
están más enfocados en recompensas inmediatas, una conducta que no se observa
una hora más tarde. Estos efectos fueron particularmente claros cuando los
sujetos recibían solamente hidrocortisona más que la exposición al estrés o a
una mezcla de hormonas del estrés, lo cual deja abierta la posibilidad que no
todas las hormonas del estrés trabajan en la misma dirección. Por otra parte,
después de un pico de cortisol, la memoria contextual y la contextualización
disminuyen, mientras las formas más habituales de aprendizaje aumentan. Esto
fue asociado con un cambio dependiente de MR de la actividad del hipocampo a la
actividad del cuerpo estriado. Cuando los sujetos fueron examinados varias
horas más tarde, la contextualización mejoró en quienes recibieron
hidrocortisona en comparación con los que recibieron placebo. Estas
observaciones involucran acciones rápidas a través de MR conjuntamente con
otros mediadores del estrés como las monoaminas. Después de una hora, estas
acciones involucran señales genómicas mediadas por GR, las cuales representan
una segunda fase de la respuesta adaptativa que permite a la persona
racionalizar y contextualizar los eventos estresantes.
Los eventos que tienen lugar en las etapas
tempranas de la vida cuando el sistema estrés y el cerebro están aún en
desarrollo, tienen un fuerte impacto en las etapas posteriores de la vida. Esto
ha sido estudiado detalladamente en modelos de roedores con condiciones
adversas en la vida temprana, lo cual tiene la ventaja de poder controlar el
fondo genético, el ambiente en la vida temprana y llevar a cabo investigaciones
detalladas de los mecanismos subyacentes. Una ilustración de este fenómeno se
observa en la memoria contextual. Varios estudios demuestran que el estrés
perinatal altera la formación de la memoria contextual o espacial en roedores
al tiempo que aumenta la memoria emocional o ansiedad. En algunos de estos
modelos se ha demostrado una reducción de la expresión de MR y GR en el
hipocampo, en ocasiones acompañada con elevados niveles de corticoesterona.
Esto es compatible con una tendencia hacia los aspectos emocionales en
detrimento de las funciones cognitivas superiores. El grado en el cual la
memoria contextual/espacial es alterada depende de muchos factores. El sexo de
los animales es importante. Por ejemplo,
el aprendizaje hipocampal es afectado más en los roedores machos que en las
hembras. El fondo genético es otro
factor determinante en el impacto de la adversidad en la vida temprana sobre la
función del hipocampo. Posiblemente, las condiciones adversas en la vida
temprana afectan la transmisión glutamatérgica
(y más comúnmente la GABAergica) antes
de la pubertad, lo cual eventualmente resulta en un déficit conductual relacionado con la
alteración en el hipocampo.
En conclusión, después del estrés, el
cerebro es expuesto a oleadas de mediadores del estrés, incluyendo
corticoesterona (roedores) y cortisol (humanos). Los corticoesteroides afectan
la fisiología neuronal de dos maneras: acciones rápidas, no genómicas, mediadas
primariamente por MR que pueden promover la respuesta cognitiva inmediata a la
potencial amenaza a través de la amplificación de la actividad del circuito
emocional; y efectos genómicos tardíos vía GR que son complementarios a la
respuesta inmediata e importantes para adaptarse a la potencial amenaza. Esta
fase tardía ayuda a poner los eventos estresantes en la perspectiva correcta,
promoviendo la racionalización y contextualización del evento. El desbalance
entre las dos fases de la respuesta al estrés puede incrementar la
vulnerabilidad a enfermedades, especialmente en individuos genéticamente
predispuestos. La respuesta del cerebro al estrés depende del fondo genético
del individuo en interacción con otros factores como el sexo, la historia de
vida, las características de personalidad y el ambiente socio-cultural. La
importancia de la historia de vida es obvia. Es altamente relevante cuando las condiciones
adversas ocurren durante el desarrollo del cerebro en las etapas tempranas de
la vida.
Fuente: Joëls M et
al (2018). The stressed brain of humans and rodents. Acta Physiologica 223:
1-10.
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