Hormonas intestinales y metabolismo óseo
El hueso es un
tejido con funciones mecánicas muy importantes, proporciona fuerza, rigidez,
forma y es esencial para el movimiento. A pesar de su aparente estructura
estática, el hueso es un tejido dinámico y en constante remodelación, un
proceso que comprende la formación de hueso y la resorción ósea. El balance es
controlado por el acoplamiento de los dos procesos e involucra mecanismos de
señalización coordinados. En la remodelación ósea normal, es necesario mantener
un balance entre la resorción ósea (mediada por osteoclastos) y la formación de
hueso (mediada por los osteoblastos) para asegurar una masa ósea constante. El
desbalance entre resorción ósea y formación de hueso puede ocurrir en ciertas
condiciones patológicas y provocar una remodelación ósea anormal y el
desarrollo de enfermedades óseas. El
hueso también tiene una importante función como reservorio de calcio y fosfato,
unidos en la matriz ósea como hidroxiapatita. Por lo tanto, el hueso, con el
intestino y los riñones, es importante para el mantenimiento de los niveles fisiológicos
de calcio.
Histológicamente, hay dos tipos principales
de hueso, cortical y trabecular, con diferentes estructuras y propiedades. El
hueso cortical tiene una estructura laminar altamente organizada que proporciona
fuerza plana. Generalmente, los huesos tienen una capa externa de hueso
cortical con hueso trabecular debajo. Los huesos largos como el fémur y el
humero tienen hueso cortical en sus astas. El hueso trabecular tiene una
estructura más irregular y menos densa, con barras o trabéculas interconectadas
y la médula ósea llenando los espacios. El número de trabéculas es más
importante que su grosor para la fuerza del hueso. Los elementos celulares del
hueso son osteoblastos, osteocitos y osteoclastos. Los osteoblastos derivan de
“stem cells” mesenquimales que se diferencian en células osteoprogenitoras, un
proceso que depende de la ruta Wnt/β-catenina. Con la edad, los osteoblastos se
ocultan en la matriz y son llamados osteocitos. Estas células se comunican una
con otra y con otras células óseas, particularmente con aquellas de la
superficie del hueso, a través de procesos dendríticos en los canalículos del
hueso, lo cual les permite regular el recambio óseo en respuesta al estrés
mecánico. Los osteoclastos son células
multinucleadas, derivadas del linaje macrófago/monocito, que reabsorben hueso
en la superficie del hueso. La diferenciación en osteoclastos maduros depende
de la activación del ligando del receptor activador del factor nuclear κB
(RANKL) y el factor estimulante de colonias de monocitos (M-CSF) producidos por
los osteoblastos. Esta ruta es inhibida por la esclerostina, la cual es
secretada por los osteocitos.
La homeostasis ósea muestra un ritmo
circadiano con un incremento en la resorción ósea durante la noche en
comparación con el día. Una diferencia causada, al menos en parcialmente, por
la ingesta de comida durante el día. La remodelación del hueso involucra una
acción coordinada de un equipo de células referido como unidad multicelular
básica (UMB). La resorción ósea mediada por los osteoclastos y la formación de
hueso mediada por los osteoblastos son procesos regulados por señales locales
entre las células de la UMB y por
estímulos externos la UMB. La señal
local en la UMB a menudo es presentada como una red de regulación compleja
entre los diferentes tipos de células donde la población de osteocitos regula
la actividad de la población de osteoblastos,
y la población de osteoblastos, a su vez, regula la actividad de la
población de osteoclastos, y viceversa. Los osteocitos regulan los osteoblastos
a través de moléculas de señalización incluyendo factor de crecimiento fibroblástico
23 (FGF23), proteínas morfogenéticas de hueso (BMP) y esclerostina, mientras
algunas de las moléculas de señalización involucradas en la regulación
osteoblástica de los osteoclastos incluyen al RANKL que induce la actividad de
los osteoclastos y la osteoprotegerina (OPG) que se opone a los efectos del
RANKL. Cuando el hueso es resorbido, un telopéptido carboxi terminal de tipo
colágeno I (CTX) es liberado a la circulación sanguínea. Los niveles
circulantes de CTX son usados como biomarcador de resorción ósea. Los niveles
de CTX muestran variación circadiana con un pico en la noche y un nadir en la
tarde. La formación de hueso puede ser estimada a través de la medición de un
propéptido amino terminal de procolageno tipo I (PINP) o midiendo la proteína
osteocalcina secretada por los osteoblastos.
El intestino y los huesos están conectados a
través del eje intestino-hueso y esta interacción es mediada por hormonas
secretadas por el intestino. Estas hormonas son secretadas en respuesta a la
ingesta de alimentos, causan una disminución de la resorción ósea y son
mediadores de la adaptación de los huesos a la disponibilidad de nutrientes. La
resorción ósea aumenta durante la noche en comparación con el día y esta
supresión durante el día es eliminada por el ayuno. El polipéptido insulinotrópico
dependiente de glucosa (GIP), secretado por las células neuroendocrinas K y el
péptido similar a glucagón1 (GLP-1), secretado por las células L, han sido extensamente estudiados con respecto
a sus efectos sobre el metabolismo de la glucosa como mediadores del efecto
incretina; esto es el aumento de la secreción
de insulina que ocurre cuando la glucosa es ingerida oralmente en
comparación con la inyección i.v. de glucosa. Por esta razón hay mucho interés
en su uso en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2 (DMT2) y la obesidad, y muchas drogas usadas en la
DMT2 actúan como agonistas del receptor de GLP-1. El GLP-2 también es liberado
por las células L en el intestino
delgado, pero en contraste con el efecto reductor de la glucemia del GLP-1 y el
GIP, es un factor intestinotrópico. GIP, GLP-1 y GLP-2 protegen contra la
resorción ósea a través de efectos directos e indirectos sobre las células
óseas. El péptido YY (PYY) es co-secretado con
GLP-1 y GLP-2 por las células L y también afectan el metabolismo óseo,
posiblemente inhibiendo la formación de hueso.
El GLP-2 es co-secretado con GLP-1 por las
células L en intestino delgado e intestino grueso en respuesta a la ingesta de
nutrientes. GLP-1 y GLP-2 son derivados del pro-glucagón, el cual es procesado
post-translacionalmente por la enzima convertasa 1/3 en las células L. El GLP-2
intacto (1-33), con vida media en el plasma de aproximadamente 7 minutos, es clivado por la dipeptidil peptidasa 4
(DPP4) en la alanina en posición 2 para
formar el principal producto de degradación
GLP-2 (3-33). Esta variante actúa como un agonista parcial de baja
afinidad con propiedades de antagonista competitivo sobre el receptor de GLP-2
(GLP-2R). La vida media del GLP-2 puede ser prolongada por la sustitución de la
alanina en posición 2 o por el uso de inhibidores de la DPP4. El receptor
de GLP-2R pertenece a la clase B de los
receptores acoplados a proteína G (GPCR) y en modelos animales es expresado
predominantemente en las neuronas entéricas del tracto gastrointestinal, pero
también se encuentra en el sistema nervioso central (SNC) y los pulmones. La
localización exacta del GLP-2R en humanos es aún incierta. El GLP-2 tiene
efectos tróficos sobre el intestino. En
ratones, la administración de GLP-2 promueve el crecimiento de intestino
delgado e intestino grueso. El GLP-2 actúa sobre las criptas intestinales,
estimulando la proliferación, pero también inhibe la apoptosis. El GLP-2
también mejora la función de la barrera intestinal, regula al alza el transporte
de glucosa e incrementa el flujo sanguíneo mesentérico. Aunque menos bien
establecido, algunos estudios reportan que el GLP-2 inhibe la ingesta de
alimentos y promueve la proliferación neuronal. Los mecanismos que subyacen los
efectos del GLP-2 no están bien descritos, aunque indirectamente podrían ser
mediados a través del sistema ErbB, el factor de crecimiento de queratinocitos
(KGF) y posiblemente el factor de crecimiento similar a insulina-1
(IGF-1). El GLP-2 inhibe marcadamente la
resorción ósea con solo efectos mínimos sobre la formación de hueso, lo cual
resulta en un incremento de la densidad mineral ósea. De acuerdo con los
estudios existentes, solamente dosis suprafisiológicas de GLP-2 exógeno,
reducen la resorción ósea (medida como CTX), pero el mecanismo por el cual el
GLP-2 afecta el metabolismo óseo es aún desconocido. El GLP-2 puede actuar
directamente sobre las células óseas o el efecto puede ser mediado
indirectamente y posiblemente involucra a otros factores intestinales.
El GIP es un péptido de 42 aminoácidos
secretado en respuesta a la ingesta de alimentos por las células
enteroendocrinas K localizadas principalmente en la parte proximal del
intestino delgado. Conjuntamente con el GLP-1 es conocido como una hormona
incretina, siendo responsable de 50-70% de la respuesta de la insulina a la
administración de glucosa oral en humanos sanos. El GIP(1-42) activo tiene vida
media de 4 minutos en humanos porque es clivado en el extremo N-terminal por la
DPP4 generando el metabolito GIP(3-42). Una variante natural del GIP con el
C-terminal truncado, GIP (1-30)NH2, actúa como agonista completo del
sistema GIP humano y el clivaje de este compuesto por la DPP4 resulta en
GIP(3-30)NH2, un antagonista competitivo del sistema GIP de alta afinidad con
actividad en humanos. El receptor de GIP (GIPR) pertenece a la clase B de los
GPCR y estimula la subunidad Gαs en la
ruta adenil ciclasa-cAMP-PAK. Es expresado en muchos tejidos y órganos
incluyendo páncreas endocrino, tejido adiposo, hueso y varias regiones del SNC.
La señal GIPR ha sido demostrada en células pancreáticas α y β, células óseas,
adipocitos y células neurales del hipocampo.
La expresión de GIPR ha sido verificada en
stem cells mesenquimales derivada de médula ósea humana. Las líneas de células osteoblásticas
varían en el grado de su madurez, una diferencia que se correlaciona con la
expresión de GIPR. Más aún, el impacto anabólico del GIP sobre los parámetros
óseos como fosfatasa alcalina (ALP), PINP y viabilidad celular varía entre las
líneas de células. El GIP incrementa los niveles intracelulares de Ca2+
y cAMP, la expresión de PINP y la actividad de la ALP; también incrementa la
diferenciación y proliferación de células óseas. Adicionalmente, el GIP mejora
la maduración de colágeno, estimula la mineralización y atenúa la actividad de
la caspasa 3/7 y, por tanto, disminuye la muerte celular. Un estudio reciente
demuestra que el GIP reduce la formación de osteoclastos y la resorción ósea.
El GIP disminuye el incremento intracelular de Ca2+ inducido por
RANKL y la actividad de la calcineurina.
Por otra parte, la sobre expresión de GIP está asociada con incrementos
en la formación de hueso, la masa ósea, el número de osteoblastos y los niveles de
osteocalcina; al tiempo que inhibe la resorción ósea.
El GLP-1 es codificado por el gen
proglucagón, el cual también codifica al glucagón y al GLP-2. En las células α del páncreas, el péptido
proglucagón es clivado por la convertasa 2 (PC2), generando glucagón. En las
células L del intestino, el proglucagón por acción de la PC1/3 da origen a los péptidos GLP-1 (PG78-107) y GLP-2. El GLP-1 se
encuentra en una forma glicina-extendida, GLP-1 (7-37), el cual puede ser
aminado en el extremo C-terminal para formar GLP-1 (7-36 NH2). El
GLP-1 es liberado primariamente en respuesta a la ingesta de nutrientes y es
menos afectado por factores endocrinos y neurales. El GLP-1 tiene vida media
<2 minutos pues es degradado por la enzima DPP4, la cual actúa después de la
alanina en posición 2. El GLP-1R es un GPCR clase B que se acopla a la
subunidad Gαs. El GLP-1R se encuentra en una variedad de tejidos incluyendo
páncreas y SNC donde regula la liberación de hormonas glucorreguladoras y el
apetito, respectivamente. En los islotes
pancreáticos, el GLP-1 actúa sobre las células β, α y δ, donde estimula la
secreción de insulina, inhibe la secreción de glucagón y estimula la liberación
de somatostatina, respectivamente. En el SNC, la activación del GLP-1R provoca
disminución de la ingesta de alimentos y pérdida de peso, mientras en el
estómago, el GLP-1 inhibe la motilidad gástrica y la secreción de ácido. Varios
estudios indican que el GLP-1 tiene un efecto sobre la homeostasis ósea, aunque
el mecanismo exacto no está claro. Experimentos in vitro demuestran que la
activación del GLP-1R es importante en el metabolismo óseo. In vivo, hay múltiples
estudios en roedores que establecen un rol del GLP-1 en el metabolismo óseo. El
impacto del GLP-1 sobre el metabolismo óseo involucra la activación de la
función de los osteoblastos y la inhibición de los osteoclastos. Los resultados
de los estudios en humanos son inconsistentes.
El PYY, otra hormona secretada por las
células L en el estado postprandial, a menudo es co-secretado con GLP-1 y GLP-2
en proporción a la ingesta calórica y
disminuye la ingesta de alimentos a través de acciones en el núcleo arcuato del
hipotálamo que inhiben el apetito. El PYY pertenece a la familia del
polipéptido pancreático conjuntamente con el neuropéptido Y (NPY) y el
polipéptido pancreático (PP). El PYY es secretado en la forma molecular de 36
aminoácidos (PP1-36) y después de la secreción es degradado por la
DPP4 para formar PYY3-36. Las diferentes formas moleculares del PYY
tienen distintas vidas medias y actúan a través de cuatro receptores acoplados
a proteína G con diferentes afinidades. Esto provoca efectos opuestos sobre el
apetito y posiblemente también sobre la homeostasis de la glucosa. El PYY3-36
es responsable de las acciones anorexigénicas y con el GLP-1 juega un rol
en la pérdida de peso. Los metabolitos PYY1/3-34 han sido descritos
recientemente en humanos, pero el impacto biológico de estos metabolitos no ha
sido dilucidado. El PYY puede ejercer efectos catabólicos sobre los huesos. Los
estudios en humanos y roedores a poyan un rol del PYY en la regulación de la
homeostasis ósea a través de la modulación de la actividad de osteoblastos y
osteoclastos. La sobre producción de PYY reduce la masa ósea. El receptor Y1 es
expresado en los osteoblastos y el PYY puede ejercer efectos supresores sobre
la actividad de estas células a través de este receptor. Por otra parte, el
receptor Y2 podría estar involucrado en el remodelado óseo.
En conclusión, las hormonas intestinales,
liberadas en respuesta a una comida, contribuye a la relación entre el
intestino y el metabolismo óseo. Las hormonas responsables interactúan con
receptores acoplados a proteína G en las células óseas. Varios estudios,
incluyendo estudios en humanos, indican que GIP, GLP-1 y GLP-2 inhiben la
resorción ósea y que el GIP también incrementa la formación de hueso. Otra
hormona, el PYY, es mejor conocida por su efecto sobre la regulación del
apetito, pero estudios recientes demuestran un efecto sobre el metabolismo óseo.
Fuente:
Schlellerup SP et al (2019). Gut hormones and their effect on bone metabolism.
Potential drug therapies in future osteoporosis treatment. Frontiers in
Endocrinology 10:75.
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