Hormona de crecimiento y hemoglobina neuronal en el
cerebro
Es conocido que la
hormona de crecimiento (HC) y el factor de crecimiento similar a insulina-I
(IGF-I) están asociados con los niveles circulantes de hemoglobina (Hb) en
salud y estados de enfermedad.
Recientemente, se ha descubierto que la Hb también es expresada
localmente en el cerebro, lo cual sugiere que la unión de oxígeno a la Hb puede
tener un rol neuroprotector en el cerebro.
Las hemoglobinas están ampliamente
distribuidas en la biosfera y se encuentran en toda clase de organismos,
incluyendo procariotes, hongos, plantas y animales. Filogenéticamente, el gen
Hb ancestral existe desde antes de la divergencia de plantas y animales. Hay al
menos cuatro globinas diferentes en los vertebrados: Hb, mioglobina (Mb),
citoglobina (Cigb) y neuroglobina (Ngb). Con respecto al cerebro, es importante
notar que la Hb neuronal (nHb) está presente en paralelo con la Ngb con la cual
es estructuralmente diferente, pero muestra 25% de la secuencia de aminoácidos idéntica. Aunque la
presencia de ambas globinas ha sido demostrada, sus cantidades relativas y sus
perfiles de expresión solo son parcialmente conocidos. A diferencia de la Hb,
la Ngb no responde a la eritropoyetina (EPO). No obstante, la Ngb parece tener
funciones neuroprotectoras similares y se correlaciona con los niveles
plasmáticos de IGF-I en condiciones de hipoxia-isquemia.
La Hb de mamíferos es un tetrámero de 574
aminoácidos que consiste en dos subunidades α-globina (Hba; 141 aminoácidos) y
dos subunidades β-globina (Hbb; 146 aminoácidos). Cada una de estas subunidades
está unida a un grupo heme, asegurando la unión de cuatro grupos oxígeno por
tetrámero. El tetrámero forma la HbA (hemoglobina A) en las células rojas
sanguíneas y, con un nombre diferente, nHb (hemoglobina neuronal), en el
cerebro pero con idéntica estructura. El grupo heme contiene cuatro anillos
pirroles, cuyos átomos de nitrógeno
coordinan a un átomo de hierro central que se une débilmente al oxígeno.
La principal función de la Hb es transportar oxígeno de los pulmones a otros
tejidos en el cuerpo en intercambio con dióxido de carbono, el cual es transportado a los pulmones. El oxígeno
molecular, O2, es esencial para la respiración celular en los
organismos aeróbicos. La respiración aeróbica tiene lugar en las mitocondrias
de las células y requiere oxígeno para crear adenosina trifosfato (ATP), el
cual proporciona la energía para numerosos procesos en las células vivas. Sin
embargo, la Hb también funciona como una enzima redox con capacidad para unirse
al peróxido de hidrogeno (H2O2). Adicionalmente, la nHb
puede jugar un rol protector contra el estrés oxidativo y el estrés
nitrosativo a través de la unión a óxido
nítrico (NO), el mayor ligando conocido del hierro heme ferroso de la Hb con una afinidad aproximadamente 500 000
veces mayor que la del oxígeno. Aunque el cerebro constituye solamente ~2% del
peso corporal, consume ~20% del oxígeno en el cuerpo en reposo, lo cual
demuestra la alta demanda de energía del cerebro. Por tanto, no es sorprendente
que la Hb sea expresada localmente en el cerebro, donde se le atribuyen
numerosas funciones.
La presencia de transcriptos específicos de
Hb en el cerebro es materia de controversia, pues la contaminación por sangre
puede causar la falsa detección de la expresión de Hb en el cerebro. Esencialmente, las células rojas sanguíneas
residuales en el cerebro podrían provocar la detección de mARN o proteína Hb,
lo cual podría ser erróneamente considerado de origen parenquimal (no
eritroide), especialmente en tejidos donde los capilares son dañados y las
células rojas se encuentran dispersas en el parénquima. Esto es especialmente
problemático en el caso de las proteínas Hb en el cerebro, lo cual
probablemente sea atribuido mayoritariamente a células rojas sanguíneas. Sin
embargo, dado que los eritrocitos maduros circulantes no expresan transcriptos
mARN después del estadio de reticulocito y al hecho que los reticulocitos
constituyen solo aproximadamente 1% de las células rojas sanguíneas, aun en
cerebros no perfundidos, la presencia de transcriptos Hb en homogenizados de
cerebro sugiere que son de origen parenquimal. El problema metodológico de
contaminación de células rojas sanguíneas es prácticamente eliminado en
estudios con cerebros perfundidos con solución salina, resultando en mínimas
cantidades de células rojas sanguíneas residuales. Si la nHb cerebral local
constituye solo 1-5% de la Hb total en el cerebro vivo, podría también tener
relevancia para la respuesta hemodinámica en los estudios de imágenes
funcionales, los cuales miden las concentraciones de oxi y deoxi Hb,
indirectamente (señal fMRI-BOLD) o directamente (señal fNTRS).
La Hb ha sido identificada en cerebro de
roedores y humanos y es expresada en neuronas de cerebros jóvenes y adultos.
Específicamente, la Hb es expresada en neuronas dopaminérgicas (DA) y, en menor
extensión, en astrocitos y oligodendrocitos maduros de corteza cerebral e
hipocampo. Más aún, in vivo, la expresión de las proteínas Hba y Hbb neuronales
es co-localizada en neuronas dopaminérgicas de ratón, indicando que en la
mayoría de los casos la estructura Hb tetramérica está intacta en el cerebro.
Entonces la nHb probablemente ejerce actividades bioquímicas y funciones
biológicas similares a las asociadas con sus roles en las células eritroides. Esto ha sido
demostrado en células DA de ratón, lo cual sugiere que la Hb expresada en el
cerebro actúa como reservorio funcional de oxígeno en condiciones de anoxia e
hipoxia. Por otra parte, en neuronas piramidales corticales, se ha visto que la
expresión de Hbb interactúa con proteínas mitocondriales como ATP sintetasa y
ADP/ATP translocasa. Estas interacciones sugieren que la Hbb está asociada con
la energética mitocondrial. Más aún, la nHb en niveles normales actúa como
sensor del estatus energético en las neuronas. En asociación con la concentración
de ATP y la actividad mTOR, la nHb regula las respuestas neuroquímicas al
estrés, la autofagia, los cambios epigenéticos y la neurotransmisión de las
células DA. Adicionalmente, la sobre expresión de nHbb incrementa el nivel de
H3K4me3, un marcador de histonas que regula la expresión de los genes de la
fosforilación oxidativa, lo cual está de acuerdo con el hallazgo que la nHb
puede regular el epigenoma de neuronas expuestas al estrés. Está claramente
establecido que la Hb es expresada localmente en el cerebro, donde actúa como
almacenamiento de oxígeno y está involucrada en la función mitocondrial.
La HC es un polipéptido de 191 aminoácidos,
sintetizado y secretado por células somatotrópicas de la hipófisis, que
estimula el crecimiento celular, la reproducción y la regeneración. Está bien
establecido que la HC promueve el metabolismo y el crecimiento postnatal. La
secreción de HC es regulada por la liberación balanceada de dos péptidos
hipotalámicos: hormona liberadora de hormona de crecimiento (GHRH) y hormona
inhibidora de hormona de crecimiento (GHIH o somatostatina). Estos péptidos a
su vez son influenciados por muchos estimuladores fisiológicos (por ejemplo,
ejercicio físico, nutrición, sueño) e inhibidores (por ejemplo, ácidos grasos
libres). La HC puede actuar directamente sobre los tejidos, aunque muchos de
sus efectos son mediados por el IGF-I, el cual es un polipéptido de 70
aminoácidos sintetizado primariamente en el hígado. Más aún, el IGF-I
circulante afecta los niveles de HC a través de un asa de retroalimentación
negativa formada por el eje hipotálamo-hipófisis y el hígado. Los niveles de
secreción de HC e IGF-I son más altos durante la adolescencia y luego disminuye
de una manera relacionada con la edad.
