Andrógenos en el ovario
Los andrógenos son
un sustrato esencial para la producción de estradiol por el ovario. Sin
embargo, persiste la percepción que los andrógenos tienen un efecto adverso
sobre el desarrollo folicular, aun bajo condiciones fisiológicas pero
especialmente en un ambiente de exceso de andrógenos. La producción cíclica de
estradiol depende de la disponibilidad de andrógenos, como un esteroide
precursor, y de los cambios cíclicos en las gonadotropinas. Bajo la influencia
de niveles tónicos de hormona luteinizante (LH), los andrógenos son producidos
por las células tecales de folículos antrales. En el ovario humano, los
receptores de LH están presentes en las células tecales, pero normalmente solo
aparecen en las células granulosas en folículos maduros con diámetro mayor de
10 mm (folículos antrales). Los receptores de hormona estimulante del folículo
(FSH) están presentes exclusivamente en las células granulosas. Los andrógenos
(predominantemente androstenediona y testosterona) difunden a través de la
lámina basal del folículo a la capa granulosa donde, bajo el control de la FSH,
son convertidos en estrógenos por la acción de la enzima CYP19 (aromatasa).
Esta interacción coordinada de las gonadotropinas con el folículo a menudo es
referida como el proceso 2 células-2 gonadotropinas.
Los andrógenos también pueden tener un rol
en la desaparición de folículos antrales que forman parte de la cohorte y que
crecieron en respuesta al incremento en FSH en la fase folicular temprana, pero
experimentan regresión en la fase folicular tardía cuando disminuyen los
niveles de FSH. Esto es un mecanismo
fisiológico que asegura que en los humanos (y primates no humanos) se lleve a
cabo la ovulación mono-folicular. La capacidad de los andrógenos para inducir
la atresia de folículos antrales a menudo es considerado un efecto perjudicial,
particularmente en condiciones de exceso de andrógenos (notablemente en el
síndrome de ovarios poliquísticos, PCOS).
Aunque el receptor de andrógenos (AR) se
encuentra en los tres componentes del folículo ovárico: granulosa, teca y
oocito; el ARN y la proteína son más abundantes en las células granulosas. En
el ovario de primates, hay poca expresión de AR en el oocito y la teca de los
folículos antrales y en el ovario fetal humano, la expresión de AR está
confinada a las células somáticas. La
expresión del gen AR en el ovario humano es alta en las células granulosas de
los folículos antrales pequeños, pero es baja en los folículos preovulatorios. La
expresión de AR está presente en folículos pre-antrales en ovario de roedores, ovinos y primates, lo
cual sugiere un rol fisiológico en el desarrollo y la función folicular además
de servir como sustratos para la producción de estrógenos. En el ovario humano,
la expresión del gen AR puede ser detectada en folículos pre-antrales, mientras
la proteína AR puede ser observada en el folículo primordial e incrementa
gradualmente durante el desarrollo folicular. La expresión del gen AR es
prominente en folículos antrales humanos pequeños (alrededor de 6 mm en
diámetro), pero es muy reducida en folículos antrales más grandes (alrededor de
15 mm en diámetro) y más baja aun en
folículos preovulatorios. Estos cambios en el nivel de expresión de AR durante
el desarrollo folicular pueden ser importante en términos de la acción de los andrógenos
sobre la supervivencia o pérdida de
folículos durante un ciclo ovulatorio normal.
