La oxitocina y la
ingesta de alimentos
Un balance endocrino dinámico facilita el
acoplamiento de los mecanismos que
relacionan la regulación del apetito, el metabolismo y las respuestas
célula/tejido específicas, y uno de los
reguladores hormonales claves es la oxitocina (OT). La OT afecta directamente
los tejidos periféricos uniéndose a su receptor acoplado a proteína G
localizado en, por ejemplo, la glándula mamaria, el ovario, el útero y el
hueso. La relación de la OT con otras hormonas y reguladores metabólicos en los
tejidos periféricos es esencial para la salud. La OT también promueve la finalización de la ingesta de
alimentos asociada con saciedad generalizada y la contención de fenómenos adversos relacionados
con el consumo de alimentos que ponen en riesgo la homeostasis. Esta acción es
mediada por receptores de OT localizados en el cerebro. Adicionalmente, la OT
afecta el funcionamiento del organismo regulando la ingesta de macronutrientes
específicos.
Los estudios neuroanatómicos han demostrado que la mayor parte de las
neuronas OT está localizada en el hipotálamo y su núcleo paraventricular (NPV)
es la principal fuente de las fibras OT
que inervan al complejo dorsal del vago
en el tallo cerebral. Además de las neuronas parvocelulares del NPV, la OT
también es liberada a través de proyecciones
somatodendríticas de subpoblaciones magnocelulares en el núcleo supraóptico (NSO) y el NPV. Las
lesiones del NPV y la disrupción de la ruta NPV-cerebro anterior provocan
incrementos en la ingesta de alimentos y el peso corporal en ratas. La
liberación de OT y el incremento en la actividad de las neuronas OT coincide
con la finalización de la ingesta de alimentos
asociada con saciedad en animales de laboratorio. Muchos investigadores han confirmado que la
OT causa reducción de la ingesta de alimentos
y han identificado al cerebro anterior (particularmente al complejo
dorsal del vago) como el área a través
del cual son ejecutados los mecanismos
inhibitorios de la ingesta de alimentos disparados por la OT.
Varios neuropéptidos que inducen saciedad y afectan el apetito actúan, al menos
parcialmente, a través de rutas que contienen OT. Estos péptidos incluyen,
entre otros, a la hormona estimuladora de melanocitos α (α-MSH) y al péptido
glucagonoide 1 (GLP-1), componentes claves del circuito tallo
cerebral-hipotálamo del apetito. Recientemente, el núcleo ventromedial del
hipotálamo (NVM) ha sido identificado
como un sitio a través del cual la OT causa la temprana finalización de
la ingesta de alimentos en ratas alimentadas libremente. Es conveniente señalar que la ingesta de una cantidad suficiente de
energía no parece ser el factor
principal o necesario que induce la actividad neuronal OT que subyace a la finalización
de la ingesta de alimentos. En efecto,
la actividad neuronal y la liberación de
OT que coinciden con la finalización de
la ingesta de alimentos ocurren conjuntamente con cambios en los parámetros asociados con el
consumo, independientemente de la carga de calorías. Estos parámetros
incluyen la excesiva distensión gástrica y la elevada osmolalidad del plasma.
La protección del medio interno durante
el consumo de alimentos parece ser la función neurorreguladora clave de la OT en el sistema nervioso
central, es decir, su importancia para
facilitar conductas, particularmente con
relación a la reproducción y la vida
social. Por lo tanto, la función
anorexigénica de la OT debe ser vista
desde un amplio punto de vista de
ajuste/balance de respuestas fisiológicas y conductuales.
En los últimos años, los resultados de diversos estudios
sugieren la implicación de la OT
cerebral en otros aspectos del consumo de alimentos como la preferencia por
macronutrientes y la recompensa por la ingesta de alimentos. Estos hallazgos
resaltan el significado neuroanatómico y funcional del sistema OT fuera del
clásico mecanismo saciedad/terminación de la ingesta y colocan a la OT como un
neurorregulador de los complicados e intrincados procesos de la escogencia de la dieta. En este
contexto, sitios como el núcleo accumbens
y el área tegmental ventral, involucrados en procesos de recompensa,
aparecen como blancos prominentes de la señal OT. Las proyecciones neuronales
OT del NPV forman sinapsis somáticas y axodendríticas con neuronas
mesolímbicas. Los datos de estudios en humanos y animales de laboratorio
relacionan la activación/disponibilidad del receptor de OT con
modificaciones en la recompensa no
relacionada con la ingesta de alimentos (recompensas naturales como conductas
sociales y reproductivas a la administración de drogas de abuso). Por ejemplo,
en ratas hembras, el tratamiento con
cocaína cambia la densidad de unión de receptores de OT en el núcleo del lecho de la estría
terminal, y en ratones hembras, las infusiones intracraniales de OT promueven
el desarrollo de una preferencia social
condicionada. Por otra parte, los
estudios neuroquímicos han señalado una relación entre OT y dopamina en la
modificación de las recompensas, por ejemplo, en ratones la administración
central de OT reduce la liberación de
dopamina provocada por metanfetamina en cuerpo estriado y núcleo accumbens y
concomitantemente promueve una disminución en la liberación de glutamato y un
incremento en la presencia extracelular de GABA en la corteza prefrontal medial.
Los procesos neuroendocrinos y conductuales que gobiernan
la ingesta de alimentos y la adicción muestran una parcial sobreposición. Por
ejemplo, en roedores la grelina, una hormona estimuladora del apetito, activa
al circuito dopamina del área tegmental ventral
y promueve el consumo de alimentos sabrosos sobre dietas blandas,
incrementa la ingesta de alcohol y facilita la preferencia inducida por la
cocaína. En cambio, las inyecciones de leptina, una hormona anorexigénica,
disminuyen la auto-administracion de drogas de abuso, mientras la
restricción de alimentos tiene un efecto
opuesto. Por otra parte, la preferencia por el azúcar está asociada con una
mayor respuesta al etanol, la auto-administración de cocaína y anfetamina en
ratas. Por lo tanto, considerando la relación entre OT central y conductas
adictivas, es plausible preguntarse si esta relación puede extenderse a la recompensa de la ingesta de alimentos. En este contexto, los estudios pioneros,
realizados en ratones OT “knockout”, demostraron que la lesión genética de OT provoca un aumento sostenido de la ingesta de soluciones sabrosas de
sucrosa. La sacarina, un edulcorante no calórico no carbohidrato, también fue sobre consumido por los ratones KO,
lo cual está de acuerdo con la noción de
que la OT afecta la recompensa por ingesta de alimentos. Sin embargo, la
propensión de los ratones OT KO a sobre consumir alimentos sabrosos no se extiende a las grasas. Los hallazgos del modelo OT KO están de acuerdo con los
resultados de experimentos en animales de laboratorio sin modificaciones
genéticas en el sistema OT. Más aún, la comparación de la actividad de las neuronas OT del
hipotálamo inducida por el consumo de
sucrosa o Intralipid en volúmenes equivalentes demostró un número mucho
mayor de células OT Fos positivas en el
grupo sucrosa. Es conveniente señalar que aún en el caso
de los ratones alimentos con grasa, la actividad de las neuronas OT es
mayor al final que al comienzo de una
comida, lo cual refleja el rol de la OT central como mediador de saciedad y el fenómeno de la elevada
activación neuronal y la liberación de OT coincidiendo con la finalización de
la comida. Por lo tanto, la composición de la dieta afecta la magnitud de la
respuesta del sistema OT al final de la comida.
Un estudio reciente reporta una importante pieza de
evidencia que relaciona a la OT con la recompensa por ingesta de alimentos.
Este estudio demostró que la infusión de OT en el área tegmental ventral
disminuye el consumo de sucrosa, efecto que fue abolido por el pretratamiento
con L-368.899, un antagonista del receptor de OT. Esto es consistente con
hallazgos previos que demuestran que cuando los animales tienen que escoger
entre sucrosa y grasa, la administración sistémica de bloqueadores del receptor
de OT provoca una desviación de la preferencia hacia el azúcar sin afectar el
consumo total de energía. La investigación en humanos de los efectos de la OT
sobre la recompensa por alimentación es aún incipiente. Los primeros datos
apoyan la noción de una relación funcional entre la OT y la recompensa
disparada por alimentos ricos en azúcar. Es conocido que en las mujeres
embarazadas, los antojos por comida
disminuyen en la medida que incrementan gradualmente los niveles de OT durante
la gestación. Por otra parte, en el curso del ciclo menstrual, la ingesta de
alimentos (incluyendo azúcar) es baja durante la ovulación (altos niveles de
OT) e incrementa durante la fase luteal (bajos niveles de OT).
Ahora bien, mientras la OT central suprime ciertos
tipos de recompensa por alimentación (especialmente relacionadas
con el consumo de carbohidratos) y
contribuye con la reducción de la ingesta y con un desvío transitorio en la escogencia de la dieta, los ligandos
del receptor de opiodes (y posiblemente
también otros neuromediadores de la
alimentación por placer) disminuyen la actividad de las neuronas OT al final de
la comida promoviendo la continuación de la conducta de ingerir alimento. En ratas, los agonistas
del receptor de opiodes disminuyen la actividad de las neuronas OT en respuesta a estímulos nocivos, mientras un
antagonista, naloxona, potencia los efectos anorexigénicos de los agentes
eméticos. Por otra parte, la ingesta
diaria de dietas de alto contenido de
sucrosa en ratas reduce la expresión
c-Fos en las neuronas OT después de una comida rica -o pobre- en sucrosa comparado con ratas que
reciben diariamente comida con bajo
contenido de azúcar. Esto sugiere que el
consumo regular de azúcar puede reducir la actividad de las neuronas OT al
final de la comida en respuesta a cualquier alimento independientemente de su
composición. Entonces, el balance de las
evidencias sugiere que mientras la OT endógena
reduce el consumo de alimentos dulces,
la ingesta habitual de tales alimentos –típicamente asociada con aumento de la actividad en los circuitos
recompensa- puede disminuir la respuesta
de las neuronas OT a parámetros
fisiológicos que podrían conducir a la finalización de la ingesta de alimentos.
El envejecimiento está asociado con disturbios en la
ingesta de alimentos (especialmente con una disminución en el consumo de
energía) atribuidos a causas psicosociales y fisiopatológicas. Los datos
generados a través de estudios en
humanos y modelos animales reflejan la disminución relacionada con la edad en
la ingesta de alimentos y la desregulación del balance energético. En humanos y roedores se ha demostrado que la
preferencia por las grasas disminuye grandemente mientras se eleva el
porcentaje de calorías derivadas de carbohidratos. Este cambio en las
preferencias de macronutrientes refleja
que las necesidades metabólicas
cambiaron y puede conducir a
desbalance energético, cambios en la masa grasa y osteoporosis. Por lo tanto,
es importante identificar en cual de los estados fisiológicos y
fisiopatológicos asociados con desvíos en la preferencia dietética los cambios
en la actividad del sistema OT sirven como factor causal. Sin embargo, los
pocos estudios publicados sobre los cambios en el sistema OT durante el proceso
de envejecimiento presentan evidencias conflictivas con respecto a la densidad
de receptores de OT, número y actividad
funcional de neuronas OT. Por ejemplo, un estudio en ratas reporta aumento de
la secreción de OT en el NPV pero no el NSO. Otro estudio también en ratas señala una disminución relacionada con la
edad de la concentración de OT en septum
e hipocampo y una disminución en la unión de la OT a su receptor en putamen,
tubérculo olfatorio y NVM del hipotálamo. En monos Rhesus, los niveles de OT en
el líquido cerebro-espinal se
correlacionan positivamente con la edad en las hembras adultas. Sin embargo,
otros estudios no encontraron
correlación entre la edad y los cambios en el sistema OT y reportan similar
densidad de fibras OT en ratas y similar número de células OT en el NPV en humanos.
En conclusión, la OT central promueve la finalización de la ingesta de alimentos en respuesta a la distensión gástrica excesiva, el aumento
en la carga de sal y la presencia de toxinas.
Las rutas neurales hipotálamo-cerebro anterior facilitan estos
aspectos de la hipofagia inducida por la
OT. Adicionalmente, descubrimientos recientes implican a la OT en
modificaciones de la ingesta de alimentos a través de los circuitos recompensa.
En este contexto, se ha encontrado que la OT afecta diferencialmente el consumo
de macronutrientes individuales y, bajo ciertas circunstancias juega un rol de
mediador de la saciedad específica de
carbohidratos (especialmente azúcar). La evidencia acumula define a la OT como un
componente clave de los mecanismos que reducen la alimentación por placer y las
preferencias por determinados macronutrientes. Por lo tanto, los cambios en la actividad del
sistema OT que modifican la selección de alimentos por su contenido de
macronutrientes pueden afectar la salud del organismo.
Fuente: Klockars A et al (2015). Central oxytocin and food intake: focus on macronutrient-driven reward.
Frontiers in Endocrinology 6:65.
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