Rol de la oxitocina
en el control del apetito
La oxitocina es una neurohormona de nueve aminoácidos que modifica el
apetito a través de su receptor acoplado a proteína G. Sin embargo, los
mecanismos de señalización intracelular que median los efectos de la oxitocina
sobre la ingesta de alimentos no están completamente claros. Existe actualmente
un gran consenso, sobre la base de la evidencia acumulada acerca del rol de la oxitocina
en el control de la ingesta de alimentos, que
promueve una disminución en el
consumo, pero también hay trabajos que sugieren que la oxitocina actúa un “anorexígeno condicional”; es decir,
sus efectos sobre el apetito difieren
significativamente con respecto a ciertos contextos fisiopatológicos, conductuales y sociales.
La mayoría de neuronas que sintetizan oxitocina se localizan en los núcleos
hipotalámicos supraóptico (NSO) y paraventricular (NPV) y en estructuras
magnocelulares accesorias. Las células oxitocinérgicas parvocelulares inervan
múltiples sitios del sistema nervioso central, incluyendo al núcleo del tracto
solitario (NTS), el núcleo motor dorsal del vago (NMDV), el área tegmental
ventral (ATV) y la médula espinal; mientras las poblaciones magnocelulares emiten sus proyecciones principalmente a la
neurohipófisis, la cual aporta oxitocina a la periferia y en menor
extensión a las áreas centrales. Más
aún, la liberación somatodendrítica de oxitocina en NSO y NPV afecta la
actividad del mismo sistema
oxitocina. Por otra parte, las
conexiones recíprocas entre el hipotálamo y el complejo vagal dorsal (CVD) del
tallo cerebral (comprende el NTS, el NMDV y el área postrema) han sido
investigadas por su relación con la
hipofagia manejada por oxitocina porque
estas rutas acoplan señales centrales con cambios inducidos en la motilidad
gastrointestinal y parámetros
plasmáticos. Asimismo, es importante
mencionar que el receptor de oxitocina
está presente en una amplia red de áreas centrales que incluye al ATV, el
núcleo accumbens, el núcleo del lecho de la estría terminal, el núcleo
ventromedial del hipotálamo, el núcleo preóptico medial y el subnúcleo del complejo de la amígdala, sitios involucrados
en procesos como la ingesta de alimentos, la recompensa,
la ansiedad, la sociabilidad y la conducta maternal, entre otros.
El primer reporte que demuestra las
propiedades anorexigénicas de la
oxitocina fue publicado en 1989 por Arletti et al quienes
encontraron que la inyección de oxitocina cerebroventricular lateral e
intraperitoneal disminuye 40% y 60%,
respectivamente, la ingesta de comida 1
hora después de la inyección en ratas machos alimentadas libremente. En este
estudio, el tratamiento i.p. con oxitocina redujo la cantidad de comida
ingerida y el tiempo empleado para comer
después de 21 horas de privación de
alimentos y también incrementó la latencia para
comenzar una comida mientras el antagonista causó el efecto opuesto. Por
otra parte, en 1991, Olson et al
reportaron que la oxitocina i.c.v. disminuyó el consumo de comida
inducido por la privación de alimentos, aunque no observaron el efecto
estimulador de un antagonista sobre la ingesta de alimentos. Otros estudios
reportan efectos inconsistentes (aumento de corta duración o ningún cambio) de
bloqueadores del receptor de oxitocina
sobre la conducta alimenticia
estimulada por hambre. También
hay inconsistencias con relación al impacto
de la ablación de recetor de oxitocina . Por ejemplo, los ratones que
carecen de receptor de oxitocina en ciertas áreas cerebrales (septum lateral,
pallidum ventral e hipocampo) no consumen más sucrosa que los ratones
controles. Por otra parte, la hipofagia inducida por oxitocina central o periférica puede ser abolida por la infusión de
antagonista en el cuarto ventrículo, lo cual enfatiza la importancia del CVD en
los cambios promovidos por la oxitocina.
