Ritmos circadianos y estrés
En los
mamíferos, el reloj circadiano (RC) está basado en un oscilador molecular
presente virtualmente en todas las células del cuerpo. El RC está construido a
partir asas de retroalimentación transcripcional-translacional (ATT) que
generan oscilaciones autosostenidas a nivel celular. El “core” de la ATT está
compuesto por los genes Bmal1 (brain and
muscle arnt-like 1), Clock (circadian
locomotor output cycles kaput), Cry (cryptochrome)1/2 y Per (period) 1-3. Las
proteínas BMAL1 y CLOCK forman el brazo positivo del “core” de la ATT. Ellas pertenecen a la
familia de factores de transcripción
hélice-asa-hélice y actúan como heterodímeros que se unen a los elementos
reguladores E-box en los promotores de los genes Cry y Per, activando la
transcripción de Per y Cry. Las proteínas PER y CRY constituyen el brazo de
retroalimentación negativa del “core” de la ATT. En el curso del día ellas se
acumulan en el citoplasma y forman complejos que se trasladan al núcleo en
donde inhiben la transcripción mediada por BMAL1/CLOCK. Antes del próximo ciclo
pueda comenzar, el heterodímero BMAL1/CLOCK tiene que ser reactivado. Esto es
activado por la degradación proteasomal del complejo represor PER y CRY. PER1 y
PER2 son sometidos a fosforilación mediada por las proteínas caseína quinasas 1
delta y épsilon. Esta fosforilación permite la ubiquitinización y la posterior
degradación por el sistema ubiquitina proteasoma. Similarmente, la proteína
quinasa activada por adenosina monofosfato (AMPK) y la glucógeno sintetasa
quinasa 3 beta (GSK3β) fosforilan a CRY1 y CRY2, respectivamente, antes de la ubiquitinización
y degradación. La disminución de los niveles de CRY y PER termina la
represión de la activación
transcripcional mediada por BMAL1/CLOCK,
lo cual permite que el reloj pueda moverse
hacia el próximo ciclo.
Además del asa central hay asas de
retroalimentación accesorias y niveles adicionales de regulación para
estabilizar las oscilaciones moleculares. La ATT accesoria más prominente consiste de eritroblastoma reversa
(Rev-Erbα/β) y el receptor orfan relacionado con el receptor de ácido retinoico (RORα-γ) que también
contienen E-box en sus regiones promotoras. El heterodímero BMAL1/CLOCK se une a estos E-boxes y activa la transcripción
de Rev-Erb y ROR. A su vez, las proteínas REV-ERB ejercen retroalimentación
negativa, inhibiendo la transcripción de BMAL1. Por el contrario, las proteínas
ROR son reguladores positivos y compiten con REV-ERB por los sitios de unión en
los elementos de respuesta del receptor retinoide orfan (RORE) en el promotor
Bmal1. Las proteínas REV-ERBα y β son funcionalmente redundante y son
considerados esenciales para oscilación de Bmal1. Las proteínas ROR tienen una
función moderadora, pero no son indispensables para la transcripción rítmica de
Bmal1.
La maquinaria del reloj molecular está
presente en todas las células del organismo que tienen núcleo. Para sincronizar
los osciladores de las células unos con otros, el sistema circadiano está
organizado de una manera jerárquica. Un reloj master reside en el núcleo
supraquiasmático (NSQ) del hipotálamo. El NSQ recibe, a través del tracto
retino-hipotalámico, información de la luz ambiental que llega a las células
que expresan melanopsina en la retina. La información del tiempo es transmitida
luego a los tejidos periféricos subordinados a través de señales humorales y
neuronales. De esta manera todas todos los relojes periféricos son coordinados
por el reloj master.
En los osciladores periféricos, las
glándulas suprarrenales tienen un rol
especial pues el reloj circadiano adrenal puede influir en los ritmos de otros
tejidos periféricos a través de la
liberación rítmica de hormonas con
propiedades moduladoras del reloj circadiano. La glándula adrenal está
compuesta de una corteza externa y una médula interna. La médula libera
catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), mientras la corteza secreta
mineralocorticoides en la zona glomerulosa, glucocorticoides (GC) en la zona
fasciculada y esteroides sexuales en la zona reticular. El cortisol es el
principal GC en los humanos y exhibe una oscilación circadiana con un pico en
los niveles sanguíneos antes del inicio de la fase activa (temprano en la
mañana). Al ritmo circadiano de los GC
se superpone a una fuerte pulsatilidad ultradiana con períodos de
alrededor de una hora y una amplitud que varía considerablemente durante el
día. La secreción de GC es estimulada por la hormona adrenocorticoptropa (ACTH),
la cual se une a receptores melanocortina-2 en la glándula adrenal. La ACTH, a
su vez, es secretada por la hipófisis anterior
por acción de la hormona liberadora de corticotropina (CRH), producida
en el núcleo paraventricular (NPV) del hipotálamo. Estos tejidos y factores constituyen el eje
hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA). Las oscilaciones circadianas son
detectables en todos los componentes (CRH, ACTH y GC). Sin embargo, no está
claro si la actividad rítmica del eje HHA
es necesaria para el ritmo circadiano de secreción de GC. Por una parte,
el ritmo adrenal persiste después de la
hipofisectomía, cuando ninguna ACTH está presente. Por otra parte, la ACTH es
capaz de “resetear” el ritmo de GC dependiente de fase. Adicionalmente, el eje
HHA recibe impulsos directos del NSQ a
través del NPV del hipotálamo y el NSQ controla el ritmo de GC. El patrón
circadiano de la secreción de GC puede ser abolido por disruptores específicos
del reloj circadiano en la glándula adrenal, lo cual sugiere que el reloj de este tejido periférico
gobierna el patrón de secreción de GC.
Los GC actúan a través de los receptores mineralocorticoide
(MR) y glucocorticoides (GR), receptores nucleares tipo 1 con amplia expresión
en el cuerpo, con excepción del NSQ. La señal GR puede mediar el “reseteo” de
relojes periféricos, resaltando el rol especial del ritmo GC en la coordinación
de la red circadiana del organismo. Por ejemplo, el análisis de hígado de ratón
revela 100 genes rítmicos cuya oscilación depende directamente de la señal
adrenal y la ritmicidad de estos genes se pierde con la adrenalectomía. Por
otra parte, en ratones, en un modelo de jet lag causado por un abrupto cambio
de fase de las condiciones de luz, el ritmo GC puede modificar la cinética de
entrenamiento en la nueva zona del tiempo. Las GC pueden también estabilizar
ritmos periféricos contra perturbaciones externas. La restricción del tiempo de
alimentación puede inducir cambios de fase en los tejidos periféricos y los
relojes periféricos se desacoplan del
reloj master en el NSQ. El sistema circadiano es más robusto contra esas
perturbaciones cuando los niveles de GC son altos.
Los GC, además de su rol en la coordinación
circadiana, son importantes vectores del sistema estrés. El término estrés se
refiere a una alteración externa o interna que requiere una adecuada reacción
del organismo para la supervivencia, o en casos menos drásticos, para evitar el
dolor o disconfort. Un elaborado sistema de respuesta se activa cuando el
organismo es expuesto al estrés. Este sistema involucra una respuesta inmediata
a través de la activación del sistema
nervioso autónomo (SNA) y la liberación de GC mediada por el eje HHA. Los
sistemas sensoriales pueden colectar información acerca de eventos estresantes (por ejemplo,
una disminución del volumen sanguíneo o cambios en la composición de la sangre)
y enviarla al tallo cerebral. A partir de aquí, se regula la activación del SNA
o el eje HHA. En el caso del eje HHA, la activación mediada por estrés dispara
la producción y liberación de GC en la
glándula adrenal. Las señales del hipocampo, la corteza prefrontal o la
amígdala son transferidas al NPV para
estimular la secreción de CRH e iniciar la activación del eje HHA. El hecho que
los GC necesiten ser sintetizados nuevamente
después de cada descarga provoca
cierto retardo en la respuesta efectora final. Por lo tanto, la dinámica es más
lenta (en el rango de minutos) en comparación con la activación del SNA que
ocurre segundos después de iniciado el estrés.
La exposición a un estresor resulta en un incremento inmediato de
catecolaminas a través de la activación
de neuronas preganglionares simpáticas
en la medula espinal. La señal es luego transferida a las neuronas
postganglionares que se proyectan a los órganos efectores periféricos que
responden con la clásica respuesta de lucha-o-huida (por ejemplo, incremento de
la frecuencia cardiaca y la presión arterial, vasoconstricción, estimulación de
glándulas sudoríparas, etc.) o a nervios preganglionares continuos como los
nervios esplácnicos en los órganos efectores periféricos. Los nervios esplácnicos
constituyen un sitio cercano a la médula
adrenal, órgano en donde se inicia la liberación de catecolaminas. La respuesta
aguda al estrés termina con la activación de reflejos parasimpáticos y la
retroalimentación negativa de los GC que detiene la liberación de CRH y ACTH por el hipotálamo y la hipófisis
anterior, respectivamente. Aunque el SNA y el eje HHA son dos diferentes ramas
del sistema estrés y sus dinámicas son bastante diferentes, ambos actúan
conjuntamente para coordinar una apropiada respuesta al estrés. Por ejemplo,
para responder a ciertos estresores, la
activación del eje HHA es apoyada por proyecciones adrenérgicas y
noradrenérgicas del cerebro anterior al NPV. El ritmo circadiano y los aspectos mediados por el estrés juegan
un rol importante en la regulación de la actividad del eje HHA y los niveles de
GC. La secreción de GC puede ser afectada por la inervación simpática adrenal y
la ACTH del eje HHA puede estimular la
secreción de noradrenalina. De esta manera, el SNA y el eje HHA están
interconectados por aspectos circadianos.
El estrés afecta al cuerpo a través de una
compleja red de cascadas de
señalización que regulan la
vulnerabilidad al –y la severidad del-
estrés. En principio, hay que distinguir entre la respuesta aguda que prepara
al cuerpo para una acción rápida y el estrés repetido que induce alteraciones y adaptaciones más
amplias, las cuales están asociadas con
cambios en el metabolismo energético y un elevado riesgo de trastornos psiquiátricos.
Es conocido que la respuesta del eje HHA
es modulada por el tiempo del día. Las disrupciones del reloj
circadiano están asociadas con
alteraciones de la actividad del eje HHA y las concentraciones de GC así como
también con alteraciones metabólicas y depresión. Por otra parte, BMAL1 y CRY no solo tienen funciones opuestas en la ATT,
también interactúan con el eje HHA en
diferentes niveles y pueden afectar
distintos aspectos de la respuesta al
estrés a lo largo del día. En roedores, la sensibilidad adrenal a la ACTH es elevada durante la fase activa. En
el tiempo del día cuando el eje HHA es más sensible a la estimulación, la
exposición a estresores físicos como
hemorragia, hipoglucemia o estrés oxidativo provoca un mayor incremento en GC
circulantes que en otros periodos del
día. Sin embargo, durante la fase inactiva, cuando el eje HHA debe responder
menos, el estrés resulta en un fuerte
incremento en la liberación de GC y ACTH. En contraste con el estrés agudo, la
exposición crónica o repetida a un estresor provoca adaptaciones de mayor
duración en el cuerpo (por ejemplo, en el metabolismo energético) y puede
favorecer el desarrollo de trastornos metabólicos o psiquiátricos en humanos y
roedores. En la moderna sociedad humana, el estrés se origina predominantemente
a partir de interacciones sociales y
usualmente involucra poca acción psicológica.
La disrupción circadiana inducida por
factores ambientales (por ejemplo, la exposición constante a la luz) puede ser
considerada como estresor pues altera la liberación de catecolaminas y GC.
Considerando que las disrupciones del ritmo circadiano son más frecuentes con
los cambios de turno de trabajo, es importante reconocer que también afectan la
actividad del eje HHA y pueden contribuir a una variedad de trastornos
relacionados con el estrés. El más potente estresor circadiano es la luz. Un
corto pulso de luz administrado a roedores durante la noche subjetiva puede
provocar un incremento en los niveles plasmáticos de corticosterona 60 minutos
después del inicio de la estimulación. Los cambios repetidos en el inicio de la
luz del día (paradigma de jet lag) o exposición constante a la luz están
asociados con hipercortisolismo. Otro potencial estresor circadiano es la
ingesta de alimentos. En ratones, la ingesta de alimentos en una fase circadiana no natural altera el
ritmo de liberación de GC. Las disrupciones circadianas y la exposición repetida a un estresor tienen
consecuencias patológicas comparables, las cuales incluyen en otras, respuestas
inmunes comprometidas, trastornos cognitivos, disrupción metabólica,
crecimiento tumoral acelerado y envejecimiento acelerado. Sin embargo, aún no
está claro si la desregulación de GC proporciona el enlace causal entre la
disrupción circadiana y esas patologías.
Los efectores del sistema estrés también
afectan la regulación circadiana. Los GC y la adrenalina pueden actuar como sincronizadores de los relojes circadianos tisulares, pero
hay numerosas maneras adicionales cómo
el estrés afecta al sistema circadiano. Los efectores de la respuesta al
estrés actúan a través de receptores
específicos. En el caso de los GC, esto ocurre principalmente a través de receptores GR expresados en casi
todos los órganos y tejidos con excepción del NSQ. En consecuencia, el NSQ no
está sometido a sincronización por retroalimentación directa de los GC. Para la señal GR, hay varias rutas
clásicas que influyen en la expresión de genes, rutas no clásicas y rutas no genómicas. Entre las rutas de
señalización clásicas, los dímeros GR pueden interactuar con elementos de respuesta de
glucocorticoides localizados en regiones reguladoras de los genes blancos de GC. El GR activa la
transcripción de estos genes. El GR puede interactuar con otros factores de
transcripción como el factor nuclear-κB (NF-κB), la proteína activaora-1 (AP-1)
o STAT5. Esto también activa la transcripción de genes. Demás de la
transcripción, es también posible la transrepresión de genes regulados negativamente mediada por
la unión del GR a elementos de repuesta negativa. Una tercera opción es la interacción del GR
con el ADN. La ruta de señalización no
clásica del GR actúa independientemente
de la transcripción y la expresión de genes. La ruta no genómica de la señal GR
actúa alterando la actividad de varias
quinasas, incluyendo PI3K, Akt y MAPK. En situaciones de estrés agudo, las
rutas de señalización no genómicas son más pronunciadas porque las respuestas
tienen que ser rápidas. Por el contrario, las rutas de señalización genómicas
median las respuestas del estrés crónico y las adaptaciones a largo plazo para
incrementar las concentraciones de GC. No se conoce si las rutas no genómicas de la señal GR inciden sobre la función del reloj circadiano,
pero proteínas como la MAPK afectan la función del reloj circadiano en varios
contextos.
En conclusión, en los mamíferos, un
marcapaso localizado en el NSQ del hipotálamo recibe información de la luz
ambiental y sincroniza los relojes de los tejidos periféricos al tiempo geofísico. El reloj circadiano
influye fisiológicamente y conductualmente en diferentes niveles
promoviendo numerosas enfermedades en
condiciones asincrónicas. En roedores, la conexión entre el sistema circadiano y la respuesta al estrés está bien
caracterizada. Los sistemas del estrés como el eje HHA y el SNA reciben
impulsos circadianos y son importantes para la regulación de las respuestas al
estrés. Los estudios recientes sugieren que la respuesta al estrés varía en el curso del día y que el estrés es
capaz de afectar la regulación del reloj circadiano.
Fuente: Koch CE
et al. (2017). Interaction between circadian rhythms and stress. Neurobiology
of Stress 6: 57-67.
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