Ácidos biliares y metabolismo de la glucosa
Los ácidos
biliares (AB) son un grupo diverso de moléculas esteroides anfipáticas que
forman micelas y facilitan la absorción intestinal, la emulsificación y el
transporte de nutrientes, lípidos y vitaminas lipofílicas. Recientemente, los AB también han sido reconocidos como
moléculas de señalización en diversas respuestas fisiológicas, incluyendo el
metabolismo de la glucosa. Los AB derivan del catabolismo del colesterol en el
hepatocito mediante un proceso que involucra dos
rutas principales y la activación de al menos 17 enzimas hepáticas. La ruta
clásica, responsable de la síntesis de la mayor parte de AB, es regulada por
colesterol 7α-hidroxilasa (CYP7A1), enzima de la reacción limitante de la
síntesis de AB. La ruta alternativa involucra una etapa enzimática inicial
catalizada por la esterol-27-hidroxilasa (CYP27A1) seguida por la hidroxilación
de AB por la oxiesterol 7α-hidroxilasa (CYP7B1). Ambas rutas generan AB
primarios que posteriormente son conjugados con taurina o glicina.
Los AB son secretados por los hepatocitos y
drenan en la vesícula biliar vía árbol biliar. La contracción postprandial de
la vesícula biliar libera AB al duodeno. En el intestino, los AB primarios
pueden ser desconjugados y 7α- deshidroxilados por las bacterias intestinales
para formar AB secundarios provocando una mayor heterogeneidad en este grupo de moléculas. Los AB intestinales son activamente reabsorbidos
en el ileum terminal y recirculados al hígado a través de la vena porta. En el
hígado, los AB son conjugados nuevamente
y secretados junto con los AB recién sintetizados. Este eficiente
proceso, el cual permite la recuperación
de la mayoría de AB, es conocido como circulación enterohepática.
Una fracción menor de AB escapa de la
circulación enterohepática y son excretados con las heces o alcanzan la
circulación sistémica. Estos últimos activan la señal AB fuera del sistema
enterohepático y regulan una diversidad de procesos como la homeostasis de
lípidos y glucosa, el gasto de energía, la motilidad intestinal, la
inflamación, la configuración y crecimiento del microbioma intestinal y la masa
muscular. La desrregulación del metabolismo y la señal de AB sugiere que juegan
roles en varias enfermedades, incluyendo dislipidemia, hígado graso, diabetes,
obesidad, ateroesclerosis, colestasis, litiasis biliar y cáncer.
La señal AB es mediada por dos receptores
principales, el receptor farnesoide X (FXR, también conocido como NR1H4) y el
receptor Takeda proteína G 5 (TGR5, también conocido como GPBAR1, M-BAR y
BG37). Otros receptores AB sugeridos incluyen al receptor de vitamina D (VDR),
el receptor pregnano X (PXR), el receptor esfingosina-1-fosfato 2 (S1PR2), el
receptor muscarínico M2 y el receptor androstano constitutivo (CAR), los cuales
regulan principalmente la destoxificación de las especies hepatotóxicas de AB
además del metabolismo hepático de lípidos y esteroles.
Los AB, conjugados y no conjugados, se unen
al FXR, con el ácido quenodeoxicólico (AQDC) como el más potente agonista de
este receptor. El FXR es expresado en múltiples órganos y tejidos incluyendo hígado,
intestino, tejido adiposo blanco y corazón para la regulación de diferentes
funciones fisiológicas. El FXR forma un heterodímero con el receptor retinoico
X (RXR) y suprime la expresión de CYP7A1, provocando la atenuación de la
conversión hepática de colesterol en AB. La supresión de la expresión de CYP7A1 por el FXR es mediada por dos
mecanismos: (1) en el hígado, el FXR induce la expresión del pequeño
heterodímero acompañante (SHP), el cual a su vez inhibe la expresión de CYP7A1;
(2) en el intestino, el FXR incrementa
los niveles circulantes del factor de
crecimiento fibroblástico 19 (FGF19), el cual reduce la expresión de CYP7A1 y
citocromo p450 12a-hidroxilasa B1 (CYP8B1) provocando la inhibición de la
síntesis de AB. Los efectos del FGF19 intestinal sobre la expresión hepática de
CYP7A1 y CYP8B1 son mediados por el complejo FGFR4/βKloto. La activación postprandial
de FXR provoca la represión de la
expresión de genes por inducción de SHP y la supresión de la autofagia a través
del bloqueo de la activación de la proteína ligadora del elemento de respuesta
de cAMP (CREB) y el receptor activado por proliferador de peroxisoma-α (PPARα).
Más aún, las modificaciones posttranslaciones de FXR modulan su propia
actividad, lo cual impacta el metabolismo de lípidos y glucosa en el
estado alimentado y en el ayuno. Esto
incluye la O-GlcNAcilación de FXR estimulada por glucosa, lo cual aumenta su
actividad. La actividad transcripcional del FXR es regulada por fosforilación
mediada por proteína quinasa C (PKC) o proteína quinasa activada por
monofosfato de adenosina (AMPK) y la activación
AB-FXR aumenta la fosforilación y degradación proteasomal de FXR. La
metilación de FXR apoya la transactivación del FXR y los genes blanco de FXR.
Por otra parte, la acetilación incrementa la estabilidad del FXR pero inhibe la
dimerización FXR-RXRα, la unión de ADN y la actividad de transactivación y es
regulada por P300 y sirtuina-1 (SIRT1). La acetilación de FXR exacerba la
inflamación hepática y la intolerancia a la glucosa.
La señal AB-FXR hepática modula los niveles
de glucosa postprandial a través de la
disminución de la gluconeogénesis hepática
acompañada con la inducción de la síntesis hepática de glucógeno. Los
estudios en ratones demuestran que después de una comida, la inducción de la
secreción de AB resulta en la señal AB-FXR en el hígado, provocando la
estimulación del almacenamiento de glucógeno y la inhibición de la expresión de
genes glucolíticos y lipogénicos, incluyendo la proteína ligadora del elemento
de respuesta a carbohidratos (ChREBP) y la proteína ligadora del elemento de respuesta a esterol 1
(SREBP1c). Estos estudios también demuestran que la señal FXR en el hígado
causa represión de enzimas involucradas en la gluconeogénesis hepática
incluyendo a la fosfoenolpiruvato carboxiquinasa (PEPCK) y la
glucosa-6-fosfatasa (G6Pasa). Por otra parte, varios estudios en ratones
sugieren que la señal FXR no afecta directamente la sensibilidad hepática a la
insulina, pero impacta la sensibilidad
periférica a la insulina en tejido adiposo y músculo esquelético. Un estudio
reciente reporta que el eje hepático
FXR/HSP modula la homeostasis de la
glucosa sistémica y el metabolismo de ácidos grasos en ratones viejos,
revirtiendo el aumento de adiposidad. Esto apoya el rol clave de la señal
FXR-HSP en el control de la homeostasis de la glucosa.
La inducción intestinal de FGF19 mediada por
AB-FXR provoca su unión al FGFR4/βkloto, contribuyendo a la síntesis de
glucógeno hepático y a la disminución de la glucemia. La administración sistémica de FGF19 a
ratones obesos y diabéticos induce un efecto anti-diabético. La asociación
positiva entre FGF19 y mejoría de la sensibilidad a la insulina ha sido
demostrada en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 (DMT2). Varios mecanismos
han sido sugeridos para explicar los efectos metabólicos beneficiosos del
FGF19, incluyendo la inhibición de la gluconeogénesis hepática a través de la
modulación de G6Pasa y PEPCK y la estimulación de la glucolisis independiente
de insulina en el cerebro. Por otra
parte, la administración intra-ventricular en el sistema nervioso central de
ratones resulta en un efecto anorexigénico, pérdida de peso y mejoría del
metabolismo de la glucosa, lo cual sugiere un rol de la señal FXR en inducción
de saciedad. Un estudio reciente revela que la expresión de FGF19 en el
hipotálamo regula negativamente la actividad neuronal del complejo vagal dorsal
provocando disminución de la secreción de glucagón por las células α del
páncreas. Colectivamente, estos resultados sugieren que la activación hepática
y neuronal de FGF19 proporciona una red de señales para el control sistémico de
la respuesta glucémica en normoglucemia y DMT2.
