FSH, circuitos metabólicos y menopausia
La transición a la
menopausia está asociada con un aumento en los niveles plasmáticos de hormona
estimulante del folículo (FSH), aun cuando los niveles de estrógenos se
mantienen en límites normales. De acuerdo con The Stages of Reproductive Aging
Workshop (STRAW), la edad promedio de la menopausia es 51,4 años, mientras la
edad promedio de la transición a la
perimenopausia es de 47 años. Esta transición
es marcada por cambios en el remodelado óseo, la composición corporal y
el metabolismo energético, los cuales son más prominentes durante la
perimenopausia tardía. Los resultados del Study of Women´s Health Across the
Nation (SWAN) indican una disminución en la densidad mineral ósea (DMO),
incremento del peso corporal, adiposidad visceral, alteración de la homeostasis
energética y reducción de la actividad física durante la perimenopausia. La
ocurrencia de estas aberraciones metabólicas con niveles plasmáticos de FSH
aumentados y niveles de estrógenos relativamente inalterados sugiere mecanismos
alternos de pérdida ósea y obesidad con relaciona los generalmente atribuidos a
la deficiencia de estrógenos.
Estudios recientes en ratones demuestran que
la FSH es un regulador primario de la grasa corporal y la homeostasis
energética. Adicionalmente, reportan la inducción de tejido adiposo “beige”,
termogénico, y como consecuencia un incremento en el gasto de energía. Estos hallazgos sugieren la existencia de
nuevos circuitos hipófisis-metabólicos de importancia fisiológica y médica. Por
otra parte, es conocido que la FSH incrementa la resorción ósea a través del
aumento de la génesis, función y supervivencia de los osteoclastos. En este
contexto, el SWAN reporta que la tasa de pérdida ósea es más alta durante la
perimenopausia a pesar de los niveles normales de estrógenos. La disminución
anual promedio de pérdida ósea es más alta en el período comprendido desde 1
año antes hasta dos años después del último ciclo menstrual, aunque los valores
de DMO se mantienen en el rango normal durante ese período. La pérdida ósea
ocurre principalmente en el hueso trabecular con disminución en el número de
trabéculas y aumento de las perforaciones trabeculares.
Una diversidad de estudios correlativos
confirma la relación entre niveles plasmáticos elevados de FSH y pérdida ósea,
independientemente de los niveles plasmáticos de estrógenos. Por ejemplo, el estudio Italian Bone Turnover
Range of Normality (BONTURNO) y un estudio en España demuestran una correlación
positiva entre altos niveles plasmáticos de FSH y marcadores de recambio
óseo, incluyendo osteocalcina y el
péptido C-terminal de colágeno tipo 1 (CTX), independientemente de los niveles
de estrógenos. Otro estudio que investigó la relación entre cadmio urinario,
FSH plasmática y DMO en el fémur en
mujeres entre 42 y 60 años de edad
demostró una asociación inversa independiente entre FSH y DMO en ciertos
grupos. La relación inversa entre FSH y DMO también ha sido reportada por un
estudio en mujeres con edades entre 20 y 50 años. Múltiples estudios en China reportan
fuertes correlaciones entre FSH plasmática y pérdida ósea.
La acción de la FSH sobre el hueso parece
ser mediada primariamente por una isoforma del FSHR, la cual es más corta que
el FSH de longitud completa. La presencia de esta isoforma de FSHR ha sido
confirmada en osteoclastos humanos. A diferencia del acoplamiento con Gαs
que se observa en las células foliculares del ovario, en el hueso, el FSHR está
acoplado a Gα12α resultando en una reducción de los niveles de AMPc. Esta acción también está
asociada con la sensibilización de las rutas MAPK, NFκB y AKT para estimular la
osteoclastogénesis. Adicionalmente, la FSH incrementa la formación de
osteoclastos aumentando la expresión de RANK y la producción de citoquinas,
incluyendo interleuquina 1β (IL-1β), factor de necrosis tumoral-α (TNF-α) e
IL-6.
