Glucógeno en salud y enfermedad
En la mayoría de
individuos sanos, los niveles de glucosa sanguínea están en el rango de 72 a 99
mg/dl, los cuales pueden aumentar a 140 mg/dl dos horas después de la comida.
La cantidad total de glucosa sanguínea es de 4g aproximadamente en adultos
sanos, lo cual mantiene el metabolismo energético de los tejidos del cuerpo. La
mayor parte de la glucosa (60%) es consumida por el cerebro diariamente a
través de rutas aeróbicas y el resto es utilizado principalmente por
eritrocitos, músculo esquelético y músculo cardiaco. Después de una comida, el
hígado remueve el exceso de glucosa de la sangre y almacena el azúcar en la
forma de glucógeno. El hígado tiene el más alto contenido de glucógeno (~100
g) en el cuerpo. El glucógeno almacenado
en el hígado es degradado para mantener estable la concentración de glucosa en
la sangre. A diferencia del hígado, el músculo esquelético tiene una concentración
mucho menor de glucógeno (1-2% de la masa muscular). Sin embargo, la cantidad
total de glucógeno muscular en una persona de 70 kg puede ser de 400 g debido a
la masa muscular total, la cual está
ampliamente distribuida en el cuerpo.
La función fisiológica del glucógeno
muscular es apoyar los requerimientos energéticos para la contracción muscular.
En línea con esto, el contenido de glucógeno en músculo esquelético no disminuye
significativamente durante el ayuno. En el ejercicio intenso, el glucógeno del
hígado o el músculo esquelético es
degradado a glucosa-1-fosfato (G1P), la cual es convertida en glucosa-6-fosfato
(G6P) por la fosfoglucomutasa, seguida por el flujo de G6P en la ruta
glucolítica para generación de ATP. Además del músculo esquelético y el hígado, otros tejidos como cerebro, riñones y tejido
adiposo también son capaces de almacenar glucógeno. El hígado es el único
tejido que puede convertir el glucógeno almacenado en glucosa y liberarla al
espacio extracelular para mantener la homeostasis de la glucosa en la sangre. Aunque
el riñón puede hacer glucosa, es una fuente menor en comparación con el hígado.
La mayoría de tejidos no hepáticos, incluidos cerebro y músculo esquelético
liberan glucosa de glucógeno para sus necesidades energéticas más que para uso
de otros tejidos debido a la carencia de glucosa-6 –fosfatasa (G6Pasa).
Colectivamente, el glucógeno se encuentra mayoritariamente en músculo
esquelético e hígado donde la energía es
almacenada como un polímero ramificado de alta densidad de glucosa.
En la primera etapa de la síntesis de
glucógeno, la G6P es convertida en G1P por la fosfoglucomutasa, una
fosfotransferasa que cataliza la transferencia reversible de fosfato entre las
posiciones 1 y 6 de α-D- glucosa. La G1P reacciona con UTP, reacción catalizada
por la UDP-glucosa (UDPG) pirofosforilasa, provocando la formación de UDPG, el
donante directo de glucosa para la elongación de las cadenas de glucógeno. La
UDPG es incorporada al extremo no reducido del glucógeno por la glucógeno
sintetasa, donde la G6P puede funcionar como activador alostérico de esta
sintetasa.
La G6P, la molécula central en el
metabolismo del glucógeno, puede ser aportada por tres rutas: glucólisis,
gluconeogénesis y glucogenolísis. Las células utilizan la glucólisis para
generar G6P por fosforilación de la glucosa en el sexto carbono catalizada por
hexoquinasa o glucoquinasa (solamente en hepatocitos y células β pancreáticas).
Después de una comida, los hepatocitos toman el exceso de glucosa de la sangre
y la convierten inmediatamente en G6P,
la cual luego es almacenada como glucógeno en las células. Durante el ayuno,
los hepatocitos degradan glucógeno y generan G6P en el citoplasma, donde es
trasladada y catalizada a glucosa por la G6Pasa en el retículo endoplásmico
(RE) y luego liberada a la sangre para mantener la homeostasis. Sin embargo, el
ayuno de larga duración dispara la gluconeogénesis para generar G6P en los hepatocitos.
Los precursores gluconeogénicos como
glicerol, aminoácidos (por ejemplo, alanina) y lactato son primero
transformados en oxaloacetato (OAA) y luego incorporados en la ruta gluconeogénica
para producir G6P. La G6P ayuda a suplir glucosa a otros órganos. Similar al
ayuno, el ejercicio también puede inducir la gluconeogénesis en los
hepatocitos. En este caso, las células de músculo esquelético degradan
glucógeno a G6P, la cual a través de la glucólisis causa abundante liberación
de lactato. El lactato liberado en la sangre es transportado al hígado y el riñón
donde puede ser convertido en glucosa vía gluconeogénesis, liberada en la sangre y utilizada en el
músculo esquelético como parte del ciclo de Cori. Después de un ejercicio
intenso, el lactato también puede actuar como sustrato para resintetizar
glucógeno en las células de músculo esquelético. Por otra parte, el hígado
fetal contiene todas las enzimas de la
síntesis de glucógeno y exhibe un contenido de glucógeno de 24,6 mg/g
entre los 121 y 130 días de gestación y puede llegar a 40 mg/g en la semana 40 de
gestación. Es conocido que los hepatocitos fetales utilizan lactato, glicerol y
alanina para producir G6P y usarla como sustrato para producir glucógeno.
La UDPG, un donador de glucosil, es
catalizada por la glucógeno sintetasa (UDPG glucógeno-glucosiltransferasa) y
transferida a las unidades de glucosa del glucógeno. Sin embargo, la UDPG
también puede intervenir en otras reacciones químicas para generar varias
formas de nucleótidos de glucosa como UDP-glucuronato (UDP-GlcA), una molécula
central en la regulación de
proteoglucanos y glucosaminoglucanos. La UDP-GlcA puede ser convertida
en UDP-xilosa en el RE y el complejo de Golgi por la UDP-xilosa sintetasa para
ser usada en la síntesis de hialuronan en la membrana plasmática o en la
glucuronidación de hormonas (por ejemplo, dihidrotestosterona) en el RE.
La UDPG también es una importante molécula
de señalización. Los receptores purinérgicos P2Y (P2Y1, P2Y2, P2Y4, P2Y6,
P2Y11, P2Y12, P2Y13, P2Y14), los cuales pertenecen a la familia de receptores
acoplados a proteína G son expresados en una gran variedad de tejidos. Entre
ellos el P2Y14 es reconocido y activado por la UDPG. La UDPG liberada puede
unirse al receptor P2Y14 de una manera autocrina o paracrina y las señales generadas juegan roles importantes en una
variedad de procesos celulares. Varios estudios reportan que un incremento en
la liberación de UDPG induce la
respuesta inflamatoria en células inmunes con alta expresión de P2Y14. La unión
de UDPG a receptores P2Y14 resulta en activación de RhoA, rearreglos en el
citoesqueleto y quimiotaxis de neutrófilos. Las células dendríticas (CD)
inmaduras expresan P2Y14 y el incremento en la liberación de UDPG induce la
maduración de CD a través de la señal de calcio mediada por P2Y14 conjuntamente
con otras señales. Los mastocitos también expresan el receptor P2Y14, el cual
media la desgranulación dependiente de UDPG y es, por tanto, un potencial
blanco terapéutico para condiciones alérgicas. Además de células inmunes, la
ruta de señalización UDPG-P2Y14 puede inducir la secreción de IL-8 en células
epiteliales de vías áreas. Colectivamente, la UDPG puede funcionar como una
importante molécula de señalización que regula la inmunidad, la inflamación y
la biología de “stem cells”.
La glucogenolisis degrada glucógeno a G6P por dos rutas. La degradación
citoplasmática de glucógeno usa a la glucógeno fosforilasa y la enzima
desramificante de glucógeno. La degradación lisosomal usa a la ácido-α
glucosidasa para degradar 5% del
glucógeno muscular total y 10% del glucógeno hepático total en los lisosomas.
La glucógeno fosforilasa es la enzima limitante de la glucogenolisis y cataliza
la liberación de G1P del enlace α-1,4-glucosídico. Tres isoenzimas
tejido-específicas son expresadas en ratones y humanos, incluyendo una forma
hepática (codificada por el gen PYGL en el cromosoma 14q22.1), una forma
muscular (codificada por el gen PYGM en el cromosoma 11q13.1) y una forma
cerebral (codificada por el gen PYGB en el cromosoma 20p11.21). La G1P formada
es posteriormente convertida en G6P por la fosfoglucomutasa.
