Receptor neuronal
de insulina
El receptor de insulina (IR) pertenece al grupo de
receptores tirosina quinasa y trasmite la unión de ligandos extracelulares de
la familia insulina en varias cascadas
de señalización intracelular que resultan en efectos metabólicos de corta y larga duración sobre el
crecimiento y desarrollo. La insulina y el IR, además de los tejidos blancos
clásicos como músculo, tejido adiposo, hígado y páncreas, también están
presentes en el cerebro. En los últimos
20 años, muchos estudios han sugerido
que la insulina actúa sobre un receptor
neuronal regulando la plasticidad sináptica a través de (1) la regulación de la
captación, liberación y degradación de los neurotransmisores noradrenalina y dopamina, (2) la regulación
de la sensibilidad de receptores
post-sinápticos.
Un estudio reciente
reporta que una pequeña fracción
de insulina en el cerebro (fuera del hipotálamo) deriva de la liberación rápida por células cerebrales, pero la fracción principal de la insulina cerebral procede de la periferia y difunde pasivamente
en la barrera hematoencefálica. Dado que las concentraciones de insulina en la
hendidura sináptica no han sido estudiadas
durante la actividad neuronal, es difícil saber si los niveles de
insulina cerca de los IR varían para
modular su actividad en el corto plazo. Sin embargo, en ratones, los elevados
incrementos en la insulina plasmática (mayores que los detectados en la
condición postprandial) no tienen efecto
sobre el contenido total de
insulina en el cerebro ni en la concentración
de insulina en el líquido intersticial
del hipocampo. No obstante, el nivel de expresión de IR y su sensibilidad a la insulina en el hipocampo aumentan durante el aprendizaje. Varios
mecanismos capaces de regular al IR (neuronal y periférico) han sido
descritos en los últimos años. Por ejemplo, las presenilinas reducen la
expresión de IR en el hipocampo, mientras la conformación activa de IR neuronal es inhibida por el contacto
directo con proteínas clase I del complejo mayor de histocompatibilidad. Por otra parte, con relación al mecanismo de
señalización de la insulina neuronal, no
se puede negar la importancia del IR neuronal para la cognición. La
insuficiencia generalizada de IR en el cuerpo se manifiesta con problemas en el aprendizaje y la memoria, aunque esto
puede ser debido a efectos indirectos de la insuficiencia periférica de IR. En efecto, la carencia de problemas
cognitivos en ratones IR knock-out específicamente en neuronas provoca algunas
dudas acerca de la importancia del IR neuronal para la cognición. Sin embargo,
un estudio reciente con un modelo de ratones adultos IR knock-out en
hipocampo demuestra alteración de la
plasticidad sináptica, lo que sugiere que la carencia de síntomas cognitivos en
los modelos anteriores es probablemente
resultado de una compensación durante el
desarrollo.
El mecanismo de la señal insulina es clínicamente
relevante, pues hay reportes que indican que está alterado en la demencia.
Adicionalmente, la intervención en la señal insulina neuronal es clave para la protección contra los
síntomas de la enfermedad de Alzheimer (EA).
Los defectos en la señal insulina pueden impactar la demencia de varias
maneras, incluyendo la reducción de la
trasmisión sináptica mediada por receptores NMDA. Estos defectos incrementan la
unión de oligomeros β-amiloides (AβO), los cuales funcionan como agentes
causales de la EA. Por otra parte, la expresión de IR en la superficie neuronal
es fuerte, pero indirectamente reducida por AβO. El contexto de estos hallazgos
es que varias proteínas de la membrana sináptica llevan a cabo la función de receptor
de AβO, incluyendo al receptor metabotrópico de glutamato α-amino
-3-hidroxi-5-metilisoxazole-4-propionato (AMPA). Cada una de estas proteínas es
importante para la unión de AβO y varias de ellas se combinan para formar un complejo macromolecular
receptor AβO postsináptico, el cual puede afectar y ser afectado por la señal insulina. Es de
hacer notar que la reducción crónica de
la señal insulina neuronal en ratones con deficiencia de IR reduce la carga de
AβO en el hipocampo.
