Resistencia a la leptina
La obesidad es una
condición crónica y multifactorial relacionada con numerosas enfermedades que a menudo provoca prematura discapacidad y
mortalidad. El descubrimiento de la hormona anorexigénica leptina en 1994 abrió
un nuevo campo en las estrategias terapéuticas para combatir la obesidad. La
leptina, un producto del gen obesidad (ob) exhibe acciones anti-obesidad claves
como inhibir la ingesta de alimentos e inducir el gasto de energía. Este efecto
anti-obesidad ha sido demostrado en individuos con deficiencia congénita de
leptina y aumentó las expectativas con respecto a su potencial como droga para
reducir el peso corporal en pacientes obesos. Sin embargo, está demostrado
que la mayoría de individuos obesos tienen
hiperleptinemia asociada con pérdida de respuesta a esta hormona. La carencia
de sensibilidad a la leptina ha dado lugar a la noción de resistencia a la
leptina. La resistencia a la leptina ha sido descrita en varias condiciones (desde
individuos obesos a mujeres embarazadas y animales estacionales) y comprende
numerosos mecanismos moleculares y celulares que aún no han sido dilucidados
completamente. La restauración de la sensibilidad a la leptina podría ser una
estrategia útil para tratar la obesidad, mantener la pérdida de peso y/o
reducir la tasa de recidivas de reganancia de peso. La idea de
resensibilización a la leptina emerge como un nuevo concepto que se refiere a
la reversión de estados de resistencia a la leptina.
La leptina es una hormona peptídica de 167
residuos producida principalmente por los adipocitos y actúa en el sistema
nervioso central primariamente para coordinar las adaptaciones metabólicas al
ayuno. La leptina también es expresada en otros tejidos, pero su contribución a
la leptinemia es casi nula. Con excepción del estado de ayuno prolongado, la
leptinemia se correlaciona con la masa de tejido adiposo representando, por
tanto, un marcador de almacenamiento de energía. La leptinemia disminuye cuando
los depósitos de energía disminuyen (por ejemplo, en el ayuno), incrementando
el apetito y disminuyendo el uso de energía. Por el contrario, la leptinemia
aumenta con adecuados depósitos de energía. La leptina es secretada en la misma
tasa que es sintetizada; en consecuencia, la secreción estimulada de leptina
depende principalmente de las tasas de transcripción y translación del gen ob.
Entonces, la leptinemia muestra poca variación a corto plazo y requiere varias
horas (o días) para modificarse en respuesta a los cambios en el estatus
nutricional. El contenido de leptina en el tejido adiposo depende directamente
del tamaño de la célula grasa y es regulado por el medio hormonal: la
exposición a altos niveles de insulina y glucocorticoides incrementa la
producción de leptina. Por el contrario, el sistema nervioso simpático, a
través de la activación de receptores beta-adrenérgicos, inhibe la producción
de leptina.
La leptina actúa vía receptores específicos,
llamados LepR, que pertenecen a la clase 1 de la familia de receptores citoquina
y carecen de actividad enzimática intrínseca. El gen Lepr murino por “splicing”
alternativo da origen a seis isoformas (LepRa-LepRf). Las isoformas LepR,
excepto LepRe, difieren en la longitud del dominio intracelular, y por tanto,
en su rol fisiológico. La isoforma LepRa
transporta leptina plasmática en el cerebro. Solamente el LepRb contiene
todos los dominios intracelulares requeridos para la completa activación de las
rutas de señalización y, por consiguiente, es esencial para la acción de la leptina.
