Hipogonadismo y obesidad masculina
Los estudios
observacionales recientes sugieren una interacción entre obesidad
abdominal y baja testosterona como
predictores del incremento de riesgo de mortalidad. Por otra parte, los
estudios preclínicos reportan que la obesidad paterna predispone a la obesidad y la supresión del
eje hipotálamo-hipófisis-testículo (HHT) preferencialmente en la descendencia
masculina.
Las reducciones en las concentraciones
circulantes de testosterona en hombres obesos fueron reportadas por primera vez
en la década de 1970. Estos estudios reportaron dos patrones principales de
anormalidades en el eje HHT. Los hombres con obesidad clase 1 (índice de masa
corporal (IMC) 30-35 kg/m2) y clase 2 (IMC 35-40 kg/m2)
exhiben primariamente baja concentración de testosterona total (disminución
hasta 50% en comparación con controles no obesos), pero sin disminución de la
testosterona libre. Las concentraciones de gonadotropinas no expresaron
elevación. La reducción de testosterona total fue interpretada como reflejo de
la disminución asociada con la obesidad
de sus proteínas transportadoras (SHBG). En estos hombres no se evidenciaron
deficiencia clínica de deficiencia de andrógenos o de espermatogénesis
defectuosa. En los hombres con obesidad clase 3 (IMC>40 kg/m2),
los estudios demostraron reducciones en las concentraciones de testosterona
total y testosterona libre. Un estudio en hombres obesos de mediana edad
reportó reducciones en la concentración diurna y la amplitud de los pulsos de
hormona luteinizante (LH) en comparación con los controles no obesos. La
disminución asociada con la obesidad en la amplitud de los pulsos de LH fue
confirmada en un estudio controlado con hombres con IMC>40 kg/m2.
Estos hallazgos son consistentes con un genuino hipogonadismo bioquímico en
hombre con obesidad masiva. Sin embargo, ninguno de los estudios encontró
evidencia de deficiencia clínica de andrógenos o de reducida calidad del semen
en los hombres con obesidad masiva.
La relación obesidad-hipogonadismo ha sido
examinada en estudios con grandes poblaciones. Estos estudios incluyeron
hombres de mediana edad y adultos mayores y han confirmado que la obesidad es
el factor más importante asociado con baja testosterona. En un estudio de 1849
hombres de 45 o más años, 40% de los obesos no diabéticos y 50% de los obesos
diabéticos tenían bajas concentraciones de testosterona libre. En el European
Male Ageing Study (EMAS) que incluyó 3369 hombres entre 40 y 79 años (edad
promedio 60 años), los hombres obesos tenían concentraciones de 5,1 nmol/L
(30%) de testosterona total y 53,7
pmol/L (19%) de testosterona libre más bajas que los hombres delgados
(IMC<25 kg/m2). En general, las concentraciones de gonadotropinas
no estaban elevadas en los hombres obesos. En muchos de los estudios
epidemiológicos, la baja concentración de testosterona está asociada con
síntomas de deficiencia de andrógenos y
marcadores clínicos de deficiencia de andrógenos como disfunción sexual, masa
magra reducida, disminución del rendimiento físico, densidad ósea disminuida y
anemia. En el EMAS, la obesidad está asociada con un aumento del riesgo de
hipogonadismo de origen tardío (LOH) o no clásico definido como la
coexistencia de disfunción sexual y baja
concentración de testosterona. En la investigación Boston Area Community Health
(BACH), la obesidad central más que los efectos de la edad y el estatus de
salud, es el contribuyente más
importante a la deficiencia de andrógenos sintomática. En resumen, los estudios
poblacionales sugieren que en los hombres viejos, la obesidad está fuertemente
asociada con el hipogonadismo no clásico. Las concentraciones de testosterona
en el hipogonadismo no clásico varían entre 8 y 12 nmol/L. Las implicaciones
clínicas de esta modesta disminución de la concentración de testosterona se
mantienen aún inciertas.
La relación entre baja testosterona y
obesidad es bidireccional. Esto es apoyado por estudios observacionales. Por
una parte, la obesidad está asociada con una disminución más rápida y relacionada
con la edad en la testosterona circulante. Por otra parte, la testosterona baja
predice una futura ganancia de peso, especialmente el desarrollo de adiposidad
central con acumulación de grasa visceral. Sin embargo, la evidencia acumulada
sugiere que los efectos de la obesidad sobre las concentraciones de
testosterona pueden ser más sustanciales que los efectos de la testosterona
sobre la adiposidad. En este contexto, la pérdida de peso está asociada con
marcados incrementos en testosterona total en proporción con la magnitud de la
disminución de peso corporal. La cirugía bariátrica está asociada con
incrementos de testosterona entre 6,51 y 10,95 nmol/L acompañados con
incrementos en gonadotropinas y testosterona libre, lo cual sugiere una genuina
reactivación del eje HHT. Por el contrario, los cambios en la concentración de
la testosterona circulante inducidos por
privación de –o tratamiento con- testosterona tienen efectos limitados sobre el
peso corporal. Por ejemplo, en un estudio controlado de hombres con cáncer de
próstata, la terapia de privación de andrógenos (TDA) por 12 meses redujo la
testosterona circulante hasta casi cero, pero solo tuvo efectos menores sobre
el peso corporal. En promedio, el IMC aumentó 0,65 kg/m2, la masa grasa aumentó
3,5 kg y la masa magra disminuyó 1,5 kg. Aunque estos cambios en la composición
corporal son metabólicamente favorables, la TDA consistentemente incrementa la
resistencia a la insulina. Sin embargo, la TDA causa concentraciones de
testosterona mucho más bajas (<2 nmol/L) que las observadas en el
hipogonadismo no clásico, donde las concentraciones de testosterona varían entre 8 y 12 nmol/L. Esto sugiere que las modestas
reducciones de testosterona del hipogonadismo no clásico no causan marcados
cambios en el metabolismo de la glucosa. En concordancia con lo anterior, los
estudios observacionales y experimentales
en hombres, reportan que la resistencia a la insulina aumenta solamente
si la testosterona circulante disminuye por debajo de 8,0 nmol/L. En resumen,
mientras la evidencia sugiere que la relación entre obesidad y baja
testosterona es bidireccional, los cambios en la adiposidad pueden tener efectos más dominantes sobre el eje HHT en
comparación con los cambios en la
dirección contraria.
La relación entre el estatus nutricional y
la capacidad reproductiva está bien
documentada y tanto el déficit de
energía como el exceso de energía comprometen el potencial reproductivo. Los
mecanismos exactos son desconocidos pero la reversión de la supresión del eje
HHT con la pérdida de peso sugiere un rol patogénico del exceso de tejido adiposo. Entre los
factores postulados para mediar la supresión del eje HHT mediada por obesidad
están el estradiol, la leptina y las
citoquinas pro-inflamatorias. Los estudios con hombres obesos sanos jóvenes y
de mediana edad reportan incrementos en
las concentraciones circulantes de estradiol
en comparación con controles delgados. Por lo tanto, la
retroalimentación negativa central mediada por estradiol ha sido postulada como
contribuyente de la supresión del eje HHT. Sin embargo, los cambios en las
concentraciones de estradiol debidos a la pérdida de peso han sido variables, con algunos estudios que
no demuestran disminución a pesar de la evidencia de la reactivación del eje
HHT asociada con la pérdida de peso. Un
estudio reciente reporta baja expresión de la enzima aromatasa en el tejido
adiposo de hombres obesos con baja testosterona en comparación con controles
con testosterona circulante normal. En estudios preclínicos, la inflamación del
tejido adiposo y la resistencia a la insulina están asociadas con reducción de
la expresión de aromatasa y la sobre expresión de esta enzima específicamente
en el tejido adiposo reduce la inflamación e incrementa la sensibilidad a la
insulina. Esto está de acuerdo con los estudios experimentales en hombres que
reportan que el estradiol, más que la testosterona, es importante en la
prevención de la adiposidad y la resistencia a la insulina.