La HC ejerce sus acciones vía receptor de HC
(HCR), el cual es expresado virtualmente en todos los tejidos del cuerpo,
incluyendo el cerebro. La HC de la circulación sanguínea cruza la barrera
hematoencefálica (BHE) principalmente a través de un proceso de difusión pasiva
y se une al HCR, el cual es expresado por neuronas y células gliales. La
dimerización del HCR, el cual pertenece a la familia de receptores citoquina
tipo I, resulta en la activación de la Janus quinasa 2 (JAK2) y de quinasas de
la familia Src. La activación de la JAK2 inicia la fosforilación de tirosinas
del transductor de señal y activador de transcripción 5 (STAT5), el factor de
transcripción clave para la HC. Esto resulta en la activación o represión de
múltiples genes, incluyendo la estimulación de la transcripción de IGF-I en el
hígado. El receptor de la EPO (EPOR) muestra homología con el HCR y también
provoca la activación de la ruta de señalización JAK2/STAT5. Está demostrado
que la HC induce la expresión de STAT5 en neuronas, lo cual es de interés con respecto a
la síntesis de Hb. Por otra parte, la activación de STAT5 puede manejar de
manera independiente la eritropoyesis y la mielopoyesis, in vitro e in vivo, en
ausencia de la señal EPO vía EPOR o JAK2. Experimentos recientes revelan
correlaciones positivas entre activación JAK2/STAT5 y expresión de Hb. Por
tanto, STAT5 parece ser un enlace entre la HC y la síntesis de las porciones
heme de la Hb, la cual tiene lugar en las mitocondrias. Entonces, la HC parece
actuar a través de su factor de transcripción clave STAT5 para aumentar la
expresión de nHB.
El IGF-I actúa a través del receptor IGF-1R,
el cual es una glucoproteína heterotetramérica que pertenece a la familia de
receptores tirosina quinasa. La señalización resultante de la activación del
IGF-IR incluye rutas como PI3K/AKT/mTOR y RAS-RAF-MAP. Además de la producción
de IGF-1 inducida por la HC en el hígado, la cual constituye aproximadamente
75% del IGF-I circulante, el IGF-I también es producido localmente en tejidos como la placa de crecimiento de los
huesos, músculo esquelético, músculo cardiaco y cerebro.
El IGF-I expresado localmente y el IGF-I circulante
afectan varias funciones cerebrales, probablemente con superposición y
actividades complementarias. El IGF-I circulante también es mediador de algunos
efectos de la HC circulante en el cerebro. Una evidencia de esto es el robusto
incremento en mARN IGF-I en varias regiones del cerebro 8 horas después de la
administración sistémica de HC. Esto es posible porque el IGF-I cruza la BHE
por al menos tres diferentes sistemas de transporte: (1) captación mediada por
transportador a través de las paredes endoteliales; (2) el clásico receptor
endocítico proteína relacionada con el receptor de lipoproteína de baja
densidad 1 (LRP1), el cual puede ser disparado por la activación neuronal; (3)
el receptor megalina/LRP2 en el plexo coroideo. Una de las acciones más
importante del IGF-I circulante es la neuroprotección. Por ejemplo, en el
cerebro de ratas que han sufrido isquemia, el IGF-I incrementa la supervivencia
neuronal a través de IGF-IR, mejorando las funciones neurológicas. Si bien el IGF-I
circulante es importante, hay algunas indicaciones que el IGF-I expresado
localmente en el cerebro es independiente de la HC periférica, al menos en
algunas situaciones como envejecimiento y deficiencia de HC inducida por
hipofisectomía. En el cerebro, el IGF-I local está sometido a una compleja
regulación, lo cual en alguna extensión contrasta con el proceso de la señal
IGF-I periférica en el cuerpo. Por ejemplo, ratones Ames, los cuales tienen una
deficiencia primaria en relación con la secreción de HC y por tanto niveles
circulantes bajos de HC e IGF-I, muestran altos niveles de IGF-I en el
hipocampo. Por tanto, aunque la señal IGF-I periférica disminuye con el
envejecimiento, la señal IGF-I específica del cerebro no necesariamente
disminuye. Los efectos opuestos de la señal IGF-I periférica y local cerebral
han sido demostrados con respecto al metabolismo de la glucosa, un alto nivel
de IGF-I periférico provoca la acumulación de especies reactivas de oxígeno
(ROS) y estrés oxidativo mientras un alto nivel de IGF-I en el cerebro promueve
renovación y reparación.
La ruta de señalización del IGF-I interactúa
con la ruta de la señal EPO para la neuroprotección y la regulación de Hb.
