Resistina en metabolismo, inflamación y enfermedad
La resistina, una
hormona secretada por el tejido adiposo, resiste la acción de la insulina y
altera la homeostasis de la glucosa en roedores. Esto, a su vez, provoca el
desarrollo de diabetes mellitus tipo 2 (DMT2). La resistina es un enlace
entre la obesidad visceral y la
diabetes. La resistina es una molécula pequeña, rica en cisteína y abundante en
el sistema circulatorio. Predominantemente, en el sistema circulatorio, la
resistina se encuentra en forma de trímeros y hexámeros, pero los trímeros
tienen mayor relevancia funcional. En el ratón, la familia resistina tiene
cuatro miembros: RELMα, RELMβ, RELMγ y resistina (RETN). La resistina de ratón
tiene un intrón en el extremo 3´ con varios dominios de reconocimiento de
factores de transcripción como PPARγ, AP1 y NF-κB. La resistina también ha sido
identificada en la inflamación pulmonar en modelos de ratones con asma. La
interacción de la resistina con otras proteínas como la heparinasa puede modificar
su actividad. La resistina trabaja de manera autocrina, paracrina y endocrina
con efectos en una variedad de tipos de células y tejidos.
La resistina humana posee una secuencia
similar a la resistina de ratón y también puede existir en forma oligomérica.
En comparación con la contraparte de ratón, el genoma humano solo tiene dos
homólogos de la familia resistina, RELMβ y RETN. Aunque hay una secuencia
similar, la diferencia en el intrón del extremo 3´entre la resistina humana y
la resitina de ratón puede causar variabilidad
funcional y regulación diferencial. Debido a la ausencia de ese intrón en humanos, la ruta PPARγ es incapaz de mostrar
su efecto. Más aún, la variación conformacional dependiente de concentración
que se observa en la resistina humana dirige su acción fisiológica. La
resistina humana está involucrada en la secreción de efectores inmunes y maneja
varias de sus funciones fisiológicas. Por ejemplo, la secreción de resistina
induce al factor de necrosis tumoral α (TNF-α) y las interleuquinas IL-1β,
IL-6, IL-8 e IL-12 que estimulan la respuesta pro-inflamatoria. La resistina
también induce la secreción de la proteína quimiotáctica de monocitos-1 (MCP-1)
y la activación del NF-κB.
El tejido adiposo secreta ácidos grasos
libres para satisfacer la demanda de energía. Además de esto, también secreta
varios polipéptidos pequeños como leptina, adiponectina y resistina, cuyos
niveles están reducidos en la condición obesidad/prediabetes. El síndrome
metabólico está relacionado con un incremento en el riesgo de DMT2 y otras
enfermedades. DMT2, obesidad, insensibilidad a la insulina y resistina
secretada por el tejido adiposo están interconectadas. Los ratones con obesidad
genética o inducida por dieta rica en grasas muestran un nivel alto de
resistina en plasma. El tratamiento con el antidiabético rosiglitazone
disminuye el nivel de resistina en plasma. Por otra parte, la
inmunoneutralización de resistina o su regulación a la baja restaura la
sensibilidad a la insulina o mejora la homeostasis de la glucosa. Estas piezas
de evidencia demuestran la asociación directa de la resistina con la DMT2
inducida por obesidad en ratones.
Varios estudios en modelos de roedores
indican una asociación de la resistina con el síndrome metabólico. Los ratones
transgénicos que expresan resistina humana exclusivamente muestran una
inflamación acelerada del tejido adiposo, aumento de la lipólisis y acumulación
de ácidos grasos contribuyendo a incrementar la resistencia a la insulina. Esta
observación enfatiza que la resistina humana causa inflamación y contribuye a
la resistencia a la insulina, posiblemente usando un mecanismo diferente. La
resistina humana está entre los reguladores de la acción inflamatoria en
macrófagos, PBMC y células estrelladas hepáticas. Cuando estas células son
estimuladas con resistina humana producen TNF-α, IL-6, IL-12 y MCP-1 a través
de una ruta mediada por NF-κB. La expresión de resistina humana es alta durante
las condiciones patológicas de inflamación. El nivel circulante de resistina se
correlaciona positivamente con biomarcadores inflamatorios y fibrinolíticos
como CRP, TNF-α e IL-6 en DMT2, artritis reumatoidea, enfermedad renal crónica,
sepsis y ateroesclerosis coronaria, mientras el nivel resistina en plasma está
asociado con la severidad de la enfermedad en casos de sepsis y pancreatitis.
Los estudios en roedores también demuestran el rol de la resistina humana en la
inflamación. Por otra parte, la resistina humana también atenúa las rutas
inflamatorias e inmunológicas de algunos tipos de células inmunes. Por ejemplo,
en las células dendríticas, la ruta pro-inflamatoria es suprimida por la
resistina, la cual también disminuye la respuesta inmune mediada por células
T.
La resistina humana compite por la unión
al TLR4 con los lipopolisacáridos (LPS),
por lo que inicialmente se consideró que el TLR4 era el receptor para la
resistina formando homodímeros o heterodímeros con otro TLR. Otro estudio
sugiere que una isoforma de la decorina podría ser receptor para resistina en células
progenitoras adiposas. Sin embargo, un estudio reciente identifica a la
proteína asociada a adenilato ciclasa-1 (CAP-1) como receptor de la resistina
humana. La parte central de la CAP-1 tiene un dominio de homología Scr rico en
prolina que interactúa con la resistina. Entonces, el receptor CAP-1 participa
en la transducción de la señal para la respuesta inflamatoria mediada por
resistina extracelular o circulante. La unión de la resistina a CAP-1 regula al
alza la expresión de NF-κB, cAMP y proteína quinasa A, induciendo la respuesta
pro-inflamatoria. La resistina afecta la regulación al alza y la estabilización
del mARN de citoquinas y quimioquinas para aumentar su secreción.
El estrés celular restringe la ruta
secretora de resistina e incrementa la carga de proteínas no plegadas en el
retículo endoplásmico (RE). Esto es crítico para la supervivencia celular. La
carga de proteínas no plegadas activa la
respuesta de estas proteínas y detiene la secreción de resistina. En estas
condiciones, se detiene la síntesis de proteínas en general pero incrementa la
concentración de proteínas chaperonas en el RE. El incremento de la carga de
resistina en el RE desarrolla una función como chaperona, rescata a las células
del estrés y eventualmente contribuye a la decisión celular de supervivencia o
muerte celular programada. La resistina tiene varias características inusuales que la convierten en una molécula
similar a chaperona en la biología del estrés celular.
Los estudios sobre la resistina humana
demuestran su potencial para formar oligómeros y su tendencia a formar agregados a
través de enlaces disulfuro intermoleculares. De acuerdo con los
parámetros biofísicos, la resistina humana es resistente al calor y a los desnaturalizantes
químicos como urea y SDS. La resistina humana protege a otras proteínas del
shock térmico, restaura su actividad funcional y rescata bacterias del
shock térmico, la cual es una
característica de cualquier proteína con actividad similar a chaperona. Por
otra parte, la sobre expresión de resistina humana previene el estrés RE y la
apoptosis. La resistina humana participa en el mecanismo de estrés celular y
trabaja como una molécula similar a chaperona para ayudar a las células a
superar el estrés.
La resistina también está asociada a
enfermedades cardiovasculares (ECV), ateroesclerosis, artritis, hipertensión
arterial y varios canceres. Particularmente en ECV, estudios recientes reportan
asociación de la resistina con enfermedad ateroesclerótica coronaria, enfermedades
arteriales periféricas, choque isquémico e insuficiencia cardíaca congestiva.
La resistina está asociada positivamente con desórdenes metabólicos e
incrementa la calcificación de las arterias coronarias, una medida cuantitativa
de ateroesclerosis. En los pacientes con ECV, el nivel plasmático de resistina se mantiene significativamente
alto y puede servir como biomarcador. La actividad física disminuye
significativamente los niveles de resistina y tiene un efecto preventivo sobre
la inflamación y las enfermedades cardíacas.
La resistina plasmática ha sido asociada con
cáncer gástrico, cáncer de mama, cáncer colorectal, cáncer de endometrio y
cáncer esofágico de células escamosas. La resistina plasmática se relaciona
inversamente con el riesgo de cáncer de mama en mujeres premenopáusicas, lo
cual es contrario a la condición postmenopáusica. Las enfermedades
inflamatorias autoinmunes, artritis reumatoidea y lupus eritematoso sistémico,
han sido evaluadas por su asociación con los niveles plasmáticos de resistina.
La artritis reumatoidea tiene una fuerte correlación con el nivel plasmático de
resistina, lo que no ocurre con el lupus
eritematoso. La resistina también tiene un potencial para servir como
biomarcador para condiciones patológicas y detectar el estatus de los
resultados del tratamiento. Por ejemplo, los niveles de resistina se
correlacionan positivamente con el inicio de la tuberculosis, y durante el
tratamiento los niveles de resistina se correlacionan negativamente con el
incremento de peso corporal.
En conclusión, la resistina es una pequeña
proteína con una estructura multimérica extremadamente estable que tiene un rol pleiotrópico en roedores y
humanos. Hay una significativa variación en la fuente de secreción y la
diversidad de funciones de la resistina. La diferencia entre la resistina
humana y la de roedores está a nivel de gen,
estructura, regulación, sitio de expresión de la proteína y funciones. En
el ratón, la resistina es resistente a
la acción de la insulina y contribuye a la diabetes mellitus tipo 2, mientras
en humanos juega un rol en la inflamación y también funciona como una pequeña
chaperona accesoria. Actualmente, la investigación en el área identifica un rol
significativo de la resistina en la
biología del estrés y como biomarcador en para evaluar el estatus de
enfermedades y los resultados del tratamiento.
Fuente: Tripathi D
et al (2020). Resistin in metabolism, inflammation, and disease. FEBS Journal 287:
3141-3149.
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