FGF21 y preferencia de macronutrientes
La capacidad para
responder a las variaciones en el estatus nutricional depende de los sistemas
reguladores que monitorean la ingesta de nutrientes y alteran adaptativamente
el metabolismo y la conducta alimenticia durante la restricción de nutrientes. En
las últimas décadas se ha producido un notable progreso en el conocimiento de
los mecanismos endocrinos y neurales que controlan la ingesta de alimentos en
respuesta a variaciones en el estatus nutricional. El descubrimiento de
hormonas como la leptina, la cual actúa en el cerebro para controlar la ingesta
de alimentos y el balance energético, disparó un amplio esfuerzo que
colectivamente ha identificado señales endocrinas que actúan centralmente así
como también una variedad de poblaciones neurales y circuitos que
responden a factores nutricionales
circulantes y alteran la ingesta de alimentos cuando son estimulados o
inhibidos. Sin embargo, muchos de estos trabajos se han enfocado en la ingesta
de alimentos de una manera relativamente invariable. Ratones, ratas y otros
animales de laboratorio reciben una dieta simple y por tanto su única opción es
variar la ingesta total de alimentos.
Los cambios en la ingesta total de alimentos
(ingesta de energía) son de innegable importancia y de significativa relevancia
para la homeostasis del peso corporal y la obesidad. Sin embargo, los experimentos que proporcionan solamente una
opción de alimento omiten un aspecto clave de la alimentación que es
altamente relevante para los humanos, la escogencia. Los animales con alimentación libre,
incluyendo humanos, raras veces están expuestos a una dieta o fuente de
alimento simple; por el contrario se enfrentan a una variedad nutricional compleja en la cual las fuentes de alimentos
difieren en densidad de energía, composición de nutrientes, palatabilidad,
disponibilidad, etc. Estar en tal ambiente requiere que los animales hagan una
escogencia que maximice la ingesta de nutrientes, minimice los riesgos y
responda adaptativamente a los cambios en el estado fisiológico o las
condiciones ambientales. Esta escogencia requiere priorizar los alimentos a
ingerir porque son pocos los alimentos que proporcionan una composición ideal
de nutrientes.
La adecuada ingesta de líquido es esencial
para la supervivencia, consistente con el hecho que un humano puede pasar días
o aún semanas sin alimento, pero solo unos pocos días sin agua. La restricción
de líquido genera una robusta respuesta fisiológica, la cual incluye
adaptaciones metabólicas que promueven la conservación de líquido y
adaptaciones conductuales que promueven el consumo de líquido. El sustancial
progreso en las investigaciones ha permitido definir los mecanismos neurobiológicos
que median la respuesta de la sed, con neuronas en el órgano subfornical (SFO),
el núcleo preóptico medial (MnPO) y el órgano vasculoso de la lámina terminal (OVLT) jugando un rol crítico en la
restricción de líquido, organizando la conducta de bebida, alterando la
secreción de vasopresina y finalmente detectando la repleción después de la
ingesta de líquido. La regulación de líquido corporal está también relacionada
con el balance sal/sodio, con neuronas en la lámina terminal, el hipotálamo y el
tallo cerebral jugando un rol clave en el apetito por el sodio. La depleción de
sodio causa una robusta y altamente específica motivación por consumir sodio,
hasta el punto que las soluciones
salinas que son negativas/aversivas en el estado repleto se vuelven
preferidas/recompensas en los animales con depleción de sodio. El apetito por
sodio es el ejemplo prototipo de un apetito intrínseco que es dinámicamente
dependiente del estado de necesidad, con la depleción de sodio incrementando el
valor recompensa del sodio a través de un fenómeno innato guiado por el gusto
que se manifiesta sin necesidad de aprendizaje o experiencia previa. El balance
de líquido es absolutamente crítico para la supervivencia y como tal la defensa
del balance de líquido/sodio es uno de los más claros y más fuertes ejemplos de
un sistema neural que media la defensa
del apetito de un nutriente específico.
La ingesta de alimentos generalmente es
considerada en términos de la medida de masa (gramos) consumida y, algunas
veces, este valor es normalizado con la ingesta de energía (calorías/joules).
Dado que la mayoría de estudios en modelos roedores proporcionan solamente una
dieta simple, hay también poca información
con los datos de la ingesta porque la composición de nutrientes es un proporción fija. Solamente cuando se
utilizan dietas múltiples, las cuales difieren en su composición de
macronutrientes, es que la información de la ingesta de macronutrientes se
vuelve relevante. Aun en esta situación, el estudio de la ingesta de
macronutrientes es problemática porque un nutriente (por ejemplo, proteína) es
reducido mientras otro nutriente (por ejemplo, carbohidrato) es aumentado para
mantener igual la densidad de energía. Entonces, puede ser difícil distinguir
si los animales escogen un nutriente o rechazan otro. En este contexto,
cualquier manipulación de la grasa de la dieta produce la complicación de
alterar la densidad de energía y el investigador debe decidir si incluye
material no nutritivo para controlar la densidad de energía. Por tanto, la
investigación experimental de una dieta es un diseño complejo en el cual es
casi imposible controlar todas las variables.
Para combatir estos inconvenientes, los
investigadores han diseñado pruebas de macronutrientes por separado. Un ejemplo
clásico, es la prueba de escogencia de tres alimentos, en la cual los animales
reciben, juntos o separados, una fuente de proteína pura (caseína), grasa pura
(manteca o aceite) y/o carbohidrato puro (maltodextrina o sucrosa), en forma sólida
o líquida. Este diseño proporciona una cantidad sustancial de cada nutriente en
forma pura, independientemente de los otros macronutrientes. Sin embargo, hay
que tener cuenta que los nutrientes son ofrecidos de una manera que no es
representativa de cómo son ofrecido de manera natural (es decir, una dieta
mixta). En la forma pura, las propiedades sensoriales y la palatabilidad de los
nutrientes son exageradas. Esto puede ser problemático si los estudios son
comparativos entre el consumo de una fuente de baja palatabilidad (caseína
sólida) y una fuente de alta palatabilidad (sucrosa líquida). Una forma de
enfrentar este problema es ofrecer una serie de dietas que cubran el espectro
de la composición de macronutrientes, por ejemplo, con la red geométrica
nutricional. La naturaleza multidimensional de este modelo geométrico permite
explorar cambios en el consumo de macronutrientes (o cualquier otro componente
de la dieta) mientras también capta las interacciones más complejas entre
nutrientes.
La familia de factores de crecimiento
fibroblástico (FGF) está compuesta por un gran número de proteínas secretadas
que influyen en las funciones fisiológicas y celulares. El FGF21 conjuntamente
con el FGF15/19 y el FGF23 forman un subgrupo de FGF, conocido como FGF
“endocrinos”, los cuales se encuentran
en cantidades apreciables en la circulación sanguínea y actúan como
verdaderas hormonas endocrinas. La señal celular del FGF21 es mediada por un
complejo receptor que incluye un receptor clásico (FGFR1c) y un co-receptor
conocido como beta-kloto (Klb), con el Klb funcionando como el factor primario
de unión que proporciona especificidad celular y el FGFR1c funcionando como la
subunidad catalítica que maneja la señal intracelular. Dada la capacidad del
FGF21 para reducir el peso corporal, los niveles de glucosa y las
concentraciones de lípidos en modelos de obesidad, el FGF21 ha sido relacionado
con una variedad de estados metabólicos y enfermedades.
Aunque identificado inicialmente como
hormona del ayuno, trabajos recientes sugieren que la regulación nutricional de
FGF21 es mucho más compleja. El efecto del ayuno y las dietas cetogénicas para
incrementar los niveles de FGF21 no es tan robusto en humanos como en ratones.
El FGF21 también aumenta en la obesidad y un trabajo reciente sugiere que el
FGF21 es más apropiadamente una señal de estrés metabólico o celular. Desde un
punto de vista nutricional, la producción hepática de FGF21 es estimulada
significativamente por un desbalance en macronutrientes, particularmente por la
ingesta de una dieta rica en carbohidratos pero baja en proteínas. La ingesta
aguda de carbohidratos y la exposición a dietas ricas en carbohidratos por
tiempo prolongado incrementan
significativamente la expresión del mARN de FGF21 en el hígado y los niveles
circulantes de FGF21, lo cual se debe al menos en parte a la proteína de unión
al elemento de respuesta del factor de transcripción carbohidrato (ChREBP), la
cual se une directamente al promotor FGF21. Otros estudios indican que la
expresión hepática de FGF21 y los niveles circulantes de FGF21 aumentan por la
restricción de la ingesta de proteínas en ratones, ratas y humanos con el
incremento de FGF21 debido a la restricción de aminoácidos individuales. Estos
efectos parecen ser mediados por un mecanismo diferente al de la ingesta de
carbohidratos. El promotor de FGF21 contiene elementos de respuesta a
aminoácidos (AARE) y aparentemente son regulados al menos en parte por la ruta
clásica de respuesta al estrés (GCN2, PERK, ATF4, etc) durante la restricción
de aminoácidos y el estrés de retículo endoplásmico.
El efecto de alta ingesta de carbohidratos y
la baja ingesta de proteínas para incrementar el FGF21 parece ser regulado
independientemente. Desde un punto de vista experimental, la capacidad de la
ingesta de carbohidratos para incrementar el FGF21 ocurre independientemente
del estatus o la ingesta de proteínas. De manera similar, la restricción de
proteínas es suficiente para incrementar el FGF21 en condiciones de alta o baja
ingesta de carbohidratos. Los datos experimentales sugieren que la ingesta de
proteína es el disparador primario de los niveles circulantes de FGF21, pero
que los máximos niveles de FGF21 ocurren en ratones que consumen dietas pobres
en proteínas y ricas en carbohidratos. Por otra parte, los estudios en roedores
y humanos demuestran que la ingesta de etanol incrementa la producción hepática
de FGF21. El mecanismo a través del cual el alcohol maneja este efecto no está
completamente claro. Sin embargo, en vista que el FGF21 ha sido relacionado
directamente con el estrés metabólico y la esteatosis hepática, es posible que los
efectos metabólicos del alcohol en el hígado podrían ser subyacentes a este
efecto. Estudios adicionales apoyan la relación entre FGF21 e ingesta de
nutrientes, incluyendo asociaciones con la ingesta de alcohol.
La relación funcional entre FGF21 y la
preferencia de macronutrientes fue inicialmente
mencionada en dos manuscritos publicados simultáneamente que demuestran
que el FGF21 actúa en el cerebro, vía Klb, para suprimir la ingesta de alimentos
dulces y alcohol. En uno de los trabajos, ratones con deficiencia de FGF21
incrementaron su consumo de una dieta rica en sucrosa sólida y soluciones que
contenían sucrosa, glucosa o fructosa. Por el contrario, los ratones tratados
con FGF21 redujeron su consumo de una dieta rica en sucrosa así como también el
consumo de los edulcorantes no calóricos sacarina y sucralosa. Este efecto del
FGF21 sobre la ingesta de alimentos dulces fue alterado cuando el Klb fue eliminado del núcleo
paraventricular (NPV) del hipotálamo. Estos efectos dependientes de FGF21
parecen ser específicos para dulce/azúcar, pues no se observan con el
carbohidrato no dulce maltodextrina. En el otro trabajo, los investigadores
demostraron que la sobre expresión transgénica de FGF21 reduce la ingesta de
sucrosa, sacarina y alcohol. Este efecto sobre la ingesta de alimentos dulces
fue reproducido por la administración de FGF21 exógeno en ratones controles,
pero no en los ratones que carecían de Klb en el cerebro. Adicionalmente, la inhibición de la ingesta
de sacarina fue reproducida en monos tratados con un análogo de FGF21. El
efecto del FGF21 para suprimir la ingesta de alimentos dulces y alcohol ha sido
replicado por estudios adicionales.
El mecanismo que subyace al efecto del FGF21
para suprimir la ingesta de alimentos dulces y alcohol aún no está claro,
aunque múltiples estudios implican al sistema nervioso central como el sitio primario
de acción. La evidencia actual apoya al
NPV del hipotálamo, pues la alteración del Klb del NPV bloquea los efectos
sobre la ingesta de alimentos dulces. Un estudio reciente demuestra que las
neuronas oxitocina del NPV influyen en la ingesta dulce, expresan Klb y
responden al FGF21. Estos datos sugieren que las neuronas oxitocina pueden ser
el mediador neural del efecto del FGF21 sobre la ingesta de alimentos dulces. Colectivamente,
estos datos proporcionan evidencia que el FGF21 actúa directamente en el
cerebro para suprimir el consumo y la preferencia por alimentos dulces y alcohol.
Mientras varios estudios proporcionan
evidencia que el FGF21 claramente
influye en la ingesta de carbohidratos, otros estudios proporcionan
evidencia que el FGF21 es crítico para la detección de la restricción de
proteínas. El incremento en FGF21 está directamente relacionado con la
reducción de la ingesta de proteínas. Varios estudios han establecido que este
incremento en FGF21 es absolutamente requerido para las respuestas metabólicas
a la restricción de proteínas. Aunque los ratones exhiben cambios en el crecimiento, la composición corporal, la
ingesta de alimentos, el gasto de energía y el metabolismo de la glucosa en respuesta
a la restricción de proteínas, estos efectos están ausentes en los ratones que
carecen de FGF21. La respuesta metabólica a la restricción de proteínas
requiere que el FGF21 actúe directamente en el cerebro.
La evidencia que el FGF21 es necesario para
que los animales respondan a la restricción de proteínas ha dado lugar a la
pregunta si el FGF21 también puede influir en la ingesta de proteínas. El
impacto del tratamiento con FGF21 en ratones fue examinado con una serie de
pruebas de preferencia de macronutrientes. En la clásica prueba de escogencia
de 3 macronutrientes (donde cada macronutriente es ofrecido en forma pura), el
tratamiento con FGF21 sistémico incrementó significativamente la ingesta de
proteínas y redujo la ingesta de carbohidratos sin alterar la ingesta de grasa
o la ingesta total de alimentos. A continuación a los ratones se les ofreció
una serie de dietas pares en las cuales un macronutriente es fijo, pero los
ratones pueden seleccionar entre los dos restantes macronutrientes. Cuando la
grasa o el carbohidrato fueron fijos, el FGF21 incrementó significativamente el
consumo de la dieta rica en proteínas. Por el contrario, cuando la proteína fue
fija y los ratones podían seleccionar entre dietas ricas en carbohidratos o
ricas en grasa, el tratamiento con FGF21 no alteró la preferencia. Esta
capacidad del tratamiento con FGF21 para desviar la preferencia hacia las
proteínas se pierde en los ratones que carecen de Klb en el cerebro, lo cual
sugiere que el FGF21 actúa en el cerebro para producir una preferencia por las
proteínas.
La administración de FGF21 directamente en
el cerebro es suficiente para desviar la preferencia de la dieta pobre en
proteínas hacia la dieta mixta rica en proteínas. La restricción de proteínas
induce un apetito único y selectivo por proteínas, pero esta adaptativa y
fisiológica desviación en la preferencia de macronutrientes se pierde en los
ratones que carecen de FGF21 o Klb en el cerebro. Entonces, la evidencia
disponible indica que la señal FGF21 en el cerebro no solo es suficiente para
incrementar la ingesta de proteínas,
también es absolutamente necesaria para que los ratones exhiban un
incremento fisiológicamente adaptativo en la ingesta de proteínas como
respuesta a la restricción de proteínas.
En conclusión, las dietas que contienen bajos
niveles de proteínas o altos niveles de carbohidratos o alcohol disparan un
incremento en la expresión hepática -y
los niveles circulantes- de FGF21. Estas dietas no disparan las señales
tradicionales del balance energético porque no ocurre restricción de energía,
pero producen un incremento significativo en FGF21. Aunque el FGF21 puede
actuar sobre múltiples tejidos, el cerebro parece ser un mediador primario. El FGF21 central suprime directamente la
preferencia por alimentos dulces y alcohol e incrementa la ingesta y
preferencia de proteínas. El FGF21 central también es requerido para las
respuestas metabólicas adaptativas a la restricción de proteínas. En este
modelo, el FGF21 tiene un rol fisiológico y nutricional que es único y diferente
de otras hormonas nutricionales conocidas, pues no actúa para regular la
ingesta de alimento como tal sino para
mediar cambios adaptativos en el metabolismo y la conducta en respuesta al
consumo en exceso de carbohidratos y alcohol, y/o reducciones en la ingesta de
proteínas.
Fuente: Hill CM et
al (2020). FGF21 and the physiological regulation of macronutrient preference.
Endocrinology 161: 1-13.
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