Biología del VEGF
El factor de
crecimiento derivado del endotelio vascular (VEGF), una proteína de 45 kDa
unida a heparina, importante en la
vasculogénesis (formación de vasos sanguíneos a partir de la generación de novo
de células endoteliales) y la angiogénesis (proceso de formación de nuevos
vasos sanguíneos), fue identificado, aislado y clonado en 1989. Las células
endoteliales son los principales blancos del VEGF, pero este factor tiene
múltiples efectos sobre otros tipos de células. Aunque hay varios genes
relacionados, incluyendo VEGF-B, VEGF-C y factor de crecimiento placentario
(PIGF), la mayor atención ha sido dedicada al VEGF-A debido a su rol clave en
la regulación de la angiogénesis durante la homeostasis y la enfermedad. El
VEGF-A es esencial para la homeostasis vascular en diversas células y tejidos,
pero también es importante en la patogénesis molecular del crecimiento tumoral,
las metástasis y en la retinopatía asociada a varias enfermedades oculares como
la degeneración macular asociada con la edad y la retinopatía diabética (RD) e
hipertensiva. Los efectos patológicos mediados por el VEGF se deben
primariamente a sus efectos sobre la permeabilidad vascular y la
neoangiogénesis (neovascularización).
El VEGF-A (o simplemente VEGF), es miembro de una familia de proteínas que
incluye VEGF-B, VEGF-C, VEGF-D, VEGF-E y PIGF. El VEGF-C y el VEGF-D están
implicados en la regulación de la linfangiogénesis. El VEGF por “splicing”
alternativo genera múltiples isoformas, incluyendo VEGF121, VEGF165,
VEGF189, VEGF206. El VEGF165 es la isoforma
más frecuentemente expresada en los tejidos y también la isoforma
fisiológicamente más relevante, con características entre la isoforma VEGF121,
altamente difusible, y la isoforma VEGF189, unida a la matriz
extracelular (MEC). Una característica
clave que distingue a estas isoformas es su capacidad diferencial para unirse a
la heparina. El VEGF121 tiene muy poca afinidad por la heparina
mientras el VEGF189 y el VEGF206 tienen dos dominios de
unión con heparina. El VEGF165 tiene un dominio de unión con
heparina y en parte es difusible y en parte unida a la MEC. El procesamiento
del VEGF en su extremo COOH por proteasas como plasmina y MMP3 puede convertir
péptidos unidos a la MEC en especies moleculares difusibles no unidas a
heparina. Varias isoformas inhibidoras de VEGF han sido descritas
recientemente, incluyendo VEGF165b y VEGF-Ax, pero hay controversia
con relación al mecanismo de inhibición y el VEGF-Ax tiene características
pro-angiogénesis y pro-permeabilidad.
El receptor VEGF1 (R1) es un receptor
tirosina quinasa de alta afinidad, pero el VEGFR2, de baja afinidad, es el principal
receptor para el VEGF. El VEGFR1 y el VEGFR2 son expresados predominantemente
en células endoteliales. El VEGF-A se une a VEGFR1 y VEGFR2, VEGF-B y PIGF se
unen al VEGFR1, VEGF-C y VEGF-D se une a
VEGFR3 (implicado en la linfangiogénesis), pero pueden unirse al VEGFR2 después
de clivaje proteolítico. VEGF-A o PIGF unidos a heparina pueden unirse a la
neuropilina1 (NRP1), lo cual incrementa su afinidad de unión al VEGFR2, pero
estas moléculas también pueden unirse a NRP1independiemente de la activación
del VEGFR2. Por otra parte, la NRP2 tiene un rol similar en la regulación de la
linfangiogénesis a través de su interacción con el VEGFR3. La activación del
VEGFR2 promueve la mitogénesis y la permeabilidad en las células endoteliales
vasculares. Dos residuos tirosina en el VEGFR2 regulan diferencialmente la
angiogénesis versus permeabilidad vascular. El VEGFR1 muestra una débil
autofosforilación de tirosina dependiente de ligando y, en algunos casos,
funciona como receptor señuelo que se une a PIGF y previene la unión de VEGF al
VEGFR2. Varios estudios revelan que el VEGFR1 puede jugar un rol en la
liberación de factores de crecimiento tejido-específicos como el factor de
crecimiento hepático (HGF) por las células endoteliales de los sinusoides
hepáticos, un efecto que resulta en protección de los hepatocitos del daño
inducido por hepatotoxinas. La activación del VEGFR1 en monocitos y macrófagos
media la migración en respuesta a VEGF o PIGF. Adicionalmente, la expresión de
VEGFR1 en células tumorales media la proliferación en respuesta a VEGF o PIGF.
