Obesidad, colesterol y cáncer de mama
El cáncer de mama
es el tipo de cáncer más prevalente en mujeres y la segunda causa de muerte por
cáncer en el mundo. La clasificación del carcinoma de mama obedece a las
características clínico-patológicas y a
la expresión de receptor de estrógeno (ER), receptor de progesterona
(PR) y receptor de factor de crecimiento epidermal 2 (HER2). Los tumores que
expresan receptores hormonales constituyen el subtipo más común de cáncer de
mama, con aproximadamente 60-70% de los casos. El perfil genético, la edad de
la menarquia y la menopausia, la paridad, la edad del primer parto, la
ocurrencia previa de cáncer y el estilo de vida son factores de riesgo para cáncer de mama. La
identificación de factores genéticos heredables ha sido crítica para el
entendimiento de la enfermedad. El estilo de vida es considerado un importante
factor contribuyente de la etiología del cáncer de mama. La obesidad, el
sobrepeso, el síndrome metabólico, el alcohol y la hipercolesterolemia
representan factores de riesgo para el cáncer de mama, mientras el ejercicio
regular parce ser protector. Sin embargo, su role en el cáncer de mama es aún
desconocido. Identificar los factores del estilo de vida y sus mecanismos
efectores es necesario para establecer nuevas reglas de prevención para el
cáncer de mama.
La obesidad definida como un índice de masa
corporal (IMC) >30 kg/m2 afecta a 600 millones de adultos en el
mundo. La Organización Mundial de la Salud estima que 40% de las mujeres
adultas presentan sobrepeso. El impacto de la obesidad sobre el riesgo de
cáncer de mama difiere a través del estatus de la menopausia y los subtipos de enfermedades. La evidencia actual sugiere que
un alto IMC está asociado con un reducido riesgo de cáncer de mama en la
premenopausia, pero fuertemente asociado con incremento en el riesgo de cáncer
de mama después de la menopausia. En
mujeres premenopáusicas, la obesidad está asociada con un alto riesgo de cáncer
de mama ER-negativo y triple negativo. Por otra parte, la obesidad
postmenopáusica es un factor de riesgo para el inicio de cáncer de mama
receptor de hormona-positivo. La obesidad y el sobrepeso están relacionados con
menor supervivencia en el cáncer de mama.
La excesiva ingesta calórica o un reducido
gasto calórico provocan la expansión del tejido adiposo vía hiperplasia y/o
hipertrofia de los adipocitos. Estas condiciones alteran la fisiología del
tejido adiposo blanco (TAB) causando desregulación en la producción de hormonas
esteroides y adipoquinas e inflamación crónica subclínica. Estas alteraciones
han sido relacionadas con carcinogénesis, progresión del tumor y metástasis. La
inflamación del tejido adiposo puede representar el enlace fisiológico entre
obesidad y cáncer de mama. El tejido adiposo inflamado se caracteriza por la
infiltración de macrófagos en una configuración llamada estructura similar a corona (CLS). La presencia de CLS en el
tejido adiposo de la mama está asociada con la activación de NF-κB y niveles
elevados de factores pro-inflamación, lo cual resulta en regulación al alza de
estradiol (E2). La producción local de estrógenos como resultado de la
inflamación del TAB relacionada con la obesidad puede representar el disparador
clave del desarrollo de cáncer de mama dependiente de hormona en mujeres
postmenopáusicas. Las mujeres postmenopáusicas tienen adipocitos más grandes y
mayor prevalencia y severidad de la inflamación del TAB en la mama. Los
adipocitos producen leptina y adiponectina, las cuales participan en la
regulación de la ingesta calórica y el metabolismo, la inflamación, la
angiogénesis y la proliferación celular. Las células de cáncer de mama son
rodeadas e influenciadas por este microambiente. La leptina está fuertemente
involucrada en la carcinogénesis mamaria y puede contribuir a los mecanismos
pro-inflamatorios locales, especialmente en pacientes obesos. Hay una
correlación positiva entre IMC y niveles de leptina, mientras las concentraciones
de adiponectina disminuyen con el aumento de la adiposidad. La elevada relación
leptina/adiponectina que se observa en la obesidad ha sido implicada en transformación
neoplásica y progresión del tumor. La
leptina puede actuar como un enlace molecular entre obesidad y cáncer de mama.
Las células de cáncer de mama sobre expresan receptor de leptina, lo cual las
vuelve más susceptibles a la influencia de los elevados niveles de leptina
típicos de los pacientes obesos. Los efectos de la leptina en las células de
cáncer de mama incluyen inhibición de señales pro-apoptosis, sensibilización a
estrógenos y modulación del microambiente del tumor, contribuyendo a mecanismos
pro-inflamatorios locales y promoviendo el crecimiento del tumor mamario. Adicionalmente, los elevados niveles de
leptina en pacientes con cáncer de mama han sido relacionados con riesgo de
metástasis y menor supervivencia.
El alto nivel plasmático de colesterol es
común en la obesidad. Sin embargo, su
impacto como factor de riesgo del cáncer de mama es conflictivo y no está claro
si el colesterol total, la lipoproteína
de baja densidad-colesterol (LDL-C) o la lipoproteína de alta
densidad-colesterol (HDL-C) contribuyen a la enfermedad. Es importante
diferenciar la asociación entre colesterol total y riesgo de cáncer de mama y
el rol de la dieta rica en grasas en el inicio de la enfermedad. Un
meta-análisis de estudios prospectivos sugiere una modesta pero
estadísticamente significativa asociación inversa entre los niveles de
colesterol total con riesgo de cáncer de mama. Otro estudio demostró que las
mujeres mayores de 40 años con alto nivel de colesterol son menos propensas a
desarrollar cáncer de mama en comparación con las mujeres sin niveles altos de
colesterol. De las pacientes que desarrollan cáncer de mama, aquellas con alto
nivel de colesterol tienen 40% menos riesgo de muerte. Los autores concluyen
que las mujeres con colesterol alto tienen tasa más bajas de cáncer de mama y
mayor supervivencia. Una potencial explicación para estos hallazgos es que el
uso de estatinas para disminuir los niveles de colesterol puede
reducir el riesgo de cáncer de mama, la recurrencia de cáncer de mama y la tasa
de mortalidad. Sin embargo, la evidencia de varios meta-análisis sobre el
efecto protector de las estatinas en el cáncer de mama es conflictiva. Actualmente
hay un significativo interés en el potencial beneficio de la medicación que
reduce el colesterol en pacientes con cáncer de mama. En el estudio del Breast
International Group, las pacientes que iniciaron esta medicación en combinación
con la terapia endocrina estándar demostraron mayor tiempo de supervivencia
libre de enfermedad, mayores intervalos libres de cáncer de mama y mayores
intervalos libres de recurrencia de cáncer de mama.
El 27-hidroxicolesterol, 27-HC,
((3β,25R)-colest-5-ene-3,26-217diol) es un metabolito primario de la
hidroxilación del colesterol mediada por la CYP27A1 y circula en
concentraciones comparables o ligeramente mayores que otros oxiteroles. En modelos de enfermedad cardiovascular, el
27-OHC actúa como un antagonista del ER, mientras en osteoblastos y modelos
celulares de cáncer de mama ER-positivo funciona como un agonista parcial del
ER. Sobre la base de estos y otros reportes, el 27-HC es considerado actualmente
como un modulador selectivo de receptor de estrógeno (SERM) producido
endógenamente. Los SERM modulan la actividad de ER de una manera
contexto-específica y su uso terapéutico reduce significativamente la
incidencia de cáncer de mama. El SERM
mejor caracterizado es el tamoxifeno, el cual actúa como un antagonista de ER.
Los niveles intra-tumorales de 27-HC son seis veces mayores en los tumores de
mama ER-positivos en comparación con el tejido normal adyacente y actúa como un
agonista parcial en modelos de cáncer de mama ER-positivos, estimulando su
proliferación. Recientemente se ha propuesto
la hipótesis que el 27-HC, más que el colesterol per se, es responsable de
estimular la proliferación de las células de cáncer de mama ER-positivos. El
27-HC también tiene actividad como agonista del receptor hepático X (LXR), cuya
activación resulta en la inhibición de la proliferación celular secundaria a la
salida de colesterol en la célula. La co-activación de ER y LXR resulta en
señal intracelular competitiva y modulación cruzada. En las células de cáncer
de mama ER-positivo, la “actividad ER” del 27HC prevalece sobre la acción
inhibidora del crecimiento del LXR.
Generalmente, la ingesta de grasa saturada
en la dieta es sinónimo de ingesta de colesterol. Está bien establecido que la
grasa saturada eleva la LDL-C, involucrada en ateroesclerosis y enfermedad
cardiovascular. En un meta-análisis que examina la asociación entre colesterol
de la dieta y cáncer de mama se reporta una asociación significativa cuando el
consumo de colesterol es >370 mg/día. Este resultado sugiere una asociación
del colesterol de la dieta con cáncer de mama. Por el contrario, algunos
estudios epidemiológicos no establecen dicha asociación y restringen el impacto
del colesterol de la dieta a grupos específicos de pacientes. La dieta mediterránea es un buen ejemplo de
una dieta baja en grasa y se caracteriza por una alta ingesta de aceite de
oliva virgen, vegetales, frutas, proteínas vegetales, pescado y otros alimentos
del mar, granos enteros, nueces, acompañada con la ingesta moderada de alcohol
y bajo consumo de carnes rojas. Los efectos beneficiosos de la dieta
mediterránea han sido observados con respecto a la disminución del riesgo de
cáncer de mama y la recurrencia de cáncer de mama, mientras mejora la
supervivencia.
En conclusión, el sobrepeso y la obesidad
están íntimamente relacionados con el desarrollo y la recurrencia de cáncer de
mama. La interacción entre la obesidad, la inflamación y el microambiente del
tumor manejan la expansión del tumor, primariamente en pacientes
postmenopáusicas y sensibles a hormonas.
Varios meta-análisis proporcionan evidencia que la obesidad incrementa
35-40% el riesgo de recurrencia y muerte, independientemente del estatus
menopáusico o de receptor hormonal. En este contexto, la prevención del cáncer
de mama requiere control del peso corporal, especialmente en la menopausia. El
rol del colesterol sanguíneo total en el desarrollo del cáncer de mama es
controversial. La mayoría de estudios demuestran que los altos niveles de
colesterol previos al diagnóstico protegen contra el desarrollo de tumores, un
efecto que algunos autores atribuyen al uso de estatinas para reducir el
colesterol. Sin embargo, otros estudios reportan una asociación significativa
entre el colesterol de la dieta y el riesgo de cáncer de mama cuando la ingesta
de colesterol es >370 mg/día.
Fuente:
García-Estevez L, Moreno-Bueno G (2019). Updating the role of obesity and
colesterol in breast cancer. Breast Cancer Research 21:35.
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