En el hígado, la G6P derivada de la
glucogenolisis es hidrolizada a glucosa por la G6Pasa y la glucosa es exportada
a la circulación sanguínea para mantener la homeostasis de los niveles de
glucosa sanguínea. En los tejidos no hepáticos, incluyendo músculo esquelético
y cerebro, la G6P fluye en la glucolisis para satisfacer las necesidades
energéticas de las células. La G6P derivada de la glucogenolisis también puede
ser dirigida a iniciar la ruta de la pentosa fosfato (PPP). En este proceso
metabólico, la G6P es metabolizada a 6-fosfogluconolactona por la G6P deshidrogenasa (G6PD)
concomitantemente con la generación de NADPH. La 6-fosfogluconolactona es
convertida en 6-fosfogluconato, el cual es usado para producir ribulosa-5-P,
NADPH y CO2 por la 6-fosfogluconato deshidrogenasa (6PGD). La
ribulosa-5-P inicia la fase no oxidativa de la PPP por conversión directa en
ribosa-5-P que puede ser usada en la
síntesis de nucleótidos o la producción de gliceraldehido-3-P y fructosa-6-P a
través de una serie de reacciones y entrar en la glucólisis. La NADPH generada
en la fase oxidativa es un agente
reductor que aporta hidrógeno al glutatión oxidado, el cual protege a las
células contra la toxicidad de las especies reactivas de oxígeno (ROS). Por
tanto, la PPP es extremadamente importante para las células rojas sanguíneas
(CRS), las cuales son ricas en hierro heme y oxígeno, lo que las vuelve
susceptible al daño oxidativo.
La respuesta de las células T inmunes es
importante en el control de la infección viral y la tumorogénesis. Las células
T usan su receptor de superficie TCR para interactuar con péptido del antígeno
MHC clase 1 para generar la señal I durante la activación de las células T. Las
células T usan a la molécula co-estimuladora CD28 para reconocer a CD80/CD86 de
la célula blanco para formar la señal 2 de la activación de las células T. Las células
T activadas proliferan y se diferencia en células T efectoras (Teff). Después
del aclaramiento del antígeno, más del 95% de las Teff entran en apoptosis y el
resto se convierte en células T de memoria (Tm), las cuales sobreviven meses a
años. El metabolismo juega un rol clave en la regulación de células Tm. Los
estudios reportan que mTOR, una ruta de señalización relacionada con el
metabolismo, regula negativamente la diferenciación de células TmCD8+.
La molécula reguladora de energía AMPK y la metformina, una droga que activa
AMPK, regulan las células TmCD8+. Las células TmCD8+
almacenan una gran cantidad de glucógeno. La molécula G6P inicia el proceso de
síntesis de glucógeno y puede derivar de la glucólisis o la gluconeogénesis. A
pesar de la ausencia de G6Pasa, la fosfoenolpiruvato carboxiquinasa 1 (Pck1) y
la fructosa-bifosfatasa 1 (Fbp1) son reguladas al alza en las células TmCD8+,
sugiriendo que la G6P puede derivar de la gluconeogénesis. Después de la
síntesis de glucógeno, las células TmCD8+ lo degradan en G6P, la cual puede
entrar en la glucólisis o la PPP.
La glucólisis y la gluconeogénesis son dos
mecanismos que pueden proporcionar G6P, el primer sustrato para la
glucogénesis. La glucosa-6-fosfatasa está ausente en las células TmCD8+, pero
la Pck1 y la Fbp1, enzimas limitantes de la gluconeogénesis, son reguladas al
alza. Esto implica que la G6P puede ser proporcionada por la gluconeogénesis
para la glucogénesis. Las enzimas relacionadas con la cetogénesis también son
reguladas al alza en las células TmCD8+. El β-hidroxibutirato (BHB) derivado de
la cetogénesis, además de aportar energía, también puede actuar como un
modificador epigenético disparando la β-hidroxibutirilación de histonas. La
rapamicina puede inhibir la actividad AKT a través de su influencia sobre el
complejo mTORC2. La metformina también puede inhibir la actividad de AKT
disparando la señal del factor de crecimiento similar a insulina 1 (IGF-1).
Los macrófagos son células inmunes innatas
fundamentales que pueden ser polarizadas al fenotipo M1 contra infecciones
bacterianas o al fenotipo M2 para reparación de tejido y cicatrización de
heridas. Clásicamente, los macrófagos M1
activados usan la glucólisis como fuente de energía y, alternativamente, los macrófagos
M2 activados usan el metabolismo oxidativo para obtener combustible para sus
funciones. Estudios recientes indican que los macrófagos M1, además de la
glucólisis, utilizan el ciclo ATC en la polarización, debido a que el
intermediario succinato puede enlentecer la actividad de la prolil hidroxilasa
permitiendo al factor inducible por hipoxia (HIF1α) ejercer más eficientemente
sus funciones incluyendo el manejo del fenotipo macrófago M1. Más aún, durante
la polarización M1, el carbono también
fluye a la PPP además de la glucólisis. La PPP es importante para el
balance redox del macrófago M1 por la NADPH generada durante la fase oxidativa.
