Micronutrientes y función placentaria
El adecuado
estatus nutricional materno en el embarazo es importante para el crecimiento y
desarrollo fetal y la salud a largo plazo de la descendencia. Las deficiencias
de micronutrientes son comunes en las mujeres embarazadas debido a la
insuficiente ingesta en la dieta y al incremento en los requerimientos durante
el embarazo. Los micronutrientes son vitales para el funcionamiento del cuerpo
y tienen roles en el metabolismo, proliferación, diferenciación y señalización
de las células. El desarrollo normal y
la función adecuada de la placenta son fundamentales para el crecimiento
saludable del feto y la disfunción placentaria es un contribuyente mayor de las
consecuencias adversa del embarazo, particularmente restricción del crecimiento
fetal, fetos pequeños para la edad gestacional, bajo peso al nacer,
preeclampsia (PE) y muerte fetal. Las anormalidades en el crecimiento
placentario, la supervivencia celular, la angiogénesis, la función vascular y
el transporte de nutrientes juegan roles claves en la patogénesis de estas
condiciones. La placenta también interviene en la distribución de
micronutrientes (hierro, vitamina D, vitamina A, folato) entre la madre y el
feto y es un determinante importante de la disponibilidad de micronutrientes en
el feto.
El hierro es esencial para la producción de
hemoglobina, el metabolismo celular y la función del sistema inmune. Está presente en la dieta como hemo (carne,
pescado, huevos) o no hemo (granos, nueces, frutas y vegetales), así como
también en productos fortificados. La homeostasis del hierro es finamente
regulada, y los estados de deficiencia aumentan
la absorción intestinal y la captación celular mediadas por el
transportador de metales divalentes 1 (DMT1) y el receptor de transferrina. Similares estados
adaptativos ocurren en la placenta que protegen parcialmente al feto de la
deficiencia materna. La captación del
hierro unido a la transferrina por el DMT1 es la principal ruta de captación de
hierro en la placenta. La depleción de hierro provoca anemia por deficiencia de
hierro, la cual está asociada con bajo peso al nacer y parto prematuro. La
suplementación con hierro es recomendada en mujeres embarazadas con riesgo de
anemia, generalmente a partir del segundo trimestre de la gestación así como
también su continuación en el postparto
en las poblaciones con alta incidencia de anemia por deficiencia de hierro. Sin
embargo, existe controversia con relación a la suplementación profiláctica con
hierro en poblaciones de bajo riesgo debido a los potenciales efectos adversos
de la sobrecarga de hierro, asociada con incremento del estrés oxidativo y
toxicidad celular.
El efecto de la deficiencia de hierro sobre
el embarazo ha sido examinado en ratas con depleción de hierro inducida por
dieta. Estos estudios reportan un consistente efecto negativo sobre el peso
fetal. La reducción del peso de la placenta ocurre en los modelos de
deficiencia severa mientras en los casos de deficiencia leve se observa un
incremento compensatorio de peso placentario, provocando una distorsión de la
relación peso fetal/peso placentario. También se reporta una alteración de la
vascularización placentaria, la cual puede afectar la transferencia
matero-fetal de nutrientes. En particular, estos defectos placentarios
acoplados con cambios en el manejo de los lípidos y el metabolismo materno de
los lípidos pueden contribuir a la disminución de las concentraciones de
aminoácidos y ácidos grasos en el plasma fetal. En ratas con severa deficiencia
de hierro, la alteración del desarrollo vascular placentario también puede
impactar sobre el flujo sanguíneo feto-placentario, aumentando la resistencia y
pulsatilidad de la arteria umbilical. La anemia induce estrés oxidativo e
inflamación en la placenta con efectos perjudiciales sobre la función
placentaria en humanos y roedores. Los efectos de la anemia sobre el feto y la
placenta pueden ser contrarrestados con la suplementación con hierro, pero
solamente con la forma IPC (complejo hierro (III)-hidroxi polimaltosa con ácido
fólico). La suplementación IPC normaliza el estrés oxidativo inducido por
anemia en el feto y la placenta y reduce la sobre expresión de citoquinas
pro-inflamatorias en la placenta. Por el contrario, las preparaciones orales de
sulfato ferroso pueden provocar elevados niveles de hierro no unido a la
transferrina y exacerbar la inflamación y el estrés oxidativo. El hierro libre
es altamente reactivo y puede provocar daño por radicales libres en la placenta
con el correspondiente incremento en la peroxidación de lípidos y disfunción
mitocondrial. Un ambiente inflamatorio puede afectar la homeostasis del hierro
a través de un asa de retroalimentación para empeorar el estatus celular de
hierro. Esto puede ser relevante en la PE, donde hay evidencia de la
desregulación del hierro y un componente
inflamatorio patógeno.
La vitamina D es una hormona soluble en
grasas con acciones en la homeostasis del calcio, el metabolismo óseo, la
proliferación y diferenciación celular y la función del sistema inmune. La
vitamina D3 es sintetizada en la piel después de la exposición a la luz solar y
también se puede obtener a través de la
dieta a partir de pescados, hígado, huevos y algunas plantas
(en la forma de vitamina D2). La leche, la margarina y algunos cereales son
fortificados con vitamina D. La vitamina D es metabolizada en el hígado por la
citocromo P450 27A1 (también conocida como CYP27A1) a 25(OH)D, la mayor forma
circulante (unida a la proteína ligadora de vitamina D, DBP). Las acciones de
la vitamina D son reguladas en el nivel paracrino, con metabolismo local a la
forma biológicamente activa 1,25(OH)2D por CYP27B1 e inactivación
por CYP24A1. La 1,25(OH)2D actúa a través del receptor de vitamina D
(VDR), un miembro de la familia de receptores de hormonas esteroides, que actúa
como factor de transcripción en un heterodímero con el receptor retinoide X
(RXR).
Hay inconsistencias en la definición de
deficiencia de vitamina D, variando desde concentraciones circulantes de
25(OH)D de 25 a 75 nmol/L. El bajo estatus de vitamina D prevalece en mujeres
embarazadas (los reportes varían entre 20 y 60%), con influencias geográficas,
estacionales y étnicas. El estatus subóptimo de vitamina D (definido como
<50 nmol/L) incrementa significativamente el riesgo de PE, diabetes mellitus
gestacional, nacimiento pretérmino y niños pequeños para la edad gestacional.
Los tejidos fetales expresan el VDR y hay evidencia que los niveles fetales de
calcio y la mineralización ósea son protegidos de la deficiencia materna de
vitamina D. La placenta también es blanco de la vitamina D con fuerte expresión
de VDR en el sincitiotrofoblasto y el
trofoblasto extravelloso (EVT). La
CYP27B1 es abundantemente expresada por el trofoblasto y la decidua, mientras
la CYP27A1 es silenciada, indicando un alto nivel de vitamina D bioactiva en la interfase
materno-fetal. La reducida expresión placentaria de VDR y la alteración del
metabolismo de vitamina D ha sido reportada en patologías del embarazo como la
PE. Estímulos asociados con la disfunción placentaria como estrés oxidativo e
inflamación pueden alterar la expresión de VDR y CYP27B1, lo cual resulta en
bajos niveles placentarios de vitamina D bioactiva. La vitamina D puede ser
beneficiosa durante el embarazo, promoviendo un ambiente inmunológico tolerante
en la decidua y regulando genes críticos para la implantación. Adicionalmente,
la vitamina D regula el transporte de calcio en la placenta, aumenta la disponibilidad de nutrientes para
el feto y estimula la esteroidogénesis placentaria.
En ratones, la restricción dietética de
vitamina D antes y durante el embarazo altera el sistema renina-angiotensina
renal y eleva la presión arterial. Los cambios morfológicos en la placenta
también aparecen, particularmente, con una reducción en la vascularización del
laberinto de la placenta. El peso fetal
aumenta, pero este efecto es revertido 14 días después del parto, lo cual
sugiere que las trayectorias de crecimiento fetal y neonatal son alteradas. El
rol central de la vitamina D en la regulación placentaria de rutas
inflamatorias ha sido atribuido al bloqueo de la activación de NFκB. El
potencial terapéutico de la vitamina D
ha sido explorado en ratas con isquemia placentaria. La vitamina D
previene los síntomas de la PE, reduce la mortalidad fetal y previene los
efectos de la isquemia sobre la morfología placentaria y disminuye el estrés
oxidativo y el estrés del retículo endoplásmico. Por otra parte, la
suplementación con altas dosis (>40000 UI/D)
de vitamina D en ratas embarazadas resulta en disminución del tamaño de
la placenta acompañado por alteraciones histológicas del desarrollo placentario
(incluyendo retraso en la diferenciación del trofoblasto y la vascularización),
calcificación e inflamación. La excesiva suplementación también tiene efectos
adversos sobe el feto con disminución del peso fetal y alta tasa de pérdida
fetal. Sin embargo, no hay evidencia de efectos similares en humanos.
La vitamina A consiste en un grupo de
compuestos solubles en grasas que se obtienen a través de la dieta. El retinol
y los retinel esteres están presentes en productos animales y el beta-caroteno
u otros carotenoides pro-vitamina A en las plantas, con el contenido total de
vitamina A de la dieta expresado en equivalentes de actividad retinol (RAE).
Las formas biológicamente activas de vitamina A (retinol, retinal y ácido
retinoico) tienen roles esenciales en la visión, la función inmune, la diferenciación
celular y la reproducción, con acciones a través de receptores nucleares (RARα,
β y γ), los cuales se heterodimerizan con RXR y alteran la transcripción de
genes. La deficiencia de vitamina A se mide bioquímicamente mediante la
concentración de retinol en suero. Las concentraciones <0,7 µmol/L definen
la deficiencia bioquímica de vitamina A en el adulto y concentraciones <1,05
µmol/L en embarazo/lactancia son consideradas deficientes. La deficiencia de
vitamina A está asociada con una alta incidencia de parto pre-término. En la
actualidad se recomienda evitar la
excesiva ingesta (> 800 µgRAE/d) de vitamina A en el embarazo bajo la forma
de suplementos o mediante la dieta debido a los potenciales efectos
teratogénicos. La suplementación solo es recomendada para poblaciones donde la
deficiencia de vitamina A es un severo problema de salud pública.
La vitamina A tiene potentes efectos
reguladores sobre la función inmune y puede alterar el balance Th1/Th2, con
tendencia a suprimir la respuesta pro-inflamatoria. El rol de la vitamina A
sobre el desarrollo fetal y placentario ha sido estudiado en modelos animales
de deficiencia y exceso de vitamina A. Una dieta deficiente en vitamina A
resulta en extensa resorción embrionaria en ratas. Esto puede ser
contrarrestado por suplementación con retinol, pero no con ácido retinoico. Los
modelos de deficiencia más moderada de vitamina A han identificado efectos
sobre la placenta. La ingesta dietética restringida de retinil acetato (forma
acetilada de retinol) provoca disminución de tamaño y viabilidad en las crías,
así como defectos en el crecimiento placentario. La hipervitaminosis A resulta
en malformaciones congénitas. En ratas, una dosis única de ácido retinoico
equivalente a 240 mg/kg (800000 UI/kg) en una etapa temprana del embarazo
resulta en defectos cardiovasculares y del sistema nervioso. En células de trofoblasto
de ratas y humanos, la vitamina A regula la secreción de hormonas importantes
para la diferenciación del trofoblasto, la disponibilidad de nutrientes para el
feto y el gasto de energía en la madre. Por ejemplo, el ácido retinoico incrementa la secreción de
gonadotropina coriónica y progesterona por la placenta. La producción de
leptina también es estimulada por el ácido retinoico en células del
trofoblasto. Los estudios de perfusión ex vivo de placenta humana identificaron
efectos beneficiosos del beta-caroteno sobre el tono vascular placentario, con
atenuación de la vasoconstricción inducida por peróxido y reducción de la
producción de lípidos peróxidos.
El folato y la vitamina B12 (cobalamina)
son solubles en agua y están presentes
en tejidos biológicos y alimentos. Las dos vitaminas juegan roles críticos en
el metabolismo de 1 carbono, lo cual genera purinas y timidilato para la
síntesis/reparación de ADN y S-adenosilmetionina, el donador para las
reacciones de metilación celular y la remetilación de la homocisteína citotóxica a metionina. El
folato también protege contra el estrés oxidativo a través de la generación de
NADPH. La deficiencia de folato se caracteriza por elevadas concentraciones de
homocisteína y clínicamente se
manifiesta como anemia megaloblástica. La vitamina B12 también es esencial para la mielinogénesis y la producción de las
células rojas sanguíneas. Por lo tanto la deficiencia de vitamina B12 provoca
daño neurológico y anemia. Folato y vitamina B12 están presentes en altas
concentraciones en las circulaciones fetal y materna. La vitamina B12 es
transportada a través de la placenta predominantemente por la transcobalamina y los estudios
recientes proponen el transporte transplacentario de folato vía receptor de
folato α (FRα), transportador de folato
acoplado a protón (PCFT) y transportador de folato reducido (RFC). Los
requerimientos de folato aumentan en el embarazo para cubrir las necesidades
del desarrollo fetal, pero la mujer embarazada corre riesgo de deficiencia de
folato. El bajo estatus de folato materno está asociado con defectos del tubo
neural y otras anormalidades congénitas, PE, restricción de crecimiento fetal y
parto prematuro.
La recomendación actual de suplementación de
folato en mujeres sanas es de 400-800 µg/d antes del embarazo y a través del
primer trimestre de la gestación. La deficiencia de folato es definida como una
concentración de folato en suero <10 nmol/L y folato en células rojas
<340 nmol/L. Concentraciones de folato en eritrocitos >906 nmol/L son
requeridas para reducir la ocurrencia de defectos del tubo neural. En mujeres embarazadas con alto riesgo de feto
con defectos del tubo neural se recomienda la suplementación con altas dosis de
ácido fólico (4-5 mg/d), mientras en mujeres no embarazadas el límite superior
es de 1 mg/d. La deficiencia de vitamina
B12 (concentraciones en suero < 150 pmol/L) es común en países donde se
consume dieta vegetariana y está asociada con defectos del tubo neural, bajo
peso al nacer y parto prematuro.
La suplementación de ácido fólico es efectiva para reducir los
defectos del tubo neural. Sin embargo, la suplementación con ácido fólico puede
tener efectos adversos en mujeres con bajo estatus de vitamina B12 y ha sido
asociada con bajo peso al nacer. Las ratas alimentadas con dieta deficiente en
ácido fólico producen crías con múltiples anomalías congénitas. Los estudios recientes en
roedores han identificado los efectos de la deficiencia de folato sobre el
metabolismo de 1 carbono en el feto, la placenta y la madre. Estos efectos
incluyen una reducción de la relación S-adenosilmetionina:S-adenosilhomocisteína
(SAM:SAH) indicativa de una baja producción de donadores metilo, acompañada por
una disminución de la metilación de ADN en la placenta y expresión alterada de
genes específicos de rutas metabólicas. La deficiencia de folato también
disminuye la expresión y actividad del transportador de aminoácidos. Otros
estudios en modelos animales indican efectos adversos de los altos niveles de
ácido fólico sobre el crecimiento fetal. La deficiencia materna de vitamina B12
disminuye los transportadores placentarios
de ácidos grasos y altera los niveles de fosfolípidos, particularmente fosfatidilcolina y
fosfoetanolamina en ratas.
En conclusión, las deficiencias de
micronutrientes son comunes en las mujeres embarazadas debido a la baja ingesta
en la dieta y al incremento en los requerimientos para el desarrollo fetal. El
bajo estatus materno de micronutrientes está asociado con patologías que
involucran disfunción placentaria, incluyendo restricción del crecimiento
fetal, preeclampsia y parto prematuro. Los estudios en humanos y modelos de
roedores reportan que las deficiencias de los micronutrientes hierro, vitamina
D, vitamina A y ácido fólico inducen un estado pro-inflamatorio en la placenta,
el cual es relevante en muchas patologías del embarazo. Sin embargo, la deficiencia de un solo micronutriente es bastante raro
por lo que la suplementación de multi-micronutrientes tiende a reemplazar a la
suplementación con micronutrientes individuales (más comúnmente hiero y folato)
en mujeres embarazadas con alto riesgo de deficiencias.
Fuente: Baker BC
et al (2018). Effects of micronutriens on placental function: evidence from
clinical studies to animal models. Reproduction 156: R69-R82.
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