El rol de los ácidos grasos de
cadena corta en la regulación del apetito
Algunos carbohidratos resisten la digestión en el tracto
gastrointestinal superior y llegan intactos al colon en donde son sometidos a
fermentación por las bacterias residentes. La microbiota intestinal humana está
compuesta por 1013-1014 microorganismos. Los principales productos de la fermentación
de los carbohidratos no digeribles en el intestino son ácidos grasos de cadena
corta (AGCC), calor y gases. El proceso de fermentación bacteriana del colon
funciona como un sistema de producción de energía para material no digerible y rescata la
energía que no puede ser absorbida en el
intestino delgado y que es usada por
algunas especies como una de sus principales fuentes de energía. Los
principales AGCC producidos por la fermentación bacteriana son acetato,
propionato y butirato, los cuales están presentes en una relación molar
60:20:20 aproximadamente. La tasa,
relación y extensión de la producción de AGCC es una compleja interrelación entre el tipo carbohidratos fermentables
(CF), la diversidad y actividad del
microbioma y el tiempo de transito intestinal.
La suplementación de dietas ricas en grasas con CF en roedores ha
demostrado proteger contra la ganancia de peso y masa grasa. En humanos, se han reportado
asociaciones entre el consumo de CF y mejoras en la homeostasis de la glucosa,
la sensibilidad a la insulina y los perfiles de lípidos sanguíneos. Sin
embargo, estos beneficios no se han
observado en adultos jóvenes sanos.
Los receptores acoplados a proteína G, GPR43 y GPR41, son
activados por los AGCC. Estos receptores actualmente son conocidos como
receptores de ácidos grasos 2 y 3 (FFA2
y FFA3), respectivamente. Acetato y propionato son los activadores más potentes
del FFA2, mientras el FFA3 es activado en el siguiente orden de afinidad:
propionato > butirato > acetato. FFA2 y FFA3 son expresados ampliamente en intestino
delgado y colon. Adicionalmente, FFA2
ha sido detectado en músculo esquelético, corazón, bazo, células del sistema inmune
y tejido adiposo, mientras FFA3 ha sido detectado en tejido adiposo, células
mononucleares, páncreas, bazo, médula ósea y nódulos linfáticos.
En modelos animales, los CF ejerce un efecto de saciedad
en los centros del apetito del hipotálamo. Adicionalmente, tanto los CF como
los AGCC han sido asociados con un incremento en las concentraciones
circulantes de péptido glucagonoide-1
(GLP-1) y péptido YY (PYY), hormonas intestinales con efecto anorexigénico.
GLP-1 y PYY son liberados en respuesta a
la ingesta de alimentos por las células
L presentes a lo largo del tracto gastrointestinal pero con mayor concentración en el ileum distal y el colon. La co-expresión de FFA2 y FFA3 en las células
enteroendocrinas L sugiere que los AGCC
podrían ser los responsable de disparar la liberación de estas hormonas intestinales. Esta teoría
es apoyada por estudios en ratones “knock-out” FFA3 que demostraron
alteraciones en la expresión de PYY y “knock-out” FFA2 con expresión reducida de GLP-1. Por otra
parte, un estudio reciente reporta que la administración intraperitoneal de
acetato en ratones induce actividad neuronal en el núcleo arcuato del
hipotálamo, lo que sugiere que el acetato por sí mismo es una señal
anorexigénica.
Aunque hay evidencia que la adición de CF a la comida de
animales con dieta rica en grasas resulta
en mejoras en el peso corporal,
los resultados de los estudios en humanos son inconsistentes. Sin embargo,
se demostrado que el propionato estimula significativamente la
liberación de PYY y GLP-1 en las células del colon. También se ha demostrado
que el reemplazo de grasa con una dosis aguda de inulina (24 g) en el desayuno resulta en
una menor ingesta de energía y grasa a lo largo del día. Otro estudio demuestra que consumir CF en la
cena incrementa las concentraciones circulantes de PYY y disminuye las
concentraciones de grelina, una hormona orexigénica, en el desayuno. Aparentemente se necesitan
dosis altas de PYY para inducir la supresión del apetito. Por otra parte, le
llevaría casi un año a la microbiota
intestinal adaptarse al contenido fermentable extra de la dieta. Sin embargo, los datos de un
estudio reciente demuestran que el cambio en la dieta
altera rápidamente la estructura de la comunidad microbiana y la
expresión de genes en el microbioma
intestinal.
La importancia de los AGCC en el metabolismo energético
ha sido resaltada en estudios recientes en los cuales ratones libres de
gérmenes reciben trasplantes de
microbiota intestinal. Estas investigaciones
indican que la transferencia de la composición de la microbiota
intestinal influye en la ganancia de peso corporal y en la adiposidad. Por ejemplo, el trasplante de microbiota
fecal de gemelos discordantes en
obesidad a ratones libres de gérmenes
resulta en un fenotipo similar en el ratón receptor. Los efectos metabólicos
observados en estos estudios no se asociaron con ningún cambio significativo en
la ingesta de energía, lo que sugiere que los efectos positivos observados en
el balance energético pueden ser resultado de un cambio en la utilización y
gasto de energía.
Aunque el consumo de CF y AGCC ha sido asociado con una
reducción en la ingesta de energía, también hay evidencia que los AGCC pueden
incrementar el gasto de energía. Está demostrado que los AGCC incrementan la
tasa de consumo de oxigeno, aumentan la termogénesis adaptativa y la oxidación
de grasas y aumentan la función mitocondrial en roedores. También se demostró que la oxidación de los
tres principales AGCC es significativamente mayor en los colonocitos aislados de ratones que habían consumido una dieta rica en fibras durante 14 días. La
evidencia de varios estudios indica que
los receptores FFA2 y FFA3 pueden tener un rol crítico en la homeostasis
energética. En este contexto, los ratones FFA3 KO exhiben un reducido gasto de
energía y el tratamiento con propionato incrementa la tasa de consumo de
oxigeno en ratones normales, un resultado que no está presente en los ratones FFA3
KO. Por otra parte, se ha demostrado que
los AGCC estimulan directamente la
actividad del sistema nervioso simpático a través del FFA3 en el ganglio
simpático, controlando de esta manera el gasto de energía. Adicionalmente, la
evidencia reciente sugiere que el propionato se une al FFA3 en el sistema aferente periportal para
inducir la gluconeogénesis intestinal a través de un circuito neural
intestino-cerebro. Asimismo, se ha
reportado que los ratones FFA2 KO exhiben una reducción del gasto de energía cuando son alimentados con dietas ricas en
grasas. Por el contrario, los ratones con sobre expresión de FFA2 en el tejido
adiposo exhiben incremento del gasto energético. Sobre la base de estos resultados se ha
propuesto que la activación de FFA2 incrementa
el gasto de energía y la capacidad para oxidar grasas a través de la supresión de la acumulación de grasa y la señal insulina en el tejido adiposo.
Hay evidencia que los roedores alimentados con una dieta
suplementada con CF o AGCC tienen reducción
de lípidos intrahepatocelulares, contenido hepático de triglicéridos y
colesterol, síntesis hepática de colesterol y producción hepática de glucosa.
Los AGCC son absorbidos de la luz intestinal en la vena porta y posteriormente
entran en el flujo sanguíneo hepático. Como el butirato es el combustible
preferido por los colonocitos, la mayor parte del butirato producido en el
intestino es rápidamente utilizado en el epitelio. Por el contrario, la mayor
parte del propionato y el acetato producidos en el intestino es absorbida en la
vena porta. El butirato y el propionato
presentes en la vena porta son extraídos y metabolizados por el hígado y
sólo una pequeña cantidad entra en la circulación venosa, mientras que la
captación de acetato por el hígado no es significativa. Estos datos sugieren
que los cambios hepáticos asociados con el consumo de CF y AGCC se deben principalmente
al metabolismo del propionato en el hígado. Es conocido que el propionato es un sustrato gluconeogénico y que inhibe la utilización del acetato para
la síntesis de lípidos y colesterol.
Varios estudios han reportado que el consumo de CF en humanos afecta las
concentraciones circulantes de colesterol y triglicéridos, y reduce la
lipogénesis hepática. Adicionalmente,
los AGCC pueden tener un beneficio indirecto en el metabolismo hepático a
través de la secreción de hormonas en el
intestino. En particular, el GLP-1 ha
demostrado que modula fisiológicamente los mecanismos responsables de la acumulación
de ácidos grasos libres en el hígado y reduce la esteatosis hepática.
El consumo de CF ha sido asociado con mejoras en la homeostasis de la glucosa.
Por ejemplo, la suplementación con
propionato induce una reducción en la glucosa en ayunas en ratas. En humanos, la evidencia es inconsistente aunque se ha demostrado que los AGCC no tienen efecto
significativo sobre el metabolismo de la glucosa en hombres sanos. La
gluconeogénesis intestinal promueve beneficios metabólicos y regula la homeostasis
de glucosa y energía. El sensor de glucosa de la vena porta es activado por la
gluconeogénesis intestinal y transmite señales al cerebro a través de nervios
periféricos para iniciar estos efectos beneficiosos. El butirato activa
directamente la expresión de genes de la gluconeogénesis intestinal y el
propionato actúa como sustrato
gluconeogénico. Adicionalmente,
las ratas alimentadas con una dieta suplementada con AGCC o CF exhiben en
comparación con el grupo control una ganancia de peso significativamente menor,
adiposidad reducida y menor producción hepática de glucosa. Estos datos
sugieren que la gluconeogénesis intestinal tiene un rol importante en los
efectos beneficiosos asociados con el consumo de CF.
Los resultados de varios estudios indican que el consumo
de CF protege contra el desarrollo de masa grasa y que los tres principales
AGCC protegen contra la obesidad inducida por dieta. El tratamiento con
propionato y acetato incrementa la expresión de leptina, una potente hormona
anorexigénica, en los adipocitos de roedores. Adicionalmente, el propionato
incrementa la concentración plasmática de leptina en ratones y estimula la
expresión del ARNm de la leptina en
tejido adiposo humano. El incremento estimulado por AGCC en la expresión de
leptina en los adipocitos es mediada por el FFA3 según algunos estudios y por
el FFA2 según otros estudios. El FFA3 también puede tener
un rol en la captación de glucosa
estimulada por insulina en los adipocitos. Por otra parte, se ha demostrado que
la activación de FFA2 por AGCC suprime la señal insulina en los adipocitos, lo
cual resulta en la inhibición de la
acumulación de grasa en el tejido adiposo y en la promoción del metabolismo de glucosa y lípidos en otros
tejidos. Los investigadores sugieren que
el FFA2 puede actuar como un sensor del exceso de energía en la dieta,
controlando la utilización de energía y
manteniendo la homeostasis metabólica. También se ha demostrado que los AGCC aumentan
el grado de diferenciación de los adipocitos y que el propionato y el
acetato inhiben la lipólisis en el
tejido adiposo con la consiguiente disminución de la concentración plasmática
de ácidos grasos libres. El propionato
incrementa la expresión de FFA2 durante la diferenciación de los adipocitos, causa
una regulación hacia arriba de PPAR-γ2 e incrementa la expresión de los genes
de los receptores 1 y 2 de adiponectina.
Aunque los datos de estudios en animales sugieren que los
AGCC y la actividad de sus receptores, FFA2 y FFA3, pueden tener un efecto
inhibitorio contra la ganancia de peso, hay actualmente una carencia de
evidencia para apoyar esta hipótesis en humanos. Dado que el acetato y el propionato
son los más potentes activadores del FFA2 es plausible que estos AGCC sean los responsables
de los cambios observados en los adipocitos después del consumo de CF o la
administración de AGCC. Sin embargo, como el acetato circula en mayor
concentración que el butirato y el propionato,
es el AGCC que más influye directamente en el tejido adiposo.
En conclusión, la evidencia acumulada sugiere que los
AGCC tienen un rol beneficioso en la regulación del apetito y la homeostasis de
energía. Los AGCC son producidos cuando los carbohidratos no digeribles,
particularmente fibras de la dieta, son sometidos a fermentación en el colon
por la microbiota intestinal. Es
evidente que el consumo de CF y la administración de AGCC resultan en
beneficios para la salud, incluyendo mejoras en la composición corporal, la
homeostasis de la glucosa, los perfiles sanguíneos de lípidos y una reducción
del peso corporal y del riesgo de cáncer. Los AGCC tienen numerosos procesos
metabólicos, los cuales son activados en paralelo y afectan la homeostasis de
energía y la regulación del apetito. Más aún, la captación sitio-especifica de
AGCC a través del eje intestino-hígado-tejido periférico sugiere selectividad
en el efecto individual de los AGCC.
Fuente: Byrne CS et al (2015). The role of short chain fatty acids in appetite regulation and energy
homeostasis. International Journal of
Obesity 39: 1331-1338.
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