Específicamente, el IGF-IR y el EPOR interactúan con la AKT, la cual fosforila
a los factores de transcripción GATA-1 y
FOG-1 que juegan un rol central en la coordinación de la proliferación y
diferenciación eritroide. Más aún, el IGF-I actúa a través de la ruta PI3K/AKT/mTOR,
donde el mTOR juega roles claves en la identificación de señales nutricionales
y en la promoción de crecimiento celular, supervivencia celular, proliferación
celular y reparación de daño celular. Adicionalmente, la ruta PI3K/AKT/mTOR es
conocida por inducir la expresión del factor inducido por hipoxia-1α (HIF-1α),
el cual es un factor de transcripción que actúa sobre las células endoteliales,
entre otros tipos de células, y regula el aporte de oxígeno a las células
asegurando un balance entre demanda y aporte de oxígeno. Entonces, hay
considerable evidencia que el IGF-I está involucrado en la regulación de Hb,
posiblemente a través de la interacción
con la ruta de señalización PI3K/AKT/mTOR y los factores de transcripción
GATA-1 y HIF-1α.
Está bien establecido que el nivel
circulante de Hb es regulado principalmente por la EPO. Más aún, es sabido
desde hace bastante tiempo que la HC y/o el IGF-I, en parte independientemente
de la EPO, afectan en alguna extensión la cantidad de Hb sanguínea. Por
ejemplo, en niños que reciben terapia de reemplazo con HC por deficiencia de la
hormona, el nivel de Hb aumenta y hay una correlación positiva entre las
concentraciones sanguíneas de IGF-I y Hb. Este efecto de la HC en los niños con
deficiencia de HC parece ser específico para la eritropoyesis pues no se
observan efectos de la HC sobre las células blancas sanguíneas y las plaquetas.
En hombres adultos jóvenes sanos, la administración de un análogo de la GHRH de
larga acción induce un incremento en la proteína Hbb correspondiente a 7-10
unidades de Hb. Más aún, HC y/o IGF-I han sido reportados asociados con Hb en
sujetos adultos mayores. El incremento en Hb por administración de HC puede ser
explicado por efectos estimuladores directos de la HC o el IGF-I sobre las células
eritroides, en combinación con un efecto indirecto más generalizado de la HC
que facilita la actividad física a través de un incremento en el rendimiento
muscular y el bienestar, los cuales a su vez aumentan la salud general y la
producción de Hb. Conceptualmente esto puede ser mediado por el efecto
anabólico general de la HC que estimula el metabolismo de proteínas y grasas,
el cual a su vez requiere incrementos en el transporte de oxígeno y los niveles
de Hb.
El IGF-I puede estimular la eritropoyesis in
vivo independientemente de la HC, lo cual significa que indirectamente el IGF-I
también puede mediar los efectos de la
HC sobre la síntesis de EPO, la eritropoyesis y la regulación de Hb. En
comparación con la EPO, el efecto del IGF-I es menos prominente. Más aún, el
IGF-I es un factor que coordina la formación de células rojas sanguíneas con el
crecimiento de los órganos y el cuerpo, y esto podría servir para adaptar la
masa de células rojas sanguíneas a la masa corporal total. Una publicación
reciente calcula que un incremento de 100 unidades de IGF-I (ng/ml) sanguíneo
está asociado con un incremento de 4,0 unidades de Hb (g/L) en hombres y 7,5 unidades en mujeres. Es de
hacer notar que una concentración de 100
ng/ml de IGF es menor que el nivel promedio de IGF-I sanguíneo en hombres y
mujeres de mediana edad que está en el rango de 125-200 ng/ml. Estos hallazgos
indican efectos endocrinos moderados de
la HC y el IGF-I sobre la Hb circulante.
Dado que la HC y el IGF-I estimulan la Hb
circulante, es concebible que también puedan afectar la expresión local de Hb
en el cerebro, aunque la cantidad de Hb inducida puede ser diferente. En años
recientes, esta posibilidad ha sido examinada desde varias perspectivas en
estudios experimentales. Por ejemplo, el reemplazo de HC en ratas con
deficiencia de HC/IGF-I aumenta robustamente los niveles de transcripción de
Hba y Hbb en el hipocampo. Los autores del estudio sugieren que esto indica un
mecanismo a través del cual el IGF-I regula la función vascular disminuyendo el
estrés oxidativo en el cerebro y proponen que estos efectos son mediados por la
Hb y otras globinas. La noción que la HC y/o el IGF-I actúan sobre la Hbb
cerebral es apoyada por experimentos en los cuales se observa una disminución
sustancial en los niveles de transcripto Hbb en hipocampo y corteza cerebral
cuando se compara ratas hipofisectomizadas con ratas intactas, un efecto que se
observa en ratas machos y hembras. Más aún, la administración de HC por seis
días a ratas hembras y machos hipofisectomizadas incrementa el número de
transcriptos Hbb en el cerebro. En humanos, también disminuye el nivel
plasmático de Hbb con la cirugía de la hipófisis. La regulación de los niveles
de mARN de Alas2 y Alox15 por la HC representa un nuevo blanco de acción para
esta hormona pues ambas están relacionadas con el metabolismo aeróbico.
