Acciones de los nutrientes en la función inmune
El sistema inmune
protege al huésped de microorganismos patógenos y proporciona y es capaz de
desarrollar tolerancia a sus proteínas, macromoléculas circulantes, células y
tejidos. La heterogeneidad individual
con respecto a la intensidad de la respuesta inmune depende grandemente de
factores genéticos, ambientales, estilo de vida, nutrición y las interacciones
entre estos factores. La inmunología
nutricional es un campo de la inmunología que describe la influencia de la
nutrición sobre el sistema inmune, la actividad antiviral y las funciones
protectoras asociadas. La deficiencia en macronutrientes y/o micronutrientes
causa alteración de la función inmune, la cual usualmente puede ser revertida
por la repleción de nutrientes. Una pobre composición de la dieta, común en la
población de adultos mayores, y el exceso en el consumo de calorías son un
problema. La deficiencia o insuficiencia nutricional debe ser corregida para
asegurar una función inmune normal incluyendo el mantenimiento de la
tolerancia. Aunque existe un reconocimiento de la importancia de varios
nutrientes, el mecanismo de acción a menudo no es considerado por los
científicos no-moleculares.
La glutamina es el aminoácido más abundante
en la sangre y en el pool de aminoácidos libres en varios tejidos. La
concentración de glutamina en la sangre es dos a cien veces mayor que otros
aminoácidos. El músculo esquelético es cuantitativamente la fuente más
importante de glutamina liberada en la circulación sanguínea. Hay varios
órganos consumidores de glutamina en el
cuerpo, concretamente riñón, hígado, intestino y células del sistema inmune. La
concentración de glutamina en la sangre puede disminuir hasta 50% en
condiciones de sepsis, quemaduras y postoperatorio quirúrgico, mientras al
mismo tiempo la concentración en músculo esquelético también puede disminuir
hasta 50%. La demanda de glutamina aumenta en condiciones de trauma, impactando
la síntesis y exportación de glutamina en músculo esquelético que también
aumentará.
El metabolismo intermediario es crítico para
la función de las células inmunes. La glucosa es convertida principalmente en
lactato (glucólisis), mientras la glutamina es convertida en glutamato,
aspartato y alanina por oxidación parcial en el ciclo de ácidos tricarboxílicos
(TCA) en un proceso llamado glutaminolisis. Más aún, a través de la ruta
pentosa fosfato, las células pueden producir ribosa-5-fosfato (un azúcar de
cinco carbonos) que es el precursor de los azucares pentosa que son requeridos
para la síntesis de ARN y ADN, así como también glicerol-3-fosfato para la
síntesis de fosfolípidos. La degradación de glutamina y la formación de
carbamoilfosfato usando el nitrógeno amida de la glutamina y también la
formación de aspartato a través de la glutaminolisis, provoca la síntesis de
pirimidinas para la síntesis de ARN y ADN. La expresión de varios genes en las
células del sistema inmune depende de la disponibilidad y consumo de glutamina.
Por ejemplo, la proliferación de células inmune ocurre a través de la
activación de enzimas que depende de la disponibilidad de glutamina como las
quinasas ERK y JNK. Estas quinasas pueden activar factores de transcripción
claves como JNK y AP-1, permitiendo la transcripción de genes relacionados con
la proliferación celular. La glutamina también es requerida para la expresión
de marcadores de la superficie celular de linfocitos, como CD25, CD45RO y CD71,
y la producción de citoquinas como interferón gamma (IFN-γ), TNF-α e IL-6. Por
tanto, la glutamina puede actuar como un sustrato energético para los
leucocitos, un precursor biosintético y un activador de factor de
transcripción, jugando un rol en la proliferación celular, la reparación
tisular y los mecanismos asociados con el reconocimiento de patógenos.
