La pubertad es un
complejo fenómeno maduracional que conduce al individuo de un estado inmaduro a
uno completamente maduro, cuando es activada la capacidad para reproducir. La
pubertad involucra una variedad de cambios en el desarrollo, tanto psicológicos
como somáticos. Una característica de la pubertad es la completa activación del
eje gonadal. Esto es el resultado del despertar secuencial de los diferentes
elementos del eje hipotálamo-hipófisis-gónada (HHG). El elemento de mayor
jerarquía de este eje neurohormonal es el decapéptido, hormona liberadora de
gonadotropina (GnRH), la cual es producida por una discreta población de neuronas en el cerebro anterior basal y
cuya actividad neurosecretora es activada completamente en la pubertad. La GnRH
es liberada de manera pulsátil en la circulación porta hipotálamo-hipófisis y,
en la hipófisis anterior, provoca la liberación de las gonadotropinas hormona
estimulante del folículo (FSH) y hormona luteinizante (LH). A su vez, las
gonadotropinas actúan sobre tipos específicos de células de las gónadas,
promoviendo su maduración trófica, la producción de gametos y la liberación de
esteroides y péptidos sexuales.
El funcionamiento dinámico del eje HHG es
controlado primariamente por asas de retroalimentación autorreguladas, en donde
las hormonas gonadales operan en el nivel superior del eje para modular, vía
asas negativas y positivas, el funcionamiento de este sistema. En el adulto, la
retroalimentación negativa de los esteroides sexuales es una contribuyente
mayor para control tónico de la secreción de gonadotropinas en ambos sexos,
mientras las acciones de retroalimentación positiva de los estrógenos y
progestógenos, específicamente en hembras, son esenciales para el pico
preovulatorio de gonadotropinas, necesario para la ovulación. La interacción
dinámica entre los componentes hormonales del eje HHG experimenta
modificaciones sustanciales durante el desarrollo prenatal y postnatal, con
importantes cambios en la sensibilidad a los efectos de la retroalimentación de
los esteroides gonadales, los cuales son detectados en la transición puberal.
Mientras la activación de las neuronas GnRH es un evento bien reconocido en la
activación puberal, los mecanismos por los cuales ocurre esta activación son
solo parcialmente conocidos. A pesar de la evidencia de la actividad
oscilatoria intrínseca de las neuronas GnRH, la capacidad de esta relativamente
escasa población neuronal, la cual está localizada en el área preóptica del
hipotálamo, para coordinar la liberación de GnRH en pulsos discretos
aparentemente depende de la actividad de una red de aferentes que forman el
llamado pulso generador de GnRH. Este sistema integra impulsos excitadores e inhibidores
de fuentes neurales y no neurales, los cuales son capaces de determinar la
secreción pulsátil de GnRH y ajustar este patrón secretor a diferentes
escenarios fisiológicos (o eventualmente patológicos).
La actividad neurosecretora de las neuronas
GnRH que se observa en el inicio de la pubertad aparentemente es el resultado
de un “switch” en el balance entre impulsos excitadores e inhibidores de las
proyecciones al pulso generador de GnRH. En efecto, se asume que el incremento
en los impulsos excitadores y la disminución de las señales inhibidoras que se
proyectan a las neuronas GnRH son determinantes para la activación puberal
completa. En este contexto, la evidencia experimental ha identificado diversas
señales estimuladoras, desde el glutamato hasta las kisspeptinas, capaces de
estimular potentemente a las neuronas GnRH durante la pubertad, lo cual sugiere
un rol dominante de los impulsos excitadores en el inicio de la pubertad. No
obstante, los datos moleculares recientes resaltan la importancia de señales
inhibidoras como la makorina-3 para la completa activación de los sistemas que
manejan la pubertad. El enfoque actual es que, más que el resultado de un
disparador único o específico, el inicio de la pubertad es manejado por la
interacción dinámica de factores estimuladores e inhibidores que inciden sobre
el pulso generador de GnRH, el cual es capaz de trasmitir la influencia
moduladora de múltiples reguladores puberales, incluyendo señales metabólicas.
Entre las numerosas moléculas centrales
involucradas en el control de la pubertad, las kisspeptinas, una familia de
péptidos codificados por el gen Kiss1, son reconocidas como fundamentales para
el inicio de la pubertad. La inactivación genética de Gpr54, el receptor
canónico para kisspeptinas, causa carencia de maduración puberal e
hipogonadismo hipogonadotrópico en ratones y humanos, hallazgo que ha sido
confirmado con la inactivación del gen Kiss1. Los estudios experimentales de
manipulación de la señal kisspeptina en el hipotálamo durante la maduración
postnatal/puberal a través de antagonistas específicos de receptores de
kisspeptina reportan retardo del inicio de la pubertad en ratas hembras y
bloqueo de la secreción de GnRH en monas pre/peripuberales, mientras la
administración aguda o crónica de kisspeptinas no solo estimula la liberación
de gonadotropinas a través de mecanismos dependientes de GnRH, sino que también induce marcas fenotípicas de la
pubertad en ratas hembras.
El sistema Kiss muestra cambios sustanciales
durante la transición puberal, los cuales se caracterizan por elevaciones de la
expresión del gen Kiss 1 y el contenido de kisspeptinas en el hipotálamo junto
con un incremento en el número de neuronas que expresan kisspeptina, así como
sus proyecciones a las neuronas GnRH. Adicionalmente, durante la pubertad, aumenta
la sensibilidad a las acciones de las kisspeptinas sobre la secreción de GnRH/LH, un fenómeno que está acoplado a alguna
resistencia a la desensibilización a la estimulación continua con kisspeptinas,
al menos en roedores.
Dos poblaciones de neuronas Kiss1 han sido
descritas en el hipotálamo. Estos dos grupos de neuronas son diferencialmente
regulados, muestran una distribución sexualmente diferente y juegan roles
diferentes en la regulación en el control de los aspectos claves del eje HHG.
La más prominente de las dos poblaciones de neuronas Kiss1 está localizada en
el núcleo arqueado (ARC) o región infundibular en humanos. Este grupo de
neuronas Kiss1 ha sido implicado en el control por retroalimentación negativa y
la secreción pulsátil de gonadotropinas en ambos sexos. La segunda población de
neuronas Kiss1 se encuentra en el área hipotalámica rostral, específicamente en
el núcleo anteroventral periventricular (AVPV) en roedores o el área preóptica
(POA) en no roedores. Esta población neuronal está presente principalmente en
hembras, es especialmente abundante en
roedores y es responsable del control por retroalimentación positiva y el pico
preovulatorio de gonadotropinas. Las poblaciones ARC y AVPV de neuronas Kiss1
responden diferencialmente a los
esteroides sexuales, controlan diferentes aspectos de la secreción de
gonadotropinas y expresan diferentes co-transmisores. Esto está especialmente bien
definido en las neuronas Kiss1 del ARC, las cuales, a diferencia de las
neuronas Kiss1 del AVPV, producen neuroquinina B (NKB), un prominente miembro
de la familia takiquinina, y dinorfina (Dyn), con sus receptores funcionales.
Actualmente, debido a la co-expresión de Kiss1, NKB y Dyn, esta población de
neuronas del ARC es llamada KNDy. Los roles específicos de estos co-transmisores
en el control de la pubertad no están completamente claros. Varios estudios,
conducidos en ratones, han sugerido un rol de la NKB y la Dyn en la modulación
del tiempo de la pubertad debido a su capacidad para modular recíprocamente la
liberación de kisspeptinas. En línea con esta potencial función, las mutaciones
de los genes que codifican a la NKB o a sus receptores (NK3R) están asociadas
con ausencia de pubertad en humanos, mientras el bloqueo de la señal Dyn por
administración de un antagonista de su receptor (kappa-opioide, KOR) provoca
adelanto de la pubertad. Entonces, mientras la KNB es considerada estimuladora
de las neuronas Kiss1 y, por consiguiente, de la secreción de
GnRH/gonadotropinas, la Dyn se opone a este efecto. Por otra parte, las neuronas
Kiss1 parecen contar con una propiedad oscilatoria, en la cual NKB y Dyn
estimulan o inhiben, respectivamente, la descarga kisspetina a las neuronas
GnRH, como un componente mayor para la completa activación de la neurosecreción de las neuronas GnRH durante
la pubertad y su regulación dinámica posteriormente. En esta función otras
takiquininas, como sustancia P/NK1R, parecen cooperar con la señal kisspeptina
en el momento preciso de la pubertad. Las neuronas Kiss1 del ARC, directamente
o indirectamente, integran múltiples impulsos, incluyendo factores
nutricionales, metabólicos y ambientales para regular la función de las
neuronas GnRH y por tanto el tiempo de la pubertad.
La relevancia fisiológica de la población
rostral de neuronas Kiss1 en el control del inicio de la pubertad varía de
acuerdo con las especies. Las neuronas Kiss1 del AVPV aumentan en número y
proyecciones a las neuronas GnRH durante la transición puberal en ratones. Si
las neuronas Kiss1 del AVPV tienen un rol en la trasmisión de los efectos
moduladores de factores nutricionales/metabólicos en el tiempo de la pubertad
aún no está definido. Por otra parte, en roedores, una tercera población de neuronas Kiss1 ha sido descrita en la
amígdala, cuya función es bastante desconocida pero ha sido el tema de activa investigación recientemente. La
expresión de neuronas Kiss1 en la amígdala es insignificante en ratones
juveniles, pero aumenta sustancialmente durante el período de la pubertad
tardía coincidiendo con (y probablemente siendo manejado por) la elevación de
los niveles circulantes de esteroides sexuales. El rol fisiológico de la
activación de la expresión de neuronas Kiss1 en la amígdala es desconocido. Sin
embargo hay reportes que indican que el bloqueo de la señal kisspeptina en la
amígdala postero-dorsal medial (MePD) de ratas hembras por un antagonista
específico durante el período juvenil, retarda el inicio de la pubertad. Este
grupo de neuronas Kiss1 de la MePD es sensible a factores a factores
metabólicos y la obesidad materna, por ejemplo, aumenta su expresión en ratas
machos y hembras prepuberales, pero la disminuye en la adultez.
Los factores metabólicos y nutricionales son
modificadores fundamentales del tiempo de la pubertad. La reproducción es un
proceso que consume energía, especialmente en las hembras, y por tanto, la
adquisición y el mantenimiento de la capacidad reproductiva están relacionados
con el estatus de las reservas de energía
en el cuerpo. En este contexto, las condiciones de persistente
desregulación de la homeostasis energética y metabólica se correlacionan
positivamente con alteraciones en el inicio de la pubertad. Entonces, mientras
la deficiencia crónica de energía (por ejemplo, malnutrición o anorexia) está
asociada con pubertad retardada, el exceso de depósitos de energía en el cuerpo
(por ejemplo, obesidad) comúnmente está relacionado con un inicio más temprano
de la pubertad. Más aún, en condiciones fisiológicas, un mínimo de la masa
grasa corporal necesita ser activado para alcanzar la capacidad reproductiva.
Mientras el nivel de reservas de grasa requerido para alcanzar la pubertad
muestra considerable variabilidad interindividual, este concepto ha sido clave
para la formulación de la hipótesis de
la masa grasa crítica, la cual ha
servido para la identificación de los factores responsables del acoplamiento
entre energía corporal/estatus metabólico
e inicio de la pubertad.
Las rutas precisas mediante las cuales la
información metabólica es trasmitida a los centros cerebrales que gobiernan el
eje reproductivo no están completamente dilucidadas, pero aparentemente
involucran señales centrales y periféricas. Entre los factores metabólicos que
afectan el inicio de la pubertad, la leptina, una adipoquina secretada en
proporción a los depósitos de grasa corporal, juega un rol fundamental como
enlace fisiológico entre los depósitos de grasa y el inicio de la pubertad. La
leptina opera como integrador neuroendocrino que relaciona el estado de las
reservas de energía con numerosas funciones corporales, incluyendo la pubertad
y la fertilidad. La deficiencia de leptina en humanos y animales de
experimentación está asociada con retardo o ausencia de la pubertad y alteraciones
de la fertilidad. A pesar de la evidencia inicial que sugiere un rol de la
leptina como potencial disparador de la pubertad, la noción actual es que la
leptina juega un rol fundamental como una señal permisiva para que ocurra la
pubertad. En concordancia con la hipótesis de la masa grasa crítica, un nivel
mínimo de leptina es necesario para completar la maduración puberal total o
para adquirir la competencia reproductiva en condiciones de estrés metabólico.
Las acciones mediadas por la leptina son conducidas por diferentes grupos de
neuronas, principalmente a nivel
hipotalámico, capaces de integrar señales metabólicas y nutricionales y
trasmitirlas a las neuronas GnRH. Las neuronas GnRH carecen de receptores
funcionales para leptina, lo cual sugiere la implicación de rutas intermedias
como mediadoras de los efectos de la leptina. En este contexto, diferentes
neuropéptidos y circuitos hipotalámicos
han sido sugeridos para conducir las acciones de la leptina en las neuronas
GnRH.
El sistema Kiss1 es altamente sensible a los
cambios de los factores metabólicos y nutricionales, así como también a las
alteraciones en los niveles de leptina, lo cual sugiere que el estado de las
reservas corporales de energía y los niveles de leptina influyen en el eje
reproductivo, al menos parcialmente, a través de la modulación de las neuronas
Kiss1. Por ejemplo, las condiciones de privación de alimento y deficiencia de
leptina están asociadas con disminución de la expresión hipotalámica de Kiss1 o
del contenido de kisspeptinas en varias especies, mientras la administración
exógena de kisspeptina es capaz de normalizar el inicio de la pubertad o
rescatar la funcionalidad del eje HHG en tales condiciones. Por otra parte, el
exceso de adiposidad parece tener un impacto bifásico sobre el sistema Kiss1:
mientras la sobre alimentación durante el período postnatal/peripuberal causa
un incremento en la expresión hipotalámica de Kiss1 y avances en el inicio de
la pubertad, el persistente exceso de energía y la obesidad en la adultez están
asociados con supresión de la expresión hipotalámica de Kiss1 y disfunción
reproductiva en roedores. Las diferentes poblaciones de neuronas Kiss1 (ARC,
AVPV y MePD) son sensibles a factores metabólicos, pero las neuronas Kiss1 del
ARC tienen un rol más prominente en el control metabólico del eje HHG y el
inicio de la pubertad, lo cual sugiere una estrecha relación entre leptina y
neuronas Kiss1 preferencialmente (si no exclusivamente) en el ARC, para la
regulación metabólica de la pubertad.
El núcleo premamilar ventral (PMV) del hipotálamo es un sitio relevante
para las acciones de la leptina en la modulación del eje reproductivo. Una
población de células del PMV expresan receptores para leptina y se proyectan a
las neuronas GnRH y Kiss1. La activación de la señal leptina en el PMV es
suficiente para restaurar el desarrollo puberal y la fertilidad en ratones con
deficiencia de leptina, mientras las lesiones específicas del PMV causan
alteraciones de las neuronas Kiss1 y retardo de la pubertad. La naturaleza de
estas neuronas del PMV se mantiene enigmática, pero reportes recientes sugieren
que pueden incluir un grupo de neuronas PACAP que se proyectan a las neuronas
Kiss1 de ARC y AVPV y cuya lesión causa retardo de la pubertad y perturbaciones
en la función reproductiva en ratones hembras. Otras poblaciones de neuronas
fuera del PMV, como neuronas GABAergicas o neuronas no productoras de NO del
POA también contribuyen con las acciones de la leptina sobre el inicio de la
pubertad y el eje HHG a través de la modulación de las neuronas Kiss1. Por otra
parte, los estudios genéticos han revelado un rol de la semaforina 3 (SEMA3) en
el desarrollo de los circuitos melanocortina del hipotálamo que controlan la
homeostasis energética, cuya disrupción provoca obesidad. Ligandos y receptores
de SEMA3 han sido relacionados con el desarrollo del sistema GnRH y la
regulación dinámica de la liberación de GnRH por los esteroides sexuales.
Ratones y humanos con mutaciones en los genes SEMA3 sufren migración defectuosa
de las neuronas GnRH e hipogonadismo central.
El blanco de rapamicina de mamíferos (mTOR)
hipotalámico juega un rol importante en el control metabólico de la pubertad a
través, al menos en parte, de la mediación de los efectos permisivos de la
leptina en el inicio de la pubertad. El mTOR es activado en situaciones de
exceso de energía para promover rutas anabólicas. En el hipotálamo, la ruta de
señalización mTOR trasmite e integra información relacionada con la
disponibilidad de nutrientes (principalmente aminoácidos) y el medio hormonal
(efectos de la grelina y la leptina), y por tanto, es esencial para el
mantenimiento del balance energético en el cuerpo. Los mecanismos por los
cuales la modulación de mTOR afecta la pubertad involucran la regulación de
neuronas Kiss1. En este sentido, la
inactivación de mTOR suprime significativamente la expresión de neuronas Kiss1,
especialmente en el ARC, lo cual sugiere la existencia de una ruta leptina-mTOR-Kisspeptina
que juega un rol clave en el control metabólico de la pubertad.
Por otra parte, estudios recientes sugieren
un rol clave de la proteína quinasa activada por AMP (AMPK) en la regulación
metabólica de la pubertad. La AMPK, el mayor sensor de energía a nivel celular,
es una quinasa serina/treonina con una subunidad α catalítica, de la cual
existen dos isoformas α1 y α2. La AMPK es activada en condiciones de depleción
de energía para generar ATP y, por tanto, restablecer la relación AMP: ATP.
Como resultado de esta activación, aumentan las rutas catabólicas (generadoras
de ATP) y disminuyen las rutas anabólicas (consumen ATP). En el hipotálamo, la
AMPK está involucrada en la homeostasis energética del cuerpo principalmente a
través de la regulación de la ingesta de alimentos y el gasto de energía y
actúa como una ruta de integración para las acciones moduladoras de la
homeostasis energética de múltiples reguladores hormonales. En núcleos
específicos del hipotálamo, como el ARC, la AMPK es activada por la grelina (la
principal hormona orexigénica), mientras es inhibida por la leptina (el más
relevante factor anorexigénico). Además de su rol fundamental en la homeostasis
energética, la AMPK está involucrada en un amplio espectro de procesos
metabólicos y fisiológicos que van desde el metabolismo de glucosa/lípidos
hasta el control neuroendocrino de la oncogénesis. En este contexto, la AMPK
hipotalámica está involucrada en el control metabólico de la reproducción en la
adultez, como sensor molecular de condiciones de distrés energético, la AMPK
remite información nutricional y metabólica al cerebro reproductivo. Varios
estudios señalan un rol de la AMPK en la modulación del sistema Kiss1.
Entonces, la activación hormonal o farmacológica de la AMPK suprime la
expresión de Kiss1 y la secreción de GnRH. Por otra parte, estudios recientes
han documentado un novel circuito neuroendocrino que relaciona las condiciones
de balance energético negativo y el inicio de la pubertad a través de la ruta AMPK-Kiss1. El
retardo del inicio de la pubertad causado por la activación de AMPK está asociado
con una supresión significativa de la expresión de Kiss1 en el ARC, donde
kisspeptinas y AMPK son co-expresadas en una población de neuronas Kiss1, lo
cual sugiere una relación directa entre la señal AMPK y Kiss1 en el ARC como
ruta para mediar los efectos moduladores de las condiciones de balance
energético negativo sobre el inicio de la pubertad. La función de la AMPK en el
control metabólico de la pubertad y el eje reproductivo puede involucrar
acciones en tipos de células, distintas a las neuronas Kiss1, con roles
relevantes en el eje HHG. Por ejemplo, la señal AMPK en las neuronas GnRH ha
sido relacionada con el impacto de la privación de glucosa sobre el sistema
gonadotrópico.
En las últimas décadas, además de mTOR y
AMPK, las sirtuinas surgen como moduladores metabólicos. La familia sirtuina
está compuesta por siete miembros (SIRT1-7) de las cuales la SIRT1 es la más la
más estudiada y mejor caracterizada. La SIRT1 es una desacetilasa clase III
dependiente de NAD+ involucrada en una diversidad de funciones incluyendo modulación de la longevidad, regulación epigenética y homeostasis
metabólica. La SIRT1 actúa como un genuino sensor celular de energía activado
en condiciones de déficit de energía como restricción calórica y privación de
nutrientes, lo cual causa incremento de la relación NAD+/NADH. Un
estudio reciente proporciona evidencia de un novel mecanismo epigénetico, que
involucra la señal SIRT1/Kiss1 en el hipotálamo, por el cual factores
nutricionales modulan las neuronas Kiss1 en el ARC, afectando el tiempo preciso
de la pubertad femenina en roedores. Este estudio demuestra que el contenido hipotalámico
de SIRT1 disminuye durante la maduración postnatal/puberal, lo cual coincide
con el bien caracterizado incremento de la expresión de Kiss1 durante este
período del desarrollo. Esta relación inversa entre SIRT1 y Kiss1 se observa
principalmente en las neuronas Kiss1 del ARC, donde la SIRT1 es expresada de
una manera dependiente de energía.
En conclusión, la pubertad es sensible a
factores internos y externos, entre los cuales las señales
metabólicas/nutricionales son especialmente prominentes. La evidencia acumulada
ha documentado el rol master de las neuronas Kiss1 en las rutas neuroendocrinas
que controlan la pubertad. Las neuronas Kiss1 trasmiten las acciones
reguladoras de los factores metabólicos sobre la maduración puberal. Los
sensores metabólicos celulares: mTOR, AMPK y SIRT1 también participan en la
modulación metabólica de la pubertad.
Fuente: Vásquez MJ
et al (2019). Novel mechanisms for the metabolic control of puberty:
implications for pubertal alterations in early-onset obesity and malnutrition.
Journal of Endocrinology 242: R51-R62.
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