Lípidos en el
cerebro
El sistema nervioso central (SNC) es un
contribuyente importante en la
regulación del metabolismo sistémico y el balance de lípidos. En el SNC, el estatus nutricional del cuerpo
está constantemente regulado por regiones sensibles a energía, como el hipotálamo. Los núcleos hipotalámicos
ventromedial (HVM), arcuato
(ARC), dorsomedial (HDM) y paraventricular (NPV), integran señales para generar
respuestas periféricas, incluyendo cambios en la conducta alimenticia,
movilización de combustibles, utilización de energía y almacenamiento de
energía. Estos núcleos detectan
nutrientes y factores endocrinos regulados nutricionalmente (insulina, grelina,
melanocortina (MC) y leptina) para regular la alimentación y el balance
energético.
Los lípidos son componentes esenciales de la estructura y
función del cerebro. En efecto, el cerebro tiene el segundo mayor contenido de
lípidos después del tejido adiposo, los lípidos constituyen 50% del peso seco
del cerebro. Sin embargo, a diferencia del tejido adiposo que almacena ácidos
grasos (AG) como triglicéridos para su posterior utilización y movilización a
otros tejidos metabólicos, el cerebro utiliza principalmente lípidos acilados
para generar fosfolípidos para las membranas celulares. La composición de AG
del cerebro es única y es rica en AG poliinsaturados de cadena larga (LC-PUFA),
particularmente ácido araquidónico (AA), ácido eicosapentanoico y ácido
docosahexanoico (ADH). Aunque algunos AG pueden ser sintetizados de novo, los
AG esenciales deben ser transportados de
la circulación periférica al cerebro. Contrario a lo establecido en las teorías
previas, los datos recientes sugieren que se trata de un proceso dinámico, con
8% de LC-PUFA recambiados activamente cada día por AG derivados del plasma.
Varios estudios han demostrado que loa AG son capaces de cruzar la barrera
hematoencefálica (BHE) y entrar en las neuronas. La albumina puede ser
importante en este proceso. Cómo entran los AG
en el cerebro es una pregunta fundamental aún sin respuesta. No
obstante, varios estudios aportan luces sobre el rol de transportadores de AG
en este proceso. Las proteínas transportadoras de AG localizadas en la membrana
(FATP1 y FATP4) parecen ser el medio de transporte de AG predominante en la BHE
en humanos y roedores, mientras la traslocasa/CD36 juega un rol prominente en
el transporte de AG a través de las
células endoteliales de los microvasos cerebrales humanos. Más aún, la proteína
ligadora de AG 5 (FABP5) localizada en el citosol tiene una importante función en el transporte
de AG en células microvasculares del cerebro. Por otra parte, es posible que
algunos transportadores tengan especificidad hacia AG particulares. Por
ejemplo, el principal facilitador de la familia d2a, el cual es expresado
exclusivamente en el endotelio de la BHE transporta selectivamente ADH en la
forma de lisofosfatidilcolina, un fosfolípido parcialmente hidrolizado.
La captación neuronal de AG es un proceso pobremente
entendido. Sin embargo, es posible que
una vez que los AG atraviesan la BHE,
los transportadores de AG puedan jugar
un rol clave en la captación de AG en las neuronas. Específicamente,
importantes estudios demuestran que las neuronas de HVM y ARC responden al
ácido oleico (AO, C18:1 n-9) y que esta respuesta se pierde cuando son
depletadas de CD38. Como el CD38 es un sensor de lípidos, es posible que otros
sensores de lípidos involucrados en la quimiorecepción de AG de cadena larga
(LCFA)/AG omega-3 (ω-3 AG), como el GPR120 también estén involucrados. Sin
embargo, aunque el GPR120 es funcionalmente activo en neuronas hipotalámicas y
es mediador de las acciones anti-inflamatorias del ω-3AG, DHA, su rol como
sensor de lípidos neuronales no ha sido determinado. Adicionalmente, la FABP3,
localizada en neuronas, facilita la captación de AA pero no la captación y el
tráfico de ácido palmítico (C16:0) en
“pooles” de lípidos específicos del cerebro. Por otra parte, las neuronas
reciben apoyo metabólico de las células
gliales en una variedad de formas. Más aún, el metabolismo de lípidos en los
astrocitos juega un rol clave porque la oxidación de AG ocurre
predominantemente en los astrocitos. Cuando los niveles de AG aumentan como en
el caso de una dieta rica en grasas, la oxidación de lípidos mediada por
astrocitos resulta en elevados niveles
de cuerpos cetónicos en el cerebro. Por el contrario, los cambios en la
abundancia de cuerpos cetónicos en regiones sensibles a energía del hipotálamo
son capaces de modificar la homeostasis energética.
