Serotonina y regulación del metabolismo
La serotonina,
también conocida como 5-hidroxitriptamina (5-HT), es un mensajero clave que
media una variedad de funciones centrales y periféricas en el cuerpo humano.
Como neurotransmisor en el sistema nervioso central (SNC), es requerida para
varias funciones cerebrales y está asociada con la ansiedad y la conducta. Más
aún, la serotonina central contribuye al control neuronal de la motilidad y las
secreciones intestinales. Las acciones de la serotonina se extienden también a
la comunicación neuronal en el SNC y el sistema nervioso entérico (SNE) en
órganos periféricos. Por otra parte, la serotonina media numerosos procesos no
neuronales como la función de la vejiga, la respiración, la hemostasia, el tono
vascular, la función inmune y la inflamación intestinal. La serotonina es
también un regulador del balance energético, la ingesta de energía y el gasto
de energía. En el SNC, la serotonina está involucrada en el apetito y la
ingesta de nutrientes. El efecto inhibidor de la serotonina sobre el apetito ha
sido determinante en la aprobación de
agonistas de los receptores de serotonina en el tratamiento de la obesidad. Más
aún, aspectos de la digestión, la producción de insulina y la reparación del
hígado son dependientes de la señal mediada por la serotonina periférica. Varios estudios implican a la
serotonina como un sensor crítico del balance de nutrientes que promueve el
anabolismo de lípidos en el cuerpo humano.
La serotonina es una amina biogénica
altamente conservada en el árbol filogenético. Químicamente, la serotonina es
una monoamina bioactiva que puede capturar luz a través de su anillo indol, una
estructura aromática clave presente en la serotonina y su precursor,
triptófano. Debido a esta propiedad, el triptófano presente en los organismos
unicelulares primitivos (por ejemplo, cianobacterias y algas verdes) es oxidado
por fotones solares de alta energía para producir el metabolito energético
nicotinamida adenina dinucleótido reducido (NADH) a través de la cadena
transportadora de electrones. Este proceso representa un método temprano de
adquirir energía del ambiente para su conversión en energía bioquímica. La
conservación de la señal serotonina a través de las especies genera un traslape
considerable entre vertebrados e invertebrados con relación a la regulación del
balance energético. Por ejemplo, la Drosophila melanogaster es un artrópodo
bien estudiado cuya masa grasa sirve como un órgano altamente diverso con
funciones análogas -y regulación metabólica similar- a los tejidos adiposo,
vascular e inmune de los humanos. Por otra parte, la inyección de serotonina en
el cerebro de las abejas reduce el consumo de sucrosa y aminoácidos. Además de
regular directamente el apetito, la serotonina es requerida por organismos
succionadores de sangre como el Rhodnius prolixus para extender la pared
abdominal e incrementar la frecuencia de contracciones después de ingerir
alimento. Otros invertebrados como los gastrópodos y algunos artrópodos
utilizan procesos serotonérgicos para mediar conductas alimentarias. Entonces,
diversas especies del phyla invertebrados regulan el balance energético a
través de mecanismos dependientes de serotonina.
En los mamíferos, la serotonina es sintetizada a partir del
triptófano. La síntesis de serotonina está relacionada con la disponibilidad de
triptófano, la síntesis de kinurenina y la enzima triptófano hidroxilasa (Tph). La Tph produce el
precursor 5-hidroxitriptófano (5-HTP), el cual es rápidamente convertido en
serotonina por la descarboxilasa de aminoácidos aromáticos (AADC). La Tph
existe en dos isoformas: Tph1 presente principalmente en la periferia y Tph2
presente en el núcleo del rafe del tallo cerebral y el SNE. Debido a que la
serotonina no pasa fácilmente por la barrera hematoencefálica, los “pooles”
central y periférico de serotonina son funcionalmente distintos y regulan
procesos dependientes de serotonina en el cerebro y la periferia,
respectivamente.
En la periferia, la serotonina circulante es
sintetizada primariamente por la Tph1 en las células enterocromafines (CE) del
tracto gastrointestinal. La expresión y actividad de la Tph1 en las CE es
regulada por la acción de células adyacentes y nutrientes. Por ejemplo, en
respuesta a una infección parasitaria en el intestino, la síntesis de
serotonina en las CE es aumentada por células T CD4+ y la IL-13. Los
carbohidratos (glucosa, fructosa y sucrosa) también incrementan la secreción de
serotonina en CE de duodeno y colon. En roedores, la respuesta a nutrientes es
modulada por la producción de ácidos grasos de cadena corta (acetato y butirato)
por la microbiota intestinal, los cuales incrementan la expresión de Tph1 y la
síntesis de serotonina en las CE con el consiguiente incremento en la
concentración de serotonina en la circulación sanguínea. Adicional a la
síntesis de serotonina, la mayor parte del triptófano de la dieta es utilizada
para la producción de kinurenina. La conversión de triptófano a kinurenina
requiere de las enzimas indolamina 2,3-dioxigenasa (IDO) o triptófano
2,3-dioxigenasa (TDO), la cual se encuentra en el hígado. La IDO tiene especificidad de sustrato más amplia que la
TDO, reaccionando con el grupo indol de una variedad de constituyentes de la
ruta serotonérgica (triptófano. 5-HTP, serotonina, melatonina). La activación
de la IDO por citoquinas pro-inflamatorias como INFγ y TNFα reduce los niveles
de serotonina y aumenta los de kinurenina. En las neuronas, el metabolismo de
kinurenina a ácido picolínico en vez de ácido quinolínico, el cual es metabolizado
a NAD+, protege contra la neurotoxicidad. Entonces, además de la
Tph, la ruta kinurenina también es importante en la regulación de la síntesis y
disponibilidad de serotonina.
La estimulación de las CE dispara la
liberación de serotonina en el espacio intersticial de las células adyacentes.
Las CE actúan como transductores
sensoriales que responden a las disrupciones postprandiales en la luz
del intestino como cambios de pH o la presencia de nutrientes o toxinas. Debido
a la ausencia de un contacto directo entre la luz intestinal y el SNE, las CE
actúan como un mediador entre los dos, a través de la secreción de serotonina,
estimulando las neuronas entéricas e incrementando la motilidad y el
peristaltismo del intestino. Las CE liberan serotonina por la membrana
basolateral para estimular las neuronas aferentes del SNE y por la mucosa
superficial de la luz intestinal en respuesta a estímulos luminales. La
liberación de serotonina es regulada en parte a través de una población de CE
epiteliales del intestino que son mecanosensibles a fuerzas luminales, un
proceso que requiere Piezo 2. La serotonina liberada activa receptores para
inducir el peristaltismo intestinal transitorio. Sin embargo debe ser removida
del espacio intersticial para cesar la señal cuando ya no es requerida.
Los altos niveles de serotonina generados
por las CE necesitan un sistema de control bien regulado para remover la
serotonina del espacio intersticial del intestinal, terminar la señal serotonérgica y evitar la
toxicidad de la serotonina. El aclaramiento de la serotonina intersticial
ocurre por secuestro de la serotonina en los enterocitos o por transporte en la
circulación. Los enterocitos de la mucosa intestinal toman la serotonina a
través de transportadores de serotonina (SERT) y es degradada por la monoamina
oxidasa (MAO). La serotonina restante entra en la circulación a través de
lechos capilares en la submucosa de la pared intestinal. Una vez en la
circulación, la mayor parte de serotonina es secuestrada en las plaquetas
mediante un transporte mediado por SERT. Debido a que las plaquetas carecen de
Tph no tienen la capacidad para sintetizar serotonina y actúan solamente como
acarreadores de serotonina. En las plaquetas, los transportadores de monoaminas
vesiculares depositan la serotonina en gránulos densos. Las plaquetas pueden
degradar la serotonina granular mediante la acción de la MAO. Cantidades
significativas de la serotonina
almacenada en las plaquetas puede ser transportadas eficientemente en la
circulación. Las plaquetas circulantes pueden liberar serotonina en respuesta a
estímulos e inducir vasoconstricción, agregación plaquetaria y coagulación
sanguínea. La serotonina que se encuentra fuera de las plaquetas es soluble en
plasma y está disponible para acciones en tejidos periféricos. Sin embargo, la relevancia biológica de esta
fracción fuera de las plaquetas no es entendida completamente.
La mayor parte de serotonina es degradada por la MAO. La MAO
tiene dos isoformas: MAO-A y MAO-B. La MAO-A tiene una afinidad mucho mayor por
la serotonina que la MAO-B. El producto del catabolismo de la serotonina
mediado por la MAO es el 5-hidroxiindol
aldehído, el cual es metabolizado en ácido 5-hidroindolacético (5-HIAA) por la enzima
aldehído deshidrogenasa. La serotonina también puede ser metabolizada a
N-acetil-serotonina por la enzima arilalquilamina N-acetil transferasa y
posteriormente en melatonina por la hidroxiindol O-metiltransferasa.
