Ritmos circadianos y tracto gastrointestinal
Los ritmos
circadianos, ritmos biológicos de 24 horas generados internamente, son críticos
para el establecimiento de la homeostasis del organismo a través del ciclo
día-noche. Virtualmente todos los procesos biológicos son regulados por el
reloj circadiano y los estudios en animales han relacionado definitivamente la
disrupción circadiana con el desarrollo de un amplio rango de enfermedades. En
un estudio que incluyó más de 3000000
sujetos se encontró que el cambio de horario de trabajo diurno a nocturno está
asociado con un incremento en el riesgo de sobrepeso, obesidad y diabetes tipo
2 (DT2). Los tejidos metabólicos incluyendo islotes pancreáticos, tejido
adiposo, músculo esquelético y tracto gastrointestinal (TGI) expresan relojes
autónomos que actúan conjuntamente para coordinar la homeostasis metabólica. El
TGI tiene un rol único en el “reloj metabólico” porque está situado en el
primer punto de contacto de los nutrientes después de la ingesta de
alimentos. Aunque las principales
funciones del intestino son relacionadas con la digestión y absorción de nutrientes, esta serie integrada de
distintos tejidos también es crítica
para reducir la inflamación metabólica a través del mantenimiento de la
integridad de barrera y la presencia de un
sistema inmune activo. Más aún, el TGI es el órgano endocrino más grande
en el cuerpo, responsable de secretar numerosas hormonas intestinales que son
esenciales para facilitar adecuadas respuestas pre- y postprandiales.
El término circadiano deriva de las palabras
latinas “circa” (cerca) y “diem” (día) indicando que los ritmos circadianos
tienen un período de aproximadamente de 24 horas o un día en la tierra. Estos
ritmos, los cuales se han desarrollado con la evolución debido a constantes
cambios ambientales predefinidos, proporcionan a todos los organismos
biológicos conocidos la capacidad para anticipar y responder adecuadamente a
factores externos. En el organismo, la ritmicidad circadiana es generada por
genes reloj, los cuales son autónomamente expresados en todas las células
nucleadas del cuerpo.
La maquinaria molecular circadiana comprende
un brazo positivo, en el cual los factores de transcripción BMAL1 (brain and
muscle ARNT-like 1), codificado por ARNTL, y CLOCK (circadian locomotor output cycles
kaput) se heterodimerizan y se unen a
los elementos promotores de los genes PER 1/2/3 (period 1, 2 y 3)) y CRY ½
(cryptochrome 1 y 2)) que constituyen el brazo negativo y forman un complejo que inhibe la expresión de ARNTL y CLOCK,
formando un asa de retroalimentación transcripcional/traslacional
autorreguladora. Adicionalmente, el complejo BMAL1/CLOCK activa a Rev-Erbα/β y
RORα/γ (receptor orfan relacionado con ácido retinoico), los cuales tienen
efectos opuestos en la regulación de Bmal1, mientras Rev/Erbα/β reprime la
transcripción de ARNTL, RORα/γ estimula la expresión de ARNTL. La tasa de
degradación de PER y CRY mediada por la
caseínas quinasas 1 (CK1) δ/ε y Fbox/proteína rica en leucina 3, las cuales
fosforilan a las proteínas PER y CRY, respectivamente, causando su
desestabilización y posterior degradación, genera el período circadiano de 24
horas. Todos estos genes están
involucrados en la regulación transcripcional por lo que son llamados genes
controlados por reloj. La regulación transcripcional de los genes controlados por reloj (CCG)
establece un ritmo circadiano en un amplio rango de funciones celulares. Está
demostrado que aproximadamente 43% de todos los genes que codifican proteínas
exhiben un ritmo circadiano en su expresión en uno o más tejidos por unión
directa de la maquinaria reloj o a través de las acciones de otros genes
controlados por reloj expresados rítmicamente.