Si la oxitocina actúa como un anorexígeno, surge la pregunta sobre si gobierna aspectos específicos de –o parámetros relacionados con- el consumo
de alimentos. Más de dos décadas de investigación han producido evidencia
sustancial que demuestra que la oxitocina
disminuye la ingesta de alimentos asociada con saciedad generalizada,
así como que fenómenos adversos relacionados con la alimentación ponen en
riesgo el medio interno. Un aumento súbito de los niveles plasmáticos de
oxitocina coincide con la finalización
de la comida. Estudios inmunohistoquímicos
reportan un incremento significativo en el porcentaje de células que sintetizan
oxitocina activadas cuando los animales comen una cantidad saciadora de una
dieta sólida o liquida. Sin embargo, no es precisamente la ingesta de una
cantidad suficiente de comida la única que estimula al sistema oxitocina. En
roedores, la hiperosmolalidad también causa un dramático incremento en la
activación de neuronas que producen oxitocina y de la secreción por la
neurohipófisis al tiempo que inhibe la ingesta de alimentos. Aunque
inicialmente se especuló que la acción anorexigénica de la oxitocina podría ser
secundaria a su rol en la regulación del balance de sodio, es más aceptado que la
secreción de oxitocina es simplemente una parte de los mecanismos homeostáticos
que protegen contra potenciales efectos adversos de la conducta ingestiva (con el desbalance
de sodio como de los riesgos más posibles). En línea con la “teoría
homeostática”, la presencia de toxinas en la circulación general (o cualquier
estímulo pro-emético que remede al consumo de alimentos contaminados) también
suprime la ingesta de alimentos, eleva los niveles circulantes de oxitocina e
incrementa el porcentaje de neuronas oxitocina activas y, simultáneamente, el
nivel de actividad del CVD. Por otra parte, el bloqueo del receptor de
oxitocina previene el desarrollo de aversiones condicionadas de alimentos cuya
ingesta ha sido asociada con sensaciones gastrointestinales desagradables. Los
compuestos que reducen la activación de
neuronas oxitocina tienden a disminuir la magnitud de las respuestas aversivas.
Sin embargo, a pesar del importante rol de la oxitocina, una aversión condicionada no puede ser
provoca solamente por la oxitocina. Estudios recientes demuestran que la
administración de oxitocina exógena en el sistema nervioso central o en la
periferia, en una dosis que suprime la ingesta de alimentos, falla en provocar
una aversión condicionada en roedores. Más aún, no se observan signos obvios de
náuseas o diarrea. Adicionalmente, hay estudios que reportan la ausencia de
efectos colaterales adversos con la administración intranasal de oxitocina en
humanos. Finalmente, los niveles
plasmáticos de oxitocina aumentan
rápidamente en respuesta a una
distensión de alto grado del estómago, lo cual es consistente con la noción que
la terminación de la comida por la
oxitocina para proteger al medio interno puede ser completamente independiente de la cantidad de energía ingerida.
La presencia de receptores de
oxitocina en áreas cerebrales fuera del circuito “homeostático”
hipotálamo-tallo cerebral sugiere un potencial rol regulador de la oxitocina en otros aspectos del
consumo, específicamente en la recompensa. Las neuronas oxitocina forman
sinapsis con neuronas mesolímbicas, y el núcleo accumbens y el ATV expresan el
receptor de oxitocina. La evidencia funcional apoya la relación entre oxitocina y recompensa relacionada con la
alimentación y no relacionada con la alimentación. En este contexto, ratones hembras tratadas
con oxitocina i.c.v. desarrollan preferencias sociales condicionadas. Los
estudios sobre la recompensa en la alimentación revelan una fuerte relación entre la oxitocina
y el apetito por los carbohidratos
(especialmente dulces) y sacarina. En roedores, las inyecciones periféricas de
L-368899, un antagonista de la oxitocina, incrementan la ingesta de
carbohidratos y soluciones de sacarina sin afectar el consumo de emulsiones de
lípidos. En primates no humanos, la administración directa de oxitocina en el
ATV suprime la ingesta de sucrosa, mientras el bloqueo de los receptores de
oxitocina en el ATV estimula el consumo de azúcar sin afectar la ingesta de
comida desabrida y la administración sistémica de oxitocina reduce el consumo
de bebidas endulzadas con fructosa. Aunque la relación entre oxitocina y
apetito por carbohidratos/sacarina es apoyada experimentalmente, los datos
sugieren que la oxitocina también puede regular la ingesta de grasas en
determinadas circunstancias. La
administración de antagonistas del receptor de oxitocina estimula la ingesta (hasta
por 12 horas post-inyección) y la ganancia de peso (por dos semanas) en ratones
alimentados con una dieta rica en grasas.
Aunque
se asume que la oxitocina ejerce sus efectos reductores del apetito principalmente
a través de sus receptores centrales, la administración periférica de oxitocina
también disminuye el apetito. La inyección de oxitocina en ratas disminuye la
ingesta de alimentos, lo cual puede revertido con el pre-tratamiento con un
antagonista de receptor de oxitocina en el cuarto ventrículo y atenuado por el
bloqueo de receptores periféricos de oxitocina.
Adicionalmente, un estudio reciente demuestra que la oxitocina
periférica reduce la ingesta de alimentos a través de la activación de neuronas
aferentes vagales. Asimismo, las inyecciones periféricas de oxitocina, además
de reducir la ingesta de alimentos, también reducen el peso corporal y la masa
grasa visceral en ratones, lo cual sugiere que la influencia hipofágica de la
oxitocina periférica puede estar también conectada a sus efectos relacionados
con el metabolismo energético y la adiposidad.
Considerando
los roles de la oxitocina en la saciedad/homeostasia y en el control de la
alimentación relacionado con la recompensa, hay que enfatizar que estos
procesos no son mediados solamente por la oxitocina sino que deben ser vistos
como fenómenos que la oxitocina co-ejecuta en una amplia red molecular que
regula el apetito. En el hipotálamo, la oxitocina se co-localiza con otros
anorexígenos como nesfatina-1, hormona liberadora de corticotropina (CRH) y
transcripto relacionado con anfetamina y cocaína (CART). La oxitocina sirve
como una “molécula de relevo” local facilitando o amplificando la acción
hipofágica de esos péptidos. La actividad de las neuronas oxitocina es afectada
directamente por neuropeptidos reguladores de la alimentación que son sintetizados
y liberados en las sinapsis formadas con las neuronas oxitocina y por impulsos
hormonales vía receptores presentes en las neuronas oxitocina; así como
indirectamente por rutas neurales reguladoras del apetito. Por ejemplo, GLP-1 y
melanocortinas se unen a sus respectivos receptores presentes en las neuronas
oxitocina y estimulan directamente la actividad de esas neuronas precipitando
la terminación de la conducta alimentaria. La adrenomedulina 2 y 5 que
disminuyen la ingesta de alimentos también incrementa la proporción de neuronas
oxitocina activas y los niveles periféricos de la hormona. Por otra parte, la administración de leptina
en dosis que disminuyen el apetito activa neuronas oxitocina que expresan
receptores de leptina. Por el contrario, los orexígenos (por ejemplo, opiáceos)
tienden a disminuir la actividad y/o liberación de oxitocina, mientras los
antagonistas de receptores de opiáceos estimulan las neuronas oxitocina durante
el consumo de una comida. En este contexto, la proteína relacionada con el
agouti (AgRP), un antagonista endógeno de receptores melanocortina, silencia la
señal oxitocina y por consiguiente la terminación de la ingesta de alimentos. Más
aún, los procesos moleculares y genéticos en las neuronas oxitocina provocan
cambios en la señal oxitocina. Por ejemplo, el gen relacionado con la obesidad
FTO se co-localiza con oxitocina y su sobre expresión provoca un mayor nivel
del contenido de ARNm de oxitocina.
En
animales de laboratorios, la oxitocina es particularmente efectiva en reducir
la ingesta de energía y la ingesta de
azucares y endulzantes (específicamente sucrosa) mientras el consumo de grasas
no disminuye ni activa el sistema oxitocina en el mismo grado que los
carbohidratos. A diferencia de los experimentos en animales, los estudios en
humanos emplean escenarios de alimentación mucho más amplios y complejos. Estos
estudios son escasos, sus resultados inconclusos y con algunos hallazgos sorprendentes. Por ejemplo, un estudio con sujetos que
recibieron 24 UI de oxitocina intranasal antes de la comida reporta que la
oxitocina no causa disminución del consumo total o del consumo de nutrientes específicos.
Otro estudio con protocolo similar pero incluyendo individuos de mayor edad,
reporta una ligera pero significativa reducción en la cantidad total de energía
ingerida, lo cual es consistente con los hallazgos en animales de
laboratorio. En un ambiente que permite escoger la dieta, la efectividad
de la oxitocina en los individuos puede
diferir significativamente dependiendo de cualquier preferencia innata hacia la
grasa versus carbohidratos y/o alimentos dulces y la disponibilidad de tales
alimentos durante una comida particular. Asimismo, la diversa dietética contribuye a la relativa
recompensa de una comida determinada.
Durante
el embarazo, las demandas metabólicas en la madre son mayores y requieren un
incremento apropiado en la ingesta de
energía. Aunque la progesterona es vista como el facilitador clave para este
incremento, los cambios neurohumorales son más complejos e incluyen al sistema
oxitocina cuya conectividad sináptica está sujeta a procesos de reprogramación
adaptativa. La progesterona no tiene
receptores específicos en las neuronas oxitocina aunque parece tener la capacidad para
afectarlas indirectamente alterando la señal GABAA. En línea con
estos hallazgos, la respuesta de la oxitocina
a las señales relacionadas con la alimentación es alterada durante el
embarazo, las neuronas oxitocina se vuelven hipersensibles a la administración
periférica de CCK y menos sensible al neuropeptido Y central. La inyección i.c.v. de 1μg de oxitocina en ratas preñadas no
disminuye la ingesta de alimentos en la primera hora post-inyección. Doce horas
después de la administración de oxitocina, la ingesta de alimentos en ratas
preñadas es aún mayor que en las ratas no preñadas controles. Por otra parte,
el bloqueo de los receptores centrales de oxitocina durante el embarazo no tiene efecto sobre la ingesta de
alimentos.
Además
de su rol en la regulación del apetito, la oxitocina juega otros roles que son ejecutados vía rutas neurales que se superponen con las relacionadas con la alimentación. En este contexto, la
oxitocina facilita varias facetas de la
conducta social en grupos familiares y no familiares para establecer jerarquías.
Por ejemplo, en los ratones dominantes, los antagonistas de oxitocina incrementan la cantidad de azúcar consumida
con respecto a los ratones subordinados.
Sin embargo, un tratamiento similar reduce la el consumo cuando la
comida se ofrece en un escenario no social. Por otra parte, en algunos
escenarios ansiogénicos, la oxitocina
incrementa la ingesta de alimentos. Un estudio reciente ha investigado el fenómeno conocido como
hiponeofagia que se caracteriza por un incremento en la latencia para comenzar
el consumo y una disminución en el consumo de alimentos y que puede ser alterado
por antidepresivos. Este estudio reporta que ratones pre-tratados con un
agonista de receptor de oxitocina
sometidos a varios paradigmas hiponeofágicos tienen un significativo incremento
en la cantidad de alimento consumido. El bloqueo de receptor de oxitocina
elimina este efecto. Por lo tanto, en el contexto de escenarios asociados con ansiedad,
la oxitocina parece aumentar la ingesta de alimentos y actúa de una manera
consistente con sus propiedades ansiolíticas más que con su perfil anorexigénico.
En
conclusión, la oxitocina suprime el apetito. La actividad neuronal y la
liberación de oxitocina coinciden con la saciedad y con efectos adversos (hiperosmolalidad, toxicidad o excesiva
distención del estómago) que necesitan una terminación inmediata de la conducta
alimenticia. La oxitocina también disminuye el consumo manejado por recompensa,
especialmente la derivada por la ingesta
de carbohidratos y endulzantes. Sin embargo, sus efectos sobre el apetito difieren
significativamente con respecto a
ciertos contextos conductuales y sociales; es decir, es un anorexigénico
condicional.
Fuente:
Olszewski PK et al (2016). Oxytocin: A conditional anorexigen whose effects on appetite depend on the physiological,
behavioural and social contexts. Journal of Neuroendocrinology 28: 1-9.
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