La unión de la leptina al LepRb activa la tirosina quinasa janus quinasa 2
(JAK2), la cual está asociada con el LepRb y fosforila los residuos tirosina
Y985, Y1077 y Y1138 del LepRb. Estos residuos fosforilados actúan como sitios
de unión para moléculas de señalización que contienen dominios SH2 (Src
homology 2) y median los eventos intracelulares posteriores. El residuo Y1138
fosforilado recluta al transductor de señal y activador de la transcripción
(STAT) 3, un factor de transcripción latente que media los principales efectos
del LepRb. El STAT3 es fosforilado por la JAK, generando pSTAT3 que experimenta
dimerización y es trasladado al núcleo
celular para actuar como un factor de
transcripción activo. El residuo Y985 fosforilado recluta a la tirosina
fosfatasa que contiene SH2 (SHP2), la cual activa las rutas de señalización proteína quinasa activada por mitógeno (MAPK)
y quinasas reguladas por señal extracelular (ERK). El Y985 fosforilado también se une al supresor de la señal
citoquina 3 (SOCS3), cuya transcripción del gen depende del pSTAT3 y ejerce un
efecto inhibidor sobre la señal LepRb. El residuo Y1077 fosforilado recluta
STAT5, el cual media algunos efectos de la leptina sobre el balance energético,
la reproducción y efectos de la prolactina. La activación de la JAK2 inducida
por la leptina también provoca la activación de la fosfatidilinositol 3-quinasa
(PI3K), la cual es la mayor ruta de señalización utilizada por insulina y los
factores de crecimiento similares a insulina (IGF). La ruta JAK2/STAT regula
principalmente la expresión de genes
mientras la ruta JAK2/PI3K regula no solamente la expresión de genes sino
también eventos celulares rápidos dependientes
de canales iónicos.
La leptina es una hormona con una variedad
de efectos que dependen de su nivel circulante. La leptinemia disminuye en el
ayuno, lo cual tiene un rol crítico en el inicio de la respuesta neuroendocrina
al ayuno, incluyendo restricción de la procreación, disminución de la
termogénesis tiroidea e incremento de la secreción de esteroides del estrés que
en conjunto contribuyen a la supervivencia durante la privación nutricional
prolongada. La leptina reemplaza algunas de estas adaptaciones inducidas por el
ayuno, principalmente las relacionadas con los ejes gonadal, adrenal y
tiroides. La leptinemia en su concentración más baja es un coordinador clave de
la adaptación a las condiciones de balance energético negativo. Por el
contrario, en qué extensión la
concentración más alta de la leptinemia afecta algunas funciones fisiológicas
es aun materia de debate. Algunos grupos
sugieren que la hiperleptinemia muestra algunas acciones en la obesidad que
previenen una posterior ganancia de peso, mientras otros argumentan que el
efecto anti-obesidad de la hiperleptinemia no ha sido demostrado claramente.
La leptina exógena, independientemente de la
ruta de administración, reduce la ingesta de alimento en animales delgados y la
infusión de leptina en dosis que incrementan la leptinemia en rangos
fisiológicos provoca una reducción transitoria de la ingesta de alimento y la
pérdida de peso. El efecto anoréctico
de la leptina es mediado principalmente
por el núcleo arqueado del hipotálamo (ARH). En el ARH, la leptina activa
neuronas anorexigénicas que expresan proopiomelanocortina (POMC), la cual es
clivada en diferentes neuropéptidos, incluyendo hormona estimulante de
α-melanocitos (α-MSH). La α-MSH inhibe la ingesta de alimentos vía receptores
melanocortina 3 y 4 (MC3R/MC4R). La leptina, en el ARH, también inhibe neuronas
orexigénicas que producen neuropéptido Y (NPY), proteína relacionada con el
agouti (AgRP) y ácido gamma aminobutírico (GABA). Las neuronas hipotalámicas que
responden a la leptina fuera del ARH también podrían mediar el efecto
anoréctico de la hormona. Particularmente, el núcleo ventromedial (VMH), el
núcleo dorsomedial (DMH) y el núcleo paraventricular (PVH) responden a la
leptina y trabajan como un circuito interconectado. Otros blancos del efecto
anorexigénico de la leptina incluyen neuronas glutamatérgicas del área
preóptica medial (MPO), neuronas dopamina del área tegmental ventral (VTA) y
neuronas del núcleo del tracto solitario, un sitio que recibe impulsos
sensoriales gastrointestinales. La regulación de la ingesta de alimento por la
leptina depende grandemente del pSTAT3. La ruta de señalización PI3K inducida
por el LepRb parece ser más importante para la supresión aguda de la ingesta de
alimento.
Una inyección intracerebroventricular o una
infusión periférica de leptina incrementan levemente o tienen ningún efecto
sobre el gasto de energía. La administración crónica de leptina disminuye
levemente el gasto de energía y dosis altas de leptina inducen efectos de larga
duración que pueden vaciar completamente los depósitos de grasa corporal en
animales. Por otra parte, la deficiencia de leptina causa una reducción en la
tasa metabólica en ratones ob/ob. Entonces, la leptinemia endógena es capaz de afectar el gasto de energía y la
termogénesis en condiciones normales. Los efectos de la leptina sobre el gasto
de energía son mediados por el sistema nervioso autónomo y el eje
hipotálamo-hipófisis-tiroides (HHT). La leptina regula al alza la actividad del
sistema nervioso simpático presumiblemente a través de su acción sobre múltiples blancos
neuronales que incluye, además de las neuronas POMC y NPY/AgRP/GABA del ARH, a
neuronas de MPO, VMH y DMH. La leptina activa al eje HHT a través de su acción
directa sobre las neuronas hormona liberadora de tirotropina (TRH) del PVH y
también a través de una acción indirecta a través de las neuronas
POMC/NPY/AgRP/GABA del ARH que proporcionan potentes impulsos estimuladores e
inhibidores, respectivamente, a las
neuronas TRH del PVH.
El LepRb es expresado en regiones cerebrales
y órganos periféricos (corazón, riñones y adrenales) que son importantes en el
control cardiovascular y la presión arterial. La administración central de
leptina o las inyecciones directas en el DMH o el VMH incrementan la presión
arterial media y/o la frecuencia cardiaca en roedores. Sin embargo, el
significado fisiológico de estas observaciones es incierto. En humanos, la
administración crónica de leptina no eleva la presión arterial.
La administración de leptina, en una dosis
que no afecta el peso corporal y la
ingesta de alimento, normaliza la glucosa sanguínea y los niveles de insulina
en ratones ob/ob hiperglucémicos. La leptina disminuye la glucemia
sensibilizando tejidos metabólicamente relevantes a la insulina pero también de una manera independiente de la
insulina. La leptina mejora el control
glucémico a través de sus efectos a nivel central y periférico, donde la
leptina suprime la producción de glucagón y glucocorticoides, incrementa la
captación de glucosa e inhibe la producción hepática de glucosa. El efecto
central de la leptina sobre la homeostasis de la glucosa depende fuertemente
del ARH.
La administración de cantidades fisiológicas
de leptina previene el retardo de la ovulación inducido por el ayuno. La
leptina es requerida para la pubertad. El LepRb no es expresado en las neuronas
hormona liberadora de gonadotropina (GnRH). Por lo tanto, la leptina controla
indirectamente la función reproductiva a
través de interneuronas localizadas en el núcleo premamilar ventral o a través
de las neuronas POMC/NPY/AgRP/GABA del ARH.
El término resistencia a la leptina se
refiere a los estados en los cuales la leptina falla en promover sus efectos
anticipados, frecuentemente coexiste con marcada leptinemia. La valoración de
la resistencia a la leptina comprende diversos aspectos. El marcador bioquímico
estándar para la acción celular del LepRb es la fosforilación de STAT3 inducida
por la leptina y la alteración de esta inducción usualmente es interpretada
como una indicación de resistencia a la leptina. La medición de la capacidad
aguda o crónica de la leptina administrada exógenamente para reducir el peso
corporal, la adiposidad y/o la ingesta de alimento también es usada para
estimar la sensibilidad a la leptina. En la práctica, “resistencia a la
leptina” es un término dependiente de contexto y ampliamente aplicado sin una
definición universal, cuantificable y clínicamente útil. Como una función
fisiológica de la leptina es señalar la deficiencia de energía, las implicaciones
de la hiperleptinemia y la noción de resistencia a la leptina se vuelven
controversiales. Además, mucha de la evidencia para la resistencia a la leptina
se debe a estudios farmacológicos que usan dosis o rutas de administración no
fisiológicas. Una variedad de argumentos sugieren que una resistencia a la
leptina subyace al desarrollo de la obesidad. Sin embargo, hay que considerar
que la acción de la leptina naturalmente tiene un efecto límite, más allá del
cual promueve poco efecto adicional. El concepto de resistencia a la leptina
también depende de cuales efectos biológicos son afectados. El hecho que
algunas formas de obesidad puedan ser resistentes a las acciones anoréctica y
reductora de peso de la leptina pero preservan su acción sobre la hipertensión
arterial ha dado lugar al concepto de resistencia a la leptina selectiva.
La resistencia a la leptina puede involucrar
una limitada accesibilidad de la hormona al cerebro. La leptina tiene acceso al
cerebro a través de un sistema de transporte saturable y la relación líquido
cerebroespinal/plasma de leptina
disminuye en la obesidad. La administración central de leptina a animales
obesos reduce la ingesta de alimento de una manera más potente que la
administración periférica, lo que sugiere que el transporte de leptina al
cerebro está alterado en la obesidad. En los animales obesos, el transporte de
leptina a través de la barrera sangre-liquido cerebroespinal es más afectado que el transporte a través de la barrera
sangre-cerebro. Por otra parte, las ratas
que carecen de un LepRa funcional muestran disminución del transporte de
leptina al cerebro y desarrollan obesidad.
En algunos modelos animales con
hiperleptinemia se observa una reducción de la expresión hipotalámica de LepRb
y se ha propuesto la hipótesis que, en la obesidad, la resistencia a la leptina es secundaria a
la hiperleptinemia. En apoyo de esta noción, varios estudios reportan que la
hiperleptinemia crónica disminuye los niveles hipotalámicos de LepRb y altera
la señal leptina. Adicionalmente, la elevación crónica de la leptina central
desensibiliza sus efectos fisiológicos en roedores delgados susceptibles a la
obesidad.
La resistencia a la leptina involucra
proteínas intracelulares que afectan la señal de los LepR. Por ejemplo, la
SOCS3 bloquea la señal LepRb. Como la alta expresión hipotalámica de SOCS3 se
observa en la mayoría de condiciones hiperleptinémicas, se ha propuesto la
hipótesis que la regulación al alza de SOCS3 en la obesidad altera al pSTAT3
inducido por leptina. El rol clave de la SOCS3 en la regulación de la sensibilidad a la leptina ha
sido confirmado mediante su inactivación
selectiva o su sobre expresión. La acción de la leptina también es
regulada a la baja por proteínas tirosina fosfatasas (PTP como la PTP1B), la
cual bloquea la señal leptina a través de la desfosforilación de LepRb, JAK2 o
pSTAT3, los cuales son incrementados en
algunos modelos que exhiben resistencia a la leptina. Recientemente, la
metaloproteinasa de matriz-2 (Mmp-2) ha sido sugerida como un mediador clave de
resistencia a la leptina. La obesidad promueve la actividad de la Mmp-2
hipotalámica y su secreción por astrocitos y neuronas AgRP. La Mmp-2 rompe el
dominio extracelular del LepRb y disminuye la acción de la leptina.
La resistencia a la leptina ha sido
relacionada con la inflamación hipotalámica, la cual involucra la ruta de
señalización IκB quinasa-β/factor nuclear κB (IKKβ/NFκB). La activación de la
ruta IKKβ/NFκB induce la expresión de SOCS3 y la producción de citoquinas
proinflamatorias como las interleuquinas (IL) 1 y 6 y el factor de necrosis tumoral-α
(TNF-α). Las citoquinas proinflamatorias, a su vez, incrementan la expresión de
SOCS3 y PTP1B, provocando resistencia a la leptina. La activación de la IKKβ hipotalámica
altera la señal leptina e incrementa la ganancia de peso corporal y la ingesta
de alimento, mientras la inhibición genética o farmacológica de la actividad
IKKβ protege contra la obesidad y mejora la sensibilidad a la leptina en
ratones obesos. Por otra parte, recientemente se ha demostrado que el estrés
oxidativo hipotalámico altera la función de las neuronas POMC y suprime la
señal leptina en el hipotálamo, resultando en el desarrollo de resistencia
sistémica a la leptina y obesidad.
La alteración de la señal leptina ha sido
relacionada con el estrés de retículo endoplásmico (RE), el cual es causado por
la acumulación excesiva de proteínas no plegadas que activa la llamada respuesta
de proteínas no plegadas. Esta respuesta
promueve un mejoramiento de la capacidad de plegamiento de proteínas del RE, la
degradación de proteínas mal plegadas y la reducción de la carga de nuevas
proteínas que entran al RE para resolver los defectos de plegamiento de proteínas.
El estrés RE hipotalámico inducido por
la obesidad reduce el procesamiento post-transcripcional de la POMC y altera la
biosíntesis de α-MSH. El estrés RE inducido farmacológicamente en animales
delgados incrementa los niveles de SOCS3 y PTP1B y promueve resistencia a la
leptina. Entonces, el estrés RE hipotalámico relacionado con obesidad puede
promover resistencia central a la leptina.
Varios modelos de obesidad en roedores han
sido usados para investigar la base molecular de la resistencia a la leptina.
Estos modelos incluyen, entre otros,
obesidad inducida por dieta (OID), modelos genéticos, obesidad
relacionada con la edad y animales con lesiones hipotalámicas. La OID es el
modelo usado más frecuentemente porque exhibe muchas características de la
forma más común de obesidad humana, incluyendo una respuesta atenuada al efecto
anorexigénico de la leptina. Sin embargo, la obesidad per se en los modelos OID
no es suficiente para el desarrollo de resistencia a la leptina y se requiere
la presencia de hiperleptinemia. Los cambios moleculares relacionados con la
resistencia hipotalámica a la leptina en los modelos OID incluyen altos niveles
basales de pSTAT3, disminución de pSTAT3 inducido por leptina, aumento de SOCS3
y estrés RE. La expresión hipotalámica de PTP está aumentada en los ratones
obesos y su ablación selectiva mejora la sensibilidad a la leptina y
parcialmente previene la obesidad. Los ratones OID son menos obesos que los
ratones ob/ob y, en contraste con los ratones ob/ob o los ratones deficientes
en LepR (db/db), conservan la función reproductiva, el gasto de energía y otros
procesos regulados por la leptina. Por otra parte, la administración de un
antagonista de LepRb a ratones OID induce efectos sobre el balance energético
similares a los observados en ratones delgados.
Estas observaciones sugieren que la resistencia a la leptina en los
modelos OID afecta selectivamente el efecto anoréctico de la hormona, mientras
la hiperleptinemia endógena es capaz de ejercer varios efectos biológicamente
relevantes en los animales OID. En línea con esta posibilidad, está demostrado
que el grado de resistencia a la leptina en los modelos OID difiere entre las
áreas cerebrales. Es decir, la leptina falla en disminuir la ingesta de
alimento o incrementar el pSTAT3 en el ARH de ratones OID mientras retiene su
acción en otras regiones hipotalámicas.
La gestación está asociada con
hiperleptinemia y resistencia a la leptina. La resistencia gestacional a la
leptina se caracteriza por alteración del pSTAT3 inducido por leptina en el
hipotálamo y juega un rol en las adaptaciones observadas en el embarazo,
incluyendo un aumento en la ingesta de alimento y la adiposidad. Algunas
evidencias indican que la prolactina y el lactógeno placentario están
involucrados en la resistencia gestacional a la leptina. Los niveles de
prolactina son elevados durante la primera mitad del embarazo, mientras el
lactógeno placentario aumenta progresivamente durante la gestación tardía.
Muchas neuronas hipotalámicas que expresan LepR responden directamente a la
prolactina, lo cual incrementa la expresión de SOCS3 a través del pSTAT5
resultando en la abolición del efecto anorexigénico de la leptina. La
resistencia gestacional a la leptina también puede incluir reducción de la
expresión hipotalámica del mARN del LepRb y alteración del transporte de
leptina en el cerebro debida a la sostenida hiperprolactinemia.
La resensibilización a la leptina se refiere
a la reversión de los estados de resistencia a la leptina. La normalización de
los niveles circulantes de leptina después de la hiperleptinemia crónica afecta
la sensibilidad a la hormona. En animales obesos, la resistencia a la leptina
puede ser revertida con tratamientos que reducen la adiposidad corporal y la
leptinemia, mientras la resistencia fisiológica a la leptina se revierte
espontáneamente una vez que el medio hormonal de la mujer retorna a los niveles
basales cuando finaliza el embarazo o cuando los animales estacionales son
expuestos a un corto fotoperíodo. La reversión de los estados de resistencia a
la leptina es activada a través de la modulación de diversos mecanismos
moleculares dependiendo del caso. Dado que la hiperleptinemia es requerida para
el desarrollo de resistencia a la leptina, la normalización de los niveles de
leptina debe mejorar la sensibilidad a la leptina. Las intervenciones
dietéticas, incluyendo el ayuno, la restricción energética y el cambio de una
dieta rica en grasa en una dieta baja en grasas, inducen resensibilización a la
leptina. Un día de ayuno disminuye significativamente la leptinemia y restaura
parcialmente la respuesta a la leptina en ratones obesos. La hiperfagia
inducida por el ayuno y la reganancia de peso involucran cambios en la
expresión de SOCS3. La disminución de la leptinemia inducida por el ayuno es
regulada parcialmente por la inervación simpática del tejido adiposo regulando
la producción y secreción de leptina. La restricción de energía también reduce
la leptinemia y restaura la respuesta al pSTAT3 inducida por leptina en varias
regiones cerebrales incluyendo el VMH. Adicionalmente, el cambio de dieta rica
en grasas a dieta regular revierte la resistencia a la leptina en algunos
modelos OID. La composición de la dieta también puede afectar la resensibilización
a la leptina. Cuando las ratas alimentadas con una dieta rica en grasas y
fructosa se vuelven resistentes a la leptina, la remoción de la fructosa
revierte la hiperleptinemia y mejora la sensibilidad a la leptina. El ejercicio
también disminuye el peso corporal y la leptinemia, mejorando la sensibilidad a
la leptina a través de la activación de neuronas sensibles a leptina en el VMH
e incrementando el nivel de pSTAT3 en el VTA. Este efecto es independiente de
la pérdida de masa grasa.
Varios compuestos farmacológicos modulan la
sensibilidad a la leptina y algunos compuestos que se encuentran en los
alimentos también actúan como sensibilizadores a la leptina en modelos OID.
Compuestos fenólicos (por ejemplo, resveratrol) suprimen la expresión de
leptina en los adipocitos y atenúan la hiperleptinemia y la resistencia a la
leptina. La teasaponina y el ginsenoside reducen la ingesta de alimento y el
peso corporal e incrementan los niveles
hipotalámicos de pSTAT3 y la
expresión de Pomc en ratones alimentados con
dieta rica en grasas. Los sensibilizadores farmacológicos pueden ser
agrupados en dos categorías. El primer grupo incluye pequeñas moléculas que
inducen pérdida de peso marginal cuando son administrados solos pero
incrementan el efecto anoréctico de la leptina exógena. Estos compuestos
incluyen la meta-clorofenilpiperazina, la cual es un agonista del receptor de
serotonina y actúa como un inhibidor de la
recaptación de serotonina, la metformina, la cual comúnmente es usada
como medicación anti-diabética y el ácido betulínico que presumiblemente causa
sensibilización a la leptina a través de la inhibición de la PTP1B. El segundo
grupo de moléculas induce pérdida de peso en animales hiperleptinémicos aun
cuando sean administrados solos, lo que sugiere que pueden restaurar la señal
leptina y resensibilizar ratones obesos a su hiperleptinemia endógena. Estas
moléculas incluyen a la amilina, secretada predominantemente por las células β
del páncreas pero también producida por neuronas hipotalámicas, y al
pramlintide, un análogo de la amilina usado para el tratamiento de la diabetes.
El mecanismo por el cual trabaja la amilina no está claro pero se ha visto que
incrementa la producción de IL-6 en microglias del VMH que a su vez activan la
señal pSTAT3 en neuronas LepR. La amilina también ejerce un efecto directo
aumentando la señal leptina a través de la activación de la ruta ERK/MAPK en
neuronas POMC. El péptido similar a glucagón-1(GLP-1) también incrementa la
acción central de la leptina y ejerce sus efectos anorécticos sinérgicamente
con la leptina. El efecto anoréctico agudo del GLP-1 es atenuado en ratas con
deficiencia de LepR y la acción del GLP-1 también es parcialmente mediada por
la inducción central de la producción de IL-6. La IL-6 parece ser un mediador
común de los factores sensibilizadores a la leptina en el cerebro y su sobre
expresión central o sistémica atenúa la OID de una manera dependiente de
leptina.
En conclusión, la resistencia a la leptina
frecuentemente coexiste con hiperleptinemia, está estrechamente asociada con la
obesidad y también se observa en situaciones fisiológicas como el embarazo. La
evidencia experimental demuestra que la resistencia a la leptina puede ser
revertida, al menos parcialmente, en varios modelos animales de obesidad. La
resensibilización a la leptina está asociada con un mejoramiento de los
disturbios endocrinos y metabólicos de la obesidad y una sostenida disminución
de los niveles plasmáticos de leptina.
Fuente: Andreoli
MF et al (2019). Leptin resensitisation: a reversion of leptin-resistant
states. Journal of Endocrinology 241: R81-R96.
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