El TGR5 es expresado en muchos órganos y
tejidos incluyendo intestino, vesícula biliar, tejido adiposo blanco, tejido
adiposo marrón, músculo esquelético, cerebro y páncreas. La activación del TGR5
por AB provoca la producción de cAMP, el
cual a su vez activa la ruta de la proteína quinasa A (PKA) en diferentes
tejidos. La acción de los AB sobre el TGR5 promueve la secreción de péptido
glucagonoide 1 (GLP-1) por las células L del intestino. Este péptido actúa
sobre las células β pancreáticas y
promueve la secreción de insulina estimulada por glucosa. La señal TGR5 en las
células L intestinales induce la fosforilación oxidativa mitocondrial, aumenta la relación ATP/ADP,
cierra canales de potasio dependientes de ATP (KATP) y aumenta la
movilización de calcio intracelular,
provocando la secreción de GLP-1 y mejorando la homeostasis de la glucosa. La
secreción de GLP-1 por las células L intestinales es regulada negativamente por
el FXR a través de la inhibición del gen proglucagón y la supresión de la
secreción de GLP-1. Estos resultados sugieren que la activación por AB de TGR5
y FXR en las células L intestinales puede inducir efectos opuestos sobre la
producción y secreción de GLP-1. Sin embargo, la activación de TGR5 en las
células L ocurre rápidamente después de
la ingesta de alimentos, mientras la activación de FXR induce una respuesta más
lenta que requiere activación transcripcional. Esta diferencia provoca una
separación temporal entre el efecto postprandial positivo de la señal
AB-TGR5 sobre la secreción de GLP-1 y la
inhibición de dicha secreción mediada por el FXR.
El TGR5, además de la modulación de GLP-1,
puede inducir la actividad de la enzima desyodasa 2 que convierte tiroxina (T4)
en triyodotironina (T3), causando incremento del gasto de energía en tejido
adiposo marrón y músculos esqueléticos. Otro posible mecanismo que relaciona la
señal AB con el gasto de energía deriva de un estudio con ratones expuestos al
frío. Los autores demuestran que la exposición al frio dispara la captación de
lipoproteínas en tejido adiposo marrón y
la expresión de la enzima Cyp7b1 en el hígado. Esto provoca el catabolismo de
AB por una ruta alterna, la cual a su vez causa modificaciones en el microbioma
intestinal que facilitan la termogénesis adaptativa.
Las células β pancreáticas expresan TGR5 y
FXR, los cuales promueven la secreción de insulina estimulada por glucosa
incrementando la concentración intracelular de calcio. El FXR, adicionalmente,
media la inducción de la transcripción de insulina. Las células α pancreáticas
también expresan TGR5 y su activación por los AB desvía el fenotipo secretor de
las células α de glucagón a GLP-1, promoviendo un efecto paracrino sobre las
células β para estimular la secreción de insulina. En la mayoría de estudios,
la activación del FXR intestinal causa
efectos perjudiciales sobre la hiperglucemia mientras la señal TGR5 mejora el
control glucémico y la homeostasis de energía. Entonces, la activación de la
señal TGR5 acompañada por el bloqueo del FXR intestinal puede servir para el
control de la respuesta glucémica en pacientes con DMT2. Por tanto, Las
funciones tejido-específicas y los efectos a largo plazo de FXR y TGR5 en
diferentes condiciones ambientales como dietas y estado nutricional pueden
modular el control sistémico de la glucemia.
Varios factores influyen en la concentración
de AB y por consiguiente las señales AB-FXR y TGR5. (1) La concentración de AB
depende del tiempo del tránsito de alimentos. El pool de AB es mayor en el
estado postprandial que en el ayuno. Esto es
resultado del incremento postprandial de la secreción de AB en el
intestino, el aumento de la reabsorción enterohepática y posiblemente el
aumento transcripcional y actividad de la CYP7A1 hepática. (2) La obesidad
impacta el pool de AB. En respuesta a una comida mixta, los sujetos obesos exhiben
niveles circulantes de AB ligeramente mayores. Más específicamente, los cambios
en los niveles de AB en sujetos obesos incluyen alteraciones en la relación de
AB y la salida brusca de AB conjugados con glicina en comparación con los
sujetos delgados. La diferencia en la composición de AB entre sujetos delgados
y obesos puede ser parcialmente explicada por la reducida expresión de algunos
transportadores hepáticos acompañada con un incremento en la síntesis de AB
12α-hidroxilados. (3) La insulina y la glucosa alteran significativamente la composición y
abundancia de AB. Los ratones tratados con estreptozotocina para inducir
hiperglucemia y los ratones obesos o diabéticos exhiben elevados niveles
plasmáticos de AB y un pool más grande de AB. Este efecto podría ser mediado
por la inducción de la expresión de Cyp7a1 por aumento de la acetilación y
disminución de la metilación del promotor del gen Cyp7a1. Consistente con los
resultados en roedores, los humanos sometidos a la prueba de tolerancia oral de
glucosa muestran niveles aumentados de varios AB. En humanos, los niveles
elevados de AB 12α-hidroxilados están asociados con resistencia a la insulina.
En ratones con fisiología normal, la insulina activa la señal FoxO1 que
mantiene la producción de AB 12α-hidroxilados regulando al alza a la Cyp8b1 y
la actividad normal de FXR. En ratones obesos y resistentes a la insulina, la
alteración de la señal FoxO1 provoca un exceso de AB 12α-hidroxilados. (4) El ritmo circadiano diariamente influye
en el pool de AB, provocando un incremento significativo después de la ingesta
de comida. En ratones, estos cambios diurnos son regulados por la transcripción
de Cyp7A1, por el gen reloj Rev-erbα y por el Fgf15. (5) Las hormonas sexuales
afectan el metabolismo de AB, pero los estudios reportan hallazgos controversiales
en las diferencias de los niveles basales de AB en ayuno entre hombres y
mujeres.
La microbiota intestinal juega roles claves
en la síntesis, modificación y señalización de AB transformando los AB
primarios en AB secundarios y su desconjugación (remoción de taurina o glicina)
a través de la actividad enzimática de las hidrolasas de sales biliares. Los
ratones tratados con antibióticos y los ratones libres de gérmenes exhiben
un predominio de AB primarios con un reducido
pool de AB secundarios, lo cual sugiere un rol central de la microbiota
intestinal en la generación de la diversidad de AB. La diversidad de AB es
controlada por la microbiota intestinal de una manera dependiente de FXR y
afecta la síntesis de AB primarios regulando la expresión de FGF15 y CYP7A1 en
el curso de la conjugación y absorción de AB. Varios estudios sugieren que los
AB pueden afectar directamente la composición bacteriana, creando un equilibrio
dinámico entre AB y la composición y función de la microbiota intestinal. La
señal AB-FXR y la modificación asociada en la composición dela microbiota
pueden ser clínicamente relevantes porque los efectos beneficiosos de la
cirugía bariátrica sobre la glucosa y el peso corporal también están asociados
con cambios en las comunidades microbianas y son dependientes de FXR.
La inflamación es otro mecanismo que podría estar involucrado en la regulación
de la respuesta glucémica por los AB, porque la inflamación crónica de bajo
grado juega un rol en la homeostasis de la glucosa. Los inflamasomas son
complejos de proteínas inmunes citoplasmáticas activados por patógenos y señales relacionadas con el daño tisular
endógeno que juegan roles claves en la regulación de la obesidad y la respuesta
glucémica. Varios estudios demuestran
que el TGR5 induce una respuesta anti-inflamatoria suprimiendo citoquinas
proinflamatorias. Adicionalmente, la activación del TGR5 puede disminuir la
inflamación sistémica y la infiltración de macrófagos en el tejido adiposo, lo cual
mejora la sensibilidad a la insulina en la obesidad.
En conclusión, las observaciones en ratones
y humanos sugieren que algunos AB pueden
jugar roles importantes en la regulación de la respuesta glucémica en salud y
DMT2. Los mecanismos para estos efectos son diversos. Los efectos de las
señales AB-FXR y AB-TGR5 sobre la modulación de la secreción de insulina en el
páncreas, la homeostasis hepática de la glucosa, la inflamación y el gasto de
energía han sido convincentemente demostrados
y tienen implicaciones en el metabolismo de la glucosa.
Fuente: Shapiro H
et al (2018). Bile acids in glucose metabolism in health and disease. Journal
of Experimental Medicine 215: 383-396.
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