La G6P que fluye a la PPP probablemente no deriva directamente de la glucólisis
sino de la glucogenolisis. La disrupción de la glucogenolisis o la PPP puede
inhibir el fenotipo M1 y reducir la capacidad del macrófago para inactivar
bacterias, sugiriendo que la PPP derivada de la glucogenolisis juega un rol
crítico en la regulación del fenotipo, la función y la supervivencia de los macrófagos
M1. La degradación de glucógeno implica la existencia de síntesis de glucógeno
en macrófagos M1. Varias líneas de evidencia demuestran que una glucogénesis
altamente eficiente existe en los macrófagos M1.
El intermediario metabólico del glucógeno,
UDPG/P2Y14, puede activar una importante
ruta de señalización en macrófagos M1. En este caso, la señal UDPG/P2Y14 regula
la respuesta inflamatoria de macrófagos M1 a través de la regulación de la
expresión y actividad de STAT1. La STAT1 es un factor de transcripción clave
que regula un panel de factores pro-inflamatorios como TNF-α, IL-12 y óxido
nítrico (NO). La señal UDPG/P2Y14 resulta en la regulación al alza del receptor
de ácido retinoico RARβ, un factor de transcripción que se une directamente al
promotor STAT1, lo cual resulta en la expresión de STAT1 en macrófagos M1.
Además de regular al alza la expresión de STAT1, la señal UDPG/P2Y14 también
induce la fosforilación de STAT1 regulando a la baja a la tirosina fosfatasa
TC45, activando por tanto a la STAT1 y la consiguiente polarización de
macrófagos M1.
La hipoxia es un fenómeno fisiológico y
fisiopatológico que comúnmente aparece en tejidos malignos debido a la red
vascular desorganizada del tumor. La hipoxia causa una carencia de O2
como recipiente de electrones en la cadena transportadora de electrones (CTE) y
por consiguiente enlentece la transferencia de electrones hacia la CTE. A pesar
de la obstrucción de generación de energía, la hipoxia comúnmente está asociada
con el incremento de metástasis, un signo de mal pronóstico de los pacientes
con cáncer. El enlentecimiento de la CTE debido a la hipoxia resulta en
acumulación de NADH y FADH2 dificultando el ciclo de ATC. Como regulación por
retroalimentación, la glucólisis se fortalece en la hipoxia. Una base molecular
es la regulación al alza de HIF-1α, el cual regula varias enzimas de la
glucólisis. El HIF-1α también regula enzimas de la glucogénesis incluyendo a la
glucógeno sintetasa. Los estudios demuestran que el bloqueo de la degradación
de glucógeno puede inducir apoptosis en células de tumor pancreático. Aunque
está claro que el metabolismo del glucógeno promueve el crecimiento del tumor,
es necesario ahondar en los mecanismos intrínsecos que utilizan el metabolismo
de glucógeno en tumores hipóxicos. El HIF-1α regula a la baja a la Pck2
resultando en un impedimento para el flujo de fumarato, un metabolito
electrofílico no saturado. El exceso de fumarato puede modificar covalentemente
residuos cisteína del glutatión y generar glutatión succinado (GSF) que es
catabolizado por la glutatión reductasa en el consumo de NADH. El fumarato-GSF
forma un ciclo que impide al GSH inactivar radicales libres, incrementando los
niveles de ROS.
En conclusión, desde un punto de vista
convencional, la función del glucógeno incluye al glucógeno muscular generando
ATP para la demanda de energía y al glucógeno hepático liberando glucosa para
otros tejidos. Sin embargo, el significado del glucógeno va más allá del
almacenamiento y aporte de energía. Desde un punto de vista bioquímico, la ruta
metabólica glucógeno-PPP-glucólisis tiene una mayor ventaja en el mantenimiento
de la homeostasis y supervivencia celulares. El metabolismo del glucógeno juega
un rol crítico en el mantenimiento del estado saludable de la vida celular. El
glucógeno también juega roles críticos en la diferenciación celular y la
regulación redox. El metabolismo del glucógeno guía la formación y el mantenimiento de células Tm CD8+.
Esto afecta la polarización de macrófagos y la respuesta inflamatoria. Por otra
parte, el glucógeno apoya el desarrollo de tumores promoviendo el crecimiento
en ambientes hipóxicos.
Fuente: Zhang H et
al (2021). Beyond energy storage: roles of glycogen metabolism in health and
disease. The FEBS Journal 288: 3772-3783.
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