Hay evidencia que los andrógenos estimulan
el crecimiento de folículos pre-antrales y antrales en varias especies. La
acción de los andrógenos parece ser importante para el desarrollo y la función
normal de los folículos. Los ratones que carecen de AR en el ovario tienen
folículos con la maduración alterada y el tamaño reducido. El potente andrógeno
dihidrotestosterona (DHT) estimula la expresión de la proteína Ki67 (marcador
de proliferación celular) en las células granulosas de folículos pre-antrales
de ratón sin efecto sobre la apoptosis. Los andrógenos incrementan la respuesta
de las células granulosas a la FSH en términos de crecimiento y expresión de
genes claves involucrados en la esteroidogénesis. En ovario de primates, la exposición in vivo
a andrógenos provoca crecimiento de folículos pre-antrales y antrales asociado
con un incremento en la expresión de receptores de FSH (FSHR) en las células
granulosas. En folículos pre-antrales aislados de ratón, la incubación con DHT
aumenta la expresión de la proteína reguladora aguda de esteroides (StAR), un
regulador clave de la esteroidogénesis, en respuesta a la FSH. En el mismo
modelo, testosterona y DHT interactúan con miembros de la familia TGFβ, más
notablemente reducen la expresión de gen de hormona anti-mülleriana (AMH)
(producida por las células granulosas) y proteína morfogénica de hueso 15
(BMP-15), las cuales tienen efectos inhibidores sobre el crecimiento folicular
(aunque la BMP-15, particularmente en presencia de la señal GDF-9, puede tener
una acción estimuladora sobre el crecimiento folicular). El efecto positivo de la DHT sobre la
expresión de FSHR y el efecto negativo de AMH y BMP-15 sobre el crecimiento
folicular, sugiere que el crecimiento estimulado por DHT en folículos
pre-antrales es un fenómeno complejo que
requiere un balance de las acciones de factores endocrinos y factores de crecimiento locales. Por otra
parte, hay evidencia que las BMP 4, 6 y 7 tienen acciones inhibidoras sobre la
producción de andrógenos en células tecales de ovario de bovino.
El modo clásico de la acción de los andrógenos
involucra la unión del andrógeno al AR en el citoplasma de la célula y la
translocación del complejo hormona-receptor al núcleo, donde se une a una
secuencia especifica del promotor de genes blancos relevantes y promueve la
transcripción de genes. Esta ruta opera en las acciones fisiológicas y
patológicas de los andrógenos. Sin
embargo, estudios recientes sugieren que la ruta de señalización de los
andrógenos es más complejos e involucra efectos
rápidos sin participación del receptor nuclear en la transcripción (acciones no
genómicas). Estas acciones no genómicas describen la transactivación del
receptor del factor de crecimiento epidermal (EGFR) por los andrógenos. La
exposición de folículos pre-antrales de ratón a una combinación de DHT y EGF
resulta en estimulación del crecimiento en una proporción mayor que con el
tratamiento de DHT y EGF solos, lo cual sugiere que el efecto de los andrógenos
sobre la proliferación de células granulosas es, en parte, mediado por la
activación del EGFR. Por otra parte, los
andrógenos pueden activar la ruta de la proteína quinasa activada por mitogeno
(MAPK) por fosforilación de la quinasa dependiente de señal extracelular (ERK),
la cual clásicamente transduce la señal rápida de factores de crecimiento. En
este sentido, los andrógenos parecen tener propiedades de factor de
crecimiento. La acción de los andrógenos sobre la activación de ERK parece ser
mediada por metaloproteasas de matriz (MMP) y por paxilina (PXN), una proteína
adaptadora implicada en la translocación del AR al núcleo. De esta manera las
acciones genómicas y no genómicas pueden ser coordinadas y trabajar en
conjunto. La PXN es capaz de inducir la expresión de miR-125b, el cual tiene un efecto
anti-apoptosis y, por tanto, promueve la supervivencia del folículo inducida
por andrógenos. Los andrógenos pueden aumentar la síntesis y acción de factores
de crecimiento similares a insulina (IGF).
Los andrógenos también activan directamente la ruta de señalización
PI3kinasa (PI3K), provocando una compleja cascada de eventos que involucra, en
un efecto inicial rápido,
fosforilación, y por tanto
inhibición, del grupo policomb de
proteínas aumentadoras “zester” homologo 2 (Ezh2). Estos hallazgos apoyan la
hipótesis que la acción de los andrógenos involucra eventos genómicos y
no-genómicos coordinados.
El PCOS es el desorden endocrino más común
en la mujer en edad reproductiva. Aunque hay un amplio espectro de presentación
clínica, el PCOS típicamente se caracteriza por ovulación infrecuente o ausente
asociado con evidencia clínica y/o bioquímica de exceso de andrógenos. El
exceso de producción de andrógenos en el PCOS es predominantemente de origen
ovárico. Los efectos sistémicos del exceso de andrógenos incluye
manifestaciones cutáneas (hirsutismo, acné, alopecia androgénica) y
predisposición a desordenes metabólicos (incluyendo aumento del riesgo de
diabetes mellitus tipo 2), pero hay acciones locales en el ovario que son
características de PCOS. La anovulación
es distinguida por la detención
del crecimiento de folículos antrales en 5-8 mm. El mecanismo de esta
detención es complejo pero generalmente se debe a un ambiente endocrino anormal
que incluye excesiva secreción de LH, insulina y andrógenos, lo cual puede
contribuir a la detención prematura del crecimiento del folículo. Hay,
adicionalmente, evidencia del desarrollo aberrante de folículos pre-antrales en
los ovarios de la mujer con PCOS. La densidad de folículos pre-antrales aumenta
en comparación con los ovarios normales y hay una mayor proporción de folículos
primordiales que son activados e inician crecimiento para acumularse
(“almacenamiento”) en el estadio primario. Los folículos pre-antrales pequeños
en PCOS muestran mayor expresión del marcador de proliferación proteína de
mantenimiento mini-cromosoma-2 (MCM-2)
que prolonga la supervivencia de folículos. Estos cambios en el desarrollo
temprano del folículo pueden ser atribuidos, al menos en parte, al efecto de los
andrógenos. Por otra parte, la expresión del gen y la proteína receptor de IGF1
aumenta en los folículos pre-antrales de la mujer con PCOS y hay diferencias en
la respuesta al IGF1 entre ovarios
normales y ovarios poliquísticos. Los andrógenos normalmente inducen la
expresión de FSHR y la adquisición de receptores de LH en el folículo dominante
destinado a ovular en un evento dependiente de FSH. Aunque se conoce poco
acerca de la expresión de FSHR en folículos de mujeres con PCOS, hay evidencia
que las células granulosas de folículos antrales pequeños en ovarios
poliquisticos responden más a la FSH en términos de la producción de estradiol.
Hay evidencia de la base genética del PCOS, el ovario poliquístico está
predispuesto a secretar andrógenos en exceso.
Como ya se mencionó anteriormente, hay amplia evidencia que los andrógenos
tienen un rol positivo y obligatorio en el crecimiento y la función folicular.
Estos fenómenos contradicen el punto de
vista que los andrógenos son predominantemente perjudiciales en la función
normal del ovario. No obstante, también hay evidencia que los andrógenos tienen
la capacidad para inhibir la proliferación y promover la apoptosis en folículos
antrales maduros. Estos fenómenos aparentemente paradójicos pueden ser mejor
explicados tomando en cuenta el estadio del desarrollo del folículo. En el
ciclo menstrual de humanos y primates no humanos, la ovulación mono-folicular
es la regla. En estos ciclos, un simple folículo “dominante” es seleccionado de
una cohorte de 5-10 folículos antrales pequeños que son reclutados por el
aumento de FSH en la fase folicular temprana. Por lo tanto, es el folículo que
más responde a la FSH el que continúa la ruta hacia la ovulación mientras los
demás folículos son incapaces de progresar debido a la retroalimentación negativa que ejercen los
elevados niveles de estradiol (e inhibina) sobre sobre la secreción hipofisaria
de FSH. La deficiencia de FSH claramente juega un rol en la atresia de los
folículos más pequeños, pero la concentración intra-foliclar de andrógenos también
juega un rol importante. Un estudio reciente propone que una alta relación
androstenediona/estradiol (es decir, un exceso de andrógenos sobre los
estrógenos) contribuye (si no causa) a la atresia folicular. Sin embargo,
también puede ser interpretada como un efecto de la deficiencia de FSH, la cual
por sí misma es la principal razón de la desaparición de los folículos no
dominantes. No obstante, el hallazgo que
la expresión de AR, la cual es alta en los folículos pequeños, es drásticamente
reducida en el folículo pre-ovulatorio sano sugiere un efecto potencialmente
dañino de los andrógenos sobre la supervivencia de las células granulosas y la
función del folículo maduro.
En conclusión, los andrógenos tienen un
claro e importante rol fisiológico en el desarrollo folicular, en todos los
estadios, y en la producción de estrógenos por los folículos antrales. El
exceso de andrógenos puede contribuir a
la aberrante función de los folículos pre-antrales y antrales en la mujer con
PCOS, aunque otros factores endocrinos (y paracrinos) también juegan un rol. El
rol de los andrógenos en la atresia folicular, en un ciclo normal,
probablemente ha sido exagerado. La deficiencia de FSH es la principal causa de
atresia en los folículos no dominantes en especies mono-ovulatorias, pero la
acción de los andrógenos puede contribuir
a la pérdida de folículos.
Fuente: Franks S y
Hardy K (2018). Androgen action in the ovary. Frontiers in Endocrinology
9:452.
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