IGF-1 y sarcopenia
La sarcopenia, la
pérdida de masa y fuerza muscular relacionada con la edad, representa una de
las principales causas de alteración del rendimiento físico y disminución de la
movilidad. Entre los factores de crecimiento,
el factor de crecimiento similar a insulina-1 (IGF-1) ha sido implicado en el
control del crecimiento, la diferenciación y la regeneración del músculo
esquelético. En este contexto, el IGF-1 emerge como un factor de crecimiento
con un amplio rango de acciones y un gran potencial como factor terapéutico
para atenuar la atrofia y la debilidad asociadas con el
envejecimiento y las enfermedades musculares. En los mamíferos adultos, el
IGF-1 es sintetizado principalmente en el hígado y actúa como un factor de
crecimiento sistémico. Sin embargo, el IGF-1, también es producido en tejidos
extrahepáticos, incluyendo músculo esquelético donde juega un rol
autocrino/paracrino.
La proteína IGF-1 es producida por
diferentes pre-pro-péptidos, mientras dos promotores diferentes y el “splicing”
diferencial del gen IGF-1 crean varias isoformas IGF-1, las cuales difieren en
el péptido señal N-terminal (clase 1 o 2) y el péptido Extensión C-terminal
(E-péptido Ea o Eb). Dado los conflictivos y hasta ahora poco claros datos
sobre los efectos de las diferentes isoformas IGF-1, un estudio reciente
investigó si la sobre expresión en el músculo de alguna de las isoformas
IGF-1Ea o IGF-1Eb impacta la sarcopenia y a través de cuales mecanismos actúa
cada isoforma. El músculo con restricción de sobre expresión de ambas isoformas
no induce ningún cambio significativo en los niveles circulantes de IGF-1 en
animales jóvenes en comparación con los animales envejecidos. Consistente con
la disminución fisiológica de los niveles plasmáticos de IGF-1 durante el
envejecimiento, una fuerte reducción de los niveles de IGF-1 se observa en
animales viejos. Por el contrario, los animales viejos transgénicos no muestran
cambios en los niveles circulantes de IGF-1 en comparación con sus contrapartes
jóvenes. Es posible especular que las isoformas IGF-1, expresadas localmente,
ejercen un efecto sistémico indirecto contribuyendo al mantenimiento de los
niveles circulantes de IGF-1 durante la vida postnatal. Por otra parte, el
músculo esquelético ha sido identificado recientemente como un órgano
endocrino, capaz de producir y liberar citoquinas y otros péptidos, como las
mioquinas que actúan de manera autocrina, paracrina y endocrina. En este
contexto, el músculo esquelético también puede ser una fuente de IGF-1 circulante.
De acuerdo con las evidencias, el IGF-1 es liberado por el músculo esquelético
en la circulación sanguínea durante el ejercicio. Entonces, la reducción de los niveles
circulantes de IGF-1 en ratones viejos podría ser el resultado de alteraciones
morfo-funcionales ocurridas en el músculo. Por el contrario, en ratones
transgénicos, los niveles de expresión
de isoformas de IGF-1 en el músculo en la vida postnatal tardía preservan la
capacidad del músculo para funcionar como órgano endocrino, lo cual contribuye
a mantener inalterados los niveles circulantes de IGF-1.
Es de hacer notar que el IGF-1Ea, pero no el
IGF-1Eb, es capaz de promover una pronunciada hipertrofia muscular en ratones
jóvenes y viejos. No obstante, tanto el IGF-1Ea como el IGF-1Eb son capaces de
contrarrestar la sarcopenia, modulando negativamente el proceso inflamatorio del
envejecimiento y activando rutas relevantes del sistema molecular
anti-envejecimiento como la autofagia y la señal mediada por PGC-1, cuya
alteración induce degeneración de la unión neuromuscular y envejecimiento
precoz. Resulta interesante, y en alguna manera es paradójico que el incremento en los niveles de IGF-1Ea,
pero no de IGF-1Eb, se correlacione con una alta producción de especies
reactivas de oxígeno (ROS). Estos datos sugieren que la producción de ROS es
parte de la promoción y el mantenimiento de un fenotipo hipertrófico funcional,
inducido por el IGF-1Ea, y apoya la evidencia que las ROS no necesariamente son
agentes dañinos sino moléculas de señalización útiles, al menos en
concentraciones fisiológicas, para
regular el crecimiento, la proliferación, la diferenciación y la adaptación en
el músculo esquelético. En ratones, el IGF-1Ea es capaz de minimizar el daño
oxidativo en el músculo senescente regulando al alza, a través de la activación
de PGC1-α, a las proteínas NRF-2, el regulador master de la defensa
antioxidante, y SIRT1, un factor involucrado en la regulación del crecimiento,
la respuesta al estrés, la señal endocrina y la prolongación de la duración de
la vida.
El mantenimiento del fenotipo hipertrófico
por el IGF-1Ea promueve la activación de rutas de señalización adicionales,
como la proteína quinasa activada por AMP (AMPK), un factor involucrado en el
mantenimiento del balance energético del cuerpo y un sensor energético que
controla el metabolismo de la glucosa y los lípidos. Estos datos son
consistentes con un modelo en el cual la expresión en el músculo esquelético de
IGF-1Ea o IGF-1Eb activa una serie de rutas anabólicas y compensadoras capaces de contrarrestar la
sarcopenia y prevenir la pérdida de fuerza muscular y la alteración de la
interacción nervio-músculo. Adicionalmente, la expresión de las isoformas IGF-1
en el músculo esquelético puede mantener al organismo entero, promoviendo una
actividad local para beneficio global.
En conclusión, el IGF-1 es sintetizado
principalmente en el hígado, pero también es producido en tejido extrahepáticos
como el músculo esquelético, donde tiene un rol autocrino/paracrino. El gen
IGF-1 crea las isoformas IGF-1Ea e IGF-1Eb, las cuales son expresadas localmente y ejercen un efecto
sistémico indirecto, contribuyendo al mantenimiento de los niveles circulantes
de IGF-1 durante la vida postnatal. Las isoformas IGF-1Ea e IGF-1Eb son capaces
de contrarrestar la sarcopenia, regulando negativamente el proceso inflamatorio
del envejecimiento y activando rutas de señalización del sistema molecular
anti-envejecimiento como la autofagia y la señal mediada por PGC-1-α.
Fuente: Musaró A,
Scicchitano BM (2019). Counteracting sarcopenia: the role of IGF-1 isoforms. Aging 11: 3410-3411.
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