GLP-1 y saciedad
Los péptidos gastrointestinales liberados durante las comidas por el estimulo
luminal de los alimentos en el intestino
delgado son conocidos como controladores
de las funciones secretoras y motoras
del intestino, el páncreas y el hígado. Estos péptidos también sirven
como señales de retroalimentación negativa
para la finalización de la comida (señales de saciedad). La versión
actual de criterios para considerar a una hormona como señal endocrina
fisiológica de saciedad incluye: (i) La hormona
es secretada en el momento apropiado
para producir el efecto de saciedad.
(ii) los receptores específicos de la hormona son expresados en su sitio de acción. (iii) La
administración de secretagogos de la hormona o de una dosis fisiológica exógena
de la hormona es suficiente para producir el efecto de saciedad en ausencia de
enfermedad. (iv) El antagonismo de la hormona revierte el efecto de
saciedad. Hasta ahora, la
colecistoquinina (CCK) es el único péptido gastrointestinal que cumple
completamente estos criterios, mientras el estatus fisiológico de la mayoría de
esos péptidos no está totalmente
establecido.
El péptido similar a glucagón-1 (GLP-1) emerge como
uno de los más importantes péptidos
gastrointestinales debido a una
combinación de funciones no atribuidas previamente a ninguna otra molécula. Además
de su potencial efecto sobre la
saciedad, el GLP-1 potencia la secreción de insulina inducida por glucosa,
suprime la liberación de glucagón y
retarda el vaciamiento gástrico. El ultimo efecto es parte del “freno ileal”,
un mecanismo que optimiza la absorción de nutrientes en el intestino delgado
proximal inhibiendo la motilidad del intestino superior si los nutrientes no
absorbidos llegan al ileum. Estudios recientes sugieren que el GLP-1 tiene
efectos neuroprotectores y modula el aprendizaje y la memoria así como también
la función cardiovascular. En respuesta a una comida, el GLP-1 intestinal es
co-secretado con el péptido tirosina tirosina (PYY) por las células
enteroendocrinas que expresan proglucagón. El GLP-1 es rápidamente degradado
por la dipeptidil peptidasa 4, lo cual limita su vida media biológica en la
sangre a 1-3 minutos. El GLP-1 es expresado en un discreto grupo de
células en el núcleo del tracto
solitario y este GLP-1 central también está implicado en el control de la
ingesta de alimentos. Mientras el rol fisiológico del GLP-1 en el control de la glucemia postprandial es ampliamente
aceptado, aún no está claro si el efecto del GLP-1 sobre la ingesta de
alimentos es fisiológico o farmacológico.
El patrón de secreción de GLP-1 ha sido estudiado
extensamente. Los niveles plasmáticos de GLP-1 son bajos en ayunas, aumentan
después de la ingesta de la comida y a menudo no regresan completamente al nivel en ayunas entre las comidas. Consistente con la función
incretina del GLP-1, los carbohidratos
actúan como rápidos y potentes
secretagogos, lo cual resulta en incrementos en los niveles
circulantes de GLP-1 a los 15 minutos
después del inicio de la comida. Las proteínas, las grasas y las comidas mixtas
usualmente resultan en una respuesta
secretora más lenta pero más sostenida, con niveles plasmáticos aumentados por varias horas. El efecto de las
grasas sobre la secreción de GLP-1
depende de la hidrólisis digestiva y la presencia de monoacilgliceroles
y ácidos grasos de cadena >12C. Hay
evidencia indirecta que el efecto de las proteínas sobre la secreción de GLP-1
requiere de la hidrólisis a aminoácidos.
Mientras la mayoría de estudios reportan
patrones de secreción monofásicos, algunos estudios señalan respuestas
bifásicas, presumiblemente debido a
diferencias en la composición y digestibilidad
de la comida así como en las tasas de vaciamiento gástrico. En sujetos
obesos, la respuesta del GLP-1 a la ingesta de comida es a menudo reducida, lo
que sugiere que la repuesta deficiente
del GLP-1 podría estar involucrada en la fisiopatología de la obesidad. Por
otra parte, los niveles plasmáticos de GLP-1 aumentan sustancialmente en los pacientes después de la cirugía
bariátrica y los niveles circulantes de GLP-1 se correlacionan con la pérdida
de peso y los cambios en el apetito, lo que sugiere que el GLP-1 contribuye
a la pérdida de peso después de la cirugía.
Los estudios con infusión intraduodenal de nutrientes demuestran que la magnitud de la secreción de GLP-1 depende de la carga
calórica administrada. Sin embargo, una
limitación general de estos estudios es
que son obviadas las señales gástricas. Asimismo, las mediciones de las concentraciones
sistémicas no necesariamente reflejan la situación local
en el intestino, en el ambiente de los receptores de GLP-1 (GLP-1R) sobre las
aferentes vagales que parecen estar involucradas en el efecto del GLP-1
endógeno sobre la saciedad. A pesar de algunas discrepancias está claro
que la ingesta de nutrientes induce un incremento en el GLP-1 plasmático que depende de la ingesta calórica total y
usualmente está asociado con una
reducción del tamaño de la comida. Si el
efecto del GLP-1 endógeno sobre la saciedad
se debe al menos en parte a un efecto paracrino sobre las terminaciones
aferente vagales en la pared del intestino delgado, la medición de los niveles
sistémicos puede ser de poca importancia
para el efecto del GLP-1 sobre la saciedad.
Los receptores GLP-1R son expresados en órganos
periféricos como los islotes pancreáticos, los pulmones y el tracto gastrointestinal. En el cerebro
humano, el GLP-1 ha sido identificado en
varias regiones como las cortezas
frