Hormona de crecimiento en el ovario
La hormona de
crecimiento (HC) juega roles fisiológicos importantes en virtualmente todos los tejidos
y órganos del cuerpo humano. Es conocido
también que, además de la HC endocrina expresada y liberada por la hipófisis
anterior, hay expresiones de la hormona en muchas células y tejidos, donde
juega roles autocrinos/paracrinos. Después de interactuar con su receptor de
membrana, la HC extracelular es trasladada al núcleo, donde la hormona
interactúa con su receptor (GHR) y sus proteínas de unión GHBP (el dominio extracelular del GHR), induciendo
cambios en la actividad transcripcional. Estos hallazgos contradicen el
concepto clásico que las hormonas peptídicas solamente actúan sobre sus receptores en la membrana celular. Los estudios recientes introducen mayor complejidad acerca
de los mecanismos de acción de la HC a nivel celular. Estos estudios demuestran
que, en cerdos, la administración de HC
induce la translocación de GHR al núcleo
celular in vivo, lo cual puede indicar que el GHR nuclear ejerce funciones que
aún no conocemos, aunque presumiblemente
actúa allí como un factor de
transcripción. Por otra parte, el aporte
de HC a células o tejidos necesita un
adecuado flujo sanguíneo, y la hormona juega un rol muy importante en la
formación de nuevos vasos sanguíneos o la recuperación de vasos dañados. En el
caso de la función gonadal en hembras, la gran distribución de GHR/GHBP en
prácticamente todo el sistema reproductivo de
ratas, sugiere que la HC podría tener acciones importantes y directas en
la reproducción y también en la normalidad e integridad del sistema vascular
endometrial.
El ovario tiene continuos cambios
fisiológicos y morfológicos desde la embriogénesis hasta la menopausia y durante el ciclo
ovárico fisiológico, la mayoría de ellos
relacionados con la intervención de HC, además de las gonadotropinas (Gn)
hipofisarias: hormona estimulante del folículo (FSH) y hormona luteinizante
(LH). Estos cambios deben ser acompañados por
cambios en el flujo sanguíneo, para asegurar un aporte adecuado no solo de
nutrientes sino también de las hormonas y los factores involucrados en estos
cambios. Esto, a su vez, significa que el número, tamaño, distribución y
funcionalidad (permeabilidad) de los vasos sanguíneos también deben cambiar
considerablemente a través de la vida de
esta glándula, no solo al comienzo de la pubertad sino también diariamente en
cada ciclo menstrual y durante la vida reproductiva de una mujer, hasta la
menopausia. En efecto, una vez que
comienza la pubertad, la foliculogénesis, la ovulación y la formación y
mantenimiento del cuerpo lúteo (CL) son procesos que dependen críticamente de
la angiogénesis. Adicionalmente, el
ovario es una glándula endocrina que libera esteroides sexuales en la
circulación sanguínea bajo la estimulación de las gonadotropinas hipofisarias
para llevar a cabo funciones importantes en el cuerpo femenino y también para
regular en el ovario la secuencia de procesos que permiten la ovulación y la
luteolisis.
En humanos, la HC juega un rol en la
maduración del oocito y la embriogénesis, a partir de sus estadios iniciales.
HC y GHR son expresados por ovarios de fetos y adultos, donde juegan un
importante rol autocrino/paracrino. Aunque la mayoría de los efectos de la HC
sobre la función del ovario son ejercidos por la hormona producida localmente
en los ovarios, la HC sistémica liberada por la hipófisis anterior o
exógenamente administrada, también juega un rol importante en la función normal
de la gónada femenina y la reproducción. Los esteroides gonadales participan en
la regulación hipotalámica de la secreción hipofisaria de HC; la amplitud del
pulso de HC aumenta en las hembras prepuberales
hipogonadales con síndrome de Turner cuando reciben estradiol (E2). A su
vez, la HC participa en la regulación de la pubertad y la fertilidad a través
de cambios en la secreción de Gn, directamente o vía IGF-1. Las neuronas
hipotalámicas que producen la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH)
expresan receptores de IGF-1, por lo tanto la secreción de Gn puede ser regulada,
al menos parcialmente por el eje HC/IGF-1. La expresión de IGF-1 en el cerebro es estimulada por la HC,
al menos en “stem cells” neurales humanas. En ratas, el IGF-1 es capaz de
estimular la capacidad biosintética de las células gonadotropas de la hipófisis
y de
actuar directamente sobre las neuronas GnRH para la regulación de la
pubertad, aunque también puede actuar sobre neuronas kisspeptina, las cuales
juegan un rol clave en la regulación de la actividad de las neuronas GnRH. Un
estudio reciente revela que la HC ejerce efectos directos sobre las neuronas
kisspeptina localizadas en los núcleos periventricular anteroventral y
periventricular rostral a través de la señal transductor y activador de la
transcripción 5 (STAT5), pero carece de efecto sobre las neuronas kisspeptina
localizadas en el núcleo arqueado. Estos hallazgos sugieren que una apropiada
secreción de HC es necesaria para la maduración sexual y el mantenimiento de
las funciones reproductivas, mientras la deficiencia de HC puede afectar el
inicio de la pubertad y producir infertilidad. En humanos, la interacción
HC-GHR en el ovario promueve la síntesis de esteroides sexuales, induce la
gametogénesis, inhibe la apoptosis folicular y regula al alza la expresión de
receptores de LH. La terapia de reemplazo con HC restaura la función normal del
ovario en mujeres con deficiencia de HC, en quienes el inicio de la pubertad es
retardado y la función reproductiva alterada.
El inicio de la pubertad se caracteriza por
un cambio en el patrón de secreción de las Gn hipofisarias. Durante la niñez las Gn circulan en niveles
bajos, y la secreción de FSH claramente
predomina sobre la secreción de LH; pero cuando comienza la pubertad, no solo
aumentan los niveles plasmáticos de Gn, sino que también se invierte el patrón
de secreción de Gn. Primero, solamente durante la noche, y luego a lo largo del
día, la secreción de LH es mayor que la de FSH, aparece la menarquia y
comienzan los ciclos menstruales. Estos cambios puberales ocurren como una
consecuencia de la activación del pulso generador de GnRH, producida por
neurotransmisores que actúan sobre las neuronas GnRH y el efecto estimulador de
las kisspeptinas hipotalámicas sobre ellas. La pregunta es: ¿Por qué esta
activación del pulso generador de GnRH usualmente ocurre en una cierta edad, altamente variable entre las hembras, durante el desarrollo? Es bien
conocido que el inicio de la pubertad
muestra grandes cambios entre diferentes poblaciones étnicas en el mundo, lo
cual indica que hay un control genético del inicio de la pubertad. Aunque el
inicio de la pubertad es poligénico, un estudio identificó, en un alto número
de hembras, el polimorfismo de nucleótido simple (SNP) rs314276 en el intrón 2
del gen LIN28B, localizado en el cromosoma 6, como el primer marcador genético asociado con la menarquia, aunque otros genes
también contribuyen a la fisiología de este importante evento en el desarrollo.
Además de su determinante genético, el
inicio de la pubertad está condicionado por el estatus nutricional del
individuo, un mínimo de energía disponible es necesario para el comienzo de un
estado reproductivo. En efecto, la masa grasa aumentada ha sido asociada con
pubertad precoz mientras la desnutrición o la pérdida de peso provoca menarquia
retardada o amenorrea producida por hipogonadismo hipogonadotrópico. En línea con esto, la leptina, una hormona
producida por el tejido adiposo que regula la masa grasa corporal a través de
la inhibición de la ingesta de alimentos y la estimulación del centro de saciedad,
está relacionada con el inicio de la pubertad. La razón es que el incremento de
la masa grasa podría provocar un aumento de la producción de leptina y, como la
obesidad induce pubertad precoz, la leptina es considerada una señal metabólica
para el sistema reproductivo. Estudios más recientes indican que altos niveles
de leptina en hembras prepuberales están asociados con la menarquia en edades
más tempranas. El rol permisivo de la leptina en el inicio de la pubertad es
mediado por neuronas kisspeptina y las alteraciones del gen KISS1y el receptor
de kisspeptina están asociadas con la producción deficiente de leptina. Más
aún, las alteraciones reproductivas pueden ser recuperadas con la
administración de leptina en humanos y
animales. Por tanto, la ruta leptina-kisspeptina-GnRH lleva información
metabólica a los centros que regulan la función reproductiva.
La secreción hipofisaria de HC aumenta
durante la pubertad y, en consecuencia, la tasa de velocidad de
crecimiento aumenta más del doble de los
valores observados en la niñez. Esta aparente relación entre incremento en la
secreción de HC y el inicio de la pubertad sugiere que la HC podría actuar como
una co-gonadotropina que aumenta los efectos de FSH y LH sobre la producción de
esteroides sexuales en el ovario. La deficiencia de HC afecta negativamente la
función del ovario en humanos retardando la maduración sexual y la fertilidad,
una situación que es revertida con la terapia de reemplazo de HC. Algunos autores postulan que el incremento en
la secreción de HC cuando comienza la pubertad depende de la activación del
pulso generador de GnRH; el consecuente incremento en la secreción de LH podría
estimular la producción y secreción de esteroides sexuales en el ovario, lo
cual a su vez aumenta las rutas noradrenérgicas que actúan sobre receptores α2
en el hipotálamo y bloquean la secreción de somatostatina, inhibidor de la
secreción de HC, al tiempo que estimulan
la liberación de hormona liberadora de hormona de crecimiento (GHRH). Esto
podría explicar el incremento en la síntesis y secreción hipofisaria de HC.
Aunque esta posibilidad es real, el hecho que la HC y el IGF-1 estimulen, en
ratas, la actividad del promotor GnRH in
vitro y las neuronas kisspeptina, puede indicar que la activación del pulso
generador de GnRH es un evento que sigue al aumento de la secreción de HC/IGF-1
que ocurre cuando comienza la pubertad. Otra
posibilidad es que ambos eventos ocurran en paralelo y, fisiológicamente, cada
uno de ellos proporcione retroalimentación positiva al otro.
El inicio de la pubertad en las hembras
también depende del estatus nutricional. Un meta-análisis reciente indica que
la obesidad provoca el inicio temprano de la pubertad. Esto corrobora los
resultados de otros estudios que relacionan el aumento de masa grasa corporal y
la menarquia temprana. Hay una clara
relación entre la masa grasa corporal y la activación del pulso generador de
GnRH. Los adipocitos liberan leptina la cual, entre otras acciones estimula la
producción de kisspeptina que a su vez activa
la producción y secreción de GnRH. Esto provoca la menarquia. Por tanto,
a mayor cantidad de grasa corporal, mayor secreción de leptina y menor edad de
inicio de la pubertad, mientras la desnutrición provoca disminución de la
producción de leptina y esto causa retardo o ausencia del inicio de la
pubertad. En estas situaciones opuestas la tasa de secreción de HC no está
en paralelo con el inicio de la
pubertad. En la obesidad, la secreción de HC es considerablemente reducida o
ausente mientras en las hembras con baja masa grasa la secreción de HC aumenta
considerablemente. Esto probablemente se debe al hecho que el incremento en la
masa grasa produce un aumento en la producción hepática de IGF-1, el cual
induce la liberación hipotalámica de somatostatina, pero también inhibe
directamente la liberación hipofisaria de HC, mientras la desnutrición previene
la síntesis de IGF-1 en el hígado provocando, por tanto, un aumento de la
secreción de HC. A pesar de la significativa reducción de la secreción de HC,
la tasa de crecimiento es normal o mayor en las hembras obesas que en las
hembras con masa grasa normal. Esto puede ser explicado por los altos niveles
de IGF-1 en la obesidad, el cual es la real hormona responsable del
crecimiento.
La HC es una hormona que juega un rol muy
importante en el curso de los procesos que culminan en la maduración y
liberación del oocito. Esta función puede ser desarrollada por la HC sistémica
o por la HC producida localmente en el ovario, pero también puede depender del
IGF-1 inducido por la HC en el ovario o producido independientemente en esta glándula. Los
datos de los estudios en humanos indican que la HC estimula la producción de
IGF-2, lo cual sugiere que el IGF-2 puede ser también un mediador de los efectos
de la HC en los folículos ováricos actuando a través del receptor de IGF-1. En
cualquier caso, los datos de los estudios en mujeres indican que el sistema
HC/IGF-1 juega un rol muy importante durante el ciclo menstrual humano. La regulación de la síntesis de HC en el
ovario no es conocida hasta el presente, aunque la GHRH y su receptor han sido
detectados en ovarios de humanos y ratas. Sin embargo, a diferencia de lo que
ocurre en el eje hipotálamo-hipófisis, la GHRH no estimula la síntesis y
secreción de HC en el ovario.
