Integración
neuroendocrina en el núcleo paraventricular
El núcleo paraventricular (NPV), una estructura bilateral
del hipotálamo, está involucrado en el
mantenimiento de la homeostasis del cuerpo y juega un rol importante en la generación de respuestas neurohumorales. Esta compleja función es activada por una
rica interconectividad bidireccional con
múltiples centros cerebrales, incluyendo impulsos aferentes visceroceptivos,
así como respuestas motoras autónomas, endocrinas y neuroendocrinas. El NPV es
capaz de “sensar” continuamente -e integrar- información relacionada
con el estatus del ambiente
interno del cuerpo. Más aún, en condiciones que desvían las variables fisiológicas de sus
respectivos “set points”, los impulsos visceroceptivos procedentes principalmente del tallo cerebral provocan en
el NPV patrones complejos de respuestas motoras neurosecretoras y autónomas, las
cuales actúan sobre los tejidos periféricos para restablecer la homeostasis del cuerpo.
Las características anatómicas y fisiológicas del NPV lo
convierten en un centro ideal para estudiar el rol de los neuropéptidos como moléculas de señalización en la
comunicación entre las poblaciones neuronales
en el cerebro. A pesar de ser un
núcleo relativamente pequeño, en el NPV existen poblaciones de neuronas
funcionalmente distintas, las cuales han sido clasificadas en dos grupos
principales, magnocelulares y parvocelulares. Las neuronas magnocelulares emiten
axones que terminan en la hipófisis
posterior en donde liberan las
neurohormonas oxitocina (OT) y
vasopresina (VP) en la circulación sistémica. Estas neuronas juegan roles
críticos en la homeostasis reproductiva,
la regulación de la presión arterial y el balance de fluidos/ electrolitos. Las
neuronas parvocelulares envían sus axones a la eminencia media en donde liberan
hormonas hipofisiotrópicas que controlan la función de la hipófisis anterior y
el eje hipotálamo-hipófisis. Estas hormonas incluyen a la hormona liberadora de
corticotropina (CRH), la hormona liberadora de tirotropina (TRH) y la
somatostatina. Por otra parte, las
neuronas parvocelulares preautónomas
envían largas proyecciones
descendentes a los centros simpáticos y parasimpáticos en el tallo cerebral y la médula espinal, incluyendo al núcleo del
tracto solitario, la médula rostral ventrolateral, el núcleo motor dorsal del vago
y neuronas simpáticas preganglionares en la columna celular
intermediolateral de la médula espinal.
Estas neuronas modulan las descargas simpáticas y parasimpáticas en una variedad de órganos, incluyendo al
corazón, los vasos sanguíneos periféricos y los riñones e intervienen en la
homeostasis cardiovascular y de fluidos/electrolitos, entre otras funciones. Además
de estos blancos neurosecretores y autónomos, el NPV envía proyecciones a los
centros superiores en el cerebro, incluyendo la amígdala central.
Otra característica significativa del NPV es que las
distintas poblaciones de neuronas actúan
de manera concertada en respuesta a los
cambios fisiológicos que requieren de la generación de respuestas homeostáticas multimodales. Un
ejemplo de ello ocurre durante un cambio en el balance de fluidos/electrolitos.
Un incremento en la osmolaridad plasmática o una pérdida de volumen sanguíneo
provocan la activación de las neuronas
magnocelulares neurosecretoras y las neuronas presimpáticas del NPV, lo cual resulta en la liberación sistémica de
OT y VP y un incremento en la descarga simpática en los riñones. Estas respuestas complementarias del NPV
actúan concertadamente a nivel de los
riñones para modular adecuadamente la reabsorción/excreción de agua y Na+
y restaurar la homeostasis de fluidos y electrolitos. Más aún, los
disturbios de la homeostasis de fluidos
también provocan la activación de neuronas CRH con la consiguiente activación
del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, contribuyendo así a una respuesta homeostática multimodal a
este tipo de estresores fisiológicos.
Los estudios sobre las respuestas homeostáticas
multimodales coordinadas por el NPV
demostraron claramente una compartamentalización de las distintas poblaciones neuronales. Por
ejemplo, las neuronas VP están concentradas en el subnúcleo magnocelular lateral mientras las neuronas OT están localizadas predominantemente en el subnúcleo magnocelular medial. Por el contrario, las neuronas presimpáticas están distribuidas predominantemente
en tres subnúcleos del NPV: dorsal,
parvocelular posterior y parvocelular ventromedial, mientras las neuronas CRH
se localizan en el subnúcleo parvocelular medial. Esta organización anatómica compartamentalizada junto con (i) el hecho que las neuronas del
NPV inervan distintos blancos, (ii) la
carencia de evidencia de axones colaterales en -o cerca del- NPV y (iii) la evidencia que indica que los impulsos aferentes en el NPV (por
ejemplo, visceroceptivos catecolaminérgicos) son también anatómicamente
segregados, apoyan una interacción
entre las poblaciones neuronales neurosecretoras y autónomas en el NPV. La íntima asociación anatómica entre los diferentes sistemas
neuropeptidérgicos favorece la
posibilidad de su activación coordinada. La evidencia reciente apoya la noción que la liberación dendrítica de neuropéptidos ejerce el rol de una señal interpoblación que participa en la coordinación de las
poblaciones neuronales funcionalmente
distintas del NPV así como en la
generación de respuestas homeostáticas neurohumorales multimodales.
Las dendritas son consideradas ensambles receptivos en
las neuronas, en los cuales las señales de otras neuronas (potenciales
sinápticos inhibidores y excitadores) son integradas pasivamente y propagadas al soma y el cono axonal para provocar y/o modular la descarga
de la neurona. Sin embargo, el
descubrimiento de conductancias activas a través de la extensión de los
procesos dendríticos así como la capacidad
de los potenciales de acción para propagarse en dirección reversa (del soma a las
dendritas) hacen de las dendritas compartimentos neuronales excitables que
participan activamente en el
procesamiento de información en el sistema nervioso central. Adicionalmente, se
ha demostrado que las dendritas no
solamente son componentes receptivos, sino que también actúan como fuente de moléculas de
señalización en el cerebro. El hallazgo de dopamina acumulada en –y depletada
de- las dendritas en neuronas de la sustancia negra constituyó la primera
evidencia que las dendritas pueden liberar neurotransmisores. El trabajo
de varios grupos de investigadores ha demostrado que los neuropéptidos OT y VP son liberados
activamente por las dendritas de neuronas magnocelulares neurosecretoras.
La liberación dendrítica de ambos neuropéptidos
ocurre de manera dependiente de actividad e involucra
una exocitosis dependiente de Ca2+. Más aún, la liberación
dendrítica puede ser controlada independientemente de la liberación por el
terminal axonal. Por ejemplo, la activación del receptor melanocortina 4 por la
hormona estimulante de melanocitos α provoca la liberación dendrítica pero no
la axonal de OT en las neuronas
magnocelulares. El patrón y el curso
temporal de liberación de estas dos fuentes pueden ser bastante diferentes, dependiendo
del tipo de estímulo. Por ejemplo, durante una estimulación osmótica, OT y VP
son liberadas por dendritas y axones. Sin embargo, la liberación dendrítica es
más prolongada que la liberación axonal.
OT y VP liberadas dendríticamente actúan de manera autocrina para
modular la eficacia de los impulsos sinápticos y el grado de la actividad de
descarga de su respectiva fuente neuronal.
Estos efectos, a su vez, son críticos para optimizar su actividad
durante condiciones fisiológicas como la lactancia y en respuesta a la
estimulación osmótica.
A pesar de la segregación anatómica de los somas de las neuronas de las distintas
poblaciones del NPV, los procesos
dendríticos extienden los límites de sus
respectivos subcompartimentos. Las dendritas de las neuronas magnocelulares neurosecretoras VP se extienden
en las subdivisiones del NPV ricas en neuronas presimpáticas y, en algunos casos, las extensiones llegan
hasta el NPV contralateral. Esta
interrelación anatómica entre las dendritas de las neuronas VP y las
neuronas presimpáticas sugiere la presencia de señales dendro-dendríticas y/o
dendrosomáticas entre las dos
poblaciones neuronales. En este
contexto, es de hacer notar que las dendritas de las neuronas magnocelulares
neurosecretoras contienen múltiples
sitios de almacenamiento de los neuropéptidos producidos en estas
neuronas. Más aún, VP y OT tienen vida media relativamente larga y se
encuentran en concentraciones extracelulares altas en el cerebro. Estos datos
apoyan la noción que las dendritas de las neuronas magnocelulares neurosecretoras
pueden actuar como fuente de las señales
VP y OT en este microambiente dendro-dendritico/somático interpoblacional. Sobre la base de estas observaciones se ha
propuesto la hipótesis que la VP liberada por las neuronas magnocelulares
neurosecretoras, además de actuar de manera autocrina,
difunde en el espacio extracelular para modular la actividad de la población
neuronal presimpática vecina. En otras palabras, los péptidos liberados por las
dendritas de las neuronas del NPV
actúan como señal interpoblacional.
Los astrocitos han sido
considerados células no
excitables que solamente proporcionan energía y soporte físico a las neuronas
adyacentes. Sin embargo, actualmente son reconocidos como jugadores activos claves en el procesamiento de información en el cerebro. Esto es
particularmente cierto en el NPV, en donde la interacción neuro-glial bilateral
juega roles críticos en la regulación de las funciones neurosecretora y
autónoma. Sin embargo, en el contexto de la interacción neuronal
VP-presimpática, los astrocitos no son intermediarios celulares críticos. Un
estudio reciente demuestra que la comunicación intercelular persiste en presencia de gliotoxina y que la mayoría
de los astrocitos no responden a la VP
liberada dendríticamente.
Numerosos estudios apoyan el rol de las neuronas
magnocelulares neurosecretoras y presimpáticas del NPV en la respuesta
neurohumoral provocada por la estimulación osmótica central. Esta respuesta
homeostática se caracteriza por la liberación sistémica de VP y el incremento
concomitante en la actividad nerviosa
simpática en los riñones. Por ejemplo, la infusión intracarotídea de NaCl
(0,3-2,1 osmol/l) provoca un incremento dependiente de dosis de la actividad nerviosa simpática en los
riñones y también estimula la liberación intranuclear de VP. Ahora bien, cuando se inyecta bilateralmente un
antagonista del receptor V1a en el NPV
antes del estimulo osmótico, la respuesta renal simpático-excitadora se inhibe aproximadamente 50%. Estos estudios
in vivo indican que la liberación somatodendrítica de VP en el NPV juega un rol crítico en el
reclutamiento de neuronas simpático-excitadoras durante una alteración
homeostática que requiera de una respuesta neurosecretora y simpática concertada.
La activación de las neuronas magnocelulares neurosecretoras VP del NPV por
un estímulo osmótico provoca una
descarga de potenciales de acción que se
propagan anterogradamente para
despolarizar los terminales axónicos en
la neurohipófisis, lo cual resulta en la liberación sistémica de VP.
Adicionalmente, los potenciales de acción
se propagan hacia atrás en los
segmentos dendríticos provocando la liberación dendrítica intranuclear de VP.
La VP difunde pasivamente en el espacio extracelular y su unión a los
receptores V1a de las neuronas presimpáticas del NPV provoca la despolarización
de la membrana con el consiguiente aumento de la frecuencia de disparo que a su vez incrementa
la descarga simpática en los órganos
periféricos (riñones, por ejemplo).
En conclusión, la comunicación entre poblaciones
neuronales es un proceso fundamental en el cerebro para la generación de conductas complejas. Ante un estresor osmótico, el NPV genera una respuesta homeostática
multimodal que involucra componentes neuroendocrinos (liberación sistémica de
VP) y autónomos (descarga simpática en
los riñones). La evidencia acumulada en los últimos años apoya la liberación
dendrítica de VP y su difusión en el espacio extracelular como un eficiente mecanismo de señalización que media la
comunicación entre los sistemas neuroendocrino y autónomo en el NPV. En una situación de cambio
osmótico, esta comunicación opera tanto a nivel célula-célula, influyendo en la
actividad neuronal individual, como
también a nivel poblacional, afectando la respuesta simpática excitadora. Los estudios anatómicos demuestran una
organización y segregación altamente compartamentalizada entre estas
poblaciones neuronales funcionalmente diferentes. La comunicación entre las
neuronas magnocelulares secretoras de VP y las neuronas presimpáticas que tiene
lugar en el NPV es funcionalmente
relevante para la regulación homeostática.
Otras moléculas de señalización (OT, dinorfina, endocanabinoides, entre
otras) son liberadas de una manera
dependiente de actividad por las dendritas de las neuronas magnocelulares neurosecretoras
del NPV. Si estas moléculas también
median la comunicación interpoblacional
en el NPV, aún no está determinado.
Fuente: Stern JE (2015). Neuroendocrine-autonomic
integration in the paraventricular nucleus: novel roles for dendritically
released neuropeptides. Journal of
Neuroendocrinology 27: 487-497.
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