Testosterona y secreción de insulina
El rol del sexo en
las enfermedades metabólicas es un tema fundamental en la endocrinología.
Quizá, el aspecto más sexualmente dimórfico de la regulación metabólica es la
modulación bidireccional de la homeostasis de la glucosa y el balance
energético por la hormona testosterona en hombres y mujeres. Está bien
establecido que la deficiencia de testosterona predispone a los hombres a la obesidad visceral, síndrome metabólico y
diabetes tipo 2 (DT2). Por el contrario,
el exceso de testosterona predispone a las mujeres a la obesidad, síndrome
metabólico y DT2. Los hombres con deficiencia de testosterona y las mujeres con
exceso de andrógenos representan un gran segmento de la población (18% de
hombres mayores de 70 años y 5-20% de mujeres en edad reproductiva,
respectivamente).
El efecto metabólico de la deficiencia de
testosterona en la promoción de la obesidad visceral y la alteración de la
sensibilidad a la insulina en hombres está bien establecido. Por el contrario,
y sorprendentemente, el rol de la deficiencia de testosterona en predisponer a
las células β pancreáticas a la disfunción y por tanto a la deficiencia de
insulina, ha sido bastante ignorado. Esto es particularmente sorprendente, pues
los estudios observacionales han implicado a los bajos niveles de testosterona
en el desarrollo de la resistencia a la insulina y la patogénesis de la
hiperglucemia y la diabetes en hombres y, es conocido que en el desarrollo de la
hiperglucemia se requiere la disfunción
de las células β. En el Massachusetts Male Aging Study, un estudio prospectivo
que hizo seguimiento a una población de aproximadamente 1000 hombres con edades
entre 40 y 70 años durante 10 años, los autores reportaron que las bajas
concentraciones de testosterona juegan un rol en el desarrollo de DT2. En el Rancho Bernardo
Study, un estudio observacional de la asociación entre hormonas sexuales
endógenas y el desarrollo prospectivo de DT2, los autores también concluyeron
que las bajas concentraciones de testosterona predicen la incidencia de DT2 en
hombres viejos. Consistente con el rol de la testosterona endógena en favorecer
la homeostasis de la glucosa en hombres, dos grandes estudios (más de 200
sujetos) que examinaron el efecto de la terapia con testosterona sobre la
hiperglucemia en pacientes con hipogonadismo y DT2, reportan mejoría en la
glucosa sanguínea de una manera dosis-dependiente.
En contraste con los pacientes con
hipogonadismo y DT2, los pacientes con cáncer de próstata tratados con terapia
de privación de andrógenos (TPA) exhiben deficiencia primaria de testosterona.
El objetivo de la TPA es suprimir la producción de testosterona por
orquidectomía bilateral o mediante el uso de análogos de hormona liberadora de
gonadotropinas (GnRH). Alternativamente, la TPA también puede involucrar el
bloqueo de las acciones de la testosterona sobre el receptor de andrógenos (RA) mediante
antagonistas AR. Ambos tratamientos, individualmente o en combinación, producen
severa deficiencia celular de testosterona. Por lo tanto, la TPA representa un
modelo experimental más riguroso que el hipogonadismo para examinar el efecto
de la depleción de testosterona sobre el desarrollo de hiperglucemia. En un
estudio de más de 70000 hombres mayores de 66 años con tratamiento para cáncer
de próstata y sin diagnóstico previo de DT2, la TPA con análogos de GnRH se
asoció con 44% de incremento en el riesgo de diabetes en comparación con controles con cáncer de próstata sin TPA.
Entonces, la TPA y la severa depleción de testosterona resultante predisponen a
hiperglucemia y diabetes a estos hombres. Es conocido que ni la resistencia a
la insulina ni la obesidad visceral pueden inducir hiperglucemia sin
insuficiencia de la célula β para compensar la resistencia a la insulina. Esto
sugiere que la hiperglucemia en los hombres tratados con TPA es, al menos en
parte, debida a la disfunción de la célula β, provocando deficiencia de
insulina. Por lo tanto, la deficiencia severa de testosterona puede predisponer
a la insuficiencia de célula β para compensar la deficiencia de insulina y la
testosterona puede mejorar la secreción de insulina en estos sujetos.
En los clásicos tejidos sensibles a
andrógenos, el RA es un receptor nuclear activado por ligando que regula la
expresión de genes a través de la unión a un elemento de respuesta en el
promotor del gen blanco. Sin embargo, en las células β, el RA exhibe una
localización predominantemente extranuclear y permanece fuera del núcleo
después de la estimulación del ligando.
La localización extranuclear del RA es suficiente para aumentar la
secreción de insulina estimulada por glucosa (SIEG) en islotes de ratones
machos y hombres. En las células β, la SIEG es manejada por el metabolismo de
la glucosa a través de la glucólisis y la fosforilación oxidativa, lo cual genera
ATP y dispara el incremento intracelular
de Ca2+. El efecto insulinotrópico de la testosterona requiere un
factor secretado, producido por células no β de los islotes, que actúa sobre
las células β para facilitar el efecto de la testosterona de una manera
paracrina. Estudios recientes demuestran que el efecto insulinotrópico de la
testosterona vía RA en las células β es dependiente de la activación del
receptor GLP-1R por el péptido similar a glucagón 1 (GLP-1), producido por las
células α de los islotes, y es abolido
en presencia de antagonistas del GLP-1R. Por tanto, emerge un modelo en el cual
la testosterona estimula la secreción de insulina en ratones machos aumentando
las acciones insulinotrópicas del GLP-1. La estimulación de la secreción de
insulina por la testosterona en ratones machos promueve el anabolismo, pues
tanto la testosterona como la insulina son hormonas anabólicas. La secreción de
testosterona es pulsátil y estimulada agudamente, lo cual requiere depósitos
óptimos de energía. Los pulsos de testosterona sensibilizan las células β
aumentando el nivel basal de cAMP. Por lo tanto, la integración de las señales
androgénica y metabólica podría ser una estrategia en la evolución para
aumentar el anabolismo muscular y el almacenamiento de glucógeno en animales
machos cuando el alimento está disponible. Entonces, la secreción pulsátil de
testosterona podría constituir otro mecanismo de regulación que afecta la
función de la célula β.
El RA también es importante para la salud de
la célula β masculina. Las investigaciones demuestran que la acción de la
testosterona vía RA es necesaria para la salud de la célula β y la SIEG normal
en ratones machos y probablemente también en hombres. De acuerdo con los
resultados de las investigaciones, la deficiencia moderada de andrógenos
promueve la adiposidad y la resistencia a la insulina, pero con una moderada
disfunción de las células β, y la incidencia de DT2 es leve. Sin embargo,
durante la deficiencia severa de andrógenos debida a TPA, los hombres muestran
una disfunción de célula β más profunda que acelera la progresión hacia la DT2.
Estos datos tienen implicaciones clínicas y terapéuticas. Los modulares
selectivos de RA proporcionan una terapia con actividad anabólica androgénica
en músculo y hueso, pero sin estimulación androgénica de la próstata.
Obviamente, el diseño de tales moduladores con acción agonista de RA en las
células β representa un adelanto terapéutico para prevenir la diabetes
relacionada con deficiencia de andrógenos en hombres.
La asociación entre exceso de testosterona y
el desarrollo de hiperglucemia en mujeres es bastante conocido. El síndrome de
ovarios poliquísticos (PCOS), la principal causa de exceso de testosterona,
predispone a las mujeres a la DT2. En síndromes de resistencia a la insulina
extrema y en mujeres obesas con PCOS, la resistencia a la insulina maneja la
producción de andrógenos en los ovarios. Sin embargo, en la forma más común de
PCOS, el exceso de andrógenos es instrumental en la promoción de hiperglucemia.
El desarrollo de hiperglucemia en mujeres con PCOS sugiere que el exceso de
andrógenos promueve disfunción de células β en mujeres. En efecto, la evidencia
clínica sugiere que este es el caso. En primer lugar, las mujeres con
hiperandrogenemia exhiben mayor secreción basal de insulina y disminución de la
secreción postprandial de insulina o una respuesta aguda exagerada de la
insulina a la glucosa. Estas alteraciones en la función de la célula β están
asociadas con los niveles de testosterona y
no pueden ser explicadas por la resistencia a la insulina. Hay una
fuerte relación entre la disfunción de célula β y las concentraciones de
testosterona en estas mujeres. La expresión de RA en las células β de mujeres
aumenta la posibilidad que el exceso de testosterona produzca hipersecreción de
insulina y disfunción de célula β. Consistente con esta posibilidad, ratas
hembras expuestas a un exceso de andrógenos por tratamiento con dihidrotestosterona (DHT) exhiben
hiperinsulinemia a través de un incremento en la transcripción del gen de
insulina en las células β pancreáticas. El exceso de testosterona puede
predisponer a las mujeres a DT2 a través
de la activación crónica de RA en las células β de los islotes pancreáticos, produciendo
hipersecreción de insulina e insuficiencia secundaria de células β. La
inflamación inducida por hiperglucemia deteriora aún más la función de la
célula β. Adicionalmente, la testosterona aumenta la primera y la segunda fase
de la secreción de insulina en ratones hembras. La testosterona también aumenta
la respiración mitocondrial y el consumo de oxígeno en cultivos de islotes de
ratones hembras. Ratones hembras expuestas a exceso crónico de testosterona son
más susceptibles al estrés oxidativo en los islotes pancreáticos.
En conclusión, la testosterona actúa
diferencialmente en las células β de hombres y mujeres. El RA está presente en
las células β de hombres y mujeres. En hombres, las concentraciones
fisiológicas de testosterona aumentan la SIEG de una manera fisiológica, potenciando
la acción insulinotrópica del GLP-1, y la pérdida de acción del RA en las
células β produce deficiencia de insulina, lo cual predispone a la diabetes.
Por el contrario, en mujeres, el incremento en las concentraciones circulantes
de testosterona en los niveles observados en los hombres activa el RA en las
células β para aumentar la SIEG de una manera no fisiológica, provocando
disfunción mitocondrial, estrés oxidativo y disfunción en la célula β que
predispone a la diabetes.
Fuente: Xu W et al
(2019). Emerging role of testosterone in pancreatic β cell function and insulin
secretion. Journal of Endocrinology 240: R97-R105.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario