La célula α en diabetes mellitus
Las células α de
los islotes de Langerhans secretan glucagón, el cual es un regulador de la
homeostasis de la glucosa en animales y humanos. Esta hormona estimula la
glucogenolisis y la gluconeogénesis por el hígado y es la hormona
contra-reguladora que se opone a los efectos de la insulina, producida por las
células β, en la homeostasis de la glucosa. La citoarquitectura de los islotes
de Langerhans de humano es similar a la de roedores. La similitud anatómica es
importante para entender la regulación paracrina de la secreción de hormonas y
para extrapolar al humano los resultados de las investigaciones en roedores. La
evidencia acumulada sugiere que la secreción local de insulina tiene un rol
clave en la supresión de la secreción de glucagón.
La diabetes mellitus tipo 2 (T2DM) a menudo
es considerada una enfermedad bi-hormonal que se caracteriza por
hipoinsulinemia e hiperglucagonemia con elevados niveles de glucosa. La hipoinsulinemia
resulta de la secreción insuficiente de insulina y está asociada con una
disminución de 25-50% de la masa de células β. En contraste con los niveles de
insulina, los pacientes con T2DM a menudo muestran una persistente
hiperglucagonemia en ayuno y carencia de la supresión de los niveles de
glucagón en el estado postprandial. Esta hiperglucagonemia agrava la
hiperglucemia inducida por la hipoinsulinemia porque aumenta la producción
hepática de glucosa. Estos datos
sugieren un rol causal del glucagón en la fisiopatología de la T2DM y apoya el
desarrollo de agentes farmacológicos que inhiben la secreción (o la acción) del
glucagón para aliviar la hiperglucemia en pacientes con T2DM. Los estudios en
humanos con moléculas inhibidoras o bloqueadoras de los receptores de glucagón en
el hígado reportan fuertes efectos
reductores de los niveles sanguíneos de glucosa, pero también efectos
adversos. En particular, el bloqueo de
los receptores de glucagón está asociado con hiperplasia de células α,
metabolismo de lípidos anormal, esteatosis hepática y elevados niveles
plasmáticos de enzimas hepáticas. El
glucagón tiene potentes efectos hipolipémicos causando una disminución en la
liberación de triglicéridos y VLDL por
el hígado, una reducción en los niveles plasmáticos de colesterol y
estimulación de la β-oxidación de ácidos grasos libres en el hígado. La
disminución en la liberación de triglicéridos y VLDL es secundaria a la
reducción en la producción de apoproteína VLDL. El glucagón también reduce los
niveles de LDL. Por lo tanto, no es sorprendente que la inhibición del receptor
de glucagón está asociada con un incremento en los niveles de triglicéridos y
LDLcolesterol (LDLc) en modelos animales y humanos.
Si la masa
de células α no cambia o aumenta en los pacientes con T2DM no está
claro. Aun en el caso que el número de células α no cambie, la relación de
células α a células β es mayor en los pacientes con T2DM debido a la reducción
de células β. La evidencia obtenida de los estudios en modelos de diabetes
mellitus en animales y en humanos con
T2DM sugiere una desdiferenciación de células β y la adopción de
características de células α. Este hallazgo es sostenido por la detección de
células bihormonales (insulina y glucagón) en islotes pancreáticos de pacientes con T2DM. Sin embargo, aún no se
conoce si las células β desdiferenciadas hacen una contribución notable a la
disminución de la secreción de insulina.
En los pacientes con diabetes mellitus tipo 1 (T1DM), donde la mayoría
de células β se pierden, las células α representa ¾ del número total de células en los islotes,
pero la masa absoluta y por lo tanto la relación células α: células δ: células
PP no se ve alterada. Por otra parte, las células α pueden ser una fuente
importante de péptido glucagonoide 1 (GLP-1) y otros péptidos capaces de
estimular la secreción de insulina para disminuir los síntomas de la T2DM.
La apropiada estimulación de glucagón por
las células α es particularmente importante para minimizar el impacto de la
hipoglucemia aguda inducida por insulina. Esta forma de hipoglucemia es una
complicación mayor de la T1DM y responsable de 4% de las muertes en pacientes
con esta enfermedad. Mientras en condiciones normales, la liberación de
glucagón es regulada de manera recíproca con la liberación de insulina, y es
estimulada cuando caen las concentraciones sanguíneas de glucosa, en la T1DM la
respuesta a los bajos niveles sanguíneos de glucosa disminuye progresivamente.
Dado que la masa de células α es preservada en la T1DM, la insuficiente
secreción de glucagón podría deberse a “ceguera hipoglucémica” de la población
de células α. El mecanismo que subyace a la incapacidad de las células α en
pacientes con T1DM para responder a los bajos niveles sanguíneos de glucosa es
desconocido.
La glucosa suprime la secreción de glucagón
por mecanismos directos que involucran su captación y metabolismo, pero también
por mecanismos indirectos a través del control de la liberación de factores paracrinos
derivados de las células β (u otras células de los islotes) y vía neuronas
sensibles a glucosa en el cerebro. Las células α exhiben oscilaciones
espontaneas en los niveles citoplasmáticos de Ca2+ con bajas
(<3nM) concentraciones de glucosa y el incremento en la concentración de
glucosa provoca una disminución en la actividad eléctrica y una caída en las
concentraciones y oscilaciones citoplasmáticas
de Ca2+. Aunque estos cambios en Ca2+ son opuestos
a los observados en las células β, la
evidencia sugiere que la señal metabólica inicial de la glucosa en las células
α es similar a la de las células β. En particular, la glucoquinasa es expresada
en ambas células, lo cual le permite a las células α responder metabólicamente
a los cambios en la concentración sanguínea de glucosa en el rango fisiológico
(3-11 mM) y subfisiológico (2-3 mM). El transportador de glucosa GLUT2, el cual
tiene afinidad por la glucosa en el rango fisiológico está presente en las
células β y ausente en las células α, mientras el transportador de glucosa de
mayor afinidad GLUT1 está presente en las células α. La subunidad catalítica 2
de la glucosa 6-fosfatasa está presente en células α de humanos. Las proteínas
quinasas sensibles a nutrientes,
proteína quinasa activada por AMP (AMPK) y proteína quinasa
serina/treonina con dominio PAS (PASK)
también están implicadas en el metabolismo de glucosa en las células α.
Entonces, el metabolismo de la glucosa en las células α es similar al de las células β, pero los
transportadores de glucosa son diferentes.
El metabolismo mitocondrial de la glucosa tiene un rol central en la estimulación de la liberación de insulina por las células
β y es anormal en pacientes con T2DM. Las células α y β expresan bajos niveles
de la deshidrogenasa láctica y del transportador monocarboxilato MCT1. Por
tanto, el metabolismo oxidativo de la NADH y el piruvato derivados de la
glucolisis puede ser crítico para la supresión de la secreción de glucagón.
La secreción de glucagón, además de la
glucosa, es regulada por numerosas señales paracrinas, hormonales y nerviosas.
Varios estudios reportan evidencias que la insulina suprime la secreción de
glucagón. Este efecto es mediado directamente vía receptores de insulina en las
células α o indirectamente a través del incremento de la secreción de
somatostatina por las células δ. Las células α expresan receptores de
somatostatina y su activación suprime la secreción de glucagón. En la T2DM, la
alteración de la función de las células α resulta de una combinación de
disminución de la secreción de insulina y la alteración de la función de la
insulina. El GABA es almacenado en vesículas especializadas en las células β y
su liberación contribuye a la inhibición de la liberación de glucagón en
roedores y humanos. La secreción de glucagón también es regulada por la
adrenalina vía receptores β-adrenérgicos así como también por el tono
parasimpático y neuronas GABAergicas controlados por la glucosa en el cerebro.
El polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP), derivado del
intestino, estimula la secreción de glucagón y contribuye a la hiperglucemia en
la T2DM. Otro péptido intestinal, GLP-1, inhibe la secreción de glucagón vía
mecanismos paracrinos que involucran la estimulación de la secreción de
somatostatina y la potencialmente la secreción de insulina. Los inhibidores de
la dipeptidil péptidas 4 (DDP4), la cual degrada e inhibe al GLP-1, también
inhiben la secreción de glucagón. Adicionalmente, la leptina, la secretina y la
serotonina inhiben la secreción de glucagón. Sin embargo, las contribuciones
relativas de estos reguladores de la secreción de glucagón por células α
humanas en condiciones fisiológicas y
fisiopatológicas aún no han sido determinadas.
Las células α pueden proporcionar una fuente
de nuevas células β para reemplazar las que se pierden o se vuelven
disfuncionales en T1DM y T2DM. Sin embargo, para evitar una depleción del pool
de células α se requiere que la proliferación de estas células pueda ser
controlada. Los aminoácidos constituyen una parte integral del eje
hígado-célula α que promueve la secreción de glucagón y sirve como sustrato en
el proceso de gluconeogénesis para producir glucosa en el hígado. La disrupción
del eje hígado-célula α por lesión genética o inhibición farmacológica de la
acción del glucagón ha sido relacionada con un incremento de la masa de células
α. Este hallazgo es apoyado por la observación que las mutaciones en el
receptor de glucagón en humanos están asociadas con glucagonoma. Los
aminoácidos, y en particular la glutamina, son críticos en la promoción de la
expansión de células α después de la disrupción de la señal hepática del
glucagón. En células α de ratón, el transportador de aminoácidos SLC38A5 y el
sensor de aminoácidos mTOR tienen roles importantes en la regulación de la
expansión de células α después de la inhibición de la acción del glucagón en el
hígado. El mTOR también es importante para la expansión de células α durante el
desarrollo en ratones. Las células α humanas expresan varios transportadores de
aminoácidos, pero su contribución a la hiperplasia de células α después de la
disrupción de la señal hepática de glucagón es desconocida.
Varias razones podrían explicar porque las
células α pueden ser una buena fuente de nuevas células β. Primero, las células
α y β tiene el mismo origen y expresan genes similares. Segundo, la
reprogramación de célula α a célula β es acompañada por represión o expresión de factores de
transcripción claves, después de la pérdida extrema de células β o después del
tratamiento de células α con factores circulantes y agentes farmacológicos. Los
estudios recientes demuestran que la secreción de glucagón a través de un asa autocrina mantiene el fenotipo de la
célula α. Entonces, la inhibición de la secreción de glucagón inducida por GABA
contribuye a la inestabilidad del fenotipo de célula α y facilita la
reprogramación en célula β. Los datos
transcripcionales indican que los fenotipos de las células α y β humanas son muy
similares, lo cual facilita la reprogramación. Una razón adicional porque las
células α pueden ser una buena fuente de células β es que la masa de células α
se mantiene en el estado diabético. Por tanto, la reprogramación de células α
en células β no está limitada por la disponibilidad de células α. Esto es
apoyado por un estudio de ablación de células α que demuestra que solo el 2% de
la masa de células α es requerido para la función normal de las células α, la
señal de glucagón y el mantenimiento de los niveles sanguíneos de glucosa. Más
aún, los mecanismos que regulan la metilación del ADN y las modificaciones de
la cromatina son similares en las células α y β humanas, lo cual facilita la
reprogramación de células α en células β. Adicionalmente, las células α humanas
proliferan con una tasa mayor que los otros tipos de células de los islotes y
pueden ser inducidas a proliferar después de la disrupción de la señal hepática
de glucagón. La proliferación de células α puede ayudar a mantener la masa de
células α en un estado acelerado de reprogramación en células β. Sin embargo,
el mantenimiento de este estado acelerado puede no ser necesario pues la señal
de glucagón contribuye al estado diabético y una reducción parcial de la masa
de células α podría ser beneficiosa para el mantenimiento del control óptimo de
la glucemia. Por último, las células α
secretan factores (por ejemplo, GLP-1) que pueden acelerar la maduración –e
incrementar la función- de las nuevas células β.
Varios estudios han demostrado una
heterogeneidad funcional en la población de células β de ratón y humano. Las
células β en islotes intactos de ratón exhiben heterogeneidad funcional con una
jerarquía de los subgrupos de células interconectadas de “centro” y
“seguidoras”. Las primeras son capaces de servir como marcapasos para controlar
la dinámica de Ca2+ en el islote y la secreción de insulina. No está
claro si existe una conectividad célula
α-célula α similar que controla la secreción de glucagón. La conectividad de
células β humanas es alterada en la obesidad y después de la disrupción de
varios genes asociados con T2DM. Si cambios similares pueden afectar la
población de células α aún no ha sido establecido.
En conclusión, la secreción de glucagón está
reducida en pacientes con T1D, incrementando el riesgo de hipoglucemia inducida
por insulina, pero está aumentada en pacientes con T2DM, exacerbando los
efectos de la disminución de la liberación de insulina y la acción sobre los
niveles sanguíneos de glucosa. Sin embargo, a pesar de los roles opuestos en el
control de la glucemia, las células α y β tienen similares patrones de
expresión de genes. Esta similitud puede explicar la interconversión entre
estas células y la capacidad de la población de células α de servir como fuente
de nuevas células β. Los datos emergentes sugieren que el GABA puede facilitar
esta interconversión, mientras la glutamina sirve como factor derivado del
hígado para promover la replicación de células α y el mantenimiento de la masa
de células α.
Fuente: Gromada J
et al (2018). The α-cell in diabetes mellitus. Nature Reviews Endocrinology 14:
694-704.
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