La ganancia de peso y los cambios en la
composición corporal se observan en la
transición a la menopausia. La ganancia de peso es prominente en la
perimenopausia y la postmenopausia temprana y ha sido atribuida a
envejecimiento, independientemente del estatus menstrual. Sin embargo, los
cambios en la composición corporal, específicamente la adiposidad visceral, han
sido relacionados con la transición a la menopausia. Los altos niveles de FSH
están asociados con incrementos en el volumen de grasa visceral. Adicionalmente,
hay una reducción de la masa magra asociada con altos niveles de FSH. El FSHR
de los adipocitos es una variante del FSHR ovárico que se acopla a Gα1
y provoca una reducción de los niveles de AMPc con la consiguiente disminución
en la activación de la proteína mitocondrial, proteína desacopladora-1 (UCP1)
en adipocitos marrones (o termocélulas). Esta ruta, la cual es opuesta a la
estimulación β3-adrenérgica, está relacionada con la activación de la proteína
de unión al elemento de respuesta del AMP cíclico (CREB) y la lipogénesis. La FSH incrementa la expresión de genes
relacionados con el metabolismo de los lípidos, particularmente Lpl, Fas y
Pparg.
Hay una creciente prevalencia de
dislipidemia y acumulación de colesterol alrededor de la perimenopausia, la
cual tradicionalmente ha sido atribuida a la deficiencia de estrógenos. Sin
embargo, la evidencia reciente indica que la FSH puede jugar un rol en el
incremento de la producción hepática de colesterol independiente de los niveles
de estrógenos. Un estudio reciente reporta que los niveles plasmáticos de FSH,
colesterol total (CT) y LDC colesterol (LDC-C) son mayores en mujeres
perimenopáusicas que en mujeres premenopáusicas, a pesar de tener niveles
similares de estrógenos. Los niveles plasmáticos de FSH se correlacionan
positivamente con los niveles de TC y LDC-C. La presencia de FSHR en el hígado
ha sido demostrada en humanos y ratones. La FSH, en el hígado, regula al alza a
la HMG-CoA reductasa, la enzima de la etapa limitante para la biosíntesis de
colesterol. Este efecto de la FSH parece ser regulado a través de la activación
del factor de transcripción proteína de unión del elemento esterol regulador 2 (SREBP-2). Otro posible
mecanismo de la elevación de LDC-C circulante es la reducción de receptores
hepáticos de LDC mediada por FSH, la cual resulta en una disminución de la
endocitosis de LDC-C.
Aunque varios estudios reportan una
asociación entre niveles plasmáticos de FSH y marcadores de riesgo
cardiovascular, es aún un tema controversial por la carencia de hallazgos
consistentes. El estudio Assessment of the Transition of Hormonal Evaluation
and Noninvasive Imaging of Atherosclerosis, con el uso de angiografía y
ultrasonido carotídeo, reporta que la
ateroesclerosis subclínica es prevalente en mujeres perimenopáusicas y el
número de placas aorticas está asociado
directamente con los niveles plasmáticos de FSH, pero no con los niveles de
estrógenos. Por otra parte, un estudio en Brasil encontró una significativa correlación
positiva entre niveles plasmáticos de FSH y engrosamiento a nivel de
íntima-media de carótida.
Además de la función critica de los altos
niveles plasmáticos de FSH en causar las
perturbaciones fisiológicas de la menopausia, hay una especulación reciente de
un rol de la FSH en el proceso de envejecimiento en ambos sexos. En modelos de
ratones, los aumentos en la longevidad están asociados con niveles plasmáticos
reducidos de FSH. Los ratones Ames y Laron con deficiencia de factor de
transcripción hipofisario PROP1 y receptor de hormona de crecimiento,
respectivamente, exhiben niveles plasmáticos reducidos de FSH, además de otras
hormonas hipofisarias. Estos ratones tienen un incremento en el tiempo de vida
y un envejecimiento biológico reducido. Por otra parte, la relación entre FSH y
obesidad puede conferir un beneficio de supervivencia cuando los niveles de FSH
son bajos, particularmente porque la obesidad puede afectar independientemente
las funciones metabólicas y cardiovasculares, disminuyendo la longevidad.
En conclusión, la FSH a través de receptores
de alta afinidad, algunos de los cuales son variantes del FSHR ovárico, regula
la masa ósea, la función del tejido adiposo y la producción hepática de
colesterol, independientemente de los niveles de estrógenos. Estas nuevas
acciones de la FSH pueden ser relevantes en la patogénesis de la pérdida ósea,
la desregulación de la homeostasis energética y los desórdenes del metabolismo
de los lípidos que acompañan a la menopausia en las mujeres y al envejecimiento
en ambos géneros. Los estudios en modelos animales proporcionan evidencia que
la inhibición de FSH reduce la grasa corporal y los niveles plasmáticos de
colesterol, induce la termogénesis e incrementa la masa ósea.
Fuente: Taneja C
et al (2019). FSH-metabolic circuitry and menopause. Journal of Molecular
Endocrinology 63: R73-R80.
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