Translate

miércoles, 29 de agosto de 2018


FGF23 y sistema cardiovascular
La familia FGF consiste  en 22 miembros clasificados en siete subfamilias por su relación filogenética. Según su función, los FGF se dividen en paracrinos, endocrinos e intracrinos. Los FGF paracrinos exhiben un sitio de unión a heparán sulfato en su región C-terminal  y se unen a receptores  de FGF (FGFR) en la superficie celular usando al heparán sulfato como co-factor para mediar actividades biológicas locales. En  contraste con los FGF paracrinos, los FGF endocrinos exhiben un sitio de unión  a la proteína  kloto en la región C-terminal y debido a su baja afinidad para unirse a heparán sulfato, los FGF endocrinos son secretados directamente a la circulación sanguínea  y ejercen sus funciones como hormonas endocrinas en varios tejidos usando α-kloto o β-kloto como co-receptores para interactuar con los FGFR. Los FGF intracrinos no son secretados y ejercen sus funciones biológicas en la misma célula. No todos los FGF son expresados endógenamente en el corazón de humanos y roedores. Sin embargo, está demostrado que FGF2, FGF3, FGF8, FGF9, FGF10, FGF16, FGF15/19, FGF21 y FGF23 actúan en el corazón de manera paracrina o endocrina para inducir rutas fisiológicas o patológicas en el desarrollo, salud y enfermedad cardíacos.
   En mamíferos, debido a “splicing” alternativo, siete FGFR son generados a partir de cuatro genes FGFR diferentes (FGFR1, FGFR2, FGFR3, FGFR4) con diferente afinidad para unirse a FGF. Los FGF paracrinos  se unen a heparán sulfato para promover un complejo FGF/FGFR/heparán sulfato mientras los FGF endocrinos se unen a α-kloto o β-kloto para inducir un complejo FGF/FGFR/kloto, el cual fosforila directamente el dominio tirosina quinasa intracelular del FGFR. A continuación, se activa el sustrato 2 de FGFR (FRS2α) y se induce en la célula las rutas de señalización proteína quinasa activada por mitogeno (MAPK), fosfoinositido 3-quinasa (PI3K)-Aktserina/treonina quinasa (AKT) o transductor de señal y activador de transcripción (STAT). Adicionalmente, la fosfolipasa Cγ (PLCγ) puede ser fosforilada porque la activación del FGFR provoca la activación de la señal dependiente de calcio que media la motilidad celular. En el sistema cardiovascular, FGFR1c, FGFR2b, FGFR2c, FGFR3c y β-kloto son expresados fisiológicamente en niveles altos mientras FGFR1b, FGFR3b, FGFR4 y α-kloto son moderadamente expresados.
   El FGF23 pertenece a la familia de FGF endocrinos y funciona principalmente como hormona. Es expresado y secretado principalmente por los osteocitos en el hueso como una proteína fosfatúrica de 32 kDa que regula la homeostasis  de fosfato. El FGF23 existe en la forma de longitud completa biológicamente activa  que puede ser clivada en los fragmentos N- y C- terminal. Los órganos blancos clásicos del FGF23 son el riñón y las glándulas paratiroides donde ejerce su función fisiológica a través de FGFR con α-kloto como co-factor. El sitio de unión del FGFR está localizado en la región N-terminal  mientras el sitio de unión a  α-kloto está localizado en la región C-terminal. El FGF23 actúa sobre el riñón a través de la ruta de señalización FGFR1c/α-kloto/MAPK para regular el metabolismo de fosfato y vitamina D. El FGF23 reduce la reabsorción renal de fosfato a través de la  supresión de la actividad de los co-transportadores de sodio-fosfato NaPi-2a y NaPi-2c y, por lo tanto, disminuye los niveles plasmáticos de fosfato. Adicionalmente, el FGF23 disminuye la síntesis de la forma hormonalmente activa de la vitamina D (1,25(OH)2D3) a través de la inhibición de la enzima 1α-hidroxilasa y la estimulación de la enzima 24-hidroxilasa, lo cual resulta en bajos niveles circulantes de 1,25(OH)2D3. En las glándulas paratiroides, el FGF23 inhibe la secreción de hormona paratiroidea (PTH). La expresión de FGF23 es casi nula en sistema nervioso central, sistema endocrino no reproductivo y sistema metabólico; y es expresado en niveles bajos en  sistema gastrointestinal, sistema inmune, sistema reproductivo y sistema cardiovascular en adultos sanos. En condiciones patológicas, la expresión de FGF23 aumenta excesivamente en hueso, corazón, hígado y riñones.
   El FGF23 es sintetizado y secretado en el corazón de humanos y roedores por los diferentes tipos de células cardíacas. El incremento de FGF23 en el corazón ha sido reportado en varias condiciones clínicas y experimentales de remodelación o insuficiencia cardiaca como hipertrofia ventricular izquierda (LVH), fibrosis miocárdica, insuficiencia cardiaca descompensada aguda (ADHF), cardiomiopatía isquémica, miocarditis, cardiomiopatía dilatada, insuficiencia cardiaca inflamatoria, sobrecarga de presión inducida por constricción aortica transversa (TAC) e infarto de miocardio experimental. En años recientes, los estudios clínicos y experimentales demuestran asociaciones positivas entre el FGF23 actuando de manera endocrina, remodelación cardiaca y disfunción endotelial  en condiciones patológicas en humanos y roedores. A nivel celular, el FGF23 es expresado en miocitos cardiacos y otras células cardiacas incluyendo fibroblastos, musculo liso vascular y células endoteliales en arterias coronarias y en macrófagos inflamatorios. En contraste a la ruta de señalización FGF23/FGFR/α-kloto que induce principalmente a RAS/MAPK,  el complejo FGF23/FGFR activa la PLCγ en los miocitos cardiacos e induce hipertrofia de células cardiacas  a través de la ruta calcineurina/factor nuclear de células T activadas (NFAT) en ausencia de α-kloto. La isoforma FGFR4 media la acción pro-hipertrofia en el corazón, sin α-kloto, y promueve la progresión de la LVH de manera autocrina.  
   Los miocitos cardiacos responden a los estímulos estresantes con la secreción de citoquinas inflamatorias y los patrones moleculares asociados al daño impactan a otras células cardiacas. Esto activa a fibroblastos y macrófagos residentes, los cuales secretan citoquinas pro-hipertrofia y pro-fibrosis para promover hipertrofia de miocitos, diferenciación de fibroblastos, deposición de matriz y finalmente fibrosis miocárdica intersticial. Los datos actuales sugieren que el FGF23 secretado por los miocitos cardiacos puede estimular factores pro-fibrosis para inducir de manera paracrina rutas relacionadas con la fibrosis en los fibroblastos y por consiguiente fibrosis cardiaca, mientras de una manera autocrina induce genes pro-hipertrofia y promueve la progresión de la LVH. Adicionalmente, los estudios in vitro sugieren que el FGF23 puede inducir disfunción endotelial, sin α-kloto, a través del incremento en la producción de ROS y la supresión de enzimas antioxidantes, lo cual resulta en aumento del estrés oxidativo que contribuye al progreso de la enfermedad cardiovascular en humanos.  Más aún, la expresión y secreción de FGF23 por los macrófagos en el corazón promueve el progreso de la enfermedad cardiovascular a través de la inducción de la  inflamación y la fibrosis. Entonces, el FGF23 cardiaco está involucrado en la compleja interacción entre miocitos, fibroblastos, células endoteliales y macrófagos para inducir rutas de señalización y cambios fenotípicos en la misma célula o en células vecinas de manera autocrina y paracrina, respectivamente.
   Los estudios recientes también sugieren que el FGF23 está involucrado en la activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAAS) local y, a su vez, angiotensina II y aldosterona como componentes activos del RAAS inducen la expresión de FGF23 en el corazón en un asa de retroalimentación. El FGF23 estimula directamente al RAAS a través de la inhibición de la enzima convertasa de angiotensina 2 (ACE2) que degrada  angiotensina I y II en angiotensina 1-9 y 1-7, respectivamente. Adicionalmente, la renina es suprimida por 1,25(OH)2D3 y por consiguiente se inhibe la activación del RAAS. Dado que el FGF23 suprime el metabolismo de 1,25(OH)2D3 en el riñón, se especula que el FGF23 también altera el RAAS indirectamente a través de la inhibición de 1,25(OH)2D3. Es  conocido que la activación del RAAS  promueve procesos pro-inflamación, pro-fibrosis y pro-hipertrofia en las células cardiacas. Las moléculas pro-fibrosis y pro-hipertrofia como factor de crecimiento transformante-β (TGFβ), colágeno 1, factor de crecimiento de tejido conectivo (CTGF) y endotelina-1 inducidas por angiotensina II y/o aldosterona son estimuladas por el FGF23 en miocitos y fibroblastos.  En el corazón, el receptor  de angiotensina II, AT1R, está presente en miocitos, fibroblastos y macrófagos y estos tipos  de células son blancos para la activación del RAAS local y la señal paracrina del FGF23.   
   En conclusión, en pacientes con o sin enfermedad renal crónica, los incrementos en los niveles circulantes de FGF23 están asociados con remodelación cardiaca patológica. Los estudios experimentales demuestran que el FGF23 promueve el crecimiento hipertrófico de los miocitos cardiacos de una manera independiente  de su co-receptor kloto.  Los estudios recientes indican que el FGF23 también es expresado en el corazón y aumenta marcadamente en varias condiciones clínicas y experimentales de remodelación cardiaca e insuficiencia cardiaca, independientemente de función renal preservada o reducida. A nivel celular, el FGF23 es expresado en miocitos y otras células cardiacas, incluyendo fibroblastos, músculo liso vascular, células endoteliales en las arterias coronarias y en macrófagos residentes. Los datos actuales sugieren que el FGF23 secretado por los miocitos cardiacos induce de manera paracrina rutas relacionadas con fibrosis en los fibroblastos y por consiguiente fibrosis cardiaca. Por otra parte, el FGF23 que actúa sobre los miocitos cardiacos induce directamente genes pro-hipertrofia y promueve la progresión de la LVH de manera autocrina y paracrina. Entonces, los niveles elevados de FGF23 promueve daño cardiaco no solo por mecanismos endocrinos sino también por mecanismos autocrinos/paracrinos.
Fuente: Leifhelt-Nestler M y Halfner D (2018). Paracrine effects of FGF23 on the heart. Frontiers in Endocrinology 9: 278.

domingo, 26 de agosto de 2018


Hormonas tiroideas y páncreas
Las hormonas tiroideas (HT) están involucradas en varios procesos, tales como crecimiento, desarrollo, reproducción y metabolismo. Las HT incluyen a la 3,5,3´,5´-tetrayodo-L-tironina (T4) y la 3,5,3´-triyodo-L-tironina (T3); ambas hormonas son sintetizadas y secretadas por la glándula tiroides. La secreción de  HT por la glándula tiroides es estimulada por la hormona estimulante de la tiroides (TSH), la cual es secretada por la hipófisis anterior. La secreción de TSH, a su vez, es regulada por la hormona liberadora de tirotropina (TRH) producida por el hipotálamo. En la sangre, la mayor parte de T3 y T4 circula unida con proteínas, mientras pequeñas cantidades de encuentran en su forma libre. Solamente la T3 libre y la T4 libre tienen acción biológica; la T3 tiene la función fisiológica más potente. La T3 libre deriva principalmente de la T4 por acción de las 5´-desyodasas (D1 y D2) y la conversión tiene lugar en las células blanco de las HT. La D3 inactiva  moléculas de T4 y T3 para terminar la acción de las HT. Antes de ser reconocidas por sus receptores, las HT deben ser transportadas en las células por moléculas transmembrana especiales. Un transportador altamente específico es el transportador de monocarboxilato 8 (MCT8). Otros transportadores secundarios de HT incluyen al transportador de aminoácidos aromáticos (MCT10), los polipéptidos transportadores de aniones orgánicos (OATP1C1, OATP1A2 y OATP1A4), los transportadores de grandes aminoácidos neutros (LAT1 y LAT2) y los intercambiadores de L-cistina y L-glutamato. Los patrones  de expresión de los transportadores primarios y secundarios varían en los órganos blancos de HT, lo cual sugiere diferentes acciones locales de las HT.
   La función fisiológica de las HT requiere la interacción con sus receptores nucleares (TR). Hay dos isoformas principales de TR, TRα y TRβ, codificadas en  genes separados. El gen TRα codifica tres isoformas: TRα1, TRα2  y TRα3. Entre las isoformas TRα, solamente la TRα1 es capaz de unirse a T3 para activar o reprimir genes, mientras TRα2 y TRα3 no se unen a T3, antagonizando su acción. Por el contrario, todas las isoformas TRβ (TRβ1, TRβ2 y TRβ3) se unen a su ligando T3 con alta afinidad para mediar la expresión de genes. Los TR pueden unirse a los elementos de respuesta de HT (TRE), los cuales se localizan en la región promotora de los genes blancos de las HT y también pueden formar homodímeros o heterodímeros con el receptor retinoide X (RXR) y otros receptores (como el receptor de estrógenos). Por otra parte, las HT también producen efectos no genómicos, los cuales no dependen de los TR nucleares y son inducidos por rutas de señalización relacionadas con la membrana celular. Los efectos no genómicos usualmente involucran quinasas o calmodulina, Ca2+-ATPasa, adenilato ciclasa y transportadores de glucosa (GLUT). Es bien conocido que las HT pueden afectar la acción de otras hormonas (como retinoides por el RXR) y también tienen efectos sobre otras glándulas endocrinas. Una de esas glándulas es el páncreas, la cual está involucrada en enfermedades crónicas como la diabetes. Por lo tanto, la disfunción tiroidea, incluyendo enfermedad tiroidea autoinmune, hipertiroidismo e hipertiroidismo podrían causar disfunciones pancreáticas.
   El páncreas comprende dos partes funcionales: la porción exocrina y la porción endocrina. La porción exocrina corresponde a 98-99% de la masa pancreática y secreta enzimas digestivas en el duodeno. Estas enzimas, las cuales incluyen tripsina, quimotripsina, amilasa y lipasa,  participan en la digestión de alimentos en el intestino. La porción endocrina (también conocida como islotes de Langerhans) produce y secreta cinco hormonas, las células α secretan glucagón, las células β secretan insulina, las células δ secretan somatostatina, las células γ secretan polipéptido pancreático  y las células ε secretan ghrelina. Glucagón e insulina son las principales hormonas responsables del mantenimiento de la homeostasis de la glucosa. Los desórdenes de la función de las células β han atraído la atención de los investigadores, pues alteran la secreción de insulina. Como consecuencia, en la diabetes, la homeostasis de la glucosa es alterada y el metabolismo energético tisular es afectado.
   En el páncreas embrionario, el patrón de expresión de TR ha sido examinado solamente en modelos animales. La expresión de TRα comienza a los 12,5 días del desarrollo embrionario e incrementa rápidamente hasta alcanzar niveles máximos en el nacimiento. Por el contrario, la expresión de TRβ comienza a los 15,5 días  y aumenta dramáticamente en las etapas tardías del desarrollo embrionario y en el nacimiento. Esta expresión diferencial de los TR sugiere  la existencia de diferentes rutas de señalización de las HT para el desarrollo embrionario del páncreas. En el páncreas postnatal humano están presentes los diferentes subtipos de TR y la T4 tiene una fuerte capacidad de unión a TR en el páncreas adulto. Los transportadores de HT son reguladores claves de la disponibilidad de HT en las células. Esta regulación se basa en los niveles de HT, pues la disponibilidad local juega un rol en el órgano blanco. El transportador MCT8 es altamente expresado en el páncreas adulto y es el principal responsable de la captación de T3, lo cual sugiere un rol clave en la función normal del páncreas. Otros transportadores como LAT1 y MCT10 han sido detectados en islotes pancreáticos humanos. Por otra parte, receptores para TRH y TSH  han sido observados en el páncreas. Los estudios sobre estos receptores han proporcionado la siguiente información: primero, la TRH puede ser secretada por el páncreas e induce la  activación del receptor del factor  de crecimiento epidermal (EGF). Segundo, la TRH tiene un efecto anti-apoptosis en el páncreas. Tercero, la TRH tiene una secreción rítmica durante el ciclo día-noche en tejidos periféricos como el hígado regulando funciones metabólicas. Con relación a la TSH, hay un reporte que demuestra que la TSH puede estimular la transcripción del gen GLUT2 a través de la activación  de la ruta de señalización p38MAPK.
   La investigación sobre el rol fisiológico de las HT en el páncreas comenzó en la década de los años cuarenta.  Uno de los primeros estudios descubrió que el tratamiento con HT producía un doble efecto en perros pancreatectomizados en el corto y largo plazo: hiperglucemia reversible (diabetes pretiroidea) o diabetes (lesiones en el páncreas y patología irreversible). Otro estudio encontró que la T4 podía ser desyodada a T3 en el páncreas, lo cual promovía la liberación de insulina. En la década siguiente, los estudios se enfocaron en los roles de las HT sobre el metabolismo energético y los efectos de las HT sobre las rutas de señalización de la insulina en órganos distintos al páncreas. Estos estudios asociaron los niveles de HT y sus rutas de señalización con el riesgo de desarrollar diabetes. Recientemente, las investigaciones se ocupan principalmente de la función de las HT en los mecanismos que gobiernan la patología de la diabetes.
   El desarrollo normal del páncreas (particularmente la porción  endocrina) es esencial para el normal desarrollo del cuerpo. Las alteraciones de la función del páncreas podrían comenzar en la vida fetal. Por ejemplo, la insulina es un potente factor de crecimiento y su deficiencia está asociada con retardo en el crecimiento fetal en humanos y animales. Las HT son las más poderosas hormonas del desarrollo. Los estudios in vitro e in vivo han confirmado que la HT tienen un rol  en diferentes fases del desarrollo fisiológico del páncreas. La T3 induce un incremento en el número de células ductales y células β. La T3 también induce la disminución del compartimento acinar, lo cual sugiere transdiferenciación de células endocrinas, posiblemente relacionada con la activación de la ruta de señalización Akt. Un estudio reciente demuestra que la T3 también promueve la diferenciación de stem cells embrionarias en células β incrementando el contenido y la secreción de insulina. Por el contrario, la deficiencia de HT disminuye la maduración de células pancreáticas. Un estudio reciente demuestra que el hipotiroidismo agudo disminuye la secreción de péptido C humano. El daño de la función del páncreas en el feto debido a hipotiroidismo materno podría tener efectos después del nacimiento, los cuales podrían contribuir a incrementar el riesgo de diabetes tipo 2. La disminución en la expresión de GLUT y glucoquinasa (GcK) en los islotes constituye un potencial mecanismo de mayor riesgo de diabetes en los descendientes de madres que sufren hipotiroidismo.
   En el período perinatal, la T3 es importante para la maduración de células β de acuerdo a la edad gestacional. En este proceso, las células β responden más a la glucosa con niveles aumentados de T3. La baja concentración local de HT en la mujer embarazada durante la gestación tardía solamente mantiene la proliferación de células β y la secreción basal de insulina, pero no promueve la maduración de la capacidad reguladora de la secreción de insulina estimulada por glucosa. Esto podría provocar menor sensibilidad del páncreas a la estimulación por la glucosa, deteriorar la morfología de los islotes pancreáticos y disminuir la secreción de insulina. Estos datos indican que el hipotiroidismo materno reduce el número de células β en el feto.
   Aunque los efectos de las HT sobre el desarrollo del páncreas en el período neonatal son menos cruciales que en la vida fetal, la función del páncreas  es aún considerada inmadura en la fase neonatal. Los estudios en animales confirman que las HT son esenciales para el desarrollo postnatal del páncreas. Sin embargo, entender completamente los efectos de las HT sobre el desarrollo postnatal del páncreas endocrino es complicado. Es posible involucrar varios niveles de rutas de señalización. Primero, la ruta de señalización de las HT puede ser aumentada en alguna extensión por la disminución de la expresión de D3 e incremento en los niveles de D1 en el islote, lo cual promueve mayores niveles de T3 activa en ratas. Los cambios en las isoformas de receptores de HT a través del desarrollo postnatal proporcionan el segundo mecanismo de regulación de la acción de las HT sobre el páncreas. El TRα predomina en los estadios tempranos, luego TRα y TRβ son iguales entre los 9 y 15 días postnatales, posteriormente predomina el TRβ.
   Estudios recientes demuestran que las enfermedades tiroideas autoinmunes a menudo aparecen simultáneamente con la diabetes tipo 1, lo cual sugiere que la mal función tiroidea puede estar involucrada en el proceso patológico de diabetes. Las enfermedades tiroideas autoinmunes, presentes como hipotiroidismo o hipertiroidismo, dependen principalmente de diferentes tipos de auto-anticuerpos plasmáticos: el hipotiroidismo a menudo es acompañado por anticuerpos anti-peroxidasa tiroidea (TPO Ab) o anticuerpos anti-tiroglobulina (Tg Ab), mientras el hipertiroidismo a menudo es asociado con la presencia de anticuerpos anti-receptor de TSH. El hipotiroidismo autoinmune altera la función del páncreas relacionada con la diabetes. Los niveles plasmáticos de TPO Ab y auto-anticuerpos proteína-2 asociada con insulinoma (IA-2 Ab), así como niveles plasmáticos bajos de péptido C en condiciones de ayuno han sido relacionados con la necesidad de tratamiento con insulina en los pacientes con diabetes tipo 1. Entonces, estos anticuerpos son una indicación del inicio del daño en los islotes pancreáticos.  En las enfermedades tiroideas autoinmunes, como la tiroiditis de Hashimoto, la glándula tiroides es hipoactiva y no produce suficiente HT. Esto afecta directamente al páncreas a través de los TR. Por el contrario, los reportes acerca de los efectos del hipertiroidismo autoinmune sobre la función pancreática son inconsistentes. Un estudio demuestra un efecto dual en células β en pacientes con hipertiroidismo: disminución de la liberación de insulina en respuesta a la hiperglucemia e incremento en los niveles de proinsulina  tanto en ayuno como en respuesta a una comida. El hipertiroidismo predice la presencia de anticuerpo pancreáticos y, en menor grado, el desarrollo de diabetes. Los altos niveles de HT en el hipertiroidismo influyen en la función pancreática. En este contexto, el tratamiento con altos niveles de T4 puede inducir apoptosis de células β pancreáticas. Por otra parte, un estudio reciente demuestra secreción de insulina estimulada por glucosa altera y masa de células β reducida en ratas hipertiroideas. El primer efecto puede estar relacionado con la disminución de la sensibilidad de los canales de K+ sensibles a ATP (KATP) y canales de Ca2+ tipo L de las células β. La disminución de la vida media de la insulina circulante en el hipertiroidismo agrava la disfunción pancreática y la diabetes. Por lo tanto, aunque se carece de evidencia para probar que los elevados niveles de HT causan diabetes, está claro que agravan la patogénesis pancreática durante la diabetes. 
   En conclusión, la función tiroidea ha sido asociada con la función pancreática. La identificación de TR funcionales en el páncreas sugiere un rol de las HT en la función pancreática. Por otra parte, los niveles normales de HT y la expresión normal de TR se relacionan directamente con la función pancreática normal. En primer lugar, niveles apropiados de HT en el feto son necesarios para el desarrollo normal del páncreas. En segundo lugar, las anormalidades en los niveles de HT en hipotiroidismo e hipertiroidismo, afectan la función endocrina del páncreas. Los bajos niveles de HT y la baja función de la glándula tiroides están relacionados con la patología de los islotes pancreáticos. Por otra parte, los niveles elevados de HT promueven el desarrollo de disfunción pancreática. Las investigaciones epidemiológicas y las investigaciones en animales sugieren una relación entre enfermedades autoinmunes, disfunción tiroidea y patología pancreática.
Fuente: Chen C et al (2018). The roles of thyroid and thyroid hormone in pancreas: physiology and pathology. International Journal of Endocrinology, Article ID 2861034.

martes, 21 de agosto de 2018


Corticoesteroides y el cerebro
El cerebro continuamente está expuesto  a niveles variables de hormonas corticoesteroideas adrenales  como corticosterona en roedores y cortisol en humanos. Las fluctuaciones naturales ocurren debido a variaciones ultradianas y circadianas o son causadas por la exposición  a situaciones estresantes. Humanos y roedores están expuestos  a situaciones estresantes que disparan una respuesta hormonal que promueve la adaptación. Esta respuesta hormonal involucra varias etapas. Directamente, después del estrés, los circuitos neurales del tallo cerebral provocan la activación del sistema nervioso simpático, causando un incremento en la liberación de adrenalina por la médula adrenal. Indirectamente, esto resulta en un incremento en la liberación de noradrenalina por los terminales nerviosos en el cerebro.  Más tarde, péptidos como hormona liberadora de corticotropina (CRH)  y vasopresina son liberadas en la eminencia media, lo cual causa la secreción de la hormona adrenocorticotropina (ACTH) por la hipófisis anterior en la circulación. En la corteza adrenal, esto causa la síntesis y liberación de cortisol en humanos o corticosterona en la mayoría de  roedores. Estas hormonas corticoesteroideas alcanzan muchos órganos, pero el cerebro es un blanco prominente.  
   Las hormonas corticoesteroideas, como muchas otras hormonas, muestran ritmos con variaciones diarias. En el caso de la secreción del cortisol y la corticosterona, se observa un pico previo al despertar, lo cual ayuda a coordinar procesos en anticipación a la fase activa del día. Durante la fase activa, los niveles de corticoesteroides disminuyen gradualmente hasta alcanzar un mínimo antes del inicio de la fase inactiva.  Los estudios de las décadas pasadas demostraron que el ritmo diario presenta múltiples picos ultradianos con intervalos entre los picos de aproximadamente 1 hora. Este patrón cíclico es causado por la demora  entre la activación y la retroalimentación negativa del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA). Las propiedades cinéticas y dinámicas de los pulsos ultradianos no son estáticas sino susceptibles a cambios por ejemplo en asociación con la activación del sistema inmune y enfermedades específicas. Los patrones ultradianos en la circulación, al menos en roedores, se mantienen en el cerebro. La existencia de pulsos ultradianos es importante para la actividad transcripcional óptima de las neuronas en respuesta a los corticoesteroides y modulan el grado en el cual el organismo responde al estrés.
   La exposición de células cerebrales a hormonas del estrés resulta en alteración de la actividad neuronal, después de la unión de la hormona a su receptor. El efecto de monoaminas y péptidos está determinada por la localización de los terminales nerviosos por los cuales son liberados en combinación con la distribución regional y subcelular de varios subtipos de receptores a los que se unen las hormonas así como también las rutas de señalización intracelular. Casi sin excepción, esto involucra receptores acoplados a proteína G, los cuales se unen a ligandos y median acciones que se desarrollan en minutos y generalmente son de corta duración, debido a la disociación del ligando del receptor u otros procesos como la internalización del receptor. Secundariamente, frecuentemente ocurren acciones de larga duración por ejemplo a través del CREB. En el caso de las hormonas corticoesteroideas, los potenciales efectos sobre la actividad  neuronal son determinados predominantemente por la distribución del receptor, pues los corticoesteroides atraviesan la barrera hematoencefálica bastante bien y básicamente alcanzan todas las células del cerebro, aunque la conversión enzimática local y el grado de accesibilidad a la célula contribuyen a la concentración intracelular de la hormona.
   Los corticoesteroides se unen a dos tipos de receptores en el cerebro, el receptor mineralocorticoide (MR) y el receptor glucocorticoide (GR), los cuales pertenecen  a la familia de receptores nucleares y actúan como reguladores transcripcionales. Ellos se unen como homodímeros –y posiblemente heterodímeros- a secuencias específicas de genes o interactúan con otros factores transcripcionales e interfieren con la función de estos factores. A través de ambas rutas, los receptores corticoesteroides activados  alteran los perfiles de expresión de genes de una manera lenta y persistente. De esta manera, los corticoesteroides afectan la función cerebral en el curso de horas a días. Sin embargo, este no es el único factor que determina la duración de las acciones de los corticoesteroides, la molécula efectora también es importante. Los cambios transcripcionales eventualmente alteran el nivel de moléculas importantes en las células cerebrales, como neurotransmisores, enzimas o receptores. Esto puede ser determinado bioquímicamente o con métodos electrofisiológicos. Cuatro principios generales emergen de esos estudios.
   Primero, la hormona cambia muchas propiedades de la célula al mismo tiempo. Esto no implica que todas las propiedades de la célula son igualmente sensibles a la administración de corticoesteroides. Por ejemplo, la exposición a corticosterona de neuronas piramidales CA1 del hipocampo incrementa corrientes de calcio tipo L, un efecto que se desarrolla con una demora de más de una hora. Indirectamente esto también incrementa una corriente de potasio dependiente de calcio, lo cual disminuye la frecuencia de disparo durante los períodos de impulsos excitadores.  Esto puede contribuir a la normalización de la actividad neuronal. Las señales de neurotransmisores también son alteradas por los corticoesteroides. Por ejemplo, la hiperpolarización causada por la activación de receptores serotonina-1a aumenta después de la activación del receptor GR.
   Segundo, los efectos de las hormonas corticoesteroideas son región dependiente. Nuevamente, las corrientes de calcio proporcionan un buen ejemplo. Mientras las neuronas piramidales CA1 en el hipocampo dorsal muestran un incremento en la amplitud de la corriente de calcio tipo L una hora después del pulso de corticosterona, las células granulosas del girus dentado no muestran dicho incremento. A nivel transcripcional, las neuronas en las dos áreas responden de una manera comparable. A nivel funcional, las células granulosas no muestran ningún efecto de la exposición a corticosterona. Esto enfatiza que: (i) las rutas de señalización desencadenadas por el GR y (ii) el contexto celular son importantes para determinar el efecto de la corticosterona.  La información disponible actualmente sugiere que las neuronas piramidales en el área CA1 dorsal del hipocampo y en la corteza prefrontal ventromedial responden de una manera comparable a la activación del GR, mientras las neuronas principales en el hipocampo ventral y en la amígdala basolateral (ABL) muestran efectos opuestos.
   Tercero, la dependencia de dosis  de las acciones de los corticoesteroides está relacionada con la afinidad de los receptores. La Kd de los MR  está en el rango subnanomolar, mientras la Kd de los GR es aproximadamente diez veces mayor. Bajas concentraciones de corticosterona, como las circulantes durante condiciones no estresantes, son suficientemente altas para activar una parte sustancial de los MR, pero bajas para activar a los GR. Cuando los niveles de corticoesteroides aumentan por ejemplo en anticipación a la fase activa, alcanzan niveles que también pueden activar a los GR. En ausencia de corticosterona, la amplitud de la corriente de calcio tipo L es alta. La administración de dosis bajas de corticosterona resulta en disminución de la amplitud de la corriente de calcio. Cuando las concentraciones de corticosterona aumentan, la amplitud de la corriente de calcio aumenta nuevamente. Casi todas las células del cerebro expresan GR, pero la expresión de MR es mucho más restringida.  En aquellas áreas del cerebro donde la expresión de MR es muy baja, la dependencia de dosis de las acciones de los corticoesteroides sobre la función celular puede ser lineal más en forma de U. 
   Cuarto, además de los efectos lentos de la corticosterona, se han descrito también acciones rápidas. Los estudios iniciales sugieren que la corticosterona puede cambiar la función celular en minutos. En las neuronas parvocelulares del núcleo paraventricular del hipotálamo, la corticosterona disminuye la liberación de vesículas que contienen glutamato a través de una señal retrograda que involucra al receptor canabinoide-1. Recientemente, varios estudios demuestran el rol del GR más que del MR en las acciones rápidas de los corticoesteroides. Las células del hipocampo dorsal también pueden responder rápidamente a la corticosterona. Sin embargo, los efectos son en la dirección opuesta a los observados en el NPV e involucran a los MR más que a los GR. Más específicamente, la corticosterona incrementa rápidamente  y reversiblemente la frecuencia de corrientes postsinápticas excitadoras miniaturas (mEPSC), cada corriente representa la respuesta postsináptica a una vesícula que contiene glutamato liberada espontáneamente (presinapticamente). La concentración de corticosterona requerida para inducir estas acciones rápidas en el hipocampo es mayor que la requerida para las acciones mediadas por genes vía MR. Esto sugiere que el MR puede funcionar como un sensor cerebral (al menos en el hipocampo) para los cambios en la concentración  de corticoesteroides dependientes del estrés o ultradianos y convertir estos cambios en la concentración de corticoesteroides en cambios funcionales.   Por otra parte, los efectos rápidos de la corticosterona en la ABL  no son idénticos a los observados en el hipocampo dorsal. En la ABL, la frecuencia mEPSC es también rápidamente incrementada por la corticosterona, pero los efectos son de mayor duración. Esto cambia el estado de la célula de forma tal que un posterior pulso de corticosterona induce un efecto diferente, esto es, disminuye la frecuencia de mEPSC. Este fenómeno es llamado “metaplasticidad”  de las acciones de los corticoesteroides.
   Los efectos neuronales después del estrés que involucran receptores MR,  receptores para monoaminas y péptidos que son liberados en respuesta al estrés difieren de los efectos genómicos mediados por los GR. Mientras los efectos rápidos son particularmente importantes para la activación de circuitos específicos en el cerebro, los efectos lentos pueden contribuir a la normalización de la actividad aumentada. Los estudios de neuroimagen en humanos demuestran que poco tiempo después del estrés los recursos energéticos son redistribuidos en el cerebro, a partir de áreas involucradas en funciones cognitivas superiores hacia las redes y  áreas involucradas en estrategias habituales, como el núcleo caudado. Las observaciones conductuales en humanos y roedores demuestran que aproximadamente 20 minutos después del estrés  se observa un pico de cortisol y aumentan el procesamiento emocional, la atención y la vigilancia. El grado en el cual la información está relacionada con el contexto se reduce y el individuo recurre a estrategias estímulo-respuesta. Cuando son expuestos a situaciones de toma de decisiones, los individuos actúan con una perspectiva a corto plazo. Cuando los sujetos son examinados una o varias horas después del estrés, su rendimiento es completamente diferente, el procesamiento emocional es reprimido, aumenta la contextualización y la función ejecutiva es facilitada. Las dos fases de la respuesta celular y conductual al estrés son necesarias. Cuando los individuos son expuestos a situaciones potencialmente peligrosas deben ser capaces de actuar rápidamente sobre el estímulo y escoger estrategias simples pero efectivas para escapar. Esta fase está relacionada con la clásica respuesta “luchar o huir”. La segunda fase ha recibido menos atención, pero es igualmente importante: literalmente ayuda a colocar la situación en la perspectiva correcta, racionalizar eventos y escoger soluciones más complejas que son beneficiosas (y recordadas) a largo plazo. 
   La disfunción  de la fase conductual de la respuesta al estrés  puede reducir la capacidad adaptativa del individuo. Una respuesta emocional “normal” después del estrés puede convertirse en un factor de riesgo si no es seguida por una segunda fase completamente funcional, lo cual normalmente podría ayudar a poner las cosas en la perspectiva correcta. Una disfunción secundaria a la fase dependiente de GR ocurre en individuos con resistencia a los glucocorticoides o cuando la liberación de corticoesteroides después del estrés es atenuada. Está demostrado que esto ocurre en asociación con polimorfismo o haplotipos de GR. Esta predisposición genética es más manifiesta cuando los disturbios del eje HHA  se combinan  con múltiples exposiciones a los eventos mayores de la vida, especialmente cuando  tienen lugar durante el desarrollo del eje HHA o durante el desarrollo cerebral. Los elementos disfuncionales en el eje HHA, particularmente relacionados con el balance entre los eventos mediados por MR y GR pueden predisponer al individuo a enfermedades psiquiátricas y neurológicas, un proceso que puede ser amplificado por múltiples eventos en la vida. Esta predisposición probablemente no se relacione solamente con desordenes cerebrales, sino también con enfermedades que involucran a otros tejidos blancos de las hormonas corticoesteroideas como el sistema cardiovascular y el tejido adiposo. 
   En conclusión, los niveles de corticoesteroides en el cerebro están asociados con un complejo mosaico de cambios en la actividad neuronal dependientes de tiempo y región. Los experimentos en humanos y roedores han revelado que estas características celulares dependientes de tiempo y región también son reflejadas en distintos patrones cognitivos después del estrés. En la respuesta al estrés, después de un pico de corticoesteroides, aumentan la atención y la vigilancia,  y las áreas involucradas en respuestas emocionales  y conductas simples muestran incrementos de actividad. Después del estrés, las áreas involucradas en funciones cognitivas superiores se vuelven activas permitiendo al individuo relacionar los eventos estresantes a un contexto específico y almacenar información para su uso en el futuro. Ambas fases de la respuesta cerebral al estrés son importantes para enfrentar un ambiente continuamente cambiante  y promover la adaptación en el corto y largo plazo. Una respuesta balanceada durante las dos fases es esencial para la resiliencia. Este balance puede  estar comprometido  después de la exposición repetida al estrés, particularmente en individuos genéticamente vulnerables.
Fuente: Joëls M (2018). Corticosteroids and the brain. Journal of Endocrinology 238: R121-130.

miércoles, 15 de agosto de 2018


Apelina y fisiología reproductiva
Es bien conocido que  el tejido adiposo está implicado en la secreción de varias hormonas como adiponectina, resistina, leptina, visfatina y apelina llamadas adipoquinas “hormonas derivadas del tejido adiposo”.  Hay evidencia que el incremento en la producción de adipoquinas puede tener una fuerte relación con resistencia a la insulina, síndrome metabólico y obesidad. La apelina es un péptido regulador, identificado como ligando endógeno del receptor apelina llamado APJ. Recientemente, el sistema apelinérgico (apelina y APJ) ha sido localizado en el eje hipotálamo-hipófisis-gónada (HHG) y la apelina ha sido descrita como un factor beneficioso en el control de la  reproducción femenina y masculina.
   La apelina ha sido aislada de extractos de estómago  de bovino como un ligando endógeno del receptor orfan APJ (proteína relacionada con el receptor angiotensina AT1), el cual es un receptor acoplado a proteína G. La apelina humana es codificada por el gen APLN localizado en el cromosoma Xq25-26. Este péptido tiene un precursor preproapelina de 77 aminoácidos y existe en múltiples formas moleculares con diferentes actividades biológicas. La preproapelina nativa, como resultado de hidrólisis enzimática, es transformada en las formas activas: apelina-36 (preproapelina-42-7), apelina-17 (preproapelina 61-77) y apelina-13 (preproapelina 65-77). La forma más corta de la apelina (apelina-13) tiene una potencia biológica mucho mayor que la forma más larga (apelina-36) y ha sido usada en experimentos in vitro e in vivo para investigar las funciones fisiológicas de la apelina.  Adicionalmente, la pir-apelina-13 y la apelina -17 exhiben unión al sitio catalítico de la enzima convertasa de angiotensina-2 (ACE2) y la ACE2 humana puede actuar sobre  pir-apelina-13 y apelina-17. La pir-apelina-13 es una isoforma principal en tejidos humanos, por ejemplo, en el tejido cardiaco de pacientes con enfermedad coronaria y la concentración plasmática varía entre 7,7 y 23,3 pg/ml. Más aún,  pir-apelina-13, apelina-13 y apelina-36 tienen similar eficacia y potencia en el tejido cardiovascular humano.
   La región N-terminal de la apelina es rica en aminoácidos hidrofóbicos, indicando que representa la secuencia señal secretora, mientras la región C-terminal tiene una secuencia de 23 aminoácidos y es crítica para la actividad biológica. Las preproapelinas de bovino, humano, rata y ratón tienen 76-95% de homología. La forma endógena de estas proteínas es un dímero unido por un enlace disulfuro. Las formas maduras de apelina no tienen residuos cisteína y son proteínas monoméricas. Para la unión de la apelina a su receptor es necesario un C-terminal de 13 aminoácidos, lo cual se observa en la apelina-36 y la pir-apelina-13. La expresión de apelina ha sido detectada en varios órganos y tejidos como estómago, cerebro, corazón, pulmón, útero y ovario. Adicionalmente, la literatura documenta la localización de apelina en el endotelio de arterias pequeñas en muchos órganos de la rata como pulmón, bazo, hígado, páncreas y tejido adiposo. La expresión de apelina aumenta durante la diferenciación de los adipocitos y su producción es regulada por varios factores, incluyendo hormona de crecimiento, factor de necrosis tumoral e insulina, los cuales incrementan la producción de apelina por los adipocitos.
   La ruta de señalización de la apelina juega un rol en la regulación central y periférica del sistema cardiovascular, como presión arterial y flujo sanguíneo, en la ingesta de agua y alimento y posiblemente en la función inmune. La apelina causa vasorelajación dependiente del endotelio a través de la liberación de óxido nítrico e incrementa  la contractilidad del miocardio. Más aún, la apelina es un potente factor angiogénico que induce la proliferación y migración de células endoteliales y el desarrollo de vasos sanguíneos. La expresión del receptor APJ ha sido detectada en regiones del cerebro que son críticas para el control de la homeostasis de fluidos. Los niveles de apelina y APJ aumentan en tejido adiposo y plasma de sujetos obesos. Sin embargo, la obesidad ha sido asociada con hiperinsulinemia, la cual puede ser la principal causa del incremento en la expresión de apelina. Por otra parte, la apelina inhibe la liberación de insulina. En ratones, la apelina inhibe la secreción de insulina estimulada por glucosa, lo cual sugiere una relación con la homeostasis de la glucosa. Por otra parte, los niveles plasmáticos de apelina están relacionados con el estatus nutricional en ratones y humanos. El tratamiento con apelina por 14 días en ratones regula la adiposidad  e incrementa la expresión de proteína desacopladora (UCP), lo que sugiere un rol de la apelina en el metabolismo energético. Los datos de la literatura indican que la apelina tiene efectos anti-inflamatorios sobre la liberación de los mediadores inflamatorios. La apelina también inhibe la liberación de especies reactivas de oxígeno (ROS) en los adipocitos y promueve la expresión de enzimas antioxidantes. Adicionalmente, la apelina puede jugar un rol importante en el progreso de tumores linfáticos.
   El receptor APJ es codificado por el gen APLNR (también conocido como AGTRL1, APJR, APJ y FLJ90771). El APJ es un receptor acoplado a proteína G identificado en 1993 y su estructura muestra una alta homología (40-50% en la región transmembrana) con el receptor de angiotensina II tipo AT1, pero la angiotensina II no es capaz de unirse al APJ. La localización de este gen se encuentra en los cromosomas 2E1 (ratones) y 3q24 (rata). La estructura y función del promotor del gen APJ humano no está completamente clara. El APJ tiene una alta semejanza (90%) entre  humanos, ratas y ratones y aproximadamente 50% entre humano, macaco, vaca y rana. El APJ, debido a las diferentes afinidades por las isoformas de apelina, interactúa con la activación de muchas rutas de señalización causando diversos efectos en el cuerpo. En los experimentos iniciales, se observó  que la apelina-13 tiene un efecto estimulador sobre el cAMP por la unión del APJ a la proteína Gi/o. El APJ también puede actuar a través de las proteínas Gαi1 y Gαi2 para inhibir a la adenil ciclasa en ratas.  Adicionalmente, la apelina unida al APJ activa la fosforilación de la fosfoinositido 3 quinasa (PI3K) y la proteína quinasa B (Akt), las cuales juegan un importante rol en la proliferación celular o la apoptosis. La señal APJ cambia el nivel de ROS y la apelina con el APJ puede estimular la producción de catalasa e inhibir la producción de peróxido de hidrógeno y por lo tanto proteger contra la hipertrofia cardiaca. Adicionalmente, la apelina al reducir la producción de ROS y activar a la actina quinasa protege a las neuronas de la muerte celular. Una forma de apelina, apelina-13, a través de la fosforilación de la quinasa activada por 5´AMP (AMPK) disminuye el proceso de apoptosis neuronal. Los estudios con ratones APJ “knockout” demuestran que la apelina-13 al unirse con el APJ regula negativamente a la AMPK, lo cual disminuye el proceso de lipólisis, la degradación hidrolítica de triglicéridos a ácidos grasos y glicerol, en el tejido adiposo. La expresión de APJ ha sido demostrada en varios tejidos incluyendo cerebro, ovario, riñón, páncreas, mama y corazón. En humanos, la expresión de APJ es alta en el cerebro y el bazo y ligeramente menor en el ovario y la placenta. Por el contrario, en ratas y ratones la mayor expresión de APJ se observa en células cardiacas. La expresión de APJ es regulada por muchos factores, por ejemplo, los estrógenos, la  insulina, el cAMP y el estrés estimulan significativamente la secreción de APJ por células del tejido adiposo.
   El reciente descubrimiento de un nuevo péptido endógeno como ligando de APJ, conocido como Elabela y Toddler, en varias especies de vertebrados incluyendo humanos, ha sido involucrado en el desarrollo temprano. Este péptido existe en múltiples isoformas endógenas. Los estudios sobre activación de receptor revelan que el péptido toddler-21 actúa uniéndose al APJ e induce la internalización del receptor. Los perfiles de expresión de elabela/toddler y apelina son diferentes durante el desarrollo. En particular, durante la gastrulación, elabela/toddler es altamente expresado, mientras la expresión de apelina se mantiene baja. Sin embargo, después de este período, la expresión de elabela/toddler cae bruscamente y los niveles de apelina comienzan a aumentar. Estos hallazgos indican que elabela/toddler es un ligando de APJ crítico durante el desarrollo cuya señal difiere significativamente de la señal de la apelina. El ligando elabela/toddler actúa en el corazón humano a través de una ruta de señalización dependiente de proteína G y β-arrestina y en el corazón de la rata incrementa la contractilidad cardiaca de una manera dependiente de ERK1/2.
   El sistema nervioso central, especialmente en hipotálamo e hipófisis, contiene sitios primarios de la acción de la apelina. Las neuronas apelinérgicas tienen múltiples roles en el control de la conducta, la liberación de hormonas por la hipófisis y los ritmos circadianos. La expresión de apelina y APJ ha sido observada en el núcleo supraóptico  (NSO) del hipotálamo y en las partes magnocelular y parvocelular del núcleo paraventricular (NPV) en ratas. En el hipotálamo, las fibras nerviosas apelinérgicas han sido detectadas en los núcleos periventricular, supraquiasmático, ventromedial y dorsomedial y en el  área retroquiasmática. En el núcleo arqueado (ARC) del hipotálamo, la apelina se localiza con propopiomelanocortina (POMC) y neuropéptido Y (NPY). El receptor APJ está presente en las neuronas POMC del ARC. El sistema apelina/APJ también ha sido detectado en hipófisis anterior y posterior de la rata. La localización hipotalámica de la apelina sugiere un rol en el control de la liberación de hormonas. En este contexto, la apelina-17 incrementa significativamente la liberación basal de hormona adrenocorticotrópica (ACTH) por la hipófisis anterior. Más aún, la apelina-17 incrementa la liberación de hormona estimulante de melanocitos-α (MSH-α), lo que sugiere que la apelina liberada somatodendriticamente o axonalmente por las neuronas POMC puede estimular la liberación de MSH-α de una manera autocrina.  En el hipotálamo, la apelina puede estar involucrada en la ingesta de alimento. En ratas, la inyección intracerebroventricular (icv) de apelina-13 incrementa la ingesta de alimento a través de la inhibición de la expresión del transcripto  regulado por anfetamina y cocaína (CART) y la estimulación de la secreción de serotonina a través del incremento en la expresión de orexina en el hipotálamo. En ratones, la infusión crónica icv de apelina-13 incrementa la expresión de factores proinflamatorios asociados con niveles plasmáticos elevados de interleucina-1β (IL-1β). La apelina-13 también está involucrada en la supresión de la autofagia de células neurales. Por otra parte, la apelina-13 disminuye los niveles de prolactina (PRL), hormona luteinizante (LH) y hormona estimulante del folículo (FSH). La administración icv de apelina produce un efecto anticonceptivo mediado por el receptor APJ. 
   El sistema apelinérgico es expresado en el ovario de muchas especies, incluyendo bovino, mono Rhesus, porcino y humano. La expresión de APJ aumenta en las células tecales (CT) con el crecimiento del folículo. Experimentos in vitro demuestran que varios factores regulan  la expresión de apelina/APJ; por ejemplo, la progesterona (P4)  y la FSH estimulan la expresión de APJ en células granulosas (CG), mientras la LH induce la expresión de apelina y APJ en CT. En el ovario bovino, el nivel de expresión de apelina durante el ciclo estral es significativamente mayor que durante la gestación. Más aún, el nivel de apelina es alto durante el ciclo estral y disminuye después de la regresión del cuerpo lúteo (CL), mientras en los folículos ováricos la expresión de apelina/APJ es regulada al alza significativamente en los folículos con una concentración  de estradiol (E2)  de más de 5ng/ml, lo cual sugiere que el sistema apelina/APJ  está involucrado en el mecanismo de regulación de la angiogénesis durante la maduración folicular así como también en la formación y función del CL. La localización de apelina ha sido detectada en el citoplasma de células luteales en todos los estadios del desarrollo del CL. El sistema apelina/APJ también ha sido identificado en células de ovario humano, con los mayores niveles en CG en comparación con las CT. La presencia de apelina/APJ en varias células del ovario y sus cambios durante el desarrollo del folículo y el CL sugiere un rol de la apelina en el control de varios aspectos de la función del ovario como la foliculogénesis, la secreción de hormonas esteroides, la proliferación o la apoptosis.
   Los estudios in vitro indican que la apelina puede regular directamente la estroidogénesis en células ováricas. La apelina a través de la activación del receptor APJ causa un incremento significativo en la secreción de P4 y E2. Como mecanismo molecular  de acción de la apelina en el proceso de síntesis  de hormonas esteroides, varios autores consideran la activación de la proteína quinasa activada por mitogeno (MAPK). En ovario de rata, la apelina estimula la proliferación de CG e inhibe el proceso de apoptosis a través de la activación de la ruta Akt. En células de ovario bovino, un estudio in vitro demuestra que la apelina estimula la producción de P4 y la proliferación de estas células a través de la activación de la Akt. Adicionalmente, los investigadores demostraron un efecto inhibidor de la apelina sobre la maduración de oocitos y la liberación de P4 por células del cúmulus, indicando  el rol directo de esta adipoquina en la maduración de oocitos. Otro estudio, también en ovario bovino, sugiere un rol de la apelina en la atresia folicular inducida por apoptosis de CG en concordancia con la  alta expresión del receptor APJ en los folículos atrésicos. La apelina es también un regulador del proceso de luteolisis. En la mitad de la fase luteal, se observa en el  CL (sensible a PGF2α) un incremento transitorio en el flujo sanguíneo asociado con la estimulación de la sintetasa de óxido nítrico endotelial (eNOS),  considerada como la primera señal del inicio de la luteolisis. La apelina activa la producción de óxido nítrico que resulta en la expansión de vasos sanguíneos.
   Con relación a los efectos de la apelina en la reproducción masculina, la infusión de apelina-13 en ratas machos suprime significativamente la liberación de LH en comparación con un grupo control, mientras los niveles de FSH no difieren significativamente. Más aún, los niveles plasmáticos de testosterona en el grupo apelina-13 son significativamente menores que en el grupo control. El examen histológico demuestra que la infusión de apelina-13 disminuye significativamente el número de células de Leydig, lo cual sugiere que la apelina puede jugar un rol en la regulación central de la liberación de testosterona a través de la supresión de la secreción de LH.
   En conclusión, el sistema apelinérgico (apelina/APJ) ha sido identificado en hipotálamo, hipófisis, ovario y testículo de muchas especies y tiene efectos autocrinos y/o paracrinos sobre la regulación  de la reproducción femenina y masculina. Los estudios recientes indican que la apelina tiene un efecto inhibidor sobre la secreción de gonadotropinas y PRL en hembras, mientras en ratas machos, se reporta un efecto inhibidor de la apelina sobre la secreción de LH y testosterona.  La apelina también participa en la regulación directa de la fisiología del ovario, está claro que la apelina tiene un efecto estimulador sobre la esteroidogénesis y la proliferación celular y una acción inhibidora sobre la apoptosis celular a través de la activación de varias proteínas quinasas como AMPK, ERK y Akt.
Fuente: Kurowska P et al (2018). Apelin in reproductive physiology and pathology of different species: A critical review. International Journal of Endocrinology Article ID9170480.

sábado, 11 de agosto de 2018


Orexinas, tejido adiposo y páncreas
Los neuropéptidos orexina A y orexina B (hipocretinas 1 y 2) fueron identificadas originalmente en el hipotálamo de la rata como productos del clivaje proteolítico  de la proteína precursora, preproorexina. La orexina A y la orexina B están compuestas por 33 y 28 aminoácidos, respectivamente. Los dos péptidos se unen a  receptores acoplados a proteína G llamados receptor orexina 1 (OXR1) y receptor orexina 2 (OXR2). El OXR1 es activado equipotencialmente por ambos péptidos, mientras el OXR2 tiene una selectividad aproximadamente 10 veces mayor por la orexina B. La señal del receptor orexina es multifacética; no obstante, la MAPK, la adenil ciclasa, los iones calcio y las fosfolipasas son consideradas como moléculas intracelulares esenciales para transmitir las señales de la activación de los receptores orexina. Los reportes iniciales señalaron la importancia de las orexinas y sus receptores en el control del peso corporal y la homeostasis energética a través de la estimulación de la ingesta de alimentos, el gasto de energía así como también por  el control del ciclo sueño-vigilia. Los estudios en ratones y perros proporcionaron  evidencia que la deficiencia de orexina o la inactivación genética del OXR2 causa narcolepsia. Más aún, la deficiencia de orexina A en humanos está asociada con narcolepsia, una excesiva somnolencia diurna. Dado que la narcolepsia está asociada con un mayor riesgo de obesidad y diabetes mellitus tipo 2, se asume que la deficiencia de orexina puede contribuir al desbalance de la glucosa y a la fisiopatología de la obesidad.  Los ratones transgénicos con ablación de las neuronas que contienen orexina desarrollan narcolepsia y obesidad. Por el contrario, la sobre expresión de orexina u OXR2 en roedores protege contra la obesidad inducida por dieta, mejora el control de la glucosa y la sensibilidad a la leptina. La orexina A exógena atenúa la adiposidad en ratas y ratones con obesidad inducida por dieta, lo cual apoya las observaciones en animales modificados genéticamente.
   El mantenimiento del peso corporal y la homeostasis energética es controlado  por múltiples factores metabólicos y hormonales. La inyección de orexina A en el hipotálamo ventromedial activa el sistema nervioso simpático promoviendo la captación de glucosa y la síntesis de glucógeno en el músculo esquelético. Adicionalmente, la orexina A es requerida para mantener la actividad motora  así como también la señal insulina en el hipotálamo, lo cual  resulta en mejoramiento de la sensibilidad a la insulina en la periferia. Fuera del sistema nervioso central, las orexinas y/o sus receptores son expresados en el tracto gastrointestinal, el sistema reproductivo, las glándulas suprarrenales, el corazón, el páncreas y el tejido adiposo. La orexina A circula en la sangre y sus niveles  se correlacionan negativamente con el índice de masa corporal en humanos. Los niveles plasmáticos de orexina A están asociados negativamente con la resistencia a la insulina y positivamente con la sensibilidad a la insulina en pacientes con diabetes tipo 2. Por otra parte, los niveles plasmáticos de orexina A son bajos en mujeres embarazadas con diabetes mellitus gestacional. Estos datos sugieren una relevancia funcional de la orexina A  en el contexto de la fisiopatología de la obesidad y la diabetes tipo 2.
   El peso corporal, el control de la glucemia y el metabolismo son influenciados por el tejido adiposo y las células α y β del páncreas. El tejido adiposo no solo almacena energía, también produce y libera factores que participan en la regulación de la homeostasis energética. La disfunción del tejido adiposo no solo es una característica de la obesidad, también incrementa la resistencia a la insulina en la diabetes mellitus tipo2 (DMT2). Las células α y β del páncreas producen y liberan glucagón e insulina, respectivamente. La insulina disminuye los niveles postprandiales de la glucosa sanguínea, mientras el glucagón aumenta la glucosa sanguínea. La pérdida de células β y la desregulación de la secreción de insulina y glucagón contribuyen a la alteración del control de la glucemia en la diabetes tipo 1 y tipo 2. Las orexinas interactúan con el tejido adiposo y con el páncreas endocrino, y están relacionadas con la fisiopatología de la obesidad y la diabetes.
   Las dos isoformas de OXR están presentes en los adipocitos. Mientras y OXR1 y OXR2  han sido identificados en adipocitos aislados de tejido adiposo subcutáneo humano, otros estudios reportan que el OXR1, pero no el OXR2, está presente en preadipocitos humanos. En tejido adiposo subcutáneo y visceral de porcino, la expresión de OXR1 es mayor que la de OXR2. Por otra parte, ratones alimentados con dieta rica en manteca de cerdo (45%) expresan dos veces más preproorexina en tejido adiposo blanco, que los animales alimentados con dieta suplementada con 5 % de manteca  de cerdo. Hay evidencia que la manteca de cerdo induce estrés de retículo endoplásmico (RE) en tejido adiposo de rata. El estrés RE estimula la actividad de numerosos factores de transcripción, lo cual sugiere que el RE puede ser relevante en la expresión de preproorexina inducida por dieta rica en manteca de cerdo. Sin embargo, debido a la naturaleza heterogénea del tejido adiposo, el cual está compuesto por muchos tipos de células incluyendo preadipocitos, adipocitos, macrófagos y fibroblastos, la fuente celular de preorexina en el tejido adiposo es desconocida.
   La orexina A estimula, mientras la orexina B suprime la proliferación de preadipocitos de rata in vitro. La orexina A y la orexina B  pueden aumentar el crecimiento de preadipocitos de porcino. Por otra parte, la orexina A protege a los preadipocitos de la apoptosis. Las propiedades promitogénica y antiapoptosis de la orexina A  son mediadas por un mecanismo dependiente  de ERK1/2. El rol de las orexinas en el control de la diferenciación de preadipocitos en adipocitos maduros en roedores no es completamente claro. Por el contrario, en porcinos, un estudio reciente demuestra que ambas orexinas aumentan la diferenciación de preadipocitos a juzgar por el incremento en la acumulación de lípidos y la expresión de genes proadipogénicos: PPARG2, C/EBPA y C/EBPB.  Los estudios que evalúan el rol de las orexinas en el contexto de la adipogénesis humana son escasos. Uno de esos estudios reporta la incapacidad de la orexina A para inducir la expresión  de marcadores adipogénicos en preadipocitos aislados. En resumen, las orexinas pueden estimular o suprimir la proliferación y diferenciación  de una manera específica de especie. Mientras en roedores, la orexina A estimula el crecimiento de preadipocitos y los protege de la apoptosis, la orexina B suprime la proliferación celular. Por el contrario, las orexinas A y B inducen la proliferación y diferenciación  de preadipocitos aislados  de cerdos. En humanos, la orexina A  falla en estimular la diferenciación de preadipocitos.
   Los adipocitos producen y liberan una variedad de adipoquinas que influyen en el metabolismo de la glucosa, la sensibilidad a la insulina y juegan un rol en la fisiopatología de la obesidad. La orexina estimula la expresión y secreción de adiponectina en adipocitos, regulan al alza las concentraciones plasmáticas de orexina A en animales delgados, obesos y diabéticos e incrementan los niveles de FGF21 en animales con DMT2. En vivo, la orexina A puede reducir los niveles de leptina en ratas y ratones. Por el contrario, la orexina A estimula la expresión y secreción de leptina en adipocitos aislados de porcino. En un modelo de rata con DMT2 y obesidad, el tratamiento con orexina A durante cuatro semanas disminuye los niveles de glucosa en ayunas y reduce los niveles plasmáticos de las citoquinas proinflamatorias TNFα, resistina y visfatina. Estas tres citoquinas contribuyen a la resistencia a la insulina, alteran la secreción de insulina y juegan un rol en la fisiopatología de la obesidad. Dado que estas hormonas son producidas y secretadas por los adipocitos, es posible que la orexina A pueda mejorar el control de la glucosa y la sensibilidad a la insulina influyendo en la liberación de adipoquinas pro- y anti-inflamatorias de una manera favorable.
   La capacidad de los adipocitos marrones para generar calor es controlada por factores ambientales y hormonales, así como también por el sistema nervioso simpático. Los OXR son altamente expresados  en regiones cerebrales responsables de la termorregulación como el rafe pallidus. Por otra parte, el frío provoca la estimulación de preproorexina en el hipotálamo lateral, lo cual indica que las orexinas pueden estar involucradas en el control de la temperatura corporal. En este contexto, la administración de orexina A en el rafe pallidus induce la termogénesis en el tejido adiposo marrón. En ratones, las neuronas orexina son requeridas para la fiebre inducida por prostaglandina E2 así como para la adaptación al frío ambiental. Un estudio reciente demuestra que ratones con deficiencia de orexinas tienen mayor cantidad de depósitos de tejido adiposo marrón. Adicionalmente, los ratones obesos con deficiencia de orexinas tienen reducción de gasto de energía y consumo de oxígeno. La orexina A es requerida para la adipogénesis en el tejido adiposo marrón en roedores. Los efectos positivos directos de las orexinas sobre la diferenciación de preadipocitos marrones han sido confirmados en experimentos in vitro. Los mecanismos de diferenciación de los preadipocitos marrones estimulada por orexinas incluyen la activación mediada por OXR1 de fosfolipasa C y MAPK. Por el contrario, hay evidencia que la orexina A falla en estimular la diferenciación de preadipocitos marrones así como la expresión de genes termogénicos en preadipocitos marrones obtenidos de humanos. Por lo tanto, las propiedades termogénicas de la orexina A podrían ser específica de especie.
   Un buen número de estudios evalúan la presencia del sistema orexina en el páncreas endocrino. La presencia de OXR1, pero no OXR2, ha sido detectada en islotes pancreáticos de rata. La orexina A ha sido identificada en células β de rata y cobayo y en células α de islotes de rata. Por otra parte, la inmunoreactividad de orexina A ha sido reportada en células endocrinas de páncreas humano. La secreción de orexina A por islotes pancreáticos aislados de rata incrementa con las bajas concentraciones (2,8 mM) de glucosa, mientras con altas concentraciones (16,7 mM) de glucosa, disminuye la liberación de orexina A. Por otra parte, la aplicación de glucagón reduce la secreción de orexina A en islotes pancreáticos de ratas con bajas y altas concentraciones de glucosa. La reducción de la liberación de orexina A por el glucagón no es revertida por la co-incubación con diazoxide, un bloqueador de la secreción de insulina, lo cual sugiere que la inhibición de la liberación de orexina A por el glucagón es independiente de insulina. La relevancia del glucagón en la supresión de los niveles de orexina A ha sido confirmada in vivo. La administración de glucagón reduce los niveles circulantes de orexina A en humanos delgados sanos y  pacientes con diabetes tipo 1 así como también en ratones obesos no diabéticos.  Considerando los efectos opuestos de la orexina A y el glucagón sobre los niveles sanguíneos de glucosa (reducción vs aumento), el glucagón  puede prevenir una excesiva disminución de la concentración sanguínea de glucosa en respuesta a la orexina A. Por otra parte, el glucagón puede estimular la lipólisis, mientras la orexina A suprime este proceso. Entonces, la inhibición de la secreción de orexina A por el glucagón puede ser un evento relevante para el metabolismo de lípidos modulado por orexina A y explica, al menos parcialmente, porque la carencia de orexina A promueve la lipogénesis in vivo.
   La inyección subcutánea aguda así como la administración prolongada de orexina A y orexina B provoca un incremento en los niveles sanguíneos de insulina en ratas. In vitro, los estudios de perfusión demuestran que la orexina A aumenta la secreción de insulina en el páncreas de la rata. La orexina B también es capaz de incrementar la liberación de insulina por tejido pancreático de ratas sanas y diabéticas. En humanos, la elevación de los niveles sanguíneos de insulina ha sido reportada durante la infusión de orexina A. La adenil ciclasa y los receptores rianodina intervienen en los efectos de la orexina A sobre la exocitosis de insulina, lo cual sugiere que la estimulación de la secreción de insulina por la orexina A es mediada por mecanismos dependientes de AMP cíclico y calcio. Sin embargo, es necesario puntualizar que hay datos contradictorios con relación al rol de la orexina A en la regulación de la secreción de insulina. Por ejemplo, algunos estudios reportan que la orexina A exógena disminuye los niveles sanguíneos de glucosa en ratas sanas y diabéticas sin afectar la concentración de insulina. Con relación a la regulación de la secreción de glucagón por la orexina A, los hallazgos reportados son más consistentes. La orexina A suprime la secreción de glucagón en páncreas perfundido in situ de rata e islotes pancreáticos aislados de rata. Adicionalmente, un estudio in vitro reciente demuestra que la orexina A disminuye la secreción de glucagón en islotes pancreáticos de porcino. Sin embargo, los estudios en humanos no demuestran cambios en los niveles plasmáticos de glucagón durante la infusión con orexina A. La orexina B también incrementa la secreción de glucagón en fragmentos de tejido pancreático derivado de  ratas no diabéticas.
   La orexina A estimula la proliferación de células β pancreáticas. Un mecanismo dependiente de PI3K/PKB activado por OXR1 está involucrado en los efectos de la orexina A sobre la proliferación de células β. Por otra parte, la orexina A es capaz de proteger a las células β contra la apoptosis. Este efecto es mediado vía OXR1 y PKB. Un estudio reciente demuestra que el efecto anti-apoptosis de la orexina A en las células endocrinas del páncreas no ocurre solamente en roedores. En islotes pancreáticos aislados de porcino, la orexina A estimula la viabilidad de los islotes y los protege de la apoptosis vía una señal dependiente de ERK1/2. En ratas con DMT2, la infusión subcutánea continua de orexina A por cuatro semanas atenúa la reducción de células β y reduce el área de células α. Estos datos sugieren que la señal del receptor orexina  en las células α y β  puede proteger a los islotes pancreáticos contra la disfunción y la pérdida de células β en la DMT2.  Por otra parte, a la luz de los datos que demuestran que la señal OXR1 suprime la muerte de células β, no se puede excluir que la regulación al alza del OXR1 en las  células apoptósicas forma parte de un sistema de auto-defensa celular.
   En conclusión, la orexina A promueve la proliferación de preadipocitos pero no la diferenciación en adipocitos maduros en ratas y ratones.  Por el contrario, la orexina B suprime el crecimiento de preadipocitos. Ambas isoformas de orexina estimulan la diferenciación y proliferación de preadipocitos porcinos, lo que sugiere que hay diferencias entre las  especies en las acciones de las orexinas. En adipocitos maduros de roedores y porcinos, la orexina estimula la captación de glucosa, la acumulación de lípidos y la producción de adiponectina. En humanos, OXR1 y OXR2 están presentes en los adipocitos blancos diferenciados. Sin embargo, los datos recientes indican que el OXR1, pero no el OXR2, está presente en preadipocitos, mientras ambos receptores están ausentes en adipocitos maduros. Por otra parte, la orexina A suprime la lipólisis y estimula la expresión de PPARG en adipocitos de humanos y roedores.  La orexina A modula la formación y función de tejido adiposo marrón, lo cual es relevante en la promoción del gasto de energía, el balance energético negativo y la protección contra la obesidad. En el páncreas endocrino, la evidencia acumulada indica que la orexina A estimula la secreción de insulina mientras inhibe la liberación de glucagón.  Adicionalmente, la orexina A estimula la proliferación células β productoras de insulina y  protege a los islotes pancreáticos contra la disfunción y la pérdida de células β en la diabetes mellitus tipo 2.
Fuente: Skrzypski M et al (2018). The role of orexin in controlling the activity of the adipo-pancreatic axis. Journal of Endocrinology 238: R95-R108.

lunes, 6 de agosto de 2018


Adiponectina y sistema reproductivo femenino
El tejido adiposo es un órgano endocrino y un factor activo en la regulación del metabolismo energético. Es la fuente de numeroso péptidos bioactivos llamados adipoquinas, los cuales pueden actuar en  los niveles autocrino/paracrino y endocrino. La adiponectina pertenece a la familia adipoquina e inicialmente fue considerada como una hormona producida exclusivamente por el tejido adiposo blanco (TAB). Sin embargo, estudios posteriores han demostrado que la adiponectina es producida y secretada también en otros tejidos, incluyendo músculo esquelético, corazón, hipotálamo, hipófisis, ovario, útero y placenta. La expresión de adiponectina y sus receptores ha sido identificada en los órganos reproductivos de varias especies, incluyendo ratas, ratones, cerdos y humanos, lo cual sugiere un potencial rol de esta hormona en las funciones del sistema reproductivo.
   La adiponectina es una proteína de 244 aminoácidos con un peso molecular de 30 kDa. La hormona contiene cuatro dominios: la secuencia señal amino-terminal, una región variable no conservada, un dominio colagenoso y un dominio carboxilo-terminal globular. La adiponectina circula en el plasma en tres fracciones principales: trímero (bajo peso molecular, LMW), hexámero (peso molecular medio, MMW) y multímero que contiene 12 a 18 moléculas de adiponectina (alto peso molecular, HMW). Una cuarta fracción de la adipoquina es formada por clivaje proteolítico de la hormona de longitud completa. En el plasma, la adiponectina corresponde aproximadamente al 0,01% del total de proteínas  circulantes, su concentración estimada en humanos es de 3 a 30 µg/ml y es sexo dependiente. Las concentraciones fisiológicas de la adipoquina son mayores en mujeres (12,5±0,3 µg/ml) que en hombres (8,7±0,3 µg/ml). Más aún, en varones prepuberales, las concentraciones de adiponectina son significativamente menores (5,6±0,5 µg/ml) que en las hembras de la misma edad (7,1±0,5 µg/ml), lo cual sugiere que la concentración plasmática de adiponectina puede ser dependiente  de la concentración de andrógenos. A pesar del hecho que la adiponectina es producida principalmente por el TAB, su concentración plasmática se correlaciona inversamente con el índice de masa corporal y la masa total de TAB.
   La adiponectina es conocida por su rol  en el control del metabolismo y la sensibilización de los tejidos a la acción de la insulina. En el hígado, la adiponectina promueve el transporte de glucosa, inhibe la gluconeogénesis, activa la oxidación de ácidos grasos y aumenta la sensibilidad a la insulina promoviendo la fosforilación del receptor de insulina. En el TAB, la adiponectina promueve la captación de glucosa, basal y estimulada por insulina, y regula el metabolismo de lípidos inhibiendo la lipólisis. La adiponectina también es conocida por sus propiedades anti-inflamatorias, puede atenuar el proceso inflamatorio en diferentes tipos de tejidos. Las propiedades anti-aterogénesis y anticancerosas de la adiponectina también han sido demostradas.
   La expresión del gen –y la proteína- adiponectina ha sido confirmada en el sistema reproductivo. En humanos, la expresión de adiponectina ha sido detectada en endometrio, útero, trofoblasto y en fetos de ratones y cerdos. En cerdos, la concentración de adiponectina en plasma, así como la expresión de la hormona y sus receptores en ovario y útero es dependiente de la fase del ciclo estral o el estado de gestación. En el ovario porcino, la expresión de adiponectina aumenta durante la fase luteal del ciclo estral, cuando se compara  con la fase folicular del ciclo. En el útero porcino, la mayor expresión de adiponectina se observa en los días 14 a 16 y 2 a 3 del ciclo estral, en endometrio y miometrio, respectivamente, mientras durante el período de gestación temprana, en los días 15 a 16 de la gestación tanto en endometrio como en miometrio. Estos datos indican que las acciones de la adiponectina pueden ser dependientes del estatus hormonal del animal.
   En el organismo, las acciones de la adiponectina son mediadas por dos receptores distintos: receptor  adiponectina tipo 1 (AdipoR1) y receptor adiponectina tipo 2 (AdipoR2). En el ratón, adipoR1 y AdipoR2 exhiben 66,7 % de homología. Los dos receptores  son proteínas integrales de membrana con siete dominios transmembrana, similares a los receptores acoplados a proteína G. Sin embargo, el N-terminal de las proteínas  está localizado internamente  y el C-terminal externamente, lo cual es opuesto a la topología de los receptores acoplados a proteína G. La proteína AdipoR1 humana tiene 375 aminoácidos y un peso molecular de 42,4 kDa. El gen AdipoR1 está localizado en el cromosoma1p36.13q41. El receptor AdipoR1 tiene mayor afinidad por los trímeros y el dominio globular de la adiponectina y es mayormente expresado en los músculos esqueléticos. El AdipoR1 actúa vía AMP quinasa (AMPK) y proteína quinasa activada por mitogeno (MAPK). La proteína AdipoR2 humana tiene 386 aminoácidos y un peso molecular de 48,3 kDa. Su gen está localizado en el cromosoma 12p13.31. El AdipoR2 tiene mayor afinidad por las formas multiméricas de la adiponectina y es altamente expresado en el hígado. El receptor AdipoR2 actúa primariamente a través de la ruta del receptor activado por proliferador peroxisoma α (PPARα). Adicionalmente, se ha reportado la existencia  de un tercer receptor de adiponectina, T-caderina. Esta proteína es expresada principalmente en las células endoteliales vasculares y  músculos lisos. La T-caderina se une a las adiponectinas MMW y HMW; sin embargo, no tiene influencia sobre la señal celular de adiponectina, pues la T-caderina no tiene dominio intracelular. La hipótesis propuesta indica que la T-caderina actúa solamente como una proteína de unión a adiponectina. La expresión de los AdipoR ha sido confirmada en todas las estructuras del eje hipotálamo-hipófisis-gónada (HHG) de la mujer.
   La expresión de receptores de adiponectina en el hipotálamo ha sido confirmada en muchas especies, incluyendo humanos, roedores y cerdos. En el hipotálamo humano, los AdipoR son expresados en  hipotálamo lateral, núcleo arqueado (ARC) y núcleo paraventricular (NPV). La expresión de la hormona adiponectina ha sido confirmada en el hipotálamo humano, pero también puede derivar de la circulación sanguínea. La hormona ha sido detectada en el líquido cerebroespinal (LCE) de humanos, ratas y ratones.  Las concentraciones de adiponectina en LCE son mucho más bajas (0,1 %) que las concentraciones plasmáticas. En el LCE, la adiponectina ocurre solamente en las formas LMW y MMW, con la contribución dominante de la forma LMW, lo cual sugiere la incapacidad de los complejos de alto peso molecular de atravesar la BHE.
   La adiponectina, vía AdipoR1, aumenta la actividad AMPK en el ARC, lo cual resulta en la estimulación de la ingesta de alimentos y la disminución del gasto de energía. La segunda función de la adiponectina en el hipotálamo es la regulación de la secreción de hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH). La adiponectina, vía activación de AMPK, inhibe la secreción de GnRH y causa hiperpolarización del potencial de membrana y reducción de la entrada de calcio. Más aún, la adiponectina, también a través de la ruta AMPK, inhibe la transcripción del gen de kisspeptina 1 (KISS1), una señal para liberación de GnRH. Estos hallazgos indican el potencial rol de la adiponectina como regulador metabólico de las funciones reproductivas  a través de su influencia sobre la liberación de GnRH.
   La expresión de adiponectina en la hipófisis ha sido descrita en varias especies. En humanos, la expresión de adiponectina se localiza principalmente en las células que producen hormona de crecimiento (GH), hormona estimulante del folículo (FSH), hormona luteinizante (LH) y hormona estimulante de la tiroides (TSH). La expresión de AdipoR también ha sido confirmada en muchas especies, incluyendo humanos, ratas y cerdos. En el humano, la expresión de AdipoR se localiza en células gonadotropas, somatotropas y tirotropas, pero no en corticotropas o lactotropas. La expresión de AdipoR en la hipófisis sugiere que la hormona puede regular el eje endocrino central y participar en el control de la homeostasis metabólica. La adiponectina producida localmente puede afectar la secreción de hormonas por la hipófisis. La presencia de esta adipoquina resulta en la reducción de la secreción de LH y FSH inducida por GnRH. En ratas, la adiponectina inhibe la liberación de GH estimulada por grelina, pero tiene un efecto estimulador sobre la secreción de ACTH. La presencia del sistema adiponectina en la hipófisis, especialmente en las células gonadotropas y su influencia sobre la secreción de LH y FSH, indica el importante rol de esta hormona en la regulación de las funciones reproductivas en las ramas superiores del eje HHG, en respuesta al estatus metabólico de la hembra.
   En el ovario, la presencia de adiponectina ha sido observada en  células de la teca interna (mujer), células de la teca interna, células granulosas, cuerpo lúteo y oocito (ratas y vacas), células de la teca interna, células granulosas y cuerpo lúteo (cerdos). A su vez, la expresión de AdipoR ha sido reportada en células granulosas humanas, células foliculares y cuerpo lúteo de ratas y vacas y células tecales, células granulosas y cuerpo lúteo de cerdos.  Se postula que la adiponectina puede tener un rol en el inicio de los cambios preovulatorios en el ovario y la modulación del proceso de  esteroidogénesis. La presencia de adiponectina en células granulosas estimula la expresión de genes asociados con la remodelación de los folículos ováricos, incluyendo ciclooxigenasa 2, prostaglandina E sintetasa y factor de crecimiento del endotelio vascular. La adiponectina afecta la liberación de estradiol (E2) y progesterona (P4) en células  foliculares y luteales, respectivamente. En ratas, la adiponectina incrementa la producción de E2 y P4 cuando se combina con el factor de crecimiento similar a insulina-1 (IGF1). Más aún, la adiponectina puede tener un rol en el proceso de  maduración del oocito. AdipoR1 y AdipoR2 son expresados en oocitos y células del cúmulus de folículos grandes y pequeños y la adiponectina estimula la maduración meiótica de oocitos en ovarios de bovino. Sin embargo, el rol de la adiponectina en la maduración de oocitos puede diferir entre las especies. Las alteraciones en la concentración de plasmática de adiponectina y su influencia en la esteroidogénesis ovárica han sido relacionada con el síndrome de ovario poliquístico (PCOS). En las mujeres con PCOS, la concentración de adiponectina en sangre es de 16 µg/ml, aproximadamente 23,5% menos que en mujeres sanas (20 µg/ml). Otra característica del PCOS es la diferencia en la relación de las formas de adiponectina, los niveles plasmáticos de HMW son más bajos en las mujeres con PCOS. La presencia de adiponectina y sus receptores durante los períodos del ciclo estral  indica el importante rol de esta adipoquina en la regulación de la maduración del oocito, la formación y actividad del cuerpo lúteo y su influencia en el proceso de  esteroidogénesis.
   El sistema adiponectina no solo influye en las funciones reproductivas a nivel central del eje HHG, sino también localmente a través de acciones en el tracto reproductivo. En las células epiteliales del oviducto de rata, la expresión de adiponectina cambia a través del ciclo estral, aumentando del proestro al estro. En el útero, la expresión del sistema adiponectina ha sido reportada, entre otros, en células epiteliales y estromales de endometrio humano, células epiteliales de glándulas uterinas de ratón, miometrio y células epiteliales y estromales de conejo, así como también endometrio, miometrio y trofoblasto de cerdo. El sistema adiponectina juega un rol importante durante la gestación temprana, especialmente en la implantación. La expresión de adiponectina y AdipoR ha sido reportada en trofoblasto y embrioblasto de conejo y ratón, lo cual sugiere que durante el período de pre y peri-implantación, la adiponectina puede estar involucrada en la interacción entre la madre y el embrión.
   La adiponectina ejerce una acción moduladora sobre el proceso de esteroidogénesis en el ovario.  Por otra parte, hay evidencia que el útero es una fuente alterna de hormonas esteroides y la adiponectina puede modular no solo la esteroidogénesis ovárica sino también la esteroidogénesis endometrial y miometrial. En estudios in vitro de tejido uterino porcino, la adiponectina modula la expresión de genes de enzimas involucradas en la síntesis de esteroides: StAR, CYP11A1 y HSD3β1 (3β-hidroxiesteroide deshidrogenasa). Más aún, la adiponectina modula la síntesis de prostaglandinas en útero porcino. El efecto de esteroides y prostaglandinas sobre la expresión del sistema adiponectina en endometrio y miometrio depende grandemente del período de la gestación temprana. Por ejemplo,  E2 y P4 estimulan la expresión de genes AdipoR durante el proceso de decidualización.
   El sistema adiponectina tiene un rol en la interacción madre-feto. Los elementos del sistema adiponectina han sido detectados en embriones de cerdo y ratón durante el desarrollo de la pre-implantación. La adiponectina puede promover el desarrollo del embrión al estadio de  blastocisto en cerdos. Por otra parte, la adiponectina ejerce un efecto anti-proliferativo sobre células de trofoblasto y coriocarcinoma humano, lo cual sugiere que la hormona puede actuar como un regulador de la proliferación de células trofoblásticas y, en consecuencia, del curso de la implantación. La expresión de genes del sistema adiponectina ha sido descrita en placenta de ratas y humanos. En la placenta, la adiponectina juega un rol en la adaptación del metabolismo energético en la interfase materno-fetal. En la placenta humana, el sistema adiponectina es regulado por las citoquinas (incluyendo TNFα, IFN-γ e IL 6) y la leptina. A su vez, la adiponectina aumenta la liberación de IL-1β, IL-6, TNF-α, PGE2 y PGF, ejerciendo acciones anti-inflamatorias en la placenta humana. Estos hallazgos sugieren  la existencia de  un asa de autoregulación entre citoquinas pro-inflamatorias y adiponectina en la placenta, lo cual puede ser importante para el crecimiento y funcionamiento de este órgano.
   En conclusión, la adiponectina es una hormona que pertenece al grupo de adipoquinas, agentes químicos derivados principalmente del tejido adiposo blanco. La hormona juega roles importantes en el organismo, pero la función más importante de la adiponectina es el control del metabolismo energético.  La presencia de adiponectina y sus receptores en las estructuras responsables de la regulación de las funciones reproductivas femeninas, como el eje hipotálamo-hipófisis-gónada, indica que la adiponectina puede estar involucrada en la regulación de la fertilidad femenina. La evidencia acumulada sugiere también que la acción de la adiponectina es dependiente del estatus hormonal del animal durante el ciclo menstrual/estral y la gestación.
Fuente: Dobrzyn K et al (2018). Adiponectin: a new regulator of female reproductive system. International Journal of Endocrinology, Article ID 7965071.