Hipertiroidismo e hipertrofia cardiaca
Las hormonas
tiroideas (HT) tienen un impacto significativo en el organismo. Sin embargo,
está bien documentado que el corazón es el principal y más importante blanco de
las acciones de las HT. Las variaciones en los niveles circulantes de HT están
asociados con el desarrollo y progreso de enfermedades cardiovasculares. La
hipertrofia cardiaca, definida como un agrandamiento del corazón, ocurre como
una consecuencia de los altos niveles de HT y puede predisponer a los
individuos a la insuficiencia cardiaca. La hipertrofia cardiaca es disparada
por la acción directa de las HT sobre las células cardiacas y por mecanismos
indirectos a través de la interacción con otros sistemas del organismo, como el
sistema nervioso simpático (SNS) y el
sistema renina-angiotensina (RAS), entre otros.
La triyodotironina (T3) y la tiroxina (T4)
son las principales HT producidas por las células foliculares de la glándula
tiroides y están unidas a la proteína tiroglobulina hasta su liberación en la
circulación sanguínea. La síntesis de HT depende de la oxidación del yoduro de
la dieta, seguida por la yodación y acoplamiento de moléculas de tirosina para formar T3 y T4. La principal
hormona secretada es la T4, la cual es convertida por enzimas desyodasas en T3
y otros metabolitos para actuar en prácticamente todas las células del cuerpo,
regulando el metabolismo basal y otras importantes funciones. La función de la
glándula tiroides es regulada por un mecanismo de retroalimentación negativa
clásico a través del eje hipotálamo-hipófisis-tiroides, donde el hipotálamo
produce hormona liberadora de tirotropina (TRH), la cual actúa sobre la
hipófisis para promover la liberación de hormona estimulante de la tiroides
(TSH). La TSH, a su vez se une a receptores en las células foliculares
tiroideas para promover la producción y posterior liberación de T4/T3 en la
circulación sanguínea. Estas hormonas, en su forma libre, actúan sobre
receptores en el hipotálamo y la hipófisis balanceando la producción de TRH y
TSH y reduciendo la liberación de más HT.
Aunque la glándula tiroides está bajo un
estricto control regulador en la producción y secreción de sus hormonas, hay
condiciones que pueden inducir un desbalance de los niveles circulantes de HT.
La enfermedad de Graves, los adenomas secretores de TSH y el bocio toxico
multinodular son algunos ejemplos de
desórdenes que pueden provocar hipertiroidismo. En este contexto, el
hipertiroidismo se caracteriza por altos niveles de T3 y T4 y disminución de
los niveles de TSH. Sin embargo, el tipo más usual de hipertiroidismo que se
observa en la práctica clínica es la condición subclínica, caracterizada por una
disminución de TSH acsociada con niveles de T3
y T4 dentro de los valores de referencia. Por otra parte, el hipotiroidismo se
caracteriza por elevados niveles de TSH y bajo niveles circulantes de HT, el
hipotiroidismo subclínico es
diagnosticado cuando los niveles de TSH
son elevados, pero los niveles de HT son normales. La etiología de ambas formas
de hipotiroidismo a menudo es causada por tiroiditis autoinmune crónica,
terapias que destruyen el tejido tiroideo y drogas que dañan la función
tiroidea.
Las HT circulantes alcanzan sus tejidos
blancos y a traviesan la membrana plasmática de las células mediante múltiples
transportadores específicos, como los transportadores monocarboxilato 8 (MCT8)
y 10 (MCT10) y proteínas de la familia de polipéptidos que transportan aniones
orgánicos (OATP). La T4 es convertida en T3, diyodotironina (T2) o T3 reversa
(rT3) por las desyodasas tisulares (D1, D2 o D3). D1 y D2 son responsables de
la producción de más de 70% de la T3 circulante a partir de T4. La D1 se
encuentra en la membrana plasmática de varias células y cataliza de rT3 y T2 La
D2 está localizada en el retículo
endoplásmico y es muy activa en la placenta, el músculo cardiaco y la
hipófisis. La D3 es una enzima expresada normalmente en el sistema nervioso
central (SNC) y la placenta, y se encuentra en la membrana plasmática. Sin
embargo, en situaciones isquémicas, la D3 migra a la membrana nuclear donde
inactiva a T4 y T3, reduciendo el metabolismo celular. Los polimorfismos en
estas enzimas, u otras enfermedades, pueden incrementar o reducir su actividad,
alterando los niveles de TH y provocar desórdenes sistémicos.
Hay múltiples mecanismos por los cuales las
HT juegan su rol en las células, algunos mecanismos causan efectos en segundos
o minutos, mientras otros mecanismos que dependen de la transcripción de genes
llevan más tiempo (minutos a horas). La unión directa de HT a receptores
localizados en mitocondrias o membrana plasmática (por ejemplo, integrinas αVβ3)
dispara la activación de cascadas de señalización intracelulares y modulan
rápidamente la actividad de canales iónicos, aunque también efectos sobre la
expresión de genes pueden resultar de la activación de estas cascadas. Algunos
de los efectos de las HT dependen de la unión a receptores específicos para HT
(RT), los cuales pueden estar localizados en el citoplasma y en el núcleo.
Cuando se activa el receptor
citoplasmático, el complejo HT-TR interactúa con quinasas y fosfatasas, y
modula sus rutas, como la ruta PI3K, sin necesidad de unirse al ADN.
Muchas de las acciones de las HT ocurren en
el núcleo de la célula y resultan de la unión de las HT a RT, y la interacción
de este complejo con el ADN para promover la expresión de genes. El mecanismo canónico es la unión de T3 al RT,
la T3 es considerada la forma predominantemente activa de HT debido a su mayor
afinidad por RT (diez veces mayor que T4). Hay dos isoformas conocidas de RT
(RTα y RTβ), las cuales usualmente se dimerizan con receptores de hormonas
esteroides (como el receptor de ácido
retinoico X (RXR), formando el complejo RT-RXR) o, en menor extensión,
como un homodímero. Estos complejos
tienen alta especificidad por secuencias específicas de ADN, llamadas elementos
de respuesta tiroidea (ERT), se mantienen adheridos a ellos y generalmente
suprimen la expresión de sus genes blanco, mientras la unión de T3 a este complejo estimula la transcripción. Sin
embargo, el complejo HT-RT puede no requerir la conexión directa con ADN para
ejercer sus efectos, este complejo puede interactuar con factores de
transcripción u otras proteínas
asociadas con la cromatina y promover la expresión de genes de una manera
independiente de la unión directa del complejo HT-RT al ADN. La combinación de
todos los efectos disparados por las HT
puede activar varias rutas celulares y determinar diferentes
manifestaciones asociadas con la disfunción cardiaca, por ejemplo, en el
desarrollo de la hipertrofia cardiaca, la cual precede a la insuficiencia
cardiaca.
El principal blanco de la T3 es el corazón,
en el cual promueve un incremento en la
contractilidad y la frecuencia cardiaca, provocando aumento del gasto cardiaco.
Aunque el hipertiroidismo induce una disminución en la resistencia periférica,
su efecto sobre el gasto cardiaco provoca clínicamente la hipertensión arterial
que frecuentemente se observa en los pacientes hipertiroideos. Estas
alteraciones contribuyen a un proceso de crecimiento (hipertrofia cardiaca),
inicialmente considerado fisiológico o adaptativo, el cual está críticamente
involucrado en el mantenimiento de la homeostasis cardiaca y ocurre como
resultado del aumento de la demanda cardiaca.
En este caso, la hipertrofia cardiaca observada en el hipertiroidismo se
caracteriza por: (1) engrosamiento de la pared ventricular (hipertrofia
concéntrica) debido a la adición de sarcómeros en paralelo en los
cardiomiocitos; (2) incremento de la fuerza de contracción, como resultado de
la modulación de rutas que tienden a incrementar la captación de calcio; (3)
incremento de la velocidad de relajación, debido al incremento en la captación
de calcio por el retículo sarcoplásmico durante la diástole. Sin embargo, los
efectos de larga duración de la T3 pueden resultar en hipertrofia cardiaca como
consecuencia de disfunción, también clasificada como hipertrofia patológica, la
cual provoca remodelación cardiaca e insuficiencia cardiaca.
Aunque un incremento en la masa ventricular
izquierda se observa en los pacientes con hipertiroidismo, aun con tratamiento
antitiroideo, un estudio reciente demuestra que la disfunción cardiovascular
asociada con hipertiroidismo puede ser atenuada por el tratamiento con drogas
antitiroideas y puede ser revertida después de la tiroidectomía total.
Adicionalmente, la combinación de terapia antitiroidea y beta bloqueadores,
para controlar la frecuencia cardiaca, previene la sobre carga hemodinámica y
la remodelación cardiaca, provocando la completa recuperación de la
insuficiencia cardiaca. Los datos experimentales también demuestran que el
tratamiento antitiroideo previene significativamente la disfunción cardiaca
inducida por T4 en ratones. Por otra parte, en ratones, la reversibilidad de la
patología cardiaca se observa dos semanas después de la discontinuación del
tratamiento con T4, incluyendo la hipertrofia cardiaca.
En el tejido cardiaco, las HT ejercen sus
efectos en cardiomiocitos y otras células cardiacas como fibroblastos, células
endoteliales, células de músculo liso vascular y células de origen
hematopoyético. Los cardiomiocitos corresponden a 2/3 del volumen del corazón y
expresan 10 veces más RT que los fibroblastos, lo cual hace que respondan más a
la acción de las HT y sean protagonistas de la hipertrofia cardiaca. Las HT
incrementan la expresión de TGF-β1, un marcador pro-fibrosis, en los
fibroblastos cardiacos y promueven la reducción de la expresión del gen de
colágeno tipo 1, el principal colágeno fibrilar en el corazón. En efecto,
diferentes estudios demuestran que las HT inducen hipertrofia cardiaca sin
incrementar los depósitos de colágeno. Este rol anti-fibrosis de las HT es bien
conocido y el potencial de estas hormonas como un tratamiento alternativo para
la fibrosis en el corazón ha sido estudiado recientemente. En los vasos sanguíneos, las HT actúan sobre
células endoteliales y células de músculo liso, promoviendo un incremento en la
producción de óxido nítrico (NO), disminuyendo la proliferación de células de
músculo liso y mejorando la angiogénesis. De esta manera, las HT modulan la
remodelación vascular y contribuyen al mantenimiento de la función endotelial. En
el corazón de humanos y roedores, aproximadamente 5% de las células son de
origen hematopoyético. Las células inmunes residentes y reclutadas responden
tempranamente al daño cardiaco y coordinan las respuestas de los cardiomiocitos
y las células no cardiomiocitos durante la hipertrofia y remodelación
cardíacas. Sin embargo, aunque algunos estudios han investigado los efectos de
las HT sobre varios tipos de células inmunes, el impacto de las células inmunes sobe las acciones cardiacas de las HT
aún no está claro.
Con relación al rol de las HT a nivel
celular en el contexto de la hipertrofia de cardiomiocitos, se han descrito
diferentes mecanismos. En general, estos procesos son disparados por la acción
de HT, lo cual provoca un incremento en la expresión de la Ca2-ATPasa
del retículo sarcoplásmico (SERCA2) y receptores de rianodina asociados con una
disminución de fosfolambano, lo cual resulta en sístole y diástole más rápidas
(inotropismo y lusotropismo positivos, respectivamente). La cadena pesada de
miosina-α (α-MHC) es regulada al alza por HT mientras la cadena pesada de
miosina β (β-MHC) es regulada a la baja, lo cual aumenta significativamente la
función contráctil del músculo papilar cardiaco. Adicionalmente, los niveles de
actina y troponina 1 también son aumentados por las HT en el corazón. Algunos
de los genes que responden a HT son modulados por microARN (miARN). Parte de la
disminución en los niveles de β-MHC que se observa en el hipertiroidismo se
debe a la sobre expresión de miARN-27a y miARN-28a, mientras que el incremento
en los niveles de SERCA2 son regulados por el miARN-133. Adicionalmente, las HT
incrementan la expresión y actividad de los canales Na+/K+ATPasa y
receptores β-adrenérgicos en los cardiomiocitos, lo cual provoca mayor
sensibilidad del corazón a la estimulación simpática contribuyendo al efecto
inotrópico positivo. Estas alteraciones pueden contribuir a la taquicardia y la
fibrilación auricular que a menudo están asociada con el hipertiroidismo.
Diversas rutas de señalización intracelular
responsables de mediar el crecimiento de los cardiomiocitos son activadas
rápidamente por la T3 como ocurre en la ruta fosfoinositido 3 quinasa/proteína
quinasa B/blanco de rapamicina de mamíferos (PI3K/Akt/mTOR). Estas acciones
también pueden ser disparadas por la integrina αVβ3 de la membrana plasmática,
la cual tiene dos sitios para unión de HT: S1, que reconoce a la T3 y activa la
ruta PI3K y S2, que se une a ambas HT (aunque con mayor afinidad por T4) y
activa la ruta de la proteína quinasa activada por mitogeno (MAPK). Otra
importante ruta de señalización involucrada en la hipertrofia de cardiomiocitos
inducida por HT es la señal proteína quinasa activada por adenosina monofosfato
(AMPK). La AMPK es un sensor de los niveles intracelulares de nucleótidos de
adenosina y es activada cuando disminuye la síntesis de ATP y aumentan los
niveles de AMP y ADP. En respuesta, la AMPK activa rutas catabólicas para
generar más ATP e inhibe rutas anabólicas, como aquellas involucradas en la
síntesis de proteínas. En los cardiomiocitos tratados con T3, la inhibición de la
AMPK induce un incremento en la hipertrofia de cardiomiocitos, mientras la estimulación
de la AMPK atenúa este proceso, indicando un importante rol cardioprotector en
los corazones hipertiroideos.
Las rutas involucradas en la inflamación
también están relacionadas con el desarrollo de hipertrofia cardiaca inducida
por HT. En este contexto, un estudio reciente demuestra que el tratamiento
agudo con T3 incrementa la expresión de S100A8 (también conocida como
calgranulina A), una proteína ligadora de calcio que cuando es secretada al
espacio extracelular se une a receptores
de membrana similares a toll 4 (TLR4), resultando en el reclutamiento de la
proteína de diferenciación mieloide 88 (Myd88) y la activación del factor
nuclear κB (NFκB). La inhibición de Myd88 y NFκB atenúa la hipertrofia de
cardiomiocitos, indicando el involucramiento de esta ruta en la hipertrofia de
cardiomiocitos inducida por HT. Por otra parte, la activación de rutas
inflamatorias está asociada con el estado redox celular. En el corazón
hipertiroideo, hay evidencia que demuestra un incremento en la producción de
radicales libres y una disminución de la capacidad antioxidante mitocondrial,
lo cual resulta en estrés oxidativo. La acumulación de especies reactivas de
oxígeno (ROS) en el corazón hipertiroideo es crucial para el desarrollo de
hipertrofia cardiaca inducida por HT y el tratamiento antioxidante con vitamina
E atenúa el crecimiento de los cardiomiocitos.
La activación de varias rutas relacionadas
con la síntesis de proteínas ha sido asociada con los efectos hipertróficos de
las HT y las rutas relacionadas con la proteólisis también juegan un rol
importante en este proceso. En este
contexto, un estudio reciente reporta un incremento en la expresión de
proteasoma en corazones de ratas hipertiroideas. Las subunidades catalítica
(20SPT) y reguladora (19SPT) del
proteasoma constitutivo, así como las subunidades inmunoproteasomas son
reguladas al alza en ratas tratadas con T3. Más aún, en tejido cardiaco de ratas hipertiroideas y
en cardiomiocitos aislados tratados con T3 aumenta la actividad de la quimotripisina
dependiente de ATP (26SPT), la cual puede estar involucrada en el mantenimiento
del control de calidad de proteínas y la regulación de la hipertrofia cardiaca
inducida por T3.
Además de las acciones directas de las HT en
los cardiomiocitos, la hipertrofia cardiaca inducida por T3 es también un
resultado de los efectos indirectos de esta hormona. Una importante
contribución del SNS ha sido demostrada en el desarrollo de taquicardia,
aumento de la fuerza y velocidad de contracción cardiaca y el inicio de la
hipertrofia cardiaca en el
hipertiroidismo. Está demostrado que el
tratamiento con el bloqueador β-adrenérgico, propranolol, inhibe la hipertrofia
cardiaca inducida por T3 y el incremento de la frecuencia cardiaca. Los niveles
de catecolaminas en plasma y orina no están alterados en el hipertiroidismo, lo
cual indica que algunos efectos de T3 son mediados por un incremento en la
respuesta y sensibilidad del tejido cardiaco a estímulos simpaticomiméticos.
Este incremento en la sensibilidad simpática se debe a un aumento en el número
de receptores adrenérgicos en el corazón hipertiroideo. Entonces, la
administración de un antagonista de receptor β-adrenérgico a pacientes con
hipertiroidismo a menudo es usada para atenuar la frecuencia cardiaca, la
presión arterial sistólica y otras manifestaciones cardiovasculares. Sin
embargo, en algunos casos el uso de antagonistas β-adrenérgicos está
contraindicado, lo cual demuestra la necesidad de nuevos blancos terapéuticos.
Además de aumentar la sensibilidad
β-adrenérgica cardiaca, el RAS es reconocido como mediador de las acciones
cardiovasculares de las HT. El RAS es un importante regulador endocrino de la
homeostasis cardiovascular, clásicamente actuando en el control de la presión
arterial y el volumen del líquido extracelular. Las alteraciones en los niveles
de los péptidos que constituyen el RAS están relacionadas con disfunción
cardiovascular, y por esta razón varios miembros del RAS han sido usados como
blancos para el desarrollo de drogas terapéuticas. En el RAS clásico, la renina
(producida en las células yuxtaglomerulares del riñón) forma angiotensina I
(Ang I) por clivaje de la porción N-terminal del angiotensinógeno (AGT)
hepático. La Ang I es convertida en angiotensina II (Ang II) por la acción de
la ACE (Ang I converting enzime), una peptidasa endotelial que remueve dos
aminoácidos en el extremo C-terminal. La Ang II es un octapéptido que se une a
dos receptores acoplados a proteína G, AT1R y AT2R, para llevar a cabo su
actividad biológica. Aunque el RAS es considerado un sistema endocrino
dependiente de la renina renal, la evidencia acumulada sugiere que diferentes
tejidos son capaces de sintetizar localmente algunos componentes del RAS,
incluyendo Ang II. En efecto, está demostrado que AGT, ACE, AT1R y AT2R son
expresados en el corazón, permitiendo la síntesis local y la acción de la Ang
II en este órgano. Los péptidos Ang I y Ang II cardiacos son producidos, en su
mayor parte, localmente más que
derivados de la sangre, indicando que este sistema endocrino es clínicamente
relevante.
Las HT regulan la actividad del RAS en
diferentes tejidos. En este contexto, el
hipertiroidismo experimental está asociado con incrementos en los niveles de
renina, Ang II, AT1R y AT2R en el corazón. Adicionalmente, se ha demostrado una
contribución crítica del RAS en la hipertrofia del corazón hipertiroideo y que
la inhibición de la actividad de Ang II por bloqueadores de AT1R/ATR2R o de la ACE previene totalmente el
desarrollo de hipertrofia cardiaca in vivo e in vitro. Por otra parte, el
bloqueo de AT1R con un antagonista farmacológico (losartán) inhibe
completamente la activación inducida por HT de las rutas de señalización
miARN-208a/α-MHC, Akt/GSK3β/mTOR y NFKβ conjuntamente con la regulación a la
baja de miARN-133. Estos mecanismos juegan un rol clave en el desarrollo de la hipertrofia cardiaca
inducida por T3. Con relación al AT2R, el bloqueo de este receptor también
previene la hipertrofia cardiaca mediada por HT in vivo e in vitro, inhibiendo
la activación de la Akt. Más aún, las HT incrementan la expresión del factor de
crecimiento transformante-β (TGF-β) en el tejido cardiaco, a través de la
estimulación de AT2R, lo cual también puede contribuir a la hipertrofia
cardiaca mediada por HT.
El heptapéptido Angiotensina (1-7) (Ang-
(1-7)), el cual activa al receptor acoplado a proteína G MAS, es formado a
partir de Ang II por la acción
enzimática de la carboxipeptidasa ACE2 (AngII converting enzyme) o a partir de
Ang I por una ruta dependiente de ACE. En el estado hipertiroideo, la actividad
de Ang (1-7), ACE2 y el receptor MAS es regulada al alza sin cambios en los
niveles plasmáticos de Ang (1-7). En este contexto, un estudio reciente
demuestra que los elevados niveles circulantes de Ang (1-7) previenen la
hipertrofia cardiaca inducida por T3 atenuando, vía receptor MAS, la ruta de
señalización glucógeno quinasa sintetasa 3β/factor nuclear de células T
activadas-3 (GSK3β/NFATc3).
En conclusión, la hipertrofia cardiaca es un
fenómeno involucrado en el mantenimiento de la homeostasis cardiaca. Este
proceso permite al organismo adaptarse a cambios en la demanda sistémica y
ocurre debido a una variedad de respuestas, dependiendo del tipo de señal o
estímulo recibidos, y resulta en respuestas fisiológicas adaptativas o
respuestas patológicas no adaptativas.
Las HT tienen un efecto directo sobre el corazón e inducen hipertrofia
cardiaca, la cual puede resultar en insuficiencia cardiaca. Además de la
clásica interacción de las HT con el SNS, la evidencia reciente demuestra una
interacción endocrina entre HT y RAS.
Fuente:
Barreto-Chaves LML et al (2020). Impact of
hyperthyroidism on cardiac hypertrophy. Endocrine Connections 9: R59-R69.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario