Heterogeneidad del
tejido adiposo blanco
El tejido adiposo blanco (TAB) está ampliamente distribuido en los humanos, los mayores depósitos residen en la región
subcutánea en la parte superior
(abdominal superficial y profunda) e inferior (glúteo-femoral) del cuerpo, así
como también en la región visceral (epiplón, mesenterio, mediastino y
epicardio). El TAB subcutáneo está
localizado debajo de la piel en donde
actúa como barrera contra infecciones dérmicas, aislante para prevenir la pérdida de calor y protector
contra el estrés mecánico externo. El
TAB visceral del tronco del cuerpo se
encuentra alrededor de órganos vitales
de abdomen y tórax. Por otra parte, el
tejido adiposo marrón (TAM) está
especializado en la utilización y disipación de la energía derivada de los lípidos para producir calor a través de la acción de la proteína
desacopladora 1 (UCP-1) localizada en la membrana interna de la mitocondria. El TAM tiene mayor contenido de
mitocondrias y densidad de vascularización que el TAB. Entre el TAB y el TAM está el
tejido adiposo beige, el cual es una subpoblación de TAB que ha adoptado características de TAM, incluyendo la
expresión de UCP-1, el contenido de
mitocondrias y la vascularización en un
proceso conocido como “marronización”.
La función primaria del TAB es el mantenimiento de la
homeostasis energética. En condiciones de balance energético positivo, el TAB
capta el exceso de lípidos y lo
almacena en la forma de triglicéridos
(TG) para prevenir depósitos
ectópicos de lípidos y complicaciones
metabólicas adversas. Adicionalmente, actúa como fuente de energía y libera
lípidos en la forma de ácidos grasos no esterificados (AGNE) cuando
se presenta una demanda de energía. Estos procesos actúan concertadamente y responden
prontamente a diferentes estados energéticos y factores hormonales.
La captación de los TG de la dieta
es mediada por la lipoproteína lipasa (LpL), una enzima adherida al endotelio vascular a través de
proteoglucanos altamente cargados de heparan sulfato. La LpL tiene su sitio activo localizado en la
superficie luminal de los vasos sanguíneos e hidroliza los TG transportados por quilomicrones y
lipoproteínas de muy baja densidad. Los
AGNE y los monoacilgliceroles derivados
de los TG son tomados por los
adipocitos para su utilización y
almacenamiento. La captación de los
productos de la hidrólisis de TG es
mediada por difusión pasiva o por
translocasa de ácido graso/CD36, caveolina-1, proteína ligadora de ácido graso
y proteína transportadora de ácido graso. Finalmente, estos productos son
atrapados a través de acilación por la acil coA sintetasa, lo cual disminuye la concentración intracelular de AGNE, y por la diacilglicerol acetiltransferasa para
ser utilizados en la síntesis de TG. Las señales de bajo estado nutricional,
incluyendo catecolaminas y sistema nervioso simpático, disparan la lipólisis en el TAB para la liberación de AGNE en la circulación. Estas señales activan la ruta de señalización intracelular AMPc/PKA, la
cual a su vez fosforila la perilipina A y la lipasa sensible a hormona en las gotas de lípidos y promueve la
lipólisis. La insulina, una señal de
estado de alta energía, inhibe las acciones de la lipasa sensible a hormona
reduciendo los niveles de AMPc y la actividad de la PKA.
En la obesidad, los depósitos de TAB experimentan una
expansión anormal por incremento en el
número de adipocitos o en el tamaño de los mismos. Los adipocitos se vuelven
inflamados y liberan a la circulación
mayores cantidades de citoquinas proinflamatorias, incluyendo proteína
atrayente de monocitos 1, factor de necrosis tumoral α (TNF-α), IL-6 y FABP de
adipocito (FABP-A) y menor cantidad de adiponectina. Los niveles aumentados de
la proteína atrayente de monocitos 1favorecen la infiltración de macrófagos en
el TAB inflamado y la exacerbación de la respuesta inflamatoria. Las acciones
de TNF-α e IL-6 promueven la conversión del TAB inflamado de almacenador en
liberador en exceso de AGNE, lo cual causa depósitos ectópicos de lípidos y lipotoxicidad en órganos metabólicamente vitales como el
hígado y el músculo esquelético. Los
niveles aumentados de AGNE activan la
ruta c-jun N-terminal quinasa a través
de la c-Src de membrana, lo cual causa
resistencia a la insulina por la
fosforilación del residuo Ser-307 de la
proteína sustrato de receptor de
insulina (IRS) o por la inhibición
de la fosforilación estimulada por insulina de la Akt.
Varios estudios
reportan la existencia paradójica
de individuos delgados pero metabólicamente obesos así
como individuos obesos pero metabólicamente sanos. Un trabajo reciente
demuestra que los individuos obesos
metabólicamente sanos de acuerdo
con el contenido de TG y la sensibilidad a la insulina son resistentes a los efectos cardiometabólicos adversos que siguen a una ganancia moderada de peso
(6%), mientras que los obesos metabólicamente anormales están predispuestos a
tales efectos. La expresión aumentada de los genes involucrados en la
captación de glucosa y la
lipogénesis en los depósitos subcutáneos
de los individuos obesos metabólicamente sanos surge como una posible explicación
del mecanismo protector. La “teoría
portal” propone que las diferencias antes mencionadas pueden ser atribuidas a las
localizaciones anatómicas de depósitos
adiposos particulares. En los humanos, los depósitos viscerales (epiplón
y mesenterio) son drenados por la vena porta hepática en el hígado, mientras los depósitos subcutáneos son drenados sistemáticamente por las venas cava inferior y superior. De manera que, los AGNE y las citoquinas
proinflamatorias liberados por los depósitos subcutáneos son diluidos en la circulación; en cambio,
aquellos liberados por los depósitos viscerales fluyen directamente en el
hígado. Entonces, los individuos con acumulación anormal de grasa visceral son particularmente susceptibles a
desarrollar resistencia a la insulina en
el hígado. Sin embargo, la contribución
de AGNE de los depósitos de TAB
visceral parece ser insuficiente para causar la resistencia sistémica a la
insulina, la cual es una característica
de la disfunción metabólica generalizada. Esto se debe a que los
depósitos subcutáneos de la parte superior del cuerpo -y no los depósitos
viscerales- son la mayor fuente de AGNE (aproximadamente 70% del nivel circulante en personas obesas). Por lo tanto, la
localización anatómica y el drenaje portal pueden representar solamente uno de
los muchos factores que dan origen a las
diferentes asociaciones con el riesgo cardiovascular.
En varios estudios con humanos, las diferencias
intrínsecas en la expresión de genes del desarrollo temprano entre los
depósitos subcutáneos y viscerales de
TAB han sido encontradas en los preadipocitos indiferenciados. La expresión de genes del desarrollo también
difiere en los depósitos subcutáneos de abdomen y glúteos de adultos delgados y obesos. Estas
diferencias se correlacionan con el grado de metilación del ADN de esos genes. Por otra parte, diversos estudios reportan que
el agrandamiento del adipocito, pero no el aumento en el número de adipocitos,
está asociado con elevado riesgo cardiometabólico. Los preadipocitos de la fracción vascular del estroma del TAB,
el pool más grande de células
progenitoras en humanos, son las
principales células progenitoras que dan origen
a los nuevos adipocitos. En las colonias de preadipocitos se han
identificados dos subtipos de preadipocitos: un subtipo más proliferativo, replicativo,
adipogénico y resistente a la apoptosis
inducida por el TNF-α y otro subtipo con tales características
disminuidas. Los preadipocitos de los depósitos subcutáneos de TAB pertenecen al primer subtipo, mientras los
preadipocitos de los depósitos viscerales exhiben las características del
segundo subtipo. Con la sobre
alimentación, el TAB subcutáneo
abdominal experimenta
principalmente agrandamiento de los
adipocitos, mientras los depósitos
subcutáneos femorales incrementan el número de adipocitos.
Otro factor que controla la tasa y extensión de la expansión del TAB es la regulación del flujo de lípidos
en los adipocitos. Como el género es un factor importante en la manifestación
de obesidad central (androide) o periférica (ginecoide), la mayoría de los
estudios sobre el metabolismo de los lípidos en el TAB de humanos exploran las diferencias de género e
interdepósitos. La captación de
AGNE en los hombres aumenta en los
depósitos subcutáneos abdominales en comparación con los depósitos femorales y
lo opuesto se observa en las mujeres. En
individuos obesos y delgados, las mujeres son más eficientes que los hombres para
almacenar lípidos en el depósito femoral
debido a la mayor actividad postprandial
de la LpL local. En apoyo de estos resultados, la expresión de proteínas
transportadoras de AGNE, incluyendo CD36 y FABP-A es mayor en el depósito femoral en las mujeres. Más aún, en las mujeres
obesas, la transcripción del gen de LpL es más abundante en el depósito subcutáneo que en el depósito
visceral, lo cual es opuesto a lo que se observa en los hombres obesos. Estos
hallazgos sugieren que las mujeres son,
en general, más eficientes que los hombres en la distribución de la grasa
periférica. Los efectos de las
catecolaminas sobre la lipólisis son
mucho mayores en el epiplón que en el
depósito subcutáneo debido a un incremento
en el primero de la actividad del receptor β-adrenérgico prolipolítico
acompañado de una reducción de la actividad del receptor α. adrenérgico, antilipolítico. Estas diferencias se observan también en
individuos obesos. Otro estudio reporta
que la tasa lipolítica, basal y
estimulada por adrenalina, en los
depósitos abdominales de mujeres con
obesidad central responde menos a los efectos supresores de la insulina en comparación con mujeres con obesidad
periférica. Una posible explicación es
el incremento en la actividad de la fosfatasa 1B en los depósitos
viscerales con respecto a los depósitos
subcutáneos.
La expresión de
citoquinas proinflamatorias y antiinflamatorias en humanos indica que los
depósitos viscerales de TAB exhiben un
perfil más proinflamatorio y con mayor capacidad de secreción que los depósitos
subcutáneos. Aunque la obesidad provoca un incremento en la expresión de
citoquinas proinflamatorias en ambos tipos de depósitos, los depósitos
viscerales retienen su dominancia en la
secreción de esas citoquinas, incluyendo IL-6, TNF-α, IL-8, proteína C
reactiva, complemento C3, factor inhibidor de la migración de macrófagos y receptor de quimioquina CC 2. Por el
contrario, el TAB subcutáneo expresa más
adiponectina, una adipoquina que ejerce efectos antiinflamatorios y múltiples efectos
beneficiosos sobre el metabolismo. En
esta misma línea, algunos estudios reportan
una mayor infiltración de macrófagos
en los depósitos viscerales en
comparación con los depósitos subcutáneos de sujetos obesos, mientras otros
estudios reportan una elevada actividad de la proteína quinasa activada por
mitogenos (MAPK) y una inhibición de la
respuesta inflamatoria a la estimulación
con TNF-α en los depósitos viscerales.
En la obesidad, se produce un incremento en los macrófagos proinflamatorios activados
clásicamente (M1) y una reducción en los macrófagos antiinflamatorios activados
alternativamente (M2). Sin embargo, este proceso ocurre
en diferentes extensiones y a
través de diferentes mecanismos en los depósitos de TAB. En el TAB visceral hay
menos infiltración de macrófagos y un
incremento de la relación M2/M1, lo cual se acompaña con una reducida
infiltración de linfocitos T. Por otra parte, el factor regulador de
interferón 5 (IRF5) ha sido implicado en
la respuesta TH17 y se encuentra en el TAB inflamado de humanos
obesos. La expresión del IRF5 es inducida selectivamente en macrófagos en depósitos de BAT visceral de
obesos. En el tejido adiposo obeso, la magnitud y duración de la respuesta inflamatoria es más importante que su naturaleza.
La marronización es el desarrollo de células termogénicas
beige en el TAB en respuesta a estímulos
ambientales como bajas temperaturas, ejercicio y tratamiento con agonistas del receptor activado por el
proliferador de peroxisoma γ (PPARγ). La marronización del TAB se correlaciona
positivamente con mejoría del
metabolismo general como consecuencia del incremento en gasto de energía, sensibilidad a la insulina y pérdida de peso. Es ampliamente aceptado que
la marronización ocurre casi
exclusivamente en los depósitos
subcutáneos de TAB, lo cual apoya la idea
que el TAB subcutáneo confiere más beneficios metabólicos. El PRDM16, un corregulador de la transcripción responsable del desarrollo de adipocito marrón en el depósito de BAT, tiene roles únicos que
permiten distinguir la capacidad de marronización del TAB subcutáneo de la del TAB visceral. En comparación con el TAB visceral, el PRDM16
es altamente expresado en el TAB subcutáneo, en donde promueve la marronización de una manera
autónoma a través de la adipogénesis de novo. Los agonistas del PPARγ también requieren del
PRDM16 para la marronización del TAB subcutáneo. Los macrófagos M2
promueven la marronización del TAB a través de la inducción de producción de
catecolaminas y la expresión de tirosina
hidroxilasa y maquinarias termogénicas, incluyendo UCP-1 y PRDM16. La capacidad
de marronización puede provenir de la inducción de la expresión selectiva de
adiponectina en el TAB subcutáneo, lo que a su vez
estimula la proliferación local de macrófagos M2. Las acciones de la
adiponectina se acompañan de elevados niveles locales de t-caderina,
una glucoproteína anclada en la membrana
plasmática que facilita el atrapamiento intracelular de adiponectina. No está claro cómo la expresión de
adiponectina es controlada en los
diferentes depósitos de TAB, pero la regulación epigénetica es un mecanismo
altamente posible.
La expansión del TAB requiere angiogénesis, estimulada
por factores metabólicos o por señales
hipóxicas debido a hiperplasia e
hipertrofia de adipocitos. La
angiogénesis está implicada en la expansión patogénica del TAB en humanos, lo cual provoca
enfermedades cardiometabólicas. La adiposidad visceral está asociada con elevados niveles circulantes de factor de crecimiento del endotelio
vascular (VEGF). La inhibición de la angiogénesis en el tejido adiposo puede limitar su crecimiento y atenuar la
obesidad y sus complicaciones relacionadas. Sin embargo, esto puede limitar selectivamente el efecto protector del tejido adiposo subcutáneo sano debido a
su mayor capacidad angiogénica y por
consiguiente una mayor sensibilidad a la inhibición. Más aún, puede causar
hipoxia en el tejido adiposo, lo cual exacerba la respuesta inflamatoria,
provocando un círculo vicioso.
En conclusión, el TAB es un órgano endocrino altamente
heterogéneo. La heterogeneidad entre los
diferentes depósitos anatómicos surge a partir
de sus diferencias intrínsecas en las propiedades celulares y
fisiológicas, incluyendo el origen, la capacidad adipogénica y proliferativa,
el metabolismo de glucosa y lípidos, la sensibilidad a la insulina, el control
hormonal, la capacidad termogénica y la
vascularización. Factores adicionales
que influyen en la heterogeneidad
del TAB son la predisposición genética,
el ambiente, el género y la edad. La
heterogeneidad inter -e intra- depósitos es gradualmente amplificada durante la expansión del TAB. En conjunto, estos factores definen la
tendencia y el modo de desarrollo de la
obesidad, la cual a su vez determina la
susceptibilidad a enfermedades cardiometabólicas.
Por ejemplo, los individuos con obesidad
central son más susceptibles a desarrollar diabetes y complicaciones
cardiovasculares, mientras los individuos con obesidad periférica son más
metabólicamente sanos.
Fuente: Kwok KHM et al (2016). Heterogeneity
of white adipose tissue: molecular basis and clinical implications. Experimental & Molecular Medicine 48:
1-12.
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