Adicionalmente, la serotonina también puede
ser metabolizada por la IDO en la ruta kinurenina. Entonces, la
abundancia de serotonina no solo depende de la disponibilidad de triptófano y
de la expresión y actividad de la Tph sino que también depende de la actividad de
las enzimas involucradas en el metabolismo de serotonina como MAO, IDO y TDO.
La serotonina puede actuar por transducción
de la señal a través de receptor y por vía post-translacional a través de un concepto llamado
“serotonilación” que consiste en la transamidación de la serotonina a pequeñas
GTPasas por la enzima transglutaminasa en las plaquetas. Este proceso bloquea
la hidrólisis de GTP y resulta en actividad constitutiva de la respectiva
GTPasa y en desgranulación de la plaqueta. Más aún, este proceso también ha
sido observado en las células β pancreáticas, donde la serotonilación de
pequeñas GTPasas facilita la secreción de insulina. Aunque la serotonilación de
proteínas puede ser importante en algunos contextos, la gran mayoría de las
funciones de la serotonina ocurren a través de la unión a uno de los 14
receptores 5-HT (HTR) de la superficie celular, los cuales han sido
clasificados en siete familias sobre la base de sus propiedades funcionales,
estructurales y de transducción de la señal. Con excepción del HTR3,
el cual es un canal iónico disparado por ligando, las otras seis familias son
receptores acoplados a proteína G. La serotonina puede iniciar dos mecanismos de
señalización intracelulares: despolarización de la membrana plasmática o
modificación mediada por proteína G de los niveles de mensajeros intracelulares
(cAMP, inositol trifosfato, diacilglicerol). Las familias HTR1 y HTR5
inician la transducción de la señal serotonina acoplados a la proteína Gi/Go,
lo cual resulta en disminución de los niveles de cAMP. Las
familias de receptores HTR4, HTR6 y HTR7
actúan acoplados a la proteína Gs e incrementan los niveles
celulares de cAMP. Por último, la familia HTR2 actúa acoplada a la
proteína Gq/G11 e incrementa los niveles de inositol
trifosfato y diacilglicerol. La expresión de las siete familias y los 14 HTR
individuales varía en los diversos tejidos centrales y periféricos.
El rol de la serotonina central en suprimir
el apetito en mamíferos está bien establecido. Los sistemas serotonérgicos
centrales suprimen las conductas alimenticias y la depleción de serotonina
central induce hiperfagia y ganancia de peso en roedores. El apetito es
regulado primariamente por procesos mediados por poblaciones neuronales en el
hipotálamo y la serotonina hipotalámica estimula neuronas POMC cuya actividad
reduce la ingesta de alimentos y el apetito, e inhibe neuronas AgRP/NPY que
incrementan la ingesta de alimentos y el apetito. Los efectos supresores de la serotonina sobre
el apetito son manejados primariamente por HTR2C. Los ratones que
carecen de HTR2C tienen aumentado el apetito y son proclives a la
obesidad. Los HTR2C también suprimen el apetito a través de neuronas
dopaminérgicas, el área tegmental ventral y el núcleo del tracto solitario. En
algunas instancias, la activación de HTR4 y HTR1B también
puede suprimir el apetito, pero bajo condiciones fisiológicas el HTR2C
parece ser predominante.
La regulación del apetito por la serotonina
potencialmente puede estar involucrada en la ganancia de peso asociada con el
uso de algunos antidepresivos. Por ejemplo, los inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina (SSRI), los cuales inhiben la función de los SERT y
prolongan la neurotransmisión serotonérgica, han sido relacionados con modestos
incrementos en la ganancia de peso y la incidencia de diabetes tipo 2. Sin
embargo, muchos SSRI también alteran la actividad de otras rutas de
neurotransmisores y, como resultado, la ganancia de peso no es consistentemente
observada. Además de la regulación del apetito y la ingesta de energía, la
serotonina central también está implicada en incrementos del gasto de energía.
La serotonina incrementa el gasto de energía aumentando la descarga simpática
en el tejido adiposo marrón (TAM), un efecto mediado a través de la activación
de HTR1A y HTR7 en el núcleo intermedio lateral de la
médula espinal.
Más del 95% de la serotonina del cuerpo se
encuentra fuera del SNC. Un importante rol de la serotonina en la regulación
del balance energético involucra su control de la motilidad intestinal. La
serotonina induce y regula la actividad peristáltica muscular en el tracto
gastrointestinal a través de la modulación de funciones motoras y sensoriales
en el intestino vía HTR en las neuronas entéricas. Por ejemplo, en el
intestino, la serotonina influye en la activación e inhibición de neuronas
submucosas y mientéricas involucradas en el peristaltismo, la secreción y la
sensación vía HTR3 y HTR4. Adicionalmente, el HTR4
acelera la motilidad propulsiva y también interviene en el crecimiento y la
neurogénesis postnatal del SNE. Además de su rol en la motilidad intestinal, la
serotonina ha sido implicada en la inflamación del intestino. La patogénesis de
la colitis, es decir, la inflamación de la capa interna del colon, ha sido
atribuida a la serotonina. La serotonina también ha sido implicada en otras
enfermedades intestinales como colon irritable, enfermedad intestinal
inflamatoria y enfermedad celiaca.
Los islotes pancreáticos incrementan su
producción de serotonina cuando son tratados con 5-HTP, indicando una capacidad
inherente para sintetizar serotonina. Serotonina e insulina se colocalizan en
los gránulos secretores de las células β y son cosecretadas con la estimulación
por glucosa. Estudios recientes demuestran un perfil de expresión común de genes
y factores de expresión entre neuronas serotonérgicas y células β pancreáticas.
Los efectos locales de la serotonina en el páncreas son regulados por una
compleja red de señales. La secreción de serotonina por las células β
estimuladas por glucosa activa HTR1F en las células α e inhibe la
secreción de glucagón de una manera paracrina. Consistente con el rol de la
serotonina de estimular la liberación de insulina, durante el embarazo aumenta la
expresión de los genes Tph1 y Tph2 y la serotonina actúa sobre HTR2B
para incrementar la expansión de células β con el consiguiente incremento de la
respuesta a la glucosa. Además de los mecanismos de señalización mediados por
receptor, la alta relación intracelular/extracelular de serotonina en los
islotes pancreáticos causa serotonilación de GTPasas (Rab3a y Rab27a),
las cuales a su vez promueven la secreción de insulina estimulada por glucosa.
Colectivamente, estos datos sugieren que la serotonina actúa en el páncreas
para promover la secreción de insulina.
La serotonina también puede ser sintetizada
por el tejido adiposo blanco (TAB), pero en contraste con las CE, no parece
contribuir a los niveles circulantes de serotonina. La serotonina promueve la
adipogénesis en los adipocitos blancos, efecto mediado a través de HTR2A
cuya activación también incrementa la captación de lípidos e inhibe la
lipólisis. En conjunto, la serotonina favorece un fenotipo de almacenamiento de
energía (aumento de la lipogénesis y la captación de lípidos y supresión de la
lipólisis). La serotonina también está
presente en el TAM. Los efectos de la serotonina sobre el TAM ocurren de una
manera autónoma de célula y consisten en la inhibición de la diferenciación y
la activación inducida por receptor β-adrenérgico de adipocitos marrones.
Colectivamente, la serotonina promueve el almacenamiento de energía
incrementando la adipogénesis en el TAB y suprimiendo la actividad del TAM y el
gasto de energía. Consistente con este rol de la serotonina, un estudio
reciente indica que el ácido kinurénico, un metabolito de la kinurenina
producido en el músculo esquelético en respuesta al ejercicio y que no puede
pasar por la barrera hematoencefálica, promueve el gasto de energía derivada
del adipocito a través de la “marronización” del TAB. En el tejido adiposo, el
metabolismo del ácido kinurénico resulta en NAD+, la cual aumenta la
función mitocondrial en el tejido adiposo, y con ello, el gasto de energía del
tejido adiposo.
Dado que la circulación porta hepática
recibe una significativa proporción de nutrientes del intestino, la serotonina
puede ser una importante señal intestino-a-hígado del estatus de nutrientes. En
este contexto, la activación del HTR2B por la serotonina promueve la
gluconeogénesis e inhibe la captación de glucosa, incrementando los niveles
sanguíneos de glucosa durante los períodos de ayuno. Adicionalmente, en
ratones, el bloqueo de la síntesis de serotonina en el intestino protege contra
la resistencia a la insulina inducida por dieta. Por tanto, en condiciones de
niveles elevados de serotonina como en la obesidad inducida por dieta rica en
grasas, el incremento en la glucosa plasmática puede ser atribuido parcialmente
a la activación serotonérgica de los hepatocitos y el consiguiente aumento de
la producción de glucosa. La serotonina también regula el balance de lípidos en
el hígado. La serotonina derivada del intestino regula la esteatosis hepática
inducida por dieta rica en grasas. Los efectos de la serotonina sobre el
metabolismo hepático de lípidos son mediados
a través de la expresión de HTR2A en los hepatocitos. Por
otra parte, las células estrelladas del hígado han sido implicadas en la
regulación de la fibrosis hepática y la esteatohepatitis y la serotonina juega
un rol directo en la activación de este tipo de células. La activación de las
células estrelladas del hígado es regulada por HTR2A y HTR2B.
La señal HTR2B también reduce la regeneración de hepatocitos a
través de la producción de TGF-β1. Colectivamente, estos datos
sugieren que la inhibición de la señal HTR2A y HTR2B en
hepatocitos y células estrelladas, respectivamente, puede ser efectiva para
reducir la fibrosis y la esteatosis en el hígado.
La serotonina tiene efectos sobre el
metabolismo y el desarrollo en músculo esquelético y cardiaco, respectivamente.
Sin embargo, la importancia fisiológica de la serotonina en la regulación de la
captación de glucosa en el músculo esquelético aún no está clara. Durante el
ejercicio, el metabolismo de la serotonina en el músculo esquelético es
influenciado por la conversión de kinurenina (puede cruzar la barrera
hematoencefálica) en ácido kinurénico
(no puede cruzar la barrera hematoencefálica), por la kinurenina
aminotransferasa, en una reacción dependiente de PGC1α. Con respecto
a la función cardiaca, los efectos de la serotonina involucran al HTR2B.
El bloqueo farmacológico de HTR2B en ratas espontáneamente
hipertensas, amplifica la fibrosis subendocárdica y la dilatación ventricular
izquierda.
En respuesta al daño endotelial, la
serotonina es liberada por las plaquetas y promueve la infiltración de células
inmunes. Adicionalmente, la serotonina es una molécula quimiotáctica para
varias células inmunes como eosinófilos, células dendríticas y mastocitos (MC),
lo cual sugiere un rol de la serotonina para iniciar y potenciar la respuesta
inmune. Por otra parte, los MC son capaces de sintetizar, almacenar y secretar
serotonina. Los MC se acumulan en los tejidos en respuesta a estímulos
alérgicos o inflamatorios y secretan varias sustancias como citoquinas,
proteasas y bioaminas (histamina y serotonina). De las sustancias liberadas por
los MC, la serotonina es liberada en cantidades significativas en humanos y
roedores. Adicionalmente, los MC tienen mayor expresión del mARN de Tph1 que
otros tipos de células inmunes como macrófagos y linfocitos. Basófilos y
monocitos también pueden ser reclutados a los sitios de inflamación en
respuesta a daños o patógenos y liberar serotonina pero en cantidades menores
que las plaquetas.
En conclusión, en los mamíferos, la
serotonina producida en el SNC suprime el apetito y promueve el gasto de
energía. En la periferia, la serotonina aumenta la absorción y el depósito de
nutrientes. Considerando las altas
cantidades de serotonina sintetizadas por las CE en respuesta a la presencia de
nutrientes (glucosa y aminoácidos) en la
luz intestinal, es interesante especular que el incremento de serotonina
periférica puede ser un marcador clave y un efector del estatus de nutrientes
que promueve la absorción y el almacenamiento de lípidos. Por ejemplo, el
intestino libera serotonina para inducir motilidad y vasodilatación, necesarias
para una absorción eficiente de lípidos a lo largo de la membrana apical del
intestino. En el páncreas, la serotonina promueve la liberación de insulina, la
cual a su vez promueve los efectos de la
serotonina sobre la adipogénesis y la lipogénesis mientras suprime la
lipólisis. Por otra parte, la serotonina inhibe directamente la termogénesis en
el TAM, el cual usa ácidos grasos como sustrato primario. Colectivamente, estas
acciones de la serotonina promueven un almacenamiento eficiente de lípidos
consistente con su rol como modulador del balance energético.
Fuente: Yabut JM
et al (2019). Emerging roles for serotonin in regulating metabolism: new
implications for an ancient molecule. Endocrine Reviews 40: 1092-1107.
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