Aunque actualmente está bien establecido que
el reloj es expresado en todas las células nucleadas del cuerpo, originalmente
fue descrito en el núcleo supraquiasmático (NSQ) del hipotálamo. El NSQ es
llamado el “reloj master” y es regulado principalmente por la luz, la cual es
designada con la palabra alemana zeitgeber (ZT “dador del tiempo”). El
entrenamiento del NSQ por la luz ocurre
cuando la luz es recibida por las células ganglionares de la retina que
contienen melanopsina y la señal es enviada al NSQ por el tracto
retinohipotalámico. El NSQ envía señales humorales y no humorales para
sincronizar los tejidos periféricos. La coordinación de la ritmicidad de los
tejidos periféricos por el NSQ se piensa que se lleva a cabo a través de las
divisiones simpática y parasimpática del sistema nervioso autónomo. Otra ruta
clave por la cual el reloj master alinea los relojes periféricos es a través de
la regulación del ciclo actividad/reposo, el cual determina el ciclo
alimentación/ayuno, regula la liberación de hormonas relacionadas con la
alimentación y, posteriormente, la producción y deposición de metabolitos.
Además de la luz como ZT para el reloj
master, algunos estudios sugieren la presencia de osciladores que son
entrenados por alimento (FEO). Las conductas anticipadoras en respuesta a
alimento persisten en animales con lesiones en el NSQ, indicando la presencia
de FEO que pueden actuar de manera independiente del NSQ entrenado por la luz.
En línea con la evidencia de la existencia de FEO periféricos, tejidos
metabólicos como islotes pancreáticos, hígado, tejido adiposo, músculo
esquelético y TGI tienen ritmos autónomos que son entrenados principalmente por
la ingesta de nutrientes. Estos tejidos metabólicos son responsables de
coordinar la digestión, absorción y utilización de nutrientes a lo largo de las
24 horas del día y colectivamente son conocidos como “reloj metabólico
periférico”. Dado que el TGI es el primer punto de entrada de nutrientes en el
cuerpo, su función a través del ciclo ayuno/alimentación es un determinante esencial de la homeostasis metabólica circadiana.
El epitelio gastrointestinal está
yuxtapuesto a la luz intestinal y constituye la primera capa de contacto con
los nutrientes ingeridos. El epitelio, compuesto por varios tipos de células,
exhibe la expresión de genes reloj, los cuales son grandemente entrenados por
la ingesta de nutrientes. La inervación vagal del intestino no parece ser un
mayor ZT para el reloj gastrointestinal y la vagotomía no afecta la expresión
de genes reloj circadianos gástricos e intestinales. Actualmente, se desconoce
si el ejercicio, un conocido ZT de tejidos periféricos como el músculo
esquelético, afecta la ritmicidad del intestino. Sin embargo, la microbiota
intestinal exhibe fluctuaciones circadianas en composición y función y es
considerada como un jugador clave en la regulación de la ritmicidad circadiana
en el epitelio intestinal.
Una función crítica del TGI es asegurar una
adecuada digestión y absorción de los nutrientes ingeridos. El tiempo de
transito de los nutrientes depende de la motilidad intestinal, la cual está
bajo la regulación del reloj circadiano. Debido a que muchas hormonas del TGI
son secretadas en respuesta a la presencia de nutrientes en la luz intestinal,
el tiempo de transito juega un rol importante en su liberación y, por
consiguiente, en la homeostasis metabólica. La digestión y absorción de los
tres macronutrientes, carbohidratos, lípidos y proteínas, es controlada por el
reloj circadiano para asegurar la sincronía con la disponibilidad de alimentos.
La expresión de enzimas disacaridasas involucradas en la digestión de
carbohidratos aumenta durante la fase activa/alimentación en anticipación a la
ingesta de alimentos. Similarmente, las enzimas involucradas en la digestión de
lípidos y proteínas exhiben un pico durante el período de alimentación. La
absorción de nutrientes también está bajo regulación circadiana, manejada por
un incremento en la expresión de hexosa, péptidos, así como transportadores de
triglicéridos y colesterol (por ejemplo, apolipoproteína B y la proteína de
transferencia de triglicéridos microsomales intestinales) en el intestino
durante el período de alimentación. La expresión rítmica de algunos de estos
transportadores, como el transportador de glucosa dependiente de sodio 1, puede
tener implicaciones importantes en el establecimiento de los ritmos de
secreción de las hormonas intestinales, pues la glucosa es un conocido
secretagogo de hormonas incretinas. De acuerdo con estos hallazgos, la
disrupción de los ritmos de alimentación, como el incremento en la ingesta de
alimentos durante la fase oscuridad/inactividad en individuos con trabajo
nocturno, resulta en disrupción de la respuesta postprandial en términos de
secreción de hormonas y control metabólico.