El IR existe como un dímero preformado unido por puentes
disulfuro, donde cada promotor contiene
dos cadenas (α y β) derivadas de un mismo gen. Los estudios estructurales han
demostrado que una simple molécula de
insulina se une de diferentes
maneras a los dos dominios
extracelulares del receptor dimérico. La unión de la insulina provoca la
fosforilación reciproca de residuos tirosina
en los dominios intracelulares y la interacción con varias proteínas
intracelulares, algunas de las cuales son fosforiladas en los residuos tirosina por el IR. La señal
de la activación de IR es trasmitida a
través de proteínas de la familia sustratos del receptor de insulina (IRS) a la
fosfatidil-4,5-bifosfaato-3-quinasa (PI3K), provocando efectos metabólicos de
corta duración en los tejidos blancos de
insulina clásicos, o es trasmitida a
través de IRS y/o miembros de la familia
de proteínas que contienen dominios Src homología 2 a la quinasa regulada por
señal extracelular (ERK) en aquellos tejidos
con actividad mitótica. Hay
evidencia que ambas rutas están
involucradas en los efectos sinápticos de la insulina; un incremento en la
densidad sináptica disparado por la insulina
puede requerir PI3K, pero no
actividad ERK, mientras la inhibición de oscilaciones de Ca2+ en el hipocampo requiere ERK, pero no
actividad PI3K. El ambiente de cada IR puede determinar si la señal
insulina procede a través de ERK o a través de PI3K, o posiblemente a través de moléculas
especificas de la sinapsis como a IRSp53.
En los tejidos periféricos, especialmente en músculo y
tejido adiposo, la activación de IR tiene efectos metabólicos de corta duración,
particularmente la inserción de
transportadores de glucosa en la
membrana plasmática. En el cerebro, mientras la insulina regula la captación de
glucosa por las glías, aun
concentraciones muy altas de insulina no aumentan la captación de glucosa por neuronas arriba de los niveles basales. La
insulina en cambio puede modular la plasticidad sináptica. Entonces, ¿cuáles
son las particularidades del IR neuronal
y su ambiente? La fosforilación de
residuos tirosina, serina y treonina en el dominio intracelular del IR es
regulada por diferentes ligandos y proteínas. Está demostrado que la tasa de
fosforilación de tirosina puede
influir en la internalización del IR-A,
el cual puede regular la predominancia de la señal PI3K sobre la señal ERK. El
patrón de fosforilación del IR varía fuertemente entre los tejidos y modelos animales. En varios modelos de terminal sináptico, la
unión de insulina al IR incrementa la liberación de
noradrenalina e inhibe su recaptación. Asimismo, la señal de
insulina a través del IR incrementa la frecuencia de descarga de las
neuronas dopaminérgicas y disminuye la
degradación de dopamina. Los efectos de
la señal postsináptica de insulina en el hipocampo incluyen despolarización por
aumento de la exocitosis de receptores NMDA, depresión de larga duración
como resultado de la exocitosis de GluA1
y endocitosis de GluA2, disminución de la excitabilidad por incremento de la
exocitosis de GABAAR e
incremento en la formación o supervivencia
de espinas mediada por activación de PI3K.
La particularidad más obvia del IR neuronal es que por “splicing” alternativo resultan dos isoformas de IR. La isoforma A (IR-A), carece del exón
11, predomina en el embrión y es la
única isoforma detectable en neuronas
adultas. La isoforma B, incluye el exón 11 y constituye más del 90% del IR
total en
hígado, tejido adiposo y glías del adulto. El músculo esquelético
contiene cantidades comparables de IR-A e IR-B. Cuando las dos isoformas del IR
están presentes en el mismo tipo de célula exhiben diferentes cinéticas de
unión de la insulina. Sin embargo, el splicing solo no puede explicar completamente la conducta molecular del IR neuronal. En los
tejidos periféricos, el IR muestra cooperatividad negativa, la unión de una
segunda molécula de insulina en el
receptor dimérico tiende a disociar a la primera molécula, limitando el
potencial mitogénico de la insulina. En
el cerebro, el IR no muestra
cooperatividad negativa. Con relación a
las particularidades del IR neuronal, las cadenas α y β son menos glucosiladas
que en las glías y otros tejidos. Varios trabajos reportan que la diferente
cooperatividad de unión y la
señalización del IR cerebral resultan de
las propiedades del mismo IR, al tiempo que sugieren que esas diferencias pueden correlacionarse con la
reducción del contenido de ácido siálico en el IR neuronal. En células no neuronales se ha demostrado que la desialización del IR inducida por la
unión de la insulina regula la activación del IR.
Los estudios inmunocitoquimicos han demostrado la
presencia del IR en la membrana
plasmática neuronal, específicamente en
las membranas pre y postsinápticas, Los
efectos del IR sobre la cascada de señalización
son más claros en fracciones de membrana sináptica que en el tejido
completo, pero aun se sabe muy poco de la dinámica que subyace a la acción sináptica de la insulina. Los datos obtenidos en adipocitos demuestran
que la señal IR es críticamente dependiente
de la asociación con caveolas, y que la motilidad del IR en un complejo
con gangliósido GM3 media el estado de resistencia a la insulina. En las
neuronas corticales, solamente el IR localizado
fuera de las balsas de gangliósido
GM1 responde a la insulina. Aparentemente, el IR localizado en las balsas GM1
no responde a la insulina debido a la
alta actividad tirosina fosfatasa en las balsas. En las neuronas hipotalámicas,
la inhibición de la síntesis de gangliósidos
hace que el IR responda más a la insulina. Estos resultados son muy
interesantes, pues la composición de lípidos de las espinas dendríticas,
especialmente la proporción de
colesterol y esfingolípidos, difiere de
la de otras membranas neuronales y
modifica la actividad de los receptores
sinápticos, incluyendo al IR.
Un problema cuando se evalúa la importancia del IR para
la cognición es que los efectos
cognitivos asignados a la insulina
pueden ser disparados no solo por su unión
al IR sino también por la unión al
receptor del factor de crecimiento
similar a insulina 1 (IGF-1R) y que el IR también puede ser activado por los IGF 1 y 2. En efecto, la isoforma IR-A
presente en neuronas, puede ser activada por el IGF-2, aunque con menor
afinidad que la insulina. Por otra parte, el IGF-1 es altamente producido en el
cerebro y sus concentraciones son mayores que las de insulina en hipocampo y
líquido cerebroespinal. En este contexto, se ha propuesto que la señal insulina
a través del IR neuronal regula la saciedad
y el metabolismo periférico, mientras la acción de la insulina a través
del dímero híbrido IR/IGF-1R es responsable de los efectos cognitivos. Sin embargo, hay razones para afirmar la
relevancia de la activación del homodimérico IR por la insulina para la
cognición. Más aún, estudios in vitro
han producido evidencia que apoya los
efectos cognitivos a través del IR sin involucrar al IGF-1R, usando manipulación
farmacológica.
En conclusión, la insulina es conocida principalmente por
sus efectos en tejidos periféricos como hígado, músculo esquelético y tejido
adiposo, donde la activación del IR tiene efectos de corta y larga
duración. La insulina y el IR también
están presentes en el cerebro y la evidencia indica que la señal neuronal de la
insulina regula la plasticidad sináptica
y que esta ruta puede ser clave para la protección contra –o la
reversión de los síntomas de- algunas enfermedades, especialmente en la
EA. Sin embargo, hay controversia acerca
de la importancia del IR neuronal, debido, al menos en parte, a que los
datos biofísicos sobre su activación y
señalización son mucho menos
completos que para el IR periférico. Las
diferencias más conocidas entre el IR neuronal y el IR periférico tienen que
ver con el “splicing” alternativo y la glucosilación; así como la carencia de
datos con respecto a la fosforilación y
la localización de subdominios en la membrana. Las particularidades del IR
neuronal y su ambiente pueden tener consecuencias en la señalización e impactar
la plasticidad sináptica.
Fuente: Gralle M (2017). The neuronal insulin receptor
in its environment. Journal of Neurochemistry 140: 359-367.
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