La hipoxia es un regulador de la expresión
de VEGF vía factor inducible por hipoxia (HIF). El HIF y otros genes regulados
por hipoxia/isquemia, incluyendo al factor de crecimiento epidermal (EGF), el
factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGF) y las mutaciones oncogénicas
(genes de las rutas de señalización vhl, ras,
wnt-kras) regulan la expresión de VEGF y, a su vez, la señal manejada
por VEGF. La señal VEGF canónica a través de VEGFR1/R2 regula las actividades
de varias quinasas y guía a nivel celular la proliferación, migración y
supervivencia, y la permeabilidad vascular durante la vasculogénesis y la
angiogénesis. Las células endoteliales, compuestas por células del tallo y la punta,
dirigen la proliferación celular. El gradiente VEGF induce células de la punta y
promueve la formación de filopodia. La regulación molecular de estos eventos es
a través de la activación de la señal “notch”, incrementando la expresión del ligando notch
en las células endoteliales, incluyendo DLL4. El incremento de la señal notch
en las células vecinas reduce la expresión de VEGFR2, completando un asa de
retroalimentación negativa. Esta señal VEGF canónica es crítica en la
homeostasis fisiológica pero puede ser hiperactiva en la angiogénesis
patológica. El VEGFR2 es altamente expresado en neuronas retinianas pero en
niveles mucho más bajos que en las células endoteliales. La supresión de VEGFR2
en las neuronas causa angiogénesis anormal debido al aumento de los niveles de
VEGF en la vecindad de las neuronas.
El VEGF secretado por las células tumorales
y células del estroma adyacente al tumor estimula la proliferación y
supervivencia de las células endoteliales, provocando la formación de nuevos
vasos sanguíneos, a menudo con un incremento en la permeabilidad. El VEGF es
sobre expresado en la mayoría de tumores humanos y se correlaciona con
invasividad, densidad vascular, metástasis, recurrencia y
pronóstico. En los últimos años, el rol biológico del VEGF se ha extendido más allá de su impacto sobre
la neovascularización y la angiogénesis. Numerosos estudios sugieren que el
VEGF es un mediador de la reparación de heridas. El VEGF generalmente está
relacionado con la expresión de genes asociados con la reparación de heridas y
esto ha sido atribuido a un impacto sobre una multitud de tipos de células. La
reparación fisiológica de heridas generalmente sigue la secuencia daño tisular,
inflamación y una respuesta inmune. Sin embargo, para una reparación tisular
efectiva, la inflamación y la respuesta inmune necesariamente deben ser
reguladas a la baja. Esto es consistente con el rol del VEGF en la regulación a la baja de la
inmunidad. A pesar de estas consideraciones, los efectos sobre la reparación de
heridas pueden ser mediados, directamente o indirectamente, por la vasculatura
pues la cicatrización y reparación de heridas han sido clásicamente asociadas
con la angiogénesis.
El VEGF puede tener un efecto directo sobre
múltiples células involucradas en la inmunidad, incluyendo células dendríticas,
células T, células T reguladoras y células supresoras derivadas de mieloide.
Las observaciones iniciales sugieren que la presencia de VEGF podría dirigir la
maduración de progenitores mieloides hacia la diferenciación en células
dendríticas y hacia células endoteliales, impactando la activación de células T
específicas de cáncer. El VEGF también puede impactar la expresión de moléculas
inmunológicamente importantes en las células endoteliales, a través de la
disminución de la expresión de la molécula de adhesión de células vasculares-1
(VCAM-1), importante para la adhesión de células T anti-cáncer e infiltración
de tumores, y el aumento de FASL que provoca la apoptosis de células T
anti-cáncer en el borde vascular del tumor. La inhibición de VEGF incrementa el
número de linfocitos que infiltran el tumor en humanos y modelos animales. Adicionalmente, altos
niveles de VEGF en el microambiente del tumor pueden estimular la proliferación
de células supresoras derivadas de mieloide y células T reguladoras, las cuales
expresan VEGFR. La combinación de inhibidores del VEGF con agentes citotóxicos
es sinérgica. Los estudios preclínicos recientes demuestran que la terapia
anti-VEGF puede mejorar el tratamiento anti-PD-L1 (ligando de muerte
programada-1), específicamente cuando genera grandes vénulas endoteliales (HVE)
intratumorales que facilitan la infiltración de linfocitos T citotóxicos y la
destrucción del tumor. Los estudios clínicos recientes apoyan el rol del VEGF
en la inmunidad anti-cáncer. La inmunoterapia con inhibidores de PD-L1/PD-1 ha
demostrado beneficios clínicos en un amplio rango de tipos de cáncer. El
mecanismo de la interacción anti-VEGF/anti-PD-L1 es multifactorial, pero se
especula que los efectos anti-vasculares de los agentes citotóxicos
complementan los efectos pro-apoptosis de los agentes anti-VEGF sobre el
endotelio vascular. La normalización de la vasculatura por los agentes
anti-VEGF que permite aumentar la
captación de los agentes quimioterapéuticos también puede jugar un rol. Por
otra parte, la inhibición del VEGF, especialmente en combinación con agentes
citotóxicos, pueden resultar en liberación de antígenos tumorales, facilitando
la inmunoterapia.
La retina es un complejo tejido
neurovascular formado por al menos dos tipos de células gliales, siete tipos de
neuronas y una rica red de células endoteliales en capilares en varios niveles
de la retina. La manera como las células endoteliales que forman los capilares
en las capas plexiformes en la retina reciben los factores apropiados fue mejor
entendida una vez que se demostró que los niveles de oxígeno en la retina regulan
la formación de los vasos retinianos durante el desarrollo. La hiperoxia
retinal provoca obliteración de los vasos retinianos, mientras la hipoxia
promueve crecimiento y proliferación vascular. El descubrimiento del VEGF y la
demostración de su producción temporal
y espacialmente localizada en áreas de desarrollo vascular, proporcionó fuerte
evidencia que el VEGF maneja la
angiogénesis durante el desarrollo y la regulación en isquemia/hipoxia de la
vasculatura retiniana. En condiciones de hipoxia metabólica, neuronas como las
células ganglionares de la retina liberan factores de crecimiento como el
factor de crecimiento de fibroblastos básico (bFGF) y el PDGF, los cuales a su
vez regulan la secreción de VEGF por las microglias y las células de Müller
para estimular el crecimiento de los vasos sanguíneos, satisfacer las demandas metabólicas y activar
la homeostasis. En estudios usando modelos animales, cuando los animales son
expuestos a altos niveles de oxígeno durante el desarrollo, la producción
retiniana de VEGF cae dramáticamente. Esto provoca la obliteración de capilares
de la vasculatura retiniana periférica en desarrollo. Al retornar a las
condiciones normóxicas, hay una regulación al alza de la producción local de
VEGF que promueve una masiva neoangiogénesis. Desafortunadamente estos nuevos
vasos son anormales y eventualmente pueden causar fibrosis que a su vez puede
causar daño en la retina y ceguera como ocurre en la retinopatía de la
prematuridad (ROP), una condición de ceguera que afecta a los niños prematuros.
El desarrollo vascular retiniano en estos niños es incompleto y sensible a los
niveles de VEGF en el ojo.
La ROP es una de las principales causas de
ceguera en niños. El descubrimiento del VEGF ayudó a entender la patogénesis
molecular de la ROP. El desarrollo vascular retiniano en humanos comienza en el
cuarto mes de gestación y progresa del centro a la periferia de la retina. En
los casos de nacimiento prematuro, el desarrollo vascular normal de la retina
se detiene. La retina avascular que carece de oxigenación y nutrientes se
vuelve metabólicamente activa e hipóxica alrededor de las 32-34 semanas de
desarrollo. En humanos y modelos animales de ROP está demostrado que la
isquemia retiniana maneja la producción de VEGF previa a la neovascularización
y, por tanto, maneja la fase neovascular de la enfermedad. Los estudios clínicos con niños con ROP
demuestran que las inyecciones intraoculares de agentes que neutralizan al VEGF
son eficaces para tratar la neovascularización y prevenir complicaciones
asociadas con estados avanzados de la ROP. Estos estudios también demuestran
que la inhibición de VEGF en la ROP reduce la incidencia de pérdida de la
visión en estos niños. Después del desarrollo, el VEGF juega un rol cardinal en
el mantenimiento de la homeostasis fisiológica y en enfermedades vasculares
retinianas como la retinopatía diabética (RD). La RD es una enfermedad
sistémica que manifiesta daño en el ojo con muerte celular en los elementos
neuronales y vasculares de la retina. Las manifestaciones iniciales de la RD
son vasculares con pérdida de pericitos seguida por la muerte por apoptosis de
células capilares. La pérdida de los capilares retinianos provoca isquemia y
neovascularización retiniana aberrante inducida por el VEGF. La disfunción y
muerte celular pueden manifestarse tempranamente en la diabetes y los elementos
no vasculares de la retina, incluyendo neuronas y glias, pueden ser afectados.
En humanos con diabetes y modelos animales, el daño de las neuronas internas de
la retina, incluyendo células ganglionares y células amacrinas, puede ser
previo a cualquier manifestación vascular de la enfermedad. Adicionalmente, la
activación de las células de Müller que mantienen la homeostasis del VEGF en la
retina, también puede ocurrir tempranamente en la enfermedad y disparar la
inflamación molecular, una característica tardía de la RD.
Aunque está bien establecido que el VEGF
juega un rol mayor en el inicio y mantenimiento de la angiogénesis patológica
en el ojo, los estudios en humanos y animales han demostrado que otros factores
también contribuyen a estos procesos. Los estudios clínicos han demostrado la
eficacia y seguridad de la farmacoterapia anti-VEGF intraocular en la RD y las
enfermedades vasculares retinianas. Estos estudios también reportan que la
farmacoterapia puede requerir tratamiento crónico, potencialmente muchos años,
y que una gran proporción de pacientes tratados con medicación anti-VEGF a menudo
tienen una pobre respuesta y ocasionalmente no responden al tratamiento. Una
pregunta importante es por qué algunas veces falla la terapia en canceres y
enfermedades del ojo. La respuesta es compleja y varias posibilidades han sido
examinadas. Es concebible que los mecanismos de respuesta reducida/resistencia
a la farmacoterapia anti-VEGF sean mediados, al menos en parte, por la
naturaleza dinámica del microambiente. Los estudios preclínicos señalan la
liberación de factores de crecimiento hematopoyéticos por el tumor y la
infiltración resultante por células mieloides y otros tipos de células. Por otra parte, los estudios con humanos
señalan la posibilidad de rutas adicionales independientes de VEGF para la
regulación de la angiogénesis en las enfermedades del ojo. Por ejemplo las
semaforinas 3A, 3F y 6A suprimen la revascularización normal en la retina
isquémica, pero promueven la vascularización patológica. Otros factores que
promueven la angiogénesis aberrante en la retina son el PIGF, el PDGF y la
eritropoyetina, el factor derivado del estroma-1, factores asociados con la
activación anormal de macrófagos derivados de monocitos y células gliales.
En conclusión, la vasculogénesis y la
angiogénesis son críticas durante el desarrollo y la homeostasis fisiológica,
pero pueden ser patogénicas en canceres y varias enfermedades oftalmológicas. El
VEGF, importante en la vasculogénesis y la angiogénesis, tiene múltiples
efectos en varios tipos de células. Aunque el VEGF es esencial para la
homeostasis vascular fisiológica en diversos tipos de células y tejidos,
también es importante en la patogénesis molecular del crecimiento de tumores y
varias enfermedades del ojo como la RD. Los efectos patogénicos mediados por el
VEGF son debidos primariamente a sus
efectos sobre la permeabilidad vascular y la neovascularización.
Fuente: Apte RS et
al (2019). VEGF in signaling and disease: beyond discovery and development.
Cell 176: 1248-1264.
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