Ritmos circadianos, ejercicio y enfermedad metabólica
Las células de los
mamíferos poseen un reloj molecular interno que consiste en asas transcripción/translación
de retroalimentación autorreguladora. A nivel fisiológico, los relojes
circadianos manejan el metabolismo del cuerpo. A nivel molecular, los ritmos
circadianos de la célula son producidos por la actividad de los activadores
transcripcionales CLOCK y BMAL1 y sus genes blancos período (PER), criptocromo
(CRY) y NR1D1 (que codifica REV-ERBα), los cuales se acumulan temporalmente y forman
un complejo represor que interactúa con CLOCK y BMAL1 para inhibir la transcripción. El asa de retroalimentación de
la célula es altamente regulado por varios factores, incluyendo la actividad
del reloj master localizado en el núcleo supraquiasmático (NSQ) del hipotálamo.
La evidencia acumulada sugiere que la disrupción de esta maquinaria es
altamente perjudicial para el metabolismo. Por ejemplo, en varios modelos
animales, la disrupción de la maquinaria reloj resulta en obesidad y
resistencia a la insulina. Adicionalmente, la disrupción indirecta de la
maquinaria reloj, a través de pobres patrones de sueño o turnos laborales
variables pueden tener efectos perjudiciales similares sobre el metabolismo en
humanos.
Varios estudios han demostrado que el
ejercicio modifica el ritmo de la maquinaria reloj en el músculo esquelético. Sin embargo, el tiempo óptimo de ejercicio
para la salud y el potencial del ejercicio de entrenamiento para mejorar los
efectos de la disrupción de los ritmos circadianos no han sido dilucidados
plenamente. El ejercicio de entrenamiento habitual tiene muchos beneficios para
la salud y puede ser una herramienta terapéutica para la prevención y el
tratamiento de enfermedades metabólicas. El moderno estilo de vida interactúa
con la biología subyacente para crear un ambiente en el cual pueden florecer
enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes mellitus tipo 2 (DMT2).
En este ambiente, la exposición a la luz artificial, la alteración de los
horarios de trabajo y/o sueño, la dieta, la falta de actividad física y los
alimentos ricos en calorías son factores contribuyentes del aumento de
enfermedad metabólica y DMT2. La disrupción
de los ritmos diurnos está relacionada con un incremento en el riesgo de
desarrollar enfermedad metabólica.
La disrupción de los ritmos diurnos puede
ocurrir por cambios en el horario laboral, mutaciones genéticas que dan origen
a ritmos circadianos divergentes o exposición aberrante a fuentes de luz
artificial. Adicionalmente, los patrones de alimentación u otras conductas
pueden modular los patrones de sueño y la maquinaria de reloj celular que
regula los ritmos circadianos. La interacción entre factores ambientales y la
biología heredada puede provocar perturbaciones
en los patrones de conducta y el
funcionamiento molecular de las células, lo cual puede alterar los procesos
metabólicos necesarios para mantener la salud. Aunque el ejercicio mejora
muchos de los procesos perjudiciales asociados con estos fenómenos, la investigación sobre el tiempo óptimo de
ejercicio es escasa. En otras palabras, no está claro si hay un tiempo del día
adecuado para disparar una respuesta óptima al entrenamiento. El músculo
esquelético tiene muchos genes controlados por reloj y la capacidad de
ejercicio fluctúa en el curso del día. Si el tiempo de ejercicio puede ser
optimizado para que coincida con la mayor respuesta fisiológica y molecular al
ejercicio, aumentaría su potencia como herramienta terapéutica. El ejercicio,
además de beneficiar la salud metabólica, puede ser una herramienta para
mejorar la calidad del sueño. Los efectos beneficiosos del ejercicio sobre el
sueño pueden tener relevancia en el tratamiento de la disrupción de los
patrones de sueño aunque también podría tener efectos negativos si se realiza
en un tiempo en el cual el participante no está acostumbrado.
La disrupción de la maquinaria reloj puede alterar el metabolismo del músculo
esquelético y por consiguiente la respuesta del individuo al ejercicio. Por
ejemplo, un polimorfismo CRY (rs2287161) interactúa con un incremento en la
ingesta de carbohidratos asociado con resistencia a la insulina en individuos
homocigotos para el alelo C menor (CC). Aunque el mecanismo de esta interacción
es desconocido, está demostrado que la variante rs2287161 modula al factor de
transcripción del sitio de unión de CRY1. En términos de músculo esquelético,
la depleción de BMAL1 específico de músculo resulta en resistencia a la insulina
y obesidad en ratones. Adicionalmente, el reloj del músculo esquelético (BMAL1
y REV-ERBα) controla la programación transcripcional del metabolismo de lípidos
y aminoácidos a través de la unión directa a blancos de estas rutas. En ratones
BMAL1-/-, la glucólisis anaeróbica, la respiración mitocondrial y la
transcripción del gen del factor inducido por hipoxia 1a (HIF1a) están
reducidas. Más aún, en células de músculo esquelético humano, la eliminación de
CLOCK reduce la expresión de HIF1a. Entonces, en el músculo esquelético, la
actividad de la maquinaria reloj está estrechamente asociada al flujo
metabólico. Por otra parte, la actividad de la proteína quinasa activada por
AMP (AMPK), un sensor energético clave en el músculo esquelético, puede reducir
la estabilidad de CRY1 directamente y la de PER2 a través de la fosforilación
mediada por la caseína quinasa 1ε. Asimismo, CRY1 y CRY2 interactúan con el
receptor activado por proliferador de peroxisoma-δ (PPARδ) sensible a lípido
para suprimir su actividad. El CRY2 puede ser de particular importancia en el
músculo esquelético porque también interactúa con BCLAF1 para estabilizar el
mARN de Tmem176b, un gen asociado con la fusión de los miocitos.
La actividad física modula el reloj
molecular en el músculo esquelético, afectando tanto la amplitud como la fase
de los ritmos circadianos. Un estudio de músculo esquelético desnervado en
roedores reporta que la remoción de la activación de la neurona motora desregula moderadamente
la actividad transcripcional circadiana. En humanos, el ejercicio de
resistencia altera la expresión de los genes circadianos e induce un cambio de
fase de los genes reloj. Estos datos apoyan la propuesta que la maquinaria
reloj regula la respuesta transcripcional al ejercicio. Adicionalmente, la
ablación genética de Cry1 y Cry2 incrementa la capacidad de ejercicio en
ratones y, en estudios en humanos, los miotubos de atletas entrenados conservan
la expresión rítmica de los genes SIRT1 y NAMPT en comparación con individuos
delgados u obesos no entrenados, o pacientes con DMT2. Más aún, la amplitud de
la expresión del gen NR1D1 se correlaciona con la sensibilidad a la insulina y
el estatus del entrenamiento al ejercicio. Por lo tanto, el estatus de la
maquinaria reloj en el músculo esquelético es clave en la regulación de la
respuesta molecular al ejercicio, particularmente en términos de la expresión
de genes. Si estos resultados son completamente recapitulados en la fisiología
humana no está claro, pero el ejercicio habitual está asociado con una
alteración de la amplitud de los genes
reloj en los miotubos humanos.
Otro parámetro que relaciona el metabolismo
con el reloj en el músculo esquelético es la función mitocondrial. La reducida
capacidad oxidativa del músculo esquelético está asociada con una disminución
en el rendimiento en el ejercicio y el desarrollo de DMT2. Los estudios sobre
este tema también indican que la dinámica mitocondrial (fusión y fisión de
mitocondrias) puede oscilar de una manera circadiana. Sin embargo, el contenido
mitocondrial, medido por ADN mitocondrial, niveles de proteína, masa
mitocondrial o expresión de PGC1α, no es expresado rítmicamente en el músculo
esquelético humano. Por lo tanto, los cambios diurnos en la función
mitocondrial del músculo esquelético probablemente son un resultado de los
cambios en la morfología mitocondrial y/o dinámica mitocondrial y/o mitofagia,
las cuales son potenciales candidatas
para regulación circadiana. La desregulación de la fusión y fisión mitocondrial
puede ser importante en la patología de la DMT2. Estos datos indican que la
dinámica mitocondrial en el músculo esquelético también puede participar en la
modulación de la maquinaria reloj. El ejercicio remodela la morfología y la
dinámica mitocondrial, tanto agudamente como crónicamente. Por lo tanto, el
tiempo de ejercicio que coincide con el periodo de dinámica mitocondrial puede
incrementar los efectos agudos del ejercicio en términos de la captación y
utilización de sustratos.
Los beneficios del ejercicio para la salud
no han sido estudiados extensamente con relación a la hora del día óptima. Sin
embargo, existen datos con respecto a la interacción entre la hora del día y el
rendimiento del ejercicio. Por ejemplo, muchos records mundiales son rotos por
los atletas en las primeras horas de la noche, aun con condiciones ambientales
parcialmente controladas. Por otra parte, a menudo se observa mayor fuerza,
resistencia y potencia en la tarde y la noche en comparación con la mañana. Las
disrupciones del ritmo diurno también pueden afectar negativamente el
rendimiento atlético. El viaje trans-meridiano tiene un gran efecto negativo
sobre el rendimiento y los indicadores de fatiga. El cronotipo de un atleta
también puede tener un rol en el rendimiento de ejercicio en diferentes horas
del día.
Las diferentes modalidades de ejercicio
resultan en diversas perturbaciones metabólicas y rutas de señalización,
incluyendo el tipo de fibra muscular reclutado durante el ejercicio. En el
ejercicio de alta intensidad o ejercicio de resistencia, son reclutadas una
mayor cantidad de fibras tipo II que en el ejercicio de baja intensidad, el
cual predominantemente recluta fibras tipo I. Las fibras tipo II son de
sacudida rápida, fatigables y más glucolíticas que las fibras tipo I altamente
oxidativas. El patrón de expresión de los genes circadianos de la maquinaria
reloj es similar en estos tipos de fibras. El reclutamiento diferencial de los
tipos de fibra durante el ejercicio puede influir en la expresión de genes
circadianos de una manera ejercicio-específica. El ejercicio de resistencia es
la forma más susceptible a los ritmos diurnos. El pico de fuerza casi siempre
es más alto en la tarde y la noche (16:00-20:00 horas) y más bajo en la mañana
(06:00-10:00 horas). La respuesta al ejercicio de resistencia es particularmente
susceptible a la hora del día. En el ejercicio de alta intensidad y corta
duración se observa un patrón de rendimiento similar al del ejercicio de
resistencia. Por otra parte, los individuos con ejercicio en primeras horas de
la noche ganan más masa muscular (mayor
síntesis de proteínas) que los individuos con ejercicio en la mañana. Sin
embargo, las diferencias en el entrenamiento funcional entre el ejercicio en la
noche y la mañana pueden ser minimizadas una vez que el individuo se aclimata al
entrenamiento de ejercicio en la mañana,
aunque persisten las diferencias en la síntesis de proteínas musculares. El
efecto sobre la síntesis de proteínas puede ser mediado por el ejercicio en
varios estados nutricionales.
Las señales derivadas del NSQ pueden influir
en los relojes de los tejidos periféricos, incluyendo el reloj del músculo
esquelético, además de influir en las variaciones de la temperatura corporal,
los niveles de factores secretados (como la insulina) y la actividad del
sistema nervioso autónomo. De estos, un factor clave que puede influir en el
rendimiento del ejercicio en horas específicas del día es la temperatura
corporal, pero más específicamente la temperatura central del cuerpo y del
músculo esquelético, las cuales tiene un pico en las últimas horas de la tarde
o en las primeras horas de la noche. Explícitamente, la temperatura central del
cuerpo incrementa aproximadamente 0,8oC y la temperatura del músculo
esquelético incrementa >0,35oC en esos horarios. La temperatura
de los músculos esqueléticos tiene un efecto multifactorial sobre los procesos
metabólicos locales y la eficiencia contráctil. El recambio de ATP, el consumo
de fosfocreatina y la velocidad de conducción de la fibra muscular aumentan con
el incremento de la temperatura del músculo esquelético. La maquinaria reloj en
el músculo esquelético responde fuertemente a la sincronización por
temperatura, controlada por el NSQ. La respuesta termorreguladora al ejercicio
también oscila con el ciclo circadiano, con una aparente reducida capacidad
para disipar calor del cuerpo en horas de la mañana en comparación con las
primeras horas de la noche. Esta reducida capacidad para disipar calor podría
ser un factor que dispara el incremento en el rendimiento del ejercicio en las
primeras horas de la noche en comparación con la mañana. En apoyo de esta
teoría, las fatigas central y periférica, que a menudo se manifiestan como
reducción de la activación contráctil voluntaria, están asociadas con la
temperatura central (y en alguna extensión, la temperatura periférica). Un
activo o pasivo calentamiento de los tejidos centrales y periféricos mejora la
potencia y la fuerza (aunque el calentamiento por arriba de los niveles óptimos
de 38,5oC no es muy efectivo y puede ser perjudicial para el
rendimiento).
Otros determinantes cruciales del
rendimiento del ejercicio son las fluctuaciones en la secreción hormonal y el
metabolismo. Por ejemplo, los niveles plasmáticos de testosterona y cortisol
muestran variaciones diurnas pre-ejercicio y post-ejercicio, aunque la magnitud
de la respuesta al ejercicio es similar en la tarde y en la mañana. En hombres
jóvenes sanos, las concentraciones plasmáticas de testosterona y cortisol son mayores
a las 08:00 horas que a las 22:00 horas, mientras la relación
testosterona:cortisol es mayor a las 20:00 horas que a las 08:00 horas. Se
puede especular que las fluctuaciones en testosterona y/o cortisol son
parcialmente responsables de las fluctuaciones diurnas agudas en respuesta al
ejercicio de resistencia. Sin embargo,
la relevancia fisiológica de estas fluctuaciones para el ejercicio es aún
motivo de debate.
Otro factor clave que afecta las
fluctuaciones diurnas en la capacidad, rendimiento y respuesta al ejercicio es
el metabolismo y la disponibilidad de sustratos energéticos. El alimento y la
alimentación son “Zeitgeber” per se, y los relojes moleculares intrínsecos
responden primariamente a las conductas alimentarias habituales. La regulación
fisiológica de glucosa y triglicéridos es un factor importante en los ritmos
diurnos en general y en la respuesta al ejercicio. Los niveles de glucosa y
triglicéridos son parcialmente controlados por relojes intrínsecos en varios
tejidos. El NSQ también maneja las variaciones diurnas en la captación
postprandial de triglicéridos en músculo
esquelético y tejido adiposo marrón en ratas, probablemente a través de una
ruta mediada por REV-ERBα. El ejercicio de diferentes intensidades altera
profundamente el metabolismo postprandial de triglicéridos.
La evidencia epidemiológica sugiere que la
DMT2 y la obesidad están asociadas con pérdida de la calidad de sueño, aunque
se desconoce si esto es un fenómeno causal. Más aún, la DMT2 o la obesidad
pueden intrínsecamente alterar la maquinaria reloj. Como el ejercicio es conocido
por “resetear” genes reloj en músculo
esquelético y otros tejidos, es posible suponer que el ejercicio puede ayudar a
mejorar ritmos circadianos patológicamente deteriorados. En este contexto, el
ejercicio de alta intensidad incrementa la concentración plasmática de la
molécula promotora del sueño adenosina en ratas. En humanos, el ejercicio habitual
mejora la calidad del sueño aun en ausencia de ejercicio agudo. Por otra parte,
el ejercicio agudo antes de las 22:00 horas incrementa la calidad del sueño.
Sin embargo, el ejercicio que se hace poco tiempo antes de dormir puede inducir
una respuesta al estrés que atenúa la
mejoría y puede ser perjudicial para
la calidad del sueño. Los procesos biológicos que median el incremento
en el riesgo de resistencia a la insulina y DMT2 provocado por la disrupción de
ritmos circadianos son multifactoriales. Por ejemplo, factores ambientales
interactúan con la biología circadiana. La carencia de sueño debida a cambios
en los patrones diurnos también tiene un importante rol en el incremento en el
riesgo resistencia a la insulina debida disrupción de los ritmos circadianos.
En conclusión, el ejercicio es un potente
modulador del metabolismo del músculo esquelético, y está claro que el músculo
esquelético tiene un fuerte perfil circadiano. La mayoría de estudios indican
que el rendimiento del ejercicio es mayor en horas de la tarde y la noche que
en horas de la mañana. Varios factores pueden influir en este hallazgo,
incluyendo regulación neuromuscular, termorregulación circadiana, metabolismo
hormonal, estatus nutricional y el reloj molecular del músculo esquelético. La
sincronización del ejercicio con el reloj molecular circadiano puede maximizar
los beneficios promotores de salud del ejercicio en la prevención y el tratamiento de individuos con enfermedades metabólicas.
Fuente: Gabriel
BM, Zierath JR (2019). Circadian rhythms and exercise-re-setting the clock in
metabolic disease. Nature Reviews
Endocrinology 15: 197-206.