Diferentes poblaciones de macrófagos han
sido identificadas, incluyendo Macrófagos M1 y M2. Los macrófagos M1 son
responsables de secretar citoquinas pro-inflamatorias y mediadores lípidos, y
están involucrados en la degradación tisular y la activación de células T. Los
macrófagos M2 ejercen diferentes funciones, como contribuir a la reparación
tisular y la secreción de citoquinas anti-inflamatorias y mediadores lípidos.
El tratamiento de macrófagos con lipopolisacáridos (LPS) in vitro promueve un
desvío de la fosforilación oxidativa dependiente de glucosa a la glucólisis
(efecto Warburg). La piruvato quinasa M2 regula la actividad del factor
inducible por hipoxia 1 alfa (HIF-1α) y la expresión de IL-1β, constituyéndose
en un regulador clave del efecto Warburg
en macrófagos activados con LPS. Debido a este mecanismo, los macrófagos
M1 exhiben un rápido incremento en la formación de ATP que es requerido para la
respuesta de defensa del huésped. Los macrófagos M1, tratados con LPS, tienen
dos puntos de desviación de flujo de sustratos con respecto al ciclo TCA de los
macrófagos M2, uno ocurre en la etapa de isocitrato deshidrogenasa y otro
después de la formación de succinato. Como resultado hay una acumulación de
intermediarios del TCA (por ejemplo, succinato, α-cetoglutarato, citrato e
itaconato) que impacta la activación de macrófagos estimulados con LPS. El
itaconato, un regulador metabólico recientemente descubierto en macrófagos,
tiene propiedades anti-inflamatorias a través de la activación del factor 2
relacionado con el factor nuclear eritroide 2 (Nrf2) vía alquilación de la
proteína 1 asociada a ECH similar a Kelch (KEAP1). Adicionalmente, el
α-cetoglutarato, generado través de la glutaminolisis, promueve la diferenciación
de macrófagos M2. El metabolismo de los macrófagos varía con el microambiente
específico del tejido y esto es requerido para la diferenciación y función de
los macrófagos. Por el ejemplo, el peritoneo es rico en glutamato, un producto
del catabolismo de la glutamina, que es usado por los macrófagos residentes
para inducir cambios metabólicos específicos requeridos para la remoción
microbiana. El metabolismo de la glutamina y su aporte de intermediarios
metabólicos han sido propuestos como esenciales para la actividad antiviral del
sistema inmune, aunque muchos de los mecanismos son aún desconocidos.
La concentración plasmática de L-arginina es
0,077 mM, aproximadamente diez veces menor que la concentración de glutamina.
La arginina es particularmente importante en el hígado, donde es un
intermediario en el ciclo de la urea, es decir un intermediario del catabolismo
de aminoácidos. La arginina es también muy importante en las células inmunes
como sustrato de la sintetasa de óxido nítrico (NOS) para la producción de
óxido nítrico (NO), un potente mediador inmunoregulador que es citotóxico para
las células tumorales y muchos microorganismos. Los macrófagos pueden producir
relativamente grandes cantidades de NO, especialmente los macrófagos inflamatorios
M1, vía incremento en la concentración de la NOS inducible (iNOS). Los
macrófagos activados pueden liberar la enzima arginasa para disminuir la
concentración local de arginina, la cual es requerida para el crecimiento
tumoral. En humanos, las células supresoras derivadas de mieloide almacenan
arginina en gránulos y la liberan al medio extracelular.
Los ácidos grasos (AG) juegan varios roles
esenciales en la homeostasis y estructura de las células y varios tejidos y
órganos. Los AG son los principales componentes de las membranas biológicas y
son incorporados en esfingolípidos, fosfolípidos, glucolípidos y lipoproteínas.
Los AG también son la fuente principal de la energía almacenada en los
triglicéridos. Adicionalmente, varios metabolitos de AG sirven como mediadores
lípidos intracelulares y extracelulares esenciales y hormonas. Por tanto, los
AG tienen muchas posibilidades de modular la función de las células inmune
influyendo en su estructura, metabolismo y función actuando a través de
proteínas de superficie (receptores acoplados a proteína G, GCPR), receptores
nucleares o transportadores de membrana.
Muchos virus tienen una nucleocapside hecha principalmente por proteínas embebidas
en una envoltura de una bicapa de fosfolípidos. Esta envoltura juega un rol
importante en el ensamble y liberación del virus de la célula huésped y es crítica para la
patogénesis viral. La superficie viral contiene una proteína que es esencial
para la adherencia al receptor de la célula del huésped e iniciar la infección.
Dada la naturaleza indispensable de los lípidos en múltiples estadios de la
replicación viral, la síntesis y el metabolismo de los lípidos en las células
del huésped han sido reconocidos como esenciales para el ensamble de los virus.
Los lípidos bioactivos con propiedades antivirales incluyen a ciertos AG
monoinsaturados de cadena larga (MUFA) y AG de cadena media (MCFA),
específicamente ácido laurico (AL), el AG primario del aceite de coco, es
un MCFA saturado con potentes
propiedades antimicrobianas. Los AG insaturados de cadena larga (como el ácido
oleico, un constituyente del aceite de oliva)
también son activos contra los virus encapsulados. Los monoglicéridos de
estos AG también muestran significativa actividad antiviral. Los AG antivirales
impactan la envoltura viral causando su degradación y, en altas
concentraciones, pueden causar la desintegración completa de las partículas
virales. Los MCFA también pueden prevenir la unión de proteínas virales a la
membrana de las células del huésped.
La
forma activa de vitamina D (1,25-dihidroxi vitamina D3) usualmente es
identificada simplemente como vitamina D. Los receptores de vitamina D (VDR)
han sido identificados en la mayoría de células inmunes. Los macrófagos pueden
sintetizar la forma activa de la vitamina D a partir de su precursor
circulante. La vitamina D puede inducir a los macrófagos a sintetizar péptidos
antimicrobianos como la catelicidina. Hay evidencia que sugiere defectos
inmunes en pacientes con deficiencia de vitamina D y experimentos con animales
que se vuelven susceptibles a infecciones. Sin embargo, una buena parte de la
literatura apoya el rol inmunosupresor de la vitamina D y análogos
relacionados. Es probable que en condiciones fisiológicas, la vitamina D pueda
promover respuestas inmunes apropiadas y también que sea requerida en la
prevención de la autoinmunidad o la supresión de inflamación de bajo grado. La
vitamina D actúa uniéndose a su receptor y regulando la expresión de genes en
las células. Los efectos de la vitamina D en las células inmunes incluyen la
promoción de la fagocitosis, la síntesis de superóxido, la destrucción
bacteriana, así como también la inhibición de la proliferación de células T, la
producción de citoquinas Th1 y la producción de anticuerpos por las células
B. La inhibición por la vitamina D de la
actividad inmune tipo Th1, la cual subyace a muchas condiciones autoinmunes, es
clave para la acción de la vitamina D. Un estudio reciente reporta la potencial
influencia del estatus de vitamina D sobre la bioenergética y el metabolismo de
células mononucleares en sangre periférica. Los datos indican una relación
entre niveles de vitamina D y respuestas bioenergéticas de células inmunes. Los
bajos niveles de vitamina D están asociados con un patrón consistente en
incremento del metabolismo oxidativo y activación de la inflamación.
En conclusión, varios nutrientes pueden
cambiar la estructura, el metabolismo y la función de las células. En el
sistema inmune, la disponibilidad de nutrientes está asociada con la activación
y función de diversos grupos de células
inmunes. Los nutrientes más importantes para la función de las células inmunes
parecen ser la glucosa, los aminoácidos, los ácidos grasos y la vitamina D. La
deficiencia de macronutrientes y/o micronutrientes causa alteración de la
función inmune. La deficiencia o insuficiencia nutricional debe ser corregida
para asegurar funciones inmunes normales.
Fuente: Newsholme
P (2021). Cellular and metabolic mechanisms of nutrient actions in immune
function. Nutrition and Diabetes 11:22.
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