La
leptina promueve saciedad e incremento del gasto de energía. Los hombres obesos
usualmente son resistentes a la leptina y las concentraciones circulantes de
leptina se correlacionan positivamente con el peso corporal total y la
adiposidad. En estudios con hombres
tanto con peso normal como con obesidad
severa, la leptina circulante es el factor
hormonal más íntimamente asociado con
baja testosterona y con correlación inversa
con la respuesta testicular a la estimulación con gonadotropina coriónica humana
(hCG). In vitro, la leptina inhibe la
secreción basal y estimulada por hCG de testosterona en células de Leydig de
roedores. Mientras la leptina fisiológicamente estimula la secreción de hormona
liberadora de gonadotropinas (GnRH), vía kisspeptina, la obesidad está asociada
con resistencia a la leptina y supresión
de la expresión del gen kisspeptina en el hipotálamo. Por lo tanto es posible
que la resistencia hipotalámica a la leptina en combinación con sensibilidad testicular a
la inhibición por leptina pueda contribuir a la supresión del eje HHT en la
obesidad masculina. En concordancia con esta noción, un estudio reciente
reporta que el tratamiento con testosterona reduce la concentración de leptina
de una manera independiente de los cambios en la masa grasa, lo cual sugiere
que los efectos de la testosterona sobre la leptina no son simplemente
consecuencia de la reducción en la masa grasa. La inferencia que la
testosterona inhibe directamente la producción de leptina es apoyada por
observaciones in vitro que señalan que la testosterona suprime la secreción de
leptina por tejido adiposo humano.
Los estudios observacionales han demostrado una relación inversa entre citoquinas pro-inflamatorias
y concentraciones de testosterona en hombres viejos. En estudios preclínicos,
las citoquinas pro-inflamatorias suprimen el eje HHT tanto a nivel de
hipotálamo como de células de Leydig. Adicionalmente, en estudios
experimentales, la Il-2, aun en dosis relativamente bajas, inhibe la secreción de GnRH y LH en hombres
viejos. La relevancia de la obesidad en
este contexto es sugerida en un estudio con conejos machos que demuestra que el
hipogonadismo hipogonadotrópico está asociado con inflamación hipotalámica,
incremento en la expresión de citoquinas pro-inflamatorias y reducción de la
expresión del receptor de kisspeptina. Estos estudios apoyan el concepto que la
obesidad provoca un hipogonadismo genuino. Sin embargo, en contraste con el
hipogonadismo clásico, el hipogonadismo asociado con obesidad es funcional y
por lo tanto potencialmente reversible.
Aunque las neuronas GnRH juegan un rol
central en el eje HHT a través de la secreción de GnRH, ellas no expresan
receptores para leptina e insulina, tampoco expresan receptor de andrógenos
(AR) ni receptor de estrógenos α (ERα). Esto sugiere que las señales
metabólicas y la retroalimentación por esteroides sexuales regulan
indirectamente a las neuronas GnRH. En efecto, es conocido actualmente que una
red reguladora hipotalámica integra las
señales metabólicas periféricas y los
factores hormonales para regular el eje HHT e incluye, entre otros, a las
neuronas KNDy (kisspeptina/neuroquinina B/dinorfina) en el núcleo arqueado del
hipotálamo mediobasal. En este contexto,
varios estudios demuestran que la administración de kisspeptina puede
incrementar la frecuencia de pulsos de secreción de LH en hombres obesos con
baja testosterona. Por el contrario, la administración de antagonistas del
receptor de neuroquinina B disminuye la secreción de gonadotropinas y
testosterona en hombres sanos.
En conclusión, la obesidad es la condición
clínica más fuertemente asociada con la disminución de la concentración de
testosterona en hombres. Mientras la concentración circulante de testosterona
en la obesidad modesta refleja primariamente la reducción de la
concentración de la globulina ligadora
de hormonas sexuales (SHBG), la obesidad severa puede provocar una genuina
supresión del eje HHT. La supresión del eje HHT
es mediada por citoquinas pro-inflamatorias y la señal desrregulada de
la leptina, y agravada por morbilidades asociadas. Aunque la relación
obesidad-hipogonadismo es bidireccional, los efectos de la obesidad sobre la
concentración de testosterona son más sustanciales que los efectos de la
testosterona sobre la obesidad. En los hombres marcadamente obesos sometidos a
cirugía bariátrica, la pérdida de peso sustancial es muy efectiva en la
reactivación del eje HHT. En hombres jóvenes
sanos, solamente la obesidad severa provoca una genuina supresión del
eje HHT.
Fuente: Grossmann
M (2018). Hypogonadism and male obesity: focus on unresolved questions.
Clinical Endocrinology 89: 11-21.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario