Ácidos biliares y enfermedades hepáticas crónicas
Los ácidos
biliares (AB) son compuestos heterogéneos cuyas propiedades químicas y
anfipáticas resultan de la degradación enzimática del colesterol insoluble.
Desde su aislamiento a partir de la bilis, el campo de la química de los AB ha
proporcionado un estudio intenso de su compleja naturaleza química y los
efectos fisiológicos de su composición dinámica en la bilis circulante. El
aumento de AB en el hígado provoca inflamación, necrosis y apoptosis en varias
células hepáticas lo cual afecta la síntesis y transporte de AB perpetuando el
daño inducido por AB. El incremento en la síntesis de AB en combinación con la
interrupción de la señal AB puede causar efectos adversos en pacientes con
enfermedades hepáticas crónicas. Muchas enfermedades hepáticas crónicas, como
la colangitis esclerosante primaria (PSC) y la enfermedad hepática grasa no
alcohólica (NAFLD), tienen mínimas opciones de tratamiento y requieren
trasplante de hígado como el único remedio permanente.
El catabolismo del colesterol en AB en el
parénquima hepático es regulado por más de 17 enzimas, expresadas
preferencialmente en el hígado, que están involucradas en la síntesis y
alteración de AB en sales biliares. La alteración de estos mecanismos puede
resultar en colestasis, daño hepático, alteración del metabolismo de lípidos y
otros disturbios. Las modificaciones y conjugaciones de los AB afectan su
solubilidad, hidrofobicidad y la afinidad de unión al receptor. Los AB son
secretados por los hepatocitos en los canalículos biliares que drenan en los
conductos biliares localizados en la tríada portal. Los colangiocitos son las
células epiteliales de la superficie de los conductos biliares y participan en
la modificación y circulación de AB por la ruta colehepática, el proceso en el
cual los AB son reabsorbidos de la bilis y retornados a los hepatocitos. El
sistema de conductos biliares intrahepático permite el flujo de AB en la luz
intestinal a través del conducto hepático común en respuesta a la ingesta de alimentos para intervenir en
la emulsificación, el metabolismo y la absorción de los lípidos y las vitaminas liposolubles (A, D, E y K) de
la dieta. Alternativamente los AB son depositados en la vesícula biliar para su
almacenamiento y la prevención de la cristalización del colesterol y la
formación de cálculos biliares. Aproximadamente 95% de los AB son reabsorbidos
en el ileum distal por el transportador de AB dependiente de sodio (ASBT;
alternativamente conocido como transportador ileal de AB, IBAT) y llevados al
hígado a través del sistema porta vía circulación enterohepática o portal. La
microbiota intestinal es capaz de desconjugar los AB primarios y convertirlos
en AB secundarios previamente a su absorción o excreción fecal, lo cual afecta
a la comunidad del microbioma intestinal, el “pool” de AB y la salud hepática.
Además de sus roles importantes en la
digestión, los AB pueden actuar como moléculas de señalización en el
metabolismo de los carbohidratos y los lípidos, el gasto de energía y la
enfermedad hepática. Los AB y la activación de sus blancos incluyendo el receptor de AB acoplado a proteína G
(TGR5), el factor de crecimiento transformante-α (TGF-α) y el receptor de
esfingosina-1-fosfato-2 (S1PR2) estimulan la proliferación de colangiocitos y
contribuyen a la progresión del colangiocarcinoma (CCA) in vitro e in vivo.
Alternativamente, el receptor farnesoide X (FXR) es regulado a la baja en el
carcinoma hepatocelular (HCC). Está demostrado que el FXR a través de la
actividad de CYP450 epoxigenasa suprime la señal NF-κB reduciendo, por tanto,
la inflamación hepática. El catabolismo del colesterol resulta en la formación
de los AB primarios, ácido cólico (CA) o ácido quenodeoxicólico (CDCA) a través
de la ruta clásica o la ruta alternativa/acídica, respectivamente. La
trayectoria colehepática altera el pool de AB vía ASBT, resistencia multidroga
y transportador de solutos orgánicos α-β (OSTα-β), la secreción de AB en el
plexo peribiliar previo a alcanzar los sinusoides hepáticos. La proteína ileal
de unión a AB (IBABP) es expresada en colangiocitos grandes para secuestrar AB
y prevenir la citotoxicidad biliar. CA y CDCA/ácido ursodeoxicólico (UDCA) son
convertidos a ácido deoxicólico (DCA) y ácido litocólico (LCA),
respectivamente, vía 7α/β
dihidroxilación por varias especies de comensales de la microbiota intestinal
en el tracto gastrointestinal. Los AB secundarios humanos (DCA y LCA) son
capaces de circular hacia el hígado vía circulación enterohepática provocando
un incremento en los niveles hepáticos de AB hidrofóbicos.
La PSC y la colangitis biliar primaria (PBC)
son enfermedades colestáticas hepáticas que afectan el sistema biliar. La PSC
es una enfermedad idiopática con colestasis, inflamación y eventualmente
fibrosis que resulta de lesiones de los conductos biliares intra y
extrahepáticos. La PSC es una de las causas más comunes de trasplante de
hígado. Debido a su espontánea y heterogénea progresión, las terapias médicas
efectivas aún no han sido desarrolladas. La deficiencia de vitaminas solubles
en grasas puede ocurrir en pacientes con PSC como resultado de la disminución
del flujo y secreción de bilis. Está demostrado que la PSC tiene una
correlación positiva con la colitis ulcerativa, una forma de enfermedad
intestinal inflamatoria. Los pacientes con PSC muestran alteración de la
excreción fecal de AB y disminución de la diversidad de la microbiota
intestinal. Asimismo, tienen disminución de la expresión hepática de FXR, TGR5
y SIPR2. La PBC es una enfermedad autoinmune crónica, afecta predominantemente a mujeres de mediana
edad, y resulta en ductopenia biliar y colestasis.
Los pacientes con PBC cirróticos
muestran niveles plasmáticos elevados de AB totales y FGF19. El UDCA, un
epímero de CDCA, fue el primer tratamiento aprobado por la FDA para la PBC.
A pesar del incremento en el flujo de
bilis, los niveles bajos de enzimas hepáticas y la disminución de los niveles
plasmáticos de AB, uno de cada tres pacientes con PBC no responde al
tratamiento o tiene una respuesta limitada.
La NAFLD y la esteatohepatitis no alcohólica
(NASH) son dos de las enfermedades hepáticas más comunes debido al incremento
en el estilo de vida sedentario y al consumo de dietas ricas en grasas/ricas en
colesterol. Su prevalencia se correlaciona positivamente con un incremento en
el número de pacientes obesos y diabéticos tipo II. La señal AB está alterada
en pacientes con NAFLD y NASH. Varios estudios reportan mayor excreción fecal
de AB e incremento de la relación AB primarios/AB secundarios en pacientes con
NASH en comparación con controles sanos. Otros estudios reportan elevados niveles
plasmáticos de AB en pacientes con NASH, en comparación con controles sanos,
con incremento de AB conjugados con taurina y glicina. Por otra parte, algunos
investigadores proponen que la supresión de la inflamación hepática mediada por
FXR puede mejorar la progresión de la NAFLD.
El HCC es actualmente la tercera causa de
muerte por cáncer en el mundo y afecta
las células del parénquima hepático, las cuales constituyen 70% del tejido
hepático. El HCC se desarrolla en pacientes con enfermedad hepática crónica o
hígado cirrótico y usualmente es detectado a través de varios métodos de
imagenología. Los pacientes con HCC pueden ser asintomáticos o presentar un
rango de síntomas incluyendo dolor relacionado con cirrosis. El daño hepático
crónico subyacente y la dificultad en el diagnóstico pueden contribuir a la
alta mortalidad del HCC. Por otra parte, el CCA es un raro pero devastador
cáncer con pobre pronóstico. Los pacientes presentan ictericia, prurito y heces
acólicas debido a la reducción de la excreción de bilis y bilirrubina. Debido a
la íntima relación entre hepatocitos, colangiocitos y AB es importante
investigar la señal AB en el establecimiento y la progresión de HCC y CCA.
Durante el desarrollo del cáncer ocurre un cambio en el pool de AB con
elevación de las relaciones trihidroxi/dihidroxi AB y AB conjugados con
glicina/AB conjugados con taurina en pacientes con HCC y CCA en comparación con
controles sanos. El incremento en el tamaño del pool de AB se debe a la
disminución de la inhibición de la síntesis de AB. Algunos estudios indican que
la activación del FXR tiene propiedades anti-cáncer con disminución
de su expresión en HCC humano. Por el contrario, la expresión de TGR5 aumenta
en pacientes con CCA en comparación con los controles. Este hallazgo se debe al
requerimiento de TGR5 por los colangiocitos para la proliferación inducida por
AB y la señal anti-apoptosis. Otros receptores de AB como SIPR2 aumentan su
expresión en CCA humano.
El UDCA es un AB conjugado hidrofóbico que
retorna al hígado por la circulación enterohepática o es desconjugado y convertido en LCA por la
microbiota intestinal y excretado en las heces. El UDCA tiene la capacidad
para prevenir la formación de cálculos,
incrementando la secreción de bicarbonato, lo cual evita la acidificación de la
bilis, y adicionalmente tiene un perfil positivo de efectos colaterales en
comparación con el tratamiento con CDCA. En muchos pacientes con PBC, el
tratamiento con UDCA de larga duración administrado en las etapas tempranas de
la enfermedad incrementa la tasa de supervivencia, disminuye los niveles
plasmáticos de enzimas hepáticas y mejora la histología del hígado. Sin
embargo, 30-40% de los pacientes con PBC no responden al tratamiento con UDCA.
Más aún, el UDCA en altas dosis incrementa las complicaciones médicas y la
mortalidad en pacientes con PSC.
El ácido obeticólico (OCA, ocaliva), un
derivado sintético del CDCA aprobado por la FDA, es un ligando de alta afinidad
del receptor de AB, FXR. El FXR es un receptor nuclear de AB que cuando es
expresado es capaz de reducir la síntesis de AB, incrementar la expresión de
transportadores de AB y modular el metabolismo de lipoproteínas. El OCA ha sido
estudiado como una potencial droga terapéutica en el tratamiento de varias
enfermedades hepáticas crónicas. Los eventos adversos con OCA, incluyendo
prurito, ocurren en casi todos los pacientes de una manera dependiente de
dosis. El uso de OCA mejora los niveles de enzimas hepáticas, disminuye los
niveles plasmáticos de bilirrubina e IgM y mejora o estabiliza la fibrosis
hepática y el daño biliar en pacientes PBC con cirrosis.
Durante la circulación enterohepática
normal, el ASBT es responsable de la reabsorción de AB en el tracto intestinal
previa a la secreción en el sistema sanguíneo porta. Adicionalmente, el ASBT es
responsable del desvío de AB entre colangiocitos y hepatocitos, lo cual
incrementa el pool hepático de AB. Un
síntoma común de la enfermedad hepática colestática crónica es el prurito
debido al incremento de los depósitos de AB en la dermis. Los inhibidores de
los ASBT son potenciales candidatos terapéuticos para este síntoma. Los
pacientes con PBC que reciben tratamiento con inhibidores de ASBT muestran
niveles plasmáticos disminuidos de AB con incremento en los niveles de FGF19.
Los eventos adversos más comunes de este tratamiento son cefalea y diarrea.
Las especies de AB afectan y regulan la
composición de la microbiota intestinal. Las especies y concentraciones de AB
en las diferentes porciones del tracto gastrointestinal pueden resultar en un
incremento de efectos colaterales incluyendo aumento de la permeabilidad
intestinal y diarrea inducida por AB. La elevación de AB en el colon es capaz
de inducir inflamación, la cual es reducida con el tratamiento con CDCA que
alivia la toxicidad de las concentraciones de
AB y los factores secretados por los mastocitos (histamina o factor de
crecimiento del nervio NGF). Los pacientes con PBC exhiben alteración de la composición
de la microbiota intestinal en comparación con controles sanos. Un estudio
reciente implica al incremento en la población de N aromaticivorans como
responsable de la inducción de PBC. Otro estudio reporta que la infiltración
epitelial de Enterobacteriaceae en pacientes con PBC incrementa la
permeabilidad y disminuye la respuesta inmune gastrointestinal. La barrera epitelial gastrointestinal juega
un rol importante en el mantenimiento de la homeostasis de la circulación
enterohepática de AB y reduce la inflamación causada por lipopolisacáridos. El
CDCA es capaz de reducir la permeabilidad paracelular e incrementar las uniones
estrechas célula-célula a través de la activación del FXR. La disrupción del
eje intestino-hígado puede causar infiltración de microbios, o sus productos
metabólicos, en la circulación enterohepática para prolongar la enfermedad. Los
pacientes con enfermedad hepática crónica mantienen su propio microbioma
intestinal, el cual inherentemente juega un rol en el desarrollo de la enfermedad.
En conclusión, la señal AB y las
terapéuticas que los alteran tienen efectos sobre la microbiota intestinal y
órganos fuera del hígado. El uso de agonistas y antagonistas del receptor de AB
y sus efectos indirectos afectan principalmente: el pool, la síntesis y la circulación de AB y la composición de la microbiota
intestinal. En humanos y ratones, la microbiota intestinal fluctúa con el
incremento o disminución de AB, lo cual puede provocar mayor inflamación y mala
absorción intestinal. El OCA reduce la síntesis de AB, los niveles circulantes
de AB y la inflamación hepática. Este tratamiento puede causar prurito e
ictericia en pacientes PBC descompensados. El UDCA altera el pool de AB y
reduce la inflamación y el daño hepático. Los inhibidores de ASBT afectan la
síntesis, circulación y secreción de AB y la composición microbiana en el
intestino.
Fuente: Meadows V
et al (2020). Bile acid receptor therapeutics effects on chronic liver
diseases. Frontiers in Medicine 7:15.
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