Específicamente, Alas2, la cual es expresada en las mitocondrias de células de
la médula ósea y células rojas sanguíneas y, en menor extensión, en el cerebro,
aumenta por oxigenación del tejido. Alox15, la cual es expresada en las
mitocondrias de células pulmonares y adipocitos, también es expresada en el
cerebro y regula el tono vascular, el flujo sanguíneo local y la presión
sanguínea. Además de los experimentos con administración de HC, el tratamiento
con IGF-I ha demostrado que también puede incrementar los niveles de expresión
de Hbb, Alas2 y Alox15.
Los efectos de la HC y el IGF-I sobre la
expresión local de Hbb en el cerebro pueden ser análogos a los efectos
endocrinos sobre el metabolismo general, los cuales a su vez afectan la demanda
de oxígeno y, por tanto, la tasa de eritropoyesis. Con base en estos hallazgos,
la tasa metabólica basal puede ser disminuida después de la hipofisectomía, con
la HC restaurando el metabolismo basal y el consumo de oxígeno y, por
consiguiente, la capacidad neuronal de unión de oxígeno y los niveles de
transcriptos. Esta idea es apoyada por un estudio que demuestra que los ratones transgénicos con HC bovina
exhiben un incremento en la tasa metabólica basal. Entonces, hay evidencia que
la HC y el IGF-I, independientemente de la EPO, pueden aumentar el nivel de Hb
sistemáticamente y localmente en el
cerebro, especialmente en casos de deficiencia de HC.
En contraste con la expresión intracelular
de Hb, la Hb extracelular es altamente tóxica para el cerebro y constituye un
mecanismo de daño después de isquemia y más profundamente después de
hemorragia. Específicamente, in vitro,
la Hb libre induce la muerte dependiente de concentración de las
neuronas neocorticales de rata. Más aún, in vivo, las inyecciones
intracerebrales en ratas de Hb libre, o
sus productos de degradación, incluyendo al heme, inducen daño cerebral. Los mecanismos exactos son desconocidos, pero
aparentemente la Hb extracelular contribuye al estrés oxidativo y a la
acumulación de hierro en las neuronas, resultando en un ciclo perjudicial de
degradación de heme, desnaturalización de Hb y, con el tiempo,
neurodegeneración. Entonces, la Hb libre extracelular activa rutas celulares
perjudiciales mientras la Hb intracelular es primariamente protectora.
En conclusión, la HC y el IGF-I son
determinantes significativos de las concentraciones de Hb, adaptando los
niveles locales de nHb en el cerebro y los niveles circulantes de Hb a la
demanda de oxígeno como parte de los efectos neuroprotectores ejercidos por la
HC y el IGF-I. Mientras la Hb circulante originada a partir de hemorragia
cerebral u otras condiciones es tóxica, hay una sustancial producción de nHb,
la cual es influencia por condiciones como la isquemia y regulada por la HC y
el IGF-I. La conexión entre HC y Hb puede estar relacionada con STAT5, y para IGF-I y Hb la conexión es
mediada por la ruta PI3K/AKT/mTOR. En general, los niveles de HC e IGF-I en el
rango normal son óptimos para el metabolismo de oxígeno y hierro y para la
mitocondria, lo cual es beneficioso para el cerebro. Con la edad o por otras
razones los niveles de HC e IGF-I disminuyen y el metabolismo se deteriora
provocando bajos niveles de nHb. Esto tiene efectos adversos sobre las
enfermedades cerebrales degenerativas.
Fuente: Walser M
et al (2021). Growth hormone and neuronal hemoglobin in the brain-roles in
neuroprotection and neurodegenerative diseases. Frontiers in Endocrinology 11:
606089.
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