La inflamación metabólica se caracteriza por
respuestas inflamatorias sistémicas de bajo grado y está fuertemente asociada
con la disfunción metabólica, incluyendo resistencia a la insulina y
disglucemia. Debido a que el TGI está expuesto continuamente a antígenos de la
dieta, el mantenimiento de la integridad de la barrera intestinal y la
capacidad del intestino para generar respuestas inmunes adecuadas juegan roles
importantes en la prevención de la inflamación metabólica. Estudios recientes
demuestran que las proteínas de las uniones estrechas, ocludina y claudina-1,
exhiben patrones circadianos de expresión en el colon que son manejados por la
unión rítmica del heterodímero BMAL1/CLOCK a sus respectivos promotores de los
genes. La función de las uniones estrechas para proporcionar una barrera a los
contenidos de la luz intestinal también muestra fluctuaciones diurnas. Los
ratones expuestos a luz permanente exhiben incrementos en la apoptosis en las
criptas del ileum en respuesta a la administración de la citoquina TNF-α. El
reloj circadiano también es un importante regulador de las respuestas inmunes
intestinales, estableciendo ritmos
diarios de generación, translocación y función de las células inmunes. Más
específicamente, hay un incremento en la migración de leucocitos al intestino
en el inicio del período activo, así como en la expresión de componentes del
sistema inmune innato, lo cual le confiere al intestino mayor sensibilidad a
los patógenos. Un trabajo reciente ha identificado a los lipopolisacáridos
(LPS) como secretagogo de la hormona incretina péptido similar a glucagón-1
(GLP-1), el cual puede actuar localmente para reducir la inflamación intestinal
a través de la activación del receptor GLP-1R en los linfocitos
intraepiteliales. Un trabajo posterior implica al sistema inmune intestinal
como un determinante mayor de la biodisponibilidad de GLP-1, pues estas células pueden secuestrar al GLP-1
secretado, previenen su entrada a la circulación sanguínea. Entonces, la
disrupción de la ritmicidad circadiana endógena resulta en alteración de la
función inmune intestinal, provocando un incremento en la inflamación.
La ghrelina es una de las pocas hormonas
orexigénicas del TGI, liberada principalmente por las células X/A gástricas
durante la fase preprandial y suprimida por la ingesta de alimento. Los ritmos
diurnos de la ghrelina han sido reportados en humanos y roedores, con niveles
pico en el período reposo/ayuno. La ghrelina también estimula la liberación de
hormona de crecimiento (HC), la cual exhibe un patrón diurno de expresión con un pico en período reposo /ayuno. Aunque
el ritmo de secreción de ghrelina se pierde en ratones Per-/- el
mecanismo exacto por el cual el reloj circadiano regula la liberación de
ghrelina aún no ha sido dilucidado.
La liberación en la circulación de las
hormonas incretinas, polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP) y
GLP-1, es responsable de aproximadamente
50-70% de la respuesta de insulina a la ingesta de nutrientes. Sin embargo, la
secreción de insulina también exhibe un patrón diurno, con la mayor secreción
en asociación con el período actividad/alimentación en humanos y roedores. El
ritmo de secreción diaria de insulina es más pronunciado en respuesta a la
alimentación oral que a la alimentación IV, implicando un rol clave de las
hormonas incretinas en el entrenamiento circadiano de la secreción de insulina.
Algunas evidencias indican que la secreción
de GIP sigue un patrón circadiano. La ingesta de nutrientes es el principal ZT
para el ritmo circadiano de GIP. El estatus metabólico también afecta la
secreción circadiana de GIP. Sin embargo, la expresión funcional de la
maquinaria reloj en las células K productoras de GIP aún no ha sido demostrada.
El GLP-1 es liberado por las células L, las cuales se encuentran principalmente
en intestino delgado distal y colon. La investigación en humanos indica que la
mayor respuesta del GLP-1 a la ingesta de nutrientes ocurre en la mañana en
comparación con la tarde en individuos con comidas idénticas aunque con
diferente duración del período de ayuno. Esta secreción diferencial de GLP-1 se
pierde cuando los sujetos son expuestos a la luz nocturna. Estudios
cuidadosamente controlados en ratas y ratones reportan que la secreción de
GLP-1 sigue un significativo patrón de 24 horas en respuesta a idénticas cargas
de glucosa administradas después de idénticos períodos de ayuno. La ingesta de
nutrientes es el mayor ZT de las células L. La idea que las dietas obesogénicas
afectan la secreción diurna de GLP-1 es apoyada por la evidencia de estudios en
humanos que indica que los individuos obesos pierden su ritmo de secreción de GLP-1. La relevancia fisiológica de la
secreción circadiana de GLP-1 ha sido demostrada en roedores donde la
administración de dosis idénticas de GLP-1 (en combinación con una carga IV de
glucosa para permitir el efecto incretina) resulta en una secreción de insulina
dependiente del momento del día con una mayor respuesta de las células β
pancreáticas en el tiempo del pico normal de liberación de GLP-1 e insulina.
Estos datos sugieren que la secreción circadiana de GLP-1 puede ser importante
en el entrenamiento de la secreción de insulina por las células β y, por tanto,
en la homeostasis metabólica diurna.
Además de las hormonas incretinas, otras
hormonas intestinales también exhiben patrones circadianos de secreción. La
oxintomodulina, una hormona de la saciedad que es co-sintetizada con el GLP-1
en las células L intestinales, muestra
un patrón circadiano de liberación con un pico en la mitad del período
oscuridad/actividad. El péptido YY (PYY), otra hormona anorexigénica secretada
por las células L, alcanza niveles pico durante el día en humanos. Los niveles
de PYY en un ciclo de 24 horas se correlacionan significativamente con la tasa
metabólica en reposo, un determinante mayor del gasto de energía y la
homeostasis metabólica. Los ritmos circadianos también han sido
demostrados con la neurotensina, una hormona producida por las
células N del intestino delgado distal que juega un rol clave en la deposición
sistémica de grasas. Aunque la expresión de neurotensina ha sido detectada en
las células L productoras de GLP-1, los ritmos de estas hormonas parecen ser
distintos, con la neurotensina alcanzando un pico en el inicio del período de luz y disminución en
el inicio del período de oscuridad. La secretina, una hormona producida por las
células S del duodeno que estimula la
secreción exocrina pancreática y la colecistoquinina (CCK) producida por las
células I, también están bajo control circadiano. Los ritmos circadiano han
sido observados en los niveles plasmáticos de gastrina, en el receptor de
gastrina en la mucosa del estómago y en el pH intragástrico resultante. Aunque
es aparente que múltiples hormonas enteroendocrinas exhiben patrones
circadianos de secreción, se desconoce cómo los péptidos que son co-expresados
(por ejemplo, GLP-1, PYY, neurotensina, secretina y CCK) por las células L
pueden mostrar patrones de liberación diferentes de acuerdo con el momento del
día. Estudios recientes han demostrado que las células L difieren en sus
patrones de expresión de genes a lo largo del intestino, sugiriendo la
existencia de distintas poblaciones de células L.
La creciente evidencia sugiere que la
disrupción circadiana puede resultar en
numerosas patologías del TGI, alterando la función de barrera y, al menos
potencialmente, afectar la homeostasis metabólica. Varios polimorfismos de
nucleótidos han sido identificados en los genes reloj asociados con alteración
de la motilidad gástrica. Más aún, los polimorfismos de nucleótidos en los
genes reloj también han sido asociados con incrementos en la susceptibilidad a
enfermedades del TGI como enfermedad intestinal inflamatoria, colitis
ulcerativa y enfermedad de Crohn, las cuales se caracterizan por incrementos en
la inflamación intestinal. Varios estudios reportan que las biopsias de mucosa
del colon de sujetos con colitis ulcerativa o enfermedad de Crohn muestran disminución
de la expresión de los genes reloj BMAL1, CLOCK y CRY1/2. Además de los
componentes genéticos del reloj, la disrupción ambiental, como cambio en el
horario laboral, también está relacionada con enfermedades del TGI. En el
trabajo nocturno, los patrones irregulares
de comida han sido asociados con inflamación intestinal en la forma de
síndrome de colon irritable. Esta evidencia sugiere que la disfunción
circadiana causada por perturbaciones genéticas o ambientales resulta en patologías relacionadas con la inflamación
intestinal.
La cronoterapia se refiere a la
administración de medicamentos en cierto momento del día, tomando en cuenta la
ventaja de los ritmos circadianos en la fisiología
del cuerpo para maximizar la respuesta terapéutica y minimizar los efectos
adversos. Por ejemplo, en el sistema neuroendocrino, el agonista de receptor de
incretinas DA-JC1 exhibe efectos cronoterapéuticos y la oxintomodulina resetea
el reloj hepático regulando la transcripción de los genes reloj Per1/2. Además
de las intervenciones farmacológicas circadianas, hay evidencia de la
importancia de consumir las comidas en
ciertas horas del día. Esta noción está basada en la idea que el metabolismo de
los mamíferos es regulado por la ingesta de nutrientes durante las horas de
vigilia, resultando en la coordinación de digestión, absorción y deposición de
nutrientes y secreción hormonal para optimizar la homeostasis metabólica. Las
dos principales actividades centradas en el tiempo de la ingesta de alimentos
son: el ayuno intermitente (por ejemplo, restricción calórica 2 o 3 días por
semana) y la alimentación restringida en el tiempo (por ejemplo, limitar la
ingesta de nutrientes a aproximadamente 8 horas de vigilia). Los análisis
recientes reportan que tanto el ayuno intermitente como la alimentación
restringida en el tiempo inducen mejoría significativa en el control glucémico,
la resistencia a la insulina y el peso
corporal. Algunos estudios sugieren que estos cambios beneficiosos pueden ser
resultado de la reducida ingesta calórica y la pérdida de peso. Sin embargo,
dado que procesos gastrointestinales claves están involucrados en todos los
aspectos del manejo de nutrientes en el organismo, incluyendo motilidad del
TGI, vaciamiento gástrico, permeabilidad intestinal y secreción de enzimas
digestivas y hormonas enteroendocrinas, los cuales son afectados por el tiempo
del día, estos hallazgos sugieren que esos efectos beneficiosos pueden ser, al
menos en parte, dependientes de la funcionalidad circadiana del TGI.
En
conclusión, la importancia de la ritmicidad circadiana en el mantenimiento de
la homeostasis metabólica está bien establecida de acuerdo con los estudios en
humanos y modelos de animales. Los tejidos metabólicos son grandemente
responsables del establecimiento de la homeostasis metabólica diurna y expresan
en sus células relojes autónomos que son entrenados por la ingesta de
nutrientes. El TGI, primer punto de
contacto con los nutrientes ingeridos, es un sistema esencial en la regulación del
metabolismo a través de funciones como digestión y absorción de nutrientes,
defensa contra antígenos que disparan la inflamación y la secreción de hormonas
enteroendocrinas. El intestino exhibe ritmicidad circadiana en todos estos
parámetros, la cual es disparada por el patrón en la ingesta de nutrientes. La
disrupción del sistema circadiano
confiere un riesgo significativo para el desarrollo de enfermedades metabólicas
como diabetes tipo 2 y obesidad.
Fuente: Martchenko
A et al (2020). Circadian rhythms and gastrointestinal tract: relationship to
metabolism and gut hormones. Endocrinology 161 (12):1-13.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario