Control del sueño y
metabolismo de la glucosa
Las alteraciones en el ciclo sueño/vigilia debido a
disturbios del sueño, cambios en el horario de trabajo, apnea obstructiva del
sueño e insomnio incrementan el riego de diabetes tipo 2 (DT2). Un estudio clínico indica que
aunque los disturbios del sueño a menudo son acompañados por depresión o
hipertensión, las alteraciones del sueño por si mismas incrementan el
riesgo de DT2. Otro estudio reporta que
la pérdida de sueño por una noche indujo resistencia a la insulina en sujetos sanos, mientras la restricción del
sueño por 5,5 a 8,5 horas durante dos semanas
causó intolerancia a la glucosa sin afectar la secreción de insulina. Por
otra parte, la elevación en el tono nervioso simpático es una de las
principales causa de intolerancia a la glucosa en sujetos sanos. Adicionalmente, los pacientes con DT2 con
cortos o largos periodos de sueño tienen elevados niveles de glucosa y HbA1c. Entonces, una cantidad
adecuada de sueño es importante para el
mantenimiento de la homeostasis de la glucosa.
La calidad del sueño también es relevante
en la regulación de la homeostasis de energía y glucosa. Funcionalmente,
las etapas de sueño con movimientos oculares rápidos (MOR) y
sin MOR (sueño de ondas lentas) están relacionadas con el apetito y el
metabolismo de la glucosa, respectivamente. En este contexto, hay trabajos que
indican que la supresión del sueño sin MOR causa resistencia a la insulina en
sujetos sanos, y que en los pacientes con DT2 disminuye la cantidad de sueño
sin MOR. La disminución del sueño sin MOR también está asociada con
engrosamiento de la capa íntima de las arterias carótidas como un índice de progreso de la ateroesclerosis. Sin embargo,
es importante señalar que algunos estudios indican que el sueño MOR juega un
rol importante en el metabolismo de la glucosa. La apnea y la hipoapnea durante
el sueño MOR están asociadas con
intolerancia a la glucosa. Más aún, en
pacientes con DT2, el control glucémico crónico ha sido asociado adversamente
con apnea obstructiva en el sueño MOR
pero no en el sueño sin MOR. Entonces, las alteraciones de la cantidad y
calidad del sueño están asociadas con el
desarrollo de la des-regulación de la homeostasis de la glucosa y el progreso
de las complicaciones de la DT2.
Los mecanismos
por los cuales los disturbios del sueño causan intolerancia a la glucosa son
controversiales. La excesiva activación
del sistema nervioso simpático es
aceptada como un factor crucial
que causa intolerancia a la glucosa y resistencia a la insulina en casos de
restricción de sueño. Las inapropiadas
elevaciones en los niveles de glucocorticoides y hormona de crecimiento también
promueven intolerancia a la glucosa bajo condiciones de privación de sueño
porque estas hormonas actúan elevando
los niveles sanguíneos de glucosa. Un estudio in vivo reciente demostró que la
restricción subcrónica de sueño (cinco noches con cuatro horas de sueño) causó
resistencia a la insulina periférica pero no hepática en sujetos sanos. Más
aún, otro estudio reporta que la pérdida de una noche de sueño en sujetos sanos
alteró los perfiles epigenéticos y transcripcionales de los genes reloj
circadianos en músculo esquelético y tejido adiposo subcutáneo de manera tejido-especifica. Dado que estos
genes son reguladores claves del metabolismo de la glucosa y que su alteración está
asociada con la intolerancia a la glucosa, la desincronización de los relojes
circadianos tisulares que sigue a la restricción de sueño puede ser subyacente a los desordenes metabólicos asociados. Actualmente no está claro cómo estos factores
interactúan uno con otro para causar resistencia a la insulina en casos de
privación de sueño.
La restricción
de sueño por largos periodos causa ganancia anormal de peso con incremento en la
masa grasa, y el incremento en el
consumo de alimentos inducido por la restricción de sueño es considerado un mecanismo clave subyacente
a la ganancia de peso observada. Más aún, el hecho de comer muy tarde en la
noche ha sido implicado en la excesiva ganancia de peso corporal. Sin embargo,
hay datos conflictos acerca de los efectos de la pérdida de sueño sobre la
secreción de ghrelina (una hormona que promueve la ingesta de alimentos) y
leptina (una hormona que promueve la saciedad). Asimismo, la evidencia del
impacto de la restricción de sueño en la actividad física diaria y el gasto de energía es también inconsistente. Por otra parte, un
estudio que utiliza como modelo de trabajo la prolongada restricción de
sueño con disrupción circadiana
concurrente durante tres semanas reporta disminución de la tasa metabólica en
reposo e incremento en los niveles plasmáticos de glucosa postprandial debido a
una inadecuada respuesta de las células
β del páncreas. Entonces, La combinación de restricción de sueño, aumentada
actividad del sistema nervioso simpático, incremento en la secreción de
hormonas contra reguladoras y obesidad puede resultar en resistencia a la insulina e intolerancia a la
glucosa.
El núcleo
supraquiasmático (NSQ) del hipotálamo es un reloj biológico master que regula los periodos circadianos de aproximadamente 24 horas. La luz es un
factor ambiental crucial que afecta la función reloj. Varias funciones
fisiológicas, incluyendo el ciclo sueño/vigilia, están sincronizadas con la
actividad oscilatoria del NSQ. Los individuos con desincronización circadiana
crónica exhiben somnolencia durante el
día e insomnio en la noche. La melatonina
es una hormona producida en la glándula pineal durante la noche de
acuerdo con las señales diarias del NSQ. En los mamíferos, la melatonina está
involucrada en el entrenamiento de los ritmos circadianos de funciones
fisiológicas como el tiempo de sueño, la regulación de la presión arterial y la
reproducción estacional. La melatonina
actúa a través de tres receptores acoplados a proteína G (GPCR): MT1, MT2 y
MT3. Los receptores MT1 y MT2 (también conocidos como receptores de melatonina
1a y 1B, respectivamente) han sido implicados
en el control del sueño regulado por el ritmo circadiano.
La melatonina
regula la homeostasis energética afectando los ritmos circadianos endógenos.
Los niveles circulantes de melatonina disminuyen en los pacientes con DT2 e
hiperinsulinemia. Los estudios de genoma
demuestran una asociación entre SNP en
el gen MTNR1B (codifica a MT2) y la hiperglucemia en ayunas y la DT2. En ratas con DT2, la administración crónica
de melatonina previene la excesiva ganancia de peso corporal, la
hiperglucemia, la hiperinsulinemia y/o hiperlipidemia. En estas condiciones, la
melatonina mejora la secreción de -y la sensibilidad a la- insulina. La
melatonina también incrementa los niveles circulantes de adiponectina, una
adipoquina que tiene la capacidad para mejorar la sensibilidad a la insulina
facilitando la oxidación de ácidos grasos
y el gasto de energía a través de
rutas mediadas por AMPK y PPARγ. La melatonina también disminuye los
elevados niveles circulantes de ácidos grasos libres, los cuales son atribuidos
a la resistencia a la insulina en obesidad y DT2. En ratones alimentados con
una dieta rica en grasas, el tratamiento oral con melatonina por 8 semanas
disminuyó la hiperglucemia y la
hiperinsulinemia. Estos efectos se deben a la mejora de la sensibilidad a la
insulina, al menos por la restauración de la acción vascular de la insulina, la cual es responsable de la
utilización de glucosa en músculo
esquelético. Estos hallazgos sugieren que la melatonina ejerce efectos
beneficiosos sobre la regulación de la glucosa alterada en la obesidad y la DT2.
Sin embargo, los efectos beneficiosos de
la melatonina sobre el metabolismo de la glucosa son controversiales. Hay estudios que reportan que la
administración aguda de melatonina mañana y tarde altera la tolerancia a la
glucosa en mujeres jóvenes. Asimismo, la administración diaria de melatonina en un horario diurno reduce la tolerancia a la glucosa y la
sensibilidad a la insulina en mujeres postmenopáusicas. Hay también hallazgos negativos en
investigaciones de larga duración, en las cuales la melatonina afecta varios
parámetros metabólicos/cardiovasculares, como la presión arterial y los valores
de colesterol. No obstante, otros estudios han demostrado que la melatonina
mejora las disfunciones metabólicas, el
estrés oxidativo y la resistencia a la insulina
en ratas con restricción de sueño.
Disminuciones e
incrementos en la secreción de insulina han sido reportados después del
tratamiento con melatonina. Varios
estudios han demostrado los efectos inhibidores
de la melatonina vía receptores MT1 y MT2 expresados en las células β de
los islotes pancreáticos. La melatonina, a través de esos receptores, reduce los niveles citoplasmáticos de AMPc y
GMPc y suprime la secreción de insulina. Por el contrario, otros estudios in
vivo en ratas demuestran los efectos
estimuladores de la melatonina sobre la
secreción de insulina. El tratamiento
con melatonina induce la secreción de insulina por el páncreas en
ratas. Adicionalmente, la melatonina
mejora la hiperglucemia incrementando la secreción de insulina y facilitando la regeneración y
proliferación de células β en ratas con
diabetes inducida por estreptozotocina. Dado que la melatonina ejerce efectos antioxidantes y
antiinflamatorios, la protección de las células β pancreáticas de la disfunción o la apoptosis puede ser explicada por estos mecanismos. La
cinética de los efectos de la melatonina en los islotes pancreáticos es
compleja porque inhibe la secreción de insulina
estimulada por glucosa cuando es usada agudamente, mientras la
exposición prolongada a melatonina (con
una duración similar al periodo de oscuridad) aumenta la secreción de insulina
por las células β por la sensibilización de la señal AMPc. Aunque la
suplementación con melatonina puede mejorar la función metabólica bajo ciertas condiciones, es importante tener
en cuenta que su eficacia es fuertemente afectada por numerosos factores, incluyendo el momento
de la administración, la duración y la dosis, así como también el fondo
genético de los sujetos.
Las orexinas
(también conocidas como hipocretinas) son neuropéptidos hipotalámicos y ligandos endógenos de dos
GPCR, OX1R y OX2R. El OX1R es selectivo para orexina A, mientras el OX2R tiene similar
afinidad por orexina A y orexina B. Aunque las orexinas regulan la conducta
alimenticia, ellas también son conocidas
como moduladoras del ciclo sueño/vigilia. El OX2R juega un rol importante en el
mantenimiento de un estado consolidado de vigilia, pero ambos receptores
contribuyen a la inhibición del sueño REM. Los ratones con deficiencia de
orexinas exhiben un fenotipo similar a narcolepsia. Adicionalmente, el sistema
orexina también está involucrado en la regulación del metabolismo energético y
el metabolismo de la glucosa. La narcolepsia causada por deficiencia de
orexina es acompañada por obesidad e
intolerancia a la glucosa en humanos y animales. Los ratones OX2R-knockout también muestran intolerancia a
la glucosa mientras los ratones transgénicos
que sobre expresan orexinas están protegidos de la ganancia anormal de
peso y de la intolerancia a la glucosa. Estos hallazgos
indican que las orexinas son requeridas para el mantenimiento de la homeostasis
de la glucosa.
El sistema
orexina hipotalámico es activado por el sistema circadiano, los bajos niveles
de energía y la motivación/emoción. Las orexinas promueven la vigilia en asociación con un
incremento en la actividad locomotora y la ingesta de alimentos. También
incrementan la producción de glucosa en el hígado, la utilización de glucosa
por el músculo esquelético y la termogénesis en el tejido adiposo marrón a
través de la activación del sistema nervioso simpático. Todas estas funciones
contribuyen al mantenimiento de la homeostasis energética. Por el contrario,
los niveles de orexinas disminuyen durante
el periodo de reposo y, bajo estas condiciones, es inducido el sueño. Los
antagonistas duales de receptores de orexinas promueven el sueño bloqueando la
sobre activación de orexinas. Los bajos niveles de orexinas suprimen la
producción hepática de glucosa vía sistema nervioso parasimpático. Esta función
sirve como un mecanismo de protección contra la resistencia a la insulina,
especialmente en el hígado. Por lo tanto, la perturbación del ciclo
sueño-vigilia provoca la disrupción de las acciones diarias de las orexinas y
por consiguiente alteraciones en el metabolismo energético y el metabolismo de
la glucosa.
Los niveles de
orexinas en el líquido cerebroespinal cambian diariamente, aumentan en la fase
de vigilia activa y disminuye en la fase de reposo-sueño. En ratones
alimentados con una dieta normal. La administración de orexina A en la fase de
vigilia activa incrementa agudamente los niveles sanguíneos de glucosa a través
de la ruta OX2R-sistema nervioso simpático, pero posteriormente disminuyen a
través de la ruta OX1R-sistema nervioso parasimpático. La regulación
bidireccional de la gluconeogénesis
hepática por las orexinas explica
el mecanismo que subyace a las oscilaciones diarias de glucosa. La elevación de
orexinas en la fase de vigilia tiene como finalidad estimular la gluconeogénesis hepática. Una vez que se adquiere una cantidad
suficiente de glucosa para la supervivencia, las orexinas suprimen la
gluconeogénesis para evitar la hiperglucemia. Tanto la captación de glucosa
inducida por orexinas en músculo esquelético como la termogénesis en el tejido
adiposo marrón también pueden contribuir
a la regulación del ritmo diario del
metabolismo de la glucosa.
Las benzodiazepinas
son moduladores alostéricos positivos de los receptores GABAA, los cuales
son canales iónicos disparados por ligando ampliamente expresados en el
cerebro. Estos activadores de la señal GABA promueven el sueño en pacientes con
insomnio pero también causan efectos colaterales como amnesia, disturbios
motores y relajación muscular debido a la supresión de la actividad neuronal en
el SNC. Las células β de los islotes pancreáticos expresan receptores GABAA y GABAB
y la activación de estos receptores incrementa la secreción de insulina y la
proliferación de células β. En las células β, el GABA puede ser
convertido en γ-hidrobutirato, el
cual inhibe la secreción de glucagón por las células α. Sin embargo, la evidencia
para los efectos metabólicos de
agonistas GABA/benzodiazepina es
controversial. Por ejemplo, la administración de clonazepan, un ligando de
receptor de benzodiazepina, induce la primera fase de la secreción de insulina
estimulada por glucosa en sujetos jóvenes. Por el contrario, el
4`-clordiazepam, el cual actúa sobre receptores periféricos de benzodiazepinas,
reduce la secreción de insulina estimulada por glucosa. Un estudio reciente
reporta que el diazepam, un derivado benzodiazepina, aumenta los efectos
antidiabéticos de la metformina en ratas
con DT2. Estos hallazgos sugieren que los agonistas GABA pueden ser beneficiosos para el metabolismo
de la glucosa al menos en condiciones diabéticas.
En conclusión,
la influencia de los disturbios del sueño en la regulación de los niveles
sanguíneos de glucosa y el progreso de
complicaciones en la diabetes ha
sido demostrada en estudios clínicos. El aumento del tono simpático, la
desincronización de los relojes circadianos tisulares, la secreción anormal de
hormonas y la obesidad son relevantes para la resistencia a la insulina durante los disturbios del sueño.
Sin embargo, aun no está claro si el mejoramiento del sueño por si mismo mejora
el metabolismo de la glucosa en el estado diabético. Asimismo, no está completamente descifrada la
contribución relativa de los sueños MOR
y sin MOR a la regulación del
metabolismo de la glucosa. Por otra parte, la influencia de drogas anti-insomnio
en el metabolismo de la glucosa en humanos es controversial.
Fuente: Tsuneki
H et al (2016). Sleep control, GPCRs, and
glucose metabolism. Trends in Endocrinology & Metabolism 27: 633-642.
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