IGF-2, crecimiento
fetal y adiposidad
Los factores de crecimiento similares a insulina (IGF)
son importantes para el adecuado crecimiento intrauterino y postnatal. La hormona de crecimiento es conocida por
afectar la composición del cuerpo a través del incremento de la lipólisis en
los adipocitos y la promoción del desarrollo de la masa muscular. Esta relación
es ilustrada por el ejemplo clínico del síndrome de Laron, una condición de
resistencia a la hormona de crecimiento en la cual está alterada la
función de la hormona de crecimiento. La
carencia de los efectos lipolíticos de la hormona de crecimiento provoca el
fenotipo de masa grasa incrementada,
disminución de la masa muscular y corta estatura. Un estudio con un modelo de
ratón con el receptor de hormona de
crecimiento selectivamente mutado en el tejido adiposo demostró
que estos ratones tienen incremento de la grasa corporal sin alteración
de la homeostasis de la glucosa, lo que sugiere
que otros órganos son más
importantes en la regulación de la glucosa por la hormona de crecimiento.
Mientras la hormona de crecimiento por si misma puede impactar al tejido
adiposo, los péptidos IGF-1 e IGF-2 también pueden contribuir a la composición
del cuerpo.
IGF-1 e IGF-2 son péptidos secretados primariamente por
el hígado. Postnatalmente, el IGF-1 es producido en respuesta a la hormona de
crecimiento. Los estudios en humanos y roedores han demostrado el importante
rol de los IGF en el crecimiento
intrauterino. La disrupción de los genes IGF1 e IGF2 en ratones “knockout”
provoca reducción en el peso al nacer. Por otra pare, ratones
heterocigotos para una lesión en el gen
IGF2 tienen 60% de reducción en el peso al nacer, lo que sugiere que el IGF-2
es un gran contribuyente al crecimiento
intrauterino. Reforzando esta teoría, un estudio en humanos demostró que las
concentraciones de IGF-2 en sangre del cordón umbilical son más de 6 veces más altas que las concentraciones de IGF-1.
También en humanos, aun lesiones parciales del gen IGF1 están asociadas con
restricción del crecimiento intrauterino. Es interesante tener presente que no
se han reportado casos humanos de
supresión del gen IGF2, lo que sugiere que la expresión del gen IGF2 es necesaria para la supervivencia.
En modelos de roedores, la supresión del
gen IGF2 provoca una mayor reducción de peso corporal que la supresión de IGF1; por lo tanto, es
posible que durante el desarrollo fetal los niveles circulantes de IGF-2 sean
mayores que los de IGF-1. El IGF-2 es más abundante durante la vida fetal que
el IGF-1 en fetos humanos y de oveja con concentraciones de IGF-2 que disminuyen a través de la gestación en las ovejas. En
humanos, los niveles de IGF-1 aumentan más que los de IGF-2 en la vida
postnatal debido al incremento en la producción de IGF-1 regulada por hormona
de crecimiento. El IGF-2, además de afectar directamente el crecimiento fetal
también contribuye al tamaño de la placenta y la distribución de nutrientes, lo cual indirectamente impacta
el tamaño fetal. La supresión de un promotor
de la expresión de IGF2 en la placenta de ratón reduce el crecimiento
placentario y la distribución de nutrientes, lo cual provoca restricción del
crecimiento fetal.
El IGF-2 es secretado primariamente por el hígado pero
también in útero por la placenta. El IGF2 es un gen localizado en el cromosoma
11p15 cercano al gen H19. Cada uno de estos genes tiene regiones promotoras que
son metiladas diferencialmente y por lo
tanto expresadas diferencialmente dependiendo del origen parental. La señal de
transducción del IGF-2 ocurre a través
de la unión al receptor de IGF
tipo1 (IGF-1R) y a receptores de insulina (IR). El IGF-1R tiene mayor afinidad por el IGF-2 que los IR. El IGF-1R y los IR
tienen homología similar, ambos son tetrámeros con dos subunidades alfa en la
membrana unidas por enlaces disulfuro y dos subunidades beta intracelulares. Las
subunidades beta consisten de un dominio transmembrana, un dominio de unión a
ATP y un dominio tirosina quinasa, responsable de la transducción de la señal.
Cuando ocurre la unión, el receptor tirosina quinasa fosforila a la proteína
sustrato de receptor de insulina 1(IRS1). A continuación son activadas las
rutas Ras/Raf/MAPquinasa y PI3quinasa/Akt,
provocando proliferación y/o diferenciación de células. Por el contrario, el receptor de
IGF tipo 2 (IGF-2R) es monomérico y consiste de un dominio extracelular, un
dominio transmembrana y un pequeño dominio citoplasmático. No hay mecanismo de
transducción con el IGF-2R, la unión del IGF-2 al IGF-2R, provoca la
degradación del IGF-2.
El IGF-2 puede unirse a los IR durante el desarrollo
fetal, los cuales pueden mediar los efectos del IGF-2 sobre el tejido adiposo.
Típicamente, la estimulación de los IR
por la insulina provoca la acumulación de grasa a través de (i) la estimulación de la
diferenciación de pre-adipocitos en
adipocitos, (ii) un incremento en la captación de ácidos grasos a partir de las
lipoproteínas circulantes mediante la acción de la lipoproteína lipasa, (iii)
la inhibición de la degradación de grasa en el tejido adiposo y (iv) la
facilitación de la entrada de
glucosa en el adipocitos. Una vez que la glucosa entra en el adipocito,
una porción de ella es convertida en glicerol, el cual se combina con ácidos
grasos libres para formar triglicéridos. Estudios recientes sugieren que la afinidad
del receptor de insulina tipo A (IR-A) por el IGF-2 es similar a su afinidad
por la insulina. En humanos, el IR-A es
expresado en el sistema nervioso central y células hematopoyéticas, mientras el
IR-B es más abundantemente
expresado en tejido adiposo, hígado y
músculo. Sin embargo, en algunos tejidos
fetales como cerebro, músculo, hígado, riñón y fibroblastos predomina el
IR-A. Aún no está claro si en el tejido adiposo fetal el IR-A es más abundante
que el IR-B. In útero, los pre-adipocitos y los adipocitos expresan IR-A que
potencialmente es estimulado por el IGF-2, lo cual provoca crecimiento de los
adipocitos e incremento de la adiposidad.
La comparación de los niveles de IGF-2 en sangre de
cordón umbilical y peso al nacer ha tenido resultados contradictorios. En este
contexto, los recién nacidos con edad
gestacional apropiada tiene niveles de IGF-2
mayores que los recién nacidos con restricción de crecimiento
intrauterino. Sin embargo, ninguna diferencia en los niveles de IGF-2 fue
identificada cuando se compararon neonatos de edad gestacional adecuada con
neonatos que nacieron con mayor edad
gestacional. Por otra parte, un estudio con niños nacidos después de la 32ª
semana de gestación demostró que las concentraciones de IGF-2 en sangre de
cordón umbilical fueron más bajas en los niños con restricción de crecimiento
intrauterino. Ahora bien, cuando se compararon niños de edad gestacional
apropiada con niños de mayor edad
gestacional de madres sanas no diabéticas, los niveles de IGF-2 fueron
significativamente mayores que los de IGF-1, aunque no se encontró correlación
entre IGF-2 y peso al nacer. Por el contrario, estudios con dos diferentes
cohortes de niños a término reportan que
los niveles de IGF-1 –pero no los de IGF-2- están asociados con mayor peso al
nacer. Es de hacer notar que estos estudios proporcionan solamente niveles de
IGF-1 e IGF-2 en el momento del nacimiento y no proporcionan información de la trayectoria de los péptidos
a través de la gestación. Dado que los niveles de IGF-2 son
dinámicos a través del desarrollo fetal,
es posible que los niveles de IGF-2 al momento del nacimiento no siempre se
correlacionen con su acción durante la
gestación, provocando estos resultados conflictivos. Más aún, cuando se examina el riesgo de
obesidad en humanos, es importante distinguir peso al nacer y adiposidad. El
peso al nacer se correlaciona con la grasa corporal, pero es importante tener
presente que el peso al nacer comprende tanto tejido adiposo como tejido magro
por lo que no siempre refleja incremento
en el contenido de grasa.
Los
investigadores han identificado una asociación de IGF-2 con masa grasa e índice
ponderal definido como (peso(kg)/longitud(cm))3. En este contexto, el
AVON Longitudinal Study of Parents and Children (ALSPAC) examinó niveles de
factores de crecimiento, peso y
adiposidad en los primeros cinco años de vida del niño. Los niveles de IGF-2 en
el nacimiento se relacionaron con los niveles plasmáticos de IGF-2 a los cinco
años de edad, lo cual a su vez se relacionó con la masa grasa a los cinco años de edad. Por otra parte, el
nivel de IGF-1 a los cinco años se correlacionó con la masa libre de grasa.
Estos resultados sugieren que el nivel de IGF-2 en sangre de cordón umbilical
puede ser utilizado como marcador de
adiposidad. El ALSPAC también asocia el IGF-2 con el índice ponderal,
específicamente elevaciones en la relación molar de IGF-2/IGF-2R soluble fueron
asociadas con mayor peso al nacer e índice ponderal. El IGF-2R soluble resulta
del clivaje proteolítico del IGF-2R intacto. La unión del IGF-2 al IGF-2R
soluble resulta en la degradación del
IGF-2 y la inhibición de sus efectos.
Por lo tanto, las elevaciones en la
relación IGF-2/IGF-2R soluble resultan en mayor biodisponibilidad de IGF-2 y un mayor impacto sobre el crecimiento.
La
epigenética es un campo de estudio sobre
las modificaciones en el ADN que pueden alterar la expresión de genes
independientes de la secuencia de genes. Estos cambios pueden ser heredados o
modificados por el ambiente intrauterino. Dado que el gen IGF2 es paternalmente
expresado, los cambios epigenéticos en el IGF2 paternal podrían ser
trasmitidos al embrión y servir como un
predictor de la obesidad en el niño.
Esta relación fue examinada en el Newborn Epigenetics Study (NEST). En
el NEST se examinó la región
diferencialmente metilada (DMR) en el ADN de cordón umbilical de 67 recién
nacidos. La obesidad paterna fue
asociada con hipometilación de la DMR
IGF2 en los recién nacidos y la
potencial sobre expresión de IGF2. Esta
relación persistió aun cuando se
controló el peso al nacer.
En
conclusión, el IGF-2 es necesario para
el adecuado crecimiento humano. La sobre expresión del gen IGF2 está asociada
con sobre crecimiento fetal y puede jugar un rol en la programación
intrauterina del tejido adiposo. Dado que los niveles de IGF-2 varían a lo
largo de la gestación, un incremento en los niveles de IGF-2 puede aumentar los
efectos de la unión a IGFR e IR así como impactar en el tamaño de
la placenta y en el manejo pasivo de
nutrientes fetales. Colectivamente, estos efectos pueden contribuir al sobre
crecimiento fetal.
Fuente:
Kadakia R y Josefson J (2016). The relationship
of insulin-like growth factor 2 to fetal growth and adiposity. Hormone Research in paediatrics 85: 75-82.
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