Los astrocitos pueden jugar un rol clave en la regulación
del balance energético como sensores de
AG de cadena larga como señales metabólicas. Por ejemplo, los astrocitos
hipotalámicos, a diferencia de los astrocitos corticales tienen una alta
capacidad para la oxidación de AG de cadena larga y este flujo puede ser
dependiente de la proteína quinasa activada por AMP (AMPK). Los astrocitos
expresan muchos de los transportadores de AG, incluyendo FATP1, FATP4 y CD36.
Más aún, la proteína ligadora de AG 7 (FABP7) es importante para la homeostasis
de lípidos astrocito-neurona. Los astrocitos también son cruciales para la
regulación de la homeostasis de
colesterol en las neuronas. El colesterol es un componente esencial de la fisiología neuronal y es regulado
independientemente en el cerebro debido principalmente a la existencia de la
BHE. Por otra parte, los astrocitos son un sitio de síntesis y ensamble de
lipoproteínas en el cerebro. De particular importancia, la apoproteína E (ApoE)
es altamente expresada en el cerebro. Las lipoproteínas que contiene ApoE
tienen varias funciones. Por ejemplo, las HDL que contiene ApoE son secretadas
por los astrocitos y tomadas por las
neuronas a través de receptores de
lipoproteínas de baja densidad (LDLR). Esta transferencia de lípidos y
colesterol facilita la extensión axonal y la supervivencia neuronal y requiere
la presencia de esfingomielina en la lipoproteína que contiene ApoE. La ApoE además de jugar un rol importante en el metabolismo de
lípidos glía-neurona, también actúa como
ligando de múltiples receptores en las neuronas. En particular, estudios
recientes demuestran que la ApoE cerebral
es un importante regulador de la homeostasis energética periférica. La
ApoE tiene 3 isoformas (ApoE2, ApoE3 y
ApoE4) con diferentes efectos sobre la homeostasis de lípidos y la función
neuronal. Mientras ApoE2 y ApoE3 están asociadas preferencialmente con
partículas similares a HDL ricas en fosfolípidos, la ApoE4 prefiere partículas
VLDL ricas en triglicéridos. La hipótesis actual sugiere que los productos del
clivaje proteolítico de la ApoE4 pueden
tener un rol central en la patogenia de la enfermedad de Alzheimer (EA), pues
los pacientes con EA tienen un marcado incremento de los niveles de estos productos.
Las neuronas expresan muchos componentes moleculares de
las rutas del metabolismo de los
lípidos, lo cual sugiere que la utilización de lípidos es un proceso crítico de
la función neuronal. Por ejemplo, las neuronas del HVM expresan enzimas
involucradas en el metabolismo intracelular de AG, incluyendo la Acil-CoA
sintetasa (ACS), las carnitina palmitoil transferasa 1a y 1c (CPT-1a y 1c), la
proteína desacopladora-2 (UCP2) y enzimas involucradas en la lipogénesis de
novo como la sintetasa de ácidos grasos. Adicionalmente, el receptor activado
por el proliferador de peroxisomas
(PPARγ), un factor clave en el metabolismo de los lípidos que puede ser
activado por ligandos lípidos endógenos para promover la adipogénesis y la
sensibilidad a la insulina, es expresado predominantemente en neuronas del
hipotálamo, incluyendo al ARC. La activación de estas rutas metabólicas
intracelulares en las células hipotalámicas en respuesta a los AG proporciona
el soporte para un rol del metabolismo
de los lípidos en las neuronas
hipotalámicas. Por ejemplo, la UCP2
puede actuar como un “switch” metabólico
del metabolismo de la glucosa
hacia la oxidación de AG en las mitocondrias en las neuronas NPY/AgRP
del hipotálamo durante el ayuno. La proteína quinasa activada por AMP (AMPK)
también puede actuar como sensor de energía celular en las neuronas para relacionar el
metabolismo neuronal de lípidos y el
balance energético. La AMPK es ampliamente expresada en ARC, NPV e HVM y es capaz de “sensar” el
estatus energético intracelular por la relación AMP/ATP y el nivel de
adipoquinas. La AMPK activada responde
al estatus energético celular y puede
desviar el metabolismo celular hacia procesos catabólicos que producen ATP. En
respuesta a la glucosa, la actividad de la AMPK hipotalámica es inhibida, lo
cual provoca la activación de la acetil CoA carboxilasa (ACC) y la generación de
malonil-CoA a partir de la acetil CoA derivada de la glucosa. La AMPK
hipotalámica también puede regular hacia abajo el metabolismo de lípidos a
través de la termogénesis en el tejido adiposo marrón (TAM). Estudios recientes
sugieren que la AMPK hipotalámica está involucrada en la regulación de la
termogénesis en el TAM, específicamente por el sistema nervioso simpático. La
AMPK también juega un rol clave en la
respuesta hipotalámica a la leptina en el contexto de la ingesta de una dieta
rica en grasas. La AMPK es altamente expresada en las neuronas
con alta demanda de energía y puede promover la supervivencia neuronal durante
períodos de privación de glucosa.
La acumulación de metabolitos de AG puede ser crítica
para la modulación del metabolismo
sistémico. Por ejemplo, en las neuronas, los AG
de cadena larga son esterificados a AG de cadena larga-CoA (AGCL-CoA)
por la ACS. La AGCL-CoA dispara un mecanismo sensor de lípidos para inhibir la
producción hepática de glucosa y
mantener la homeostasis sistémica de glucosa.
Por otra parte, la isoforma hepática de la CPT-1, CPT-1a, prevalece en
el hipotálamo y su inhibición causa un incremento intracelular de AGCL-CoA que dispara una señal de saciedad,
lo cual provoca la reducción de la ingesta de alimentos y la producción
sistémica de glucosa. El cerebro también expresa una isoforma de CPT-1, CPT-1c, especifica de neuronas, la
cual se encuentra en el retículo endoplásmico
de núcleos sensibles a energía en el hipotálamo como el ARC y ha sido
implicada en la modulación del metabolismo sistémico. La CPT-1 puede actuar
regulando hacia abajo al malonil CoA en el control hipotalámico de la
alimentación. Esto es particularmente pertinente para el metabolismo de AG en
las neuronas hipotalámica pues la actividad CPT-1 es inhibida por malonil CoA, lo cual provoca una acumulación
de AGCL-CoA que actúa como señal de saciedad.
El efecto de los AGCL sobre el metabolismo hepático puede
ser AG- específico. Los datos recientes sugieren que los AG mono insaturados
son supresores más potentes de la producción hepática de glucosa (PHG) que los
AG saturados. El hipotálamo, además de
regulador central de la PHG, también es un regulador clave de la
homeostasis de lípidos en el hígado. El hígado mantiene la homeostasis de
lípidos a través de síntesis
y secreción de lipoproteínas ricas en TG (VLDL-TG), lipogénesis y oxidación de AG. En este contexto, la
infusión del orexigénico NPY directamente en el tercer ventrículo del
hipotálamo incrementa la secreción de VLDL-TG por el hígado, lo cual puede ser
parte de la respuesta fisiológica al
ayuno cuando los lípidos se vuelven la principal fuente de energía y son
activadas las neuronas NPY/AgRP del hipotálamo. La secreción de VLDL-TG puede
ser una respuesta al sistema nervioso autónomo para movilizar lípidos durante
un período de relativa deficiencia de nutrientes. Este neurocircuito es relevante en la patogenia de la obesidad,
numerosos modelos de obesidad y diabetes
se caracterizan por niveles elevados de NPY. Las neuronas hipotalámicas que expresan MC
también pueden regular la lipogénesis y el metabolismo de TG en el hígado. La
hormona concentrante de melanina (MCH) está también involucrada en los
circuitos neuronales que modifican el flujo nervioso autónomo del hígado y el
tejido adiposo. La activación de MCH específicamente en el HL dispara la
acumulación de lípidos y la captación de
lipoproteínas en el hígado.
Los hallazgos recientes apoyan la existencia de neuronas
de núcleos hipotalámicos relacionadas con el hígado. Estas neuronas constituyen
el vínculo entre los sensores centrales de lípidos y el metabolismo hepático de lípidos. El
control de las funciones hepáticas por
el sistema nervioso autónomo es bien conocido. Por ejemplo, la estimulación
simpática aumenta la producción endógena de glucosa y la glucogenolisis,
mientras los nervios parasimpáticos son responsables de inhibir la producción
de glucosa y promover su almacenamiento. Las neuronas preganglionares están
localizadas en la médula espinal y el tallo cerebral, respectivamente y
transmite la información a través de nervios simpáticos y parasimpáticos. Estas
neuronas motoras autónomas reciben información de neuronas pre-autónomas
localizadas en áreas cerebrales superiores y son cruciales en el circuito
cerebro-hígado. Los núcleos hipotalámicos ARC, HVM, HDM, HL y NPV están
involucrados en la regulación de una variedad
de funciones metabólicas del cuerpo, particularmente en el control del
metabolismo hepático. Las neuronas pre-autónomas del NPV se proyectan tanto a
la división simpática como parasimpática y la segregación de neuronas existe en
otras áreas hipotalámicas incluyendo HL y NSQ, lo que sugiere una
especialización funcional de las neuronas pre-autónomas en el control de las
funciones hepáticas. Varios estudios sugieren que el HVM está involucrado en el
control simpático del hígado, mientras el HL juega un rol en el control parasimpático
del hígado. El NPV también es un importante centro de integración para la
regulación de las rutas simpáticas y parasimpáticas que se dirigen al hígado.
Los estudios recientes reportan que las neuronas relacionadas con el hígado
expresan receptor potencial vanilloid tipo 1 (TRPV1). El TRPV1 es un canal
catiónico no selectivo y ha sido relacionado con el desarrollo y progreso de diabetes tipo 1 y tipo 2. Asimismo, el
TRPV1 juega un rol en la regulación de las neuronas relacionadas con el
estómago en el NPV. Más aún, una
potencial interacción entre leptina y TRPV1 ha sido propuesta en el tallo
cerebral. En el ARC, una subpoblación de neuronas POMC forma parte de la ruta
cerebro-hígado.
En conclusión, el metabolismo de los lípidos en el
cerebro es finamente regulado para mantener la estructura y función de las
neuronas y también para modular el metabolismo en tejido periféricos como el
hígado. La evidencia acumulada indica que las neuronas hipotalámicas son
capaces de actuar como sensores de AG vía acumulación de AG o metabolitos de AG
y de esta manera pueden disminuir la producción de glucosa, la lipogénesis y la secreción de VLDL-TG en el hígado.
Adicionalmente, existen en el hipotálamo neuronas relacionadas con el hígado que
tienen el potencial de dirigir sus señales
a través de la actividad del sistema nervioso autónomo. Dado que el
incremento en la producción hepática de glucosa es un factor clave en el
desarrollo de la intolerancia a la glucosa, los mecanismos neuronales que
manejan la regulación central de la producción hepática de glucosa pueden ser
claves para el desarrollo de nuevas
estrategias terapéuticas.
Fuente: Bruce KD et al (2017). Lipid processing in the
brain: a key regulator of systemic metabolism. Frontiers in Endocrinology 8: 60.
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