Un ciclo menstrual normal comienza con una
secreción predominante de FSH sobre LH. En esta situación, las células tecales
de los folículos preantrales en crecimiento, estimuladas por LH, producen
andrógenos, principalmente androstenediona, los cuales alcanzan las células
granulosas donde son convertidos en E2 por la acción de una aromatasa
dependiente de FSH. La administración de HC ejerce un efecto sinérgico sobre la
esteroidogénesis folicular inducida por FSH, en términos de aumentar la
producción de E2 durante la fase folicular temprana. Este efecto de la HC puede
ser atribuido a una acción de la hormona sobre la actividad o expresión de la
aromatasa. Sin embargo, está demostrado que en ratas, la HC inhibe la actividad
aromatasa inducida por FSH a través de una ruta independiente de IGF-1,
inhibiendo por tanto la síntesis de E2 en las células granulosas, mientras
también está demostrado que el IGF-1 estimula la actividad aromatasa. La HC
incrementa la expresión de IGF-1 y su
receptor, y receptores de FSH en las células granulosas a través de la
fosforilación de transductores de señal y activadores de transcripción (STAT),
mientras las proteínas morfogéneticas de hueso (BMP) inhiben los efectos del
IGF-1 sobre la producción de E2 inducida por FSH a través de la supresión de la
expresión de la expresión de HC/IGF-1 en el ovario. El sistema HC/IGF-1 regula
a la baja la expresión de receptores de BMP y la HC regula al alza a
inhibidores de la señal BMP, afectando negativamente las rutas de señalización
de BMP. Por otra parte, la síntesis de progesterona (P4) en las células granulosas es inducida por la
FSH y la HC aumenta este efecto a través de la inducción de la proteína reguladora de la esteroidogénesis aguda
(StAR), la citocromo p450 y la 38-hidroesteroide deshidrogenasa, pero esto es
bloqueado por las BMP. Más aún, las BMP también participan en la regulación de
la secreción hipotalámica de GnRH y la sensibilidad del ovario a las Gn. Estos
efectos de las BMP, particularmente BMP-15, han sido observados en
humanos.
En humanos, como en muchas otras especies,
la HC juega un rol directo en la maduración del oocito. En el ovario maduro, el
GHR ha sido detectado en la membrana, las células del cúmulus y el núcleo, un
hecho que confirma que la HC actúa en la
expansión de células del cúmulus como ha sido demostrado en primates, y también
mejora la maduración citoplasmática de oocitos maduros. Por otra parte, en el mantenimiento del
cuerpo lúteo, el sistema HC/IGF-1 actúa en la luteinización de las células
granulosas, la cual comienza antes de la disrupción folicular y la ovulación.
En este contexto, la HC juega un rol importante como factor proliferativo y
anti-apoptosis. La HC conjuntamente con la FSH estimula la proliferación de las
células granulosas luteinizadas y evitan
la apoptosis de estas células. Además de las importantes acciones que el
sistema HC/IGF-1 ejerce sobre los ovarios, la HC también facilita el desarrollo
de un ambiente materno apropiado, actuando en el útero muy tempranamente en el
embarazo. La HC y su receptor son expresados en el útero de mujeres embarazadas
y no embarazadas. La HC induce el crecimiento uterino, facilitando la
implantación del embrión. La hormona, a
través de la ruta JAK2/STAT5 promueve la
proliferación de células endometriales e incrementa la vascularización uterina
(a través de la regulación de la expresión de VEGF-A). Estas acciones de la HC pueden ser mediadas
por el IGF-1 autocrino o el IGF-1 sistémico. La HC facilita la implantación del
embrión incrementando la producción de metaloproteinasas de matriz y
estimulando la proliferación de células del trofoblasto, lo cual permite la
formación de la cavidad del blastocisto y la invasión del endometrio.
La secreción hipofisaria de HC sufre fuertes
cambios a través de la vida: liberación
muy alta en el primer año de vida, una disminución durante la infancia seguida
por una nueva liberación alta cuando comienza la pubertad y luego una
progresiva disminución en la cantidad de hormona liberada en cada pulso de
secreción. Después de los 20 años de edad, la secreción de HC disminuye
progresivamente a la mitad cada 7-12 años acompañada por una disminución de los
niveles plasmáticos de IGF-1, aunque su disminución es menor que la de HC. Por
lo tanto, aproximadamente los 50 años de edad, la secreción de HC es residual y
provoca cambios significativos en la composición del cuerpo como reducción de
la masa corporal, incremento de la adiposidad, declive en la actividad sexual y
aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, entre otros síntomas.
Dados los efectos beneficiosos de la HC, la pregunta es ¿por qué la secreción
de HC disminuye con el envejecimiento?
Los datos de varios estudios indican que hay alteraciones relacionadas con la
edad en el control hipotalámico de la secreción de HC, su modulación por
esteroides gonadales y en la auto-regulación por la HC, lo cual provoca una
significativa disminución de la secreción de HC en los adultos mayores.
Aunque la secreción de HC comienza a
disminuir tempranamente en la vida, los ciclos menstruales se mantienen
normalmente hasta los 45-50 años de edad. La menopausia, la interrupción final
de los ciclos menstruales, ocurre cuando el “pool” de folículos ováricos es
completamente agotado. Esto provoca un incremento en la secreción de Gn con
niveles plasmáticos de FSH que duplican o triplican los niveles de LH, lo cual
refleja la deficiente producción de esteroides gonadales por el ovario
menopáusico. Sin embargo, los resultados
de varios estudios sugieren que el eje HC/IGF-1 no modula la función del eje
hipotálamo-hipófisis-gonadal en la mujer postmenopáusica. Aunque la somatopausia
y la menopausia están más o menos temporalmente relacionadas, una vez que
comienza la menopausia, la administración de HC es totalmente inefectiva en el
ovario.
En el ovario adulto, los vasos sanguíneos no
están distribuidos uniformemente entre los folículos. Los folículos
primordiales y los folículos preantrales de crecimiento lento solamente reciben
flujo sanguíneo de los vasos que existen en el estroma adyacente. Esto implica que un adecuado aporte vascular es
una etapa limitante en la selección y maduración del folículo dominante,
mientras los folículos con insuficiente aporte sanguíneo tienen limitado su
crecimiento y pueden sufrir atresia. La existencia de una correlación entre los
niveles aumentados de factor de crecimiento endotelial vascular A (VEGF-A) y E2
en el líquido folicular está de acuerdo con la idea que los folículos con
mayores niveles de VEGF-A crecerán hasta
alcanzar el estadio pre-ovulatorio. Como el desarrollo folicular y la
producción de esteroides sexuales están bajo el control de las Gn hipofisarias,
ambos conceptos son compatibles. En efecto, el bloqueo de los efectos del
VEGF-A sobre el ovario provoca una marcada disminución de la proliferación de
células tecales de folículos secundarios y terciarios y también una disminución
de proliferación de células granulosas con la consiguiente disminución de la
producción de esteroides sexuales. La sucesión de eventos en un ciclo menstrual
ocurre en paralelo con los cambios en la irrigación y funcionalidad de las
estructuras ováricas involucradas.
El primer factor identificado como
responsable de los cambios vasculares que ocurren durante un ciclo menstrual es
el VEGF-A. En el folículo pre-ovulatorio, la capa granulosa es avascular,
mientras la teca es fuertemente vascularizada. Durante el desarrollo folicular
se acumula VEGF-A hasta que la LH induce la actividad proteolítica que degrada
la membrana basal y provoca la liberación de VEGF-A, el cual induce la
migración de células endoteliales a las células granulosas, la proliferación
endotelial, el reclutamiento de pericitos y, en conjunción con otros factores
angiogénicos, la estabilización y maduración folicular. Los efectos de la LH
sobre la producción de VEGF-A en las
células granulosas han sido confirmados en mujeres normales e infértiles. Por
otra parte, el hecho que la expresión de VEGF-A en el ovario esté relacionada
con el tamaño del folículo ovárico es crucial para entender porque la
HC, la principal hormona involucrada en el crecimiento tisular, juega un rol
importante en la producción de VEGF-A en el ovario. Hay también en el ovario
producción de IGF-1 que induce angiogénesis estimulando la producción de VEGF-A
en las células luteales y la proliferación y diferenciación de células
endoteliales. El IGF-1 puede actuar directamente o como mediador de los efectos
pro-angiogénesis de la HC. Los efectos de la HC sobre la producción de IGF-1 en
el ovario pueden ser ejercidos por vía endocrino o a través de acciones
auto/paracrinas.
En conclusión, está claro que la HC
sistémica o expresada en el ovario, es muy importante en todos los estadios del
funcionamiento ovárico normal hasta la menopausia. Los efectos de la HC sobre
el ovario pueden ser ejercidos directamente por la hormona y/o a través de sus
mediadores. La formación y funcionalidad de vasos sanguíneos en el ovario
dependen principalmente del VEGF-A y su expresión es regulada por la LH y otros
factores, pero la HC también parece estar, directa o indirectamente,
involucrada en este proceso.
Fuente: Devesa J,
Caicedo D (2019). The role of growth hormone on ovarian functioning and ovarian
angiogénesis. Frontiers in Endocrinology 10: 450.
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