Secretina, tejido adiposo marrón e ingesta de alimento
La recomendación
estándar para los pacientes con obesidad es ingerir menos calorías, comer más
alimentos saludables y hacer más ejercicio. En otras palabras, disminuir la
ingesta de energía e incrementar el gasto de energía. En este contexto, el
tejido adiposo marrón (TAM) es de mucha importancia. En contraste con el tejido
adiposo blanco (TAB) que almacena grasa para tiempos de limitado aporte de
alimentos, el TAM genera energía en respuesta a la exposición al frío y disipa
energía química de nutrientes a través del desacoplamiento del consumo de
oxígeno y la producción de ATP. Este mecanismo depende de la proteína
desacopladora 1 (UCP1), la cual se encuentra en la membrana mitocondrial
interna de los adipocitos marrones. La
activación de la grasa marrón inducida por el frío es provocada por la unión de
la noradrenalina a receptores β-adrenérgicos (β-AR), lo cual dispara la ruta
cAMP-proteína quinasa A (PKA)-lipólisis. Desafortunadamente, ni los
simpaticomiméticos no específicos ni los agonistas selectivos para los
receptores β3-adrenérgicos pueden estimular la grasa marrón humana sin marcados efectos
sobre el sistema cardiovascular. Por tanto, los receptores no adrenérgicos que
activan al TAM son necesario para atenuar la acumulación de grasa en el cuerpo
e incrementar el gasto de energía en humanos.
La tasa metabólica en reposo, además de la
exposición al frío, también aumenta en
asociación con una comida, mecanismo
conocido como acción dinámica específica o efecto termal del alimento. Aunque
este efecto se debe parcialmente a los
costos obligatorios de digestión y absorción de nutrientes, hay un componente
facultativo mediado por la grasa marrón. Un estudio reciente demuestra que una
comida mixta activa la grasa marrón humana en el mismo grado que la exposición
al frío. Mientras los costos obligatorios de la digestión y absorción de
nutrientes son inevitables, la existencia de un componente facultativo es aún
debatida, incluyendo la fuente de la termogénesis, el significado funcional y
los potenciales mediadores. En este contexto, la hipótesis de alimentación
termorreguladora propone que durante una comida, la termogénesis de grasa
marrón puede servir como una señal de
retroalimentación al cerebro para controlar el inicio y la finalización de una
comida. Entonces, además de la capacidad para quemar el exceso de calorías, la
grasa marrón podría jugar un rol en el control de la ingesta de energía. En ratas, la temperatura de la grasa marrón
aumenta aproximadamente 15 minutos antes del inicio de la comida y cae al
finalizar la comida. Un incremento en el tono periprandial del sistema nervioso
simpático (SNS) ha sido sugerido para activar la termogénesis a través de la
liberación de noradrenalina por los nervios simpáticos en la grasa marrón, lo
cual puede provocar la finalización de la comida.
Todos los macronutrientes provocan
termogénesis asociada con la comida, pero solamente los carbohidratos activan
el sistema nervioso simpático. Por otra parte, el bloqueo de β-AR con
propranolol no atenúa el aumento asociado con la comida de la producción de calor en el cuerpo
causado por una comida de carbohidratos. Por tanto, algún factor distinto al
SNS dispara también la termogénesis. La
liberación de péptidos gastrointestinales es una de las primeras respuestas
fisiológicas a la comida, las hormonas intestinales secretadas periprandialmente
son potenciales disparadores de la termogénesis asociada con la comida en la
grasa marrón. En el tracto gastrointestinal, células endocrinas especializadas producen hormonas peptídicas
haciendo del intestino uno de los órganos endocrinos más grande en el cuerpo.
Durante una comida, la secreción de hormonas intestinales inicia una compleja respuesta
neuroendocrina que codifica información sobre el estado nutricional. Las
hormonas intestinales no solo actúan localmente para orquestar la motilidad y
la secreción gastrointestinal y la digestión y absorción de nutrientes, también promueven la percepción central de
saciedad vía circuitos neuronales en el
cerebro que controlan la ingesta de alimento y limitan el tamaño de la comida.
Los péptidos más prominentes, colecistoquinina (CCK), oxintomodulina, péptido
similar a glucagón (GLP-1), péptido YY (PYY)
y secretina inhiben la ingesta de alimento mientras la hormona ghrelina producida
en el estómago promueve el hambre. Algunas de estas hormonas intestinales
activan al TAM a través de sus efectos sobre el tono SNS como la CCK y el
GLP-1, otras modulan el metabolismo de lípidos en el TAB, lo cual es de
particular interés pues la movilización de ácidos grasos libres es un
prerrequisito esencial para la activación de la UCP-1. Por ejemplo, el PPY
inhibe la lipólisis vía receptor-Y2, el cual inicia una cascada de señalización
que inhibe a la adenil ciclasa y por tanto disminuye los niveles intracelulares
de cAMP. Por el contrario, la secretina estimula la lipólisis en los adipocitos
blancos a través del receptor de secretina SCTR al activar la adenil ciclasa y
aumentar los niveles intracelulares de cAMP.
La hormona intestinal secretina, conocida
como estimulante de la secreción de agua y bicarbonato por el páncreas exocrino
y por alterar la expresión de genes de péptidos melanocortina en neuronas anorexigénicas
del hipotálamo, representa un potencial
candidato para mediador endocrino de la termogénesis asociada a la ingesta de
alimento en el TAM. En el TAM de roedores, el SCTR es abundantemente expresado
mientras los receptores para otros péptidos intestinales están ausentes. En los
adipocitos marrones, la secretina aumenta la respiración dependiente de UCP-1.
Los estudios in vitro establecen que la secretina inicia la ruta
SCTR-cAMP-PKA-lipólisis-UCP-1 en adipocitos marrones. En estudios in vivo con
ratones, el efecto termogénico de la secretina es (i) dependiente de UCP-1,
(ii) comparable al efecto de la noradrenalina, (iii) significativamente
presente a temperatura ambiente y en termoneutralidad, (iv) acompañada por un aumento en la temperatura
de la grasa marrón interescapular, el más grande depósito de TAM en los
ratones. Adicionalmente, los niveles plasmáticos de secretina disminuyen con el
ayuno y aumentan una hora después de la alimentación, lo cual es congruente con
cambios en la temperatura de la grasa marrón interescapular. Por otra parte, la
inyección de secretina previa a la realimentación de ratones en ayuno reduce la
ingesta de alimento de una manera dependiente de UCP-1. Este efecto de la
secretina sobre la ingesta de alimento es inducido por una activación directa
de la grasa marrón, independiente del SNS. El pretratamiento con propranalol no
altera el efecto de la secretina sobre la actividad de la grasa marrón y la
ingesta de alimento. La conexión entre la termogénesis en la grasa marrón
inducida por secretina y la saciedad es expresada por una correlación negativa
de la ingesta de alimento y el aumento de temperatura de la grasa
interescapular asociado con la comida. La interrelación entre secretina y grasa
marrón regula la ingesta de alimento en ratones. Aunque la ingesta total de
alimento no es alterada en ausencia de secretina o grasa marrón, el número de
comidas por noche disminuye mientras aumenta el tamaño de la comida y la
duración de la comida.
En humanos, la secretina postprandial se
correlaciona con el consumo de oxígeno y la captación de ácidos grasos en el
TAM. La evidencia directa para la acción metabólica de la secretina en el TAM
se obtuvo por tomografía de emisión de positrones-tomografía computarizada demostrando que la infusión de secretina
incrementa significativamente la captación de glucosa en la grasa marrón humana.
Adicionalmente, hay evidencia de la presencia del SCTR en la grasa marrón humana. En ratones, la
activación de la termogénesis asociada con comida inducida por la secretina en
el TAM resulta en aumento de la temperatura cerebral e incremento de la señal
melanocortina. Estos hallazgos en
animales y humanos demuestran que la secretina es un mediador del eje
intestino-TAM-cerebro en el control de la saciedad. Adicionalmente, estos
hallazgos tienen varias implicaciones: (i) pueden explicar la presencia de un
TAM funcional en humanos. En humanos, el calor disipado por la grasa marrón
puede tener un rol regulador más que un rol homeostático en la
termorregulación. (ii) Estos hallazgos califican al TAM como un órgano
involucrado en la comunicación intestino-cerebro y como un blanco terapéutico
atractivo que no solo incrementa el gasto de energía sino también reduce la
ingesta de alimento al mismo tiempo.
En el curso de la evolución, los humanos han
desarrollado mecanismos fisiológicos sofisticados para expandir sus depósitos
de grasa y sobrevivir en períodos de hambruna. Sin embargo, en los tiempos
modernos muchas personas exceden la expansión saludable de grasa corporal y
esos mecanismos fisiológicos se vuelven un riesgo para la salud. La disminución
de la ingesta de energía por cambios en el estilo de vida o intervenciones
farmacológicas, es contrarrestada inevitablemente por una reducción en la tasa
metabólica para defender la masa corporal a través de sistemas de
homeostáticos de energía. Por tanto, una
droga que incremente el gasto de energía y al mismo tiempo contrarreste la
hiperfagia podría ser la terapia de primera línea para el tratamiento de
enfermedades metabólicas. La leptina, una hormona derivada de los adipocitos,
es un factor clave en la regulación del balance energético pues promueve la
saciedad y previene la disminución del gasto de energía en respuesta a la
restricción calórica. A pesar de estas prometedoras acciones endocrinas, el
tratamiento con leptina de personas con obesidad no es muy exitoso, debido
principalmente a la resistencia a la leptina. En este contexto, la secretina, quizá combinada
con otras hormonas gastrointestinales y la leptina, surge como un candidato
prometedor.
Varios mediadores moleculares para el
reclutamiento de grasa marrón y/o la marronización del TAB han sido
identificados en los últimos años. Sin embargo, la capacidad termogénica de la grasa marrón es
solo una etapa para los propósitos terapéuticos en la prevención y tratamiento
de la obesidad porque la UCP1 es constitutivamente inactiva en los adipocitos
marrones. Clásicamente, el incremento en el tono simpático en respuesta a la
exposición al frío dispara los eventos de señalización intracelular que
movilizan ácidos grasos y activan la respiración desacoplada. Sin embargo, los
humanos pasan la mayor parte de su tiempo en ambientes termoneutros equipados
con sistemas de calefacción y usan ropas cálidas que normalmente reducen significativamente la termogénesis
inducida por la exposición al frío en la grasa marrón. Aunque la aclimatación
al frío puede activar la capacidad termogénica inducible por frío en la grasa
marrón humana, está capacidad no será utilizada mientras el ambiente sea
termoneutro. Por tanto, es de mucho interés la secretina derivada del intestino
como activador directo de la grasa marrón. Con tres a cuatro comidas ingeridas
en un día regular, la secreción periprandial de secretina dispara la activación
de la termogénesis en la grasa marrón de acuerdo con los patrones diarios de
comida. Esto implica mayor
frecuencia de activación de la
grasa marrón en un ambiente termoneutro. Más aún, un estudio reciente en
adultos jóvenes sanos demuestra que el volumen y la actividad del TAM no están
asociados con la ingesta de energía y las sensaciones relacionados con el
apetito inducidas por comida. Entonces, la termogénesis asociada con la comida
en la grasa marrón, más que la activación inducida por el frío, determina la ingesta de energía y el apetito.
Desde la perspectiva evolucionista, esto podría prevenir una limitación de la
ingesta de energía durante la exposición al frío cuando el TAM es activado para
la supervivencia en el frío. La intensidad de la actividad de la grasa marrón asociada con la comida
puede depender de la ingesta calórica y el tipo de comida.
Cuando la actividad del TAM es parte del tratamiento de la obesidad, hay que tomar en cuenta que la incidencia de TAM
activo es alterada por la edad, el sexo, el índice de masa corporal, la glucosa
plasmática, la estación del año, la temperatura ambiente y la medicación.
Aunque hay alguna evidencia que la prevalencia de grasa marrón no es afectada
por el índice de masa corporal, no hay duda que la grasa marrón activa
disminuye con la edad. Por tanto, no solo el proceso termogénico debe ser activado sino también deben
aumentarse la masa total y la capacidad oxidativa de la grasa marrón en el
cuerpo humano. Hasta ahora no está claro si se puede reclutar suficiente
capacidad de la grasa marrón para gasto de energía en las personas con obesidad
para reducir efectivamente su masa grasa corporal. Varios estudios han estimado el impacto de la
grasa marrón sobre el gasto de energía en base a cálculos e investigaciones.
Sin embargo, el cálculo basado en la
capacidad de calentamiento estimada por masa
de tejido es insuficiente para predecir el impacto de la grasa parda
sobre el balance energético. Por tanto, la grasa marrón como único blanco del
tratamiento de desbalance metabólico puede no ser satisfactorio. No obstante,
puede al menos facilitar la pérdida de peso y
prevenir la trayectoria positiva de peso que se observa con el
envejecimiento, la cual es aproximadamente de 0,5-1kg por año.
En conclusión, la ingesta de una comida
mixta activa la termogénesis en el TAM en el mismo grado que la exposición al
frío. Por otra parte, en ratones, la activación de la termogénesis en el ATM
con agonistas del receptor β3-adrenérgico inhibe la ingesta de
alimento. Sin embargo, el bloqueo farmacológico de los β-AR no inhibe la
termogénesis asociada con comida ni la ingesta de alimento. Recientemente, la
secretina ha sido identificada como activador no adrenérgico de la grasa
marrón. En vivo, el tratamiento con
secretina incrementa agudamente el gasto de energía e inhibe la ingesta
de alimento. El bloqueo de la secretina endógena en ratones atenúa la
termogénesis en el TAM, incrementa la ingesta de alimento y altera la conducta
alimenticia. Estos hallazgos demuestran que la secretina dispara un eje
intestino-TAM-cerebro en el control de la saciedad.
Fuente: Schanabl K
et al (2020). The gut hormone secretin triggers a gut-brown fat-brain axis in
the control of food intake. Experimental Physiology 105: 1206-1213.