Estrógenos en consumidores de leche
La potencial
exposición a estrógenos exógenos es importante con relación al desarrollo prenatal
y prepuberal del sistema reproductivo en niños. Los niveles endógenos de
estrógenos en niños son bajos y pequeñas cantidades de estrógenos exógenos
podrían interactuar con su sistema hormonal
y provocar disrupción del desarrollo de tracto urogenital, glándula mamaria
y sistema nervioso central. Aunque tengan un origen prenatal o en la vida
postnatal temprana, algunas de estas disrupciones se hacen evidentes solamente
en la vida adulta. Esto incluye una baja cantidad de espermatozoides, la cual
se correlaciona con un reducido número de células de Sertoli, riesgo de cáncer
testicular y posiblemente también riesgo de cáncer de próstata. En este
contexto, la leche es una potencial fuente de estrógenos exógenos especialmente
importante pues el consumo de leche de vaca es usualmente alto en los niños.
Los estrógenos exógenos pueden causar
disrupción del eje hipotálamo-hipófisis-gónadas (HHG) pues interfieren con la
función normal de los receptores de estrógenos (ER) en el hipotálamo y la
hipófisis y también en los tejidos periféricos que responden a los estrógenos. Por
otra parte, varios contaminantes ambientales, como el PCB, con propiedades
estrogénicas podrían estar presente en la leche en concentraciones
significativas y causar disrupción del desarrollo y la función del sistema neuroendocrino.
El efecto positivo de la leche de vaca y sus
derivados en una dieta es algo ampliamente reconocido, la leche es una
importante fuente de proteínas y calcio. Sin embargo, la leche también contiene cantidades significativas de
estrógenos, Adicionalmente, durante el embarazo, la producción de estrógenos
por la placenta es alta, lo cual aumenta
los niveles de estrógenos en la leche de vaca. En la vaca, como ocurre en otros mamíferos,
los estrógenos son sintetizados primariamente en los ovarios y la placenta. Su
producción fluctúa con las fases del
ciclo estral o las etapas del embarazo y por consiguiente, sus niveles sanguíneos
son muy variables. Los estrógenos son sustancias lipofílicas que pasan
fácilmente a través de la barrera leche-sangre y su presencia en la leche se
correlaciona directamente con sus niveles en la sangre. Durante el embarazo, la concentración de
estrona (E1) libre y desconjugada enzimáticamente aumenta de 7,9 ng/L en vacas
no embarazadas a 1266 ng/L en el tercer trimestre del embarazo, mientras la
concentración de 17α-estradiol (αE2) y
17β-estradiol (E2) aumenta de 33 a 322 ng/L y de 18,6 a 51,2 ng/L, respectivamente.
Adicionalmente, la concentración de sulfato de estrona (estrógeno conjugado)
aumenta más de 33 veces durante el embarazo. Sin embargo, no hay datos
concluyentes a cerca de la cantidad de estrógenos presente en la leche
comercial. El estradiol en la leche se correlaciona significativamente (r=
0,20) con la cantidad de grasa de la leche pues las hormonas esteroides son
sustancias lipofílicas y se disuelven fácilmente en las gotas de lípidos, lo
cual podría causar una gran diferencia si las cantidades de estrógenos son
estimadas en leche completa o en leche descremada. El tratamiento con calor,
una práctica común en la industria (pasteurización o esterilización de la
leche) no afecta las concentraciones de E1 y E2 así como también la “cortada”
de la leche no afecta la cantidad de estrógenos. Por lo tanto, los productos
comercialmente disponibles (leche pasteurizada o UHT y los productos “cortados”
como yogurt) contienen cantidades similares de estrógenos a la leche natural.
Desde el punto de vista de la salud humana, es importante resaltar que las
concentraciones de estrógenos en la leche no solo han aumentado con las mejores técnicas de crianza del ganado
sino que también el consumo de leche y productos lácteos ha aumentado en las
últimas décadas y esto podría contribuir a una mayor exposición a los
estrógenos de la leche.
Los estrógenos en la leche están presente en
la forma libre o conjugada como sulfatos
o glucurinatos. Aunque los estrógenos endógenos más potentes, E1 y E2, están
presentes en la leche, el principal estrógeno presente en la leche es
el sulfato de estrona. Los estrógenos en
la forma conjugada no son biológicamente activos pero pueden ser desconjugados
en el cuerpo humano por las bacterias intestinales o por las enzimas sulfatasas
y glucuronidasas durante la digestión en el tracto intestinal. Los estrógenos
libres (E1 y E2) biológicamente activos también pueden ser formados a partir
del sulfato de estrona después de consumir leche de vaca. Los estrógenos
ingeridos son metabolizados en el hígado donde pueden ser conjugados
(inactivados) o desconjugados (activados) durante los procesos
metabólicos. Sin embargo, pequeñas
cantidades de los estrógenos ingeridos oralmente escapan de los procesos
digestivos enterohepáticos y alcanzan la circulación sistémica directamente,
sin pasar por el hígado. Durante la
ingesta de leche, solamente 2-5% de los estrógenos de la leche entran a la
circulación sistémica. Esto puede causar
efectos perjudiciales para la salud si las concentraciones de estrógenos ingeridas
son altas. Sin embargo, de acuerdo con la FDA, ningún efecto fisiológico de los
estrógenos ocurre cuando el consumo es menor que el 1% de las cantidades
producidas endógenamente. Las concentraciones de estrógenos en la leche podrían
representar solamente 0,01-0,1% de la producción endógena diaria y por lo tanto
no causarían efectos perjudiciales para la salud. Aunque algunos estudios reportan mayores
concentraciones de estrógenos en la leche, la ingesta de E1 y E2 podría no
exceder el 1% de la producción diaria y por lo tanto no debería representar un
riesgo para la salud humana. Esto basado en la presunción que 1% o menos de los
estrógenos exógenos interactúan con un bajo número de ER y por lo tanto no
influyen en la función endocrina. Sin embargo, desde el punto de vista del
consumidor, es importante tomar en cuenta que la leche y los productos lácteos
no son los únicos alimentos que contienen estrógenos y por lo tanto, la
cantidad total de estrógenos ingeridos debe ser considerada cuando se estiman
los potenciales efectos sobre la salud. Más aún, ciertos tipos de dieta, por
ejemplo, dieta baja en fibras, pueden estimular la absorción de estrógenos en
el tracto gastrointestinal e incrementar la cantidad de exposición.
El potencial rol de los estrógenos de la
leche sobre la salud reproductiva ha sido estudiado en modelos animales. Grupos de ratas alimentadas con leche
comercial (preparada industrialmente) o tradicional (obtenida directamente de
la vaca sin ningún procesamiento) por 7 días, incrementaron el peso uterino en
comparación con el grupo control que no fue alimentado con leche. Por otra
parte, la altura del epitelio uterino y el endometrio incrementó solamente en
el grupo alimentado con leche comercial. Esto podría explicarse por las
diferencias en el contenido de hormonas entre los dos tipos de leche con la
leche comercial con mayores niveles de estrógenos. Sin embargo, la mayor
diferencia entre las leches está en los niveles de progesterona, la cual es 20
veces mayor en la leche comercial en comparación con la leche tradicional, lo
cual sugiere que los efectos observados podrían deberse a la diferencia en
progesterona y no a los estrógenos. En otro estudio, un grupo de ratas Wistar
alimentadas con leche comercial se comparó con un grupo de ratas alimentadas
con leche artificial sin estrógenos (grupo control). Los parámetros
reproductivos (índice de fertilidad, índice de gestación, peso de útero y
ovarios, días de abertura vaginal y duración del ciclo estral), parámetros
histológicos y niveles sanguíneos de IGF-1 fueron similares en ambos grupos, lo
cual sugiere que los estrógenos presentes en la leche comercial no influyen en
la función reproductiva. Estos resultados también indican que aunque los
estrógenos pasan de la leche a la circulación sanguínea, no ejercen efectos
sobre el tracto reproductivo al menos en roedores. Por lo tanto, aunque hay
diferencias fisiológicas entre roedores y humanos, considerando el margen de
seguridad de más de cien veces, se puede concluir que los estrógenos de la
leche no representan un riesgo para la
salud reproductiva.
Varios estudios epidemiológicos han
investigado los posibles efectos del consumo de leche sobre el sistema
endocrino humano. Los análisis de eyaculado de hombres jóvenes que consumen
productos ricos en grasa diariamente indican una menor proporción de espermatozoides
con motilidad y alteraciones morfológicas en los espermatozoides. También
reportan mayores niveles sanguíneos de FSH que se correlacionan con el consumo
diario de productos ricos en grasas, mientras los niveles de LH, E2 y
testosterona no se correlacionan con la ingesta diaria de esos productos. En
otro estudio, hombres con ingesta de un litro de leche incrementaron
significativamente sus niveles sanguíneos de E1 y progesterona, con un pico a
los 30-60 minutos después de ingerir la leche, mientras las concentraciones de
E2 no cambiaron significativamente. Más aún, las concentraciones de FSH, LH y
testosterona disminuyeron significativamente después de la ingesta de leche.
Estos resultados sugieren que las hormonas de la leche activan el asa de
retroalimentación negativa y suprimen la secreción de gonadotropinas. No hay
aun resultados definitivos que indique si los estrógenos u otros esteroides
sexuales presentes en altas concentraciones en la leche ejercen efectos
fisiológicos sobre el sistema reproductivo. Sin embargo, los estudios en
modelos animales sugieren que los estrógenos no están presentes en cantidades
suficientes en la leche para causar efectos fisiológicos sobre el tracto
reproductivo en la vida adulta.
Varios canceres están estrechamente
conectados con el sistema endocrino. Algunos canceres pueden afectar glándulas
endocrinas como adrenales, testículos u ovarios, mientras en otros, las células
cancerosas responden a las hormonas, en
particular a los esteroides sexuales. Por ejemplo, algunos canceres de mama son
estimulados por los estrógenos o el cáncer de próstata que es estimulado por la
testosterona. El efecto carcinogénico de
los estrógenos y metabolitos de los estrógenos está asociado con la activación
de ERα y ERβ que estimula la transcripción de genes promoviendo la
proliferación celular. Este efecto de los estrógenos durante el ciclo estral,
el embarazo y la lactancia podría resultar también en la transformación
cancerosa de la célula. El incremento en
la replicación del ADN puede provocar un aumento de mutaciones durante la
síntesis de ADN y los estrógenos pueden
estimular directamente la proliferación de diferentes células. Los estrógenos
también pueden estimular la síntesis de factores de crecimiento que, a su vez,
estimulan la proliferación de diferentes células a través de mecanismos
endocrinos o paracrinos. Estos efectos de los estrógenos pueden provocar el
desarrollo de cáncer, y el riesgo para desarrollar cáncer aumenta con la dosis
y el tiempo de exposición en animales y humanos.
Los canceres femeninos como cáncer de mama,
ovario y útero responden a los estrógenos y varios estudios sugieren una conexión entre el aumento en el consumo
de leche y el progreso de la enfermedad aunque es cuestionable si los niveles
de estrógenos en la leche son suficientes para causar tales efectos. Algunos
estudios sugieren que la exposición a los estrógenos durante la vida fetal y la
vida postnatal temprana puede aumentar el riesgo de cáncer testicular en la
vida adulta y el alto consumo de leche durante estos períodos puede incrementar
la cantidad total de estrógenos en el cuerpo. Por otra parte, el cáncer de
próstata es claramente dependiente de testosterona, pero la conexión con el
consumo de leche es menos clara. Las células de la próstata, además de
receptores de andrógenos, expresan ER y los estrógenos pueden unirse con baja
afinidad a receptores de andrógenos. Por lo tanto, los estrógenos de la leche
potencialmente podrían estimular directamente el crecimiento de las células
neoplásicas de la próstata. Más aún, los estudios en roedores sugieren que la
exposición prenatal o postnatal a estrógenos podría promover el desarrollo de
cáncer de próstata más tarde en la vida y esto está de acuerdo con los resultados
de estudios epidemiológicos en humanos que sugieren una conexión entre el
consumo de leche en la adolescencia y el incremento más tarde de cáncer de
próstata y testículo. Diferentes mecanismos contribuyen al desarrollo de cáncer
de próstata. Un estudio reciente sugiere que ciertos péptidos y aminoácidos,
derivados del suero de la leche, podrían influir en las rutas de señalización
mTORC y alterar permanentemente el metabolismo celular en la próstata. Las rutas de señalización mTORC están
involucradas en la regulación del crecimiento y la proliferación celulares, y
la supresión de la autofagia. La activación de estas rutas por aminoácidos de
la leche de vaca podría tener propiedades oncogénicas. Sin embargo, esta
hipótesis no ha sido examina exhaustivamente y aún permanece especulativa. La
leche, además de esteroides sexuales,
puede contener carcinógenos ambientales como dioxinas, furanos, residuos de
pesticidas, metales pesados y contaminantes de alimentos (fitoestrógenos,
micotoxinas, aflatoxina, zearalenol), los cuales también contribuyen al
desarrollo del cáncer.
Los altos niveles de ingesta de leche han
sido asociados con la incidencia de cáncer de mama, pero algunos estudios
epidemiológicos no apoyan esta correlación. Más aún, es posible que la leche
ofrezca protección contra el desarrollo de cáncer de mama, pero los estrógenos
en la leche con alto contenido de grasas
pueden contrarrestar este mecanismo protector. En hombres, el cáncer de próstata ha sido
relacionado con la exposición a esteroides sexuales, en particular,
testosterona. Sin embargo, hasta el presente, no hay evidencia concluyente
acerca de si la leche, y particularmente las hormonas esteroides sexuales de la
leche, tiene algún rol en el desarrollo del cáncer de próstata en humanos. Los diferentes estudios en humanos y animales
reportan resultados contradictorios. Un estudio realizado en Japón reporta que el consumo de leche aumentó
20 veces entre 1950 y 1997 y esto se correlaciona con un incremento en la
incidencia de cáncer de próstata. Por otra parte, los estudios epidemiológicos
proporcionan evidencia de la conexión entre el consumo de leche y el riesgo de
cáncer de próstata. El consumo de leche ha sido asociado con recurrencia de
cáncer de próstata especialmente en hombres obesos y con el progreso del
crecimiento del cáncer y el aumento de la mortalidad en pacientes con cáncer de
próstata localizado. Por el contrario,
un estudio con pacientes daneses no encontró conexión entre la dieta en la
niñez y la incidencia de cáncer de próstata. En ratas, un estudio experimental
reporta que las ratas que recibieron 25 g de leche por día presentaron lesiones
neoplásicas. Es de considerar que el consumo de leche en este estudio es muy
alto y representa aproximadamente 10% del peso corporal de la rata, lo cual es
incomparable con el consumo diario de leche en humanos y, por lo tanto, no
proporciona evidencia directa sobre la potencial relación entre el consumo de
leche y el cáncer de próstata en hombres. El cáncer testicular también ha sido
asociado con el consumo de leche en la adolescencia. Sin embargo, hay
discrepancias en los diferentes estudios acerca de si el consumo de leche u
otros productos con alto contenido de grasas representan un alto riesgo de
cáncer testicular.
En general, el efecto protector de la leche
se observa principalmente en los
consumidores de leche con bajo contenido en grasas. Aparentemente, el efecto
protector de la leche no está asociado con la ausencia (o la presencia) de
estrógenos u otras hormonas esteroides sexuales en la leche, sino con los
efectos de otros ingredientes. Por ejemplo, el calcio reduce la proliferación y
aumenta la diferenciación de células mamarias, al tiempo que inhibe la
absorción intestinal de algunos compuestos carcinógenos (ácidos biliares,
ácidos grasos saturados). Adicionalmente, la vitamina D, la lactoferrina, la
caseína y las proteínas del suero poseen propiedades apoptósicas,
antiinflamatorias y antioxidativas y por lo tanto expresan un efecto
anti-carcinogénico.
En conclusión, los estrógenos pueden estar
presentes en la leche en cantidades relativamente grandes. Con excepción de la
descremación, que remueve hormonas esteroides solubles en grasas, ninguna otra
manipulación reduce el contenido de estrógenos de la leche. La leche comercial
contiene cantidades similares de estrógenos a la leche natural. Sin embargo,
estas concentraciones son bajas y no
representan un riesgo para la salud reproductiva o el desarrollo de cáncer en
humanos adultos.
Fuente: Snoj T y
Majdig G (2018). Estrogens in consumer milk: is there a risk to human
reproductive health? European Journal of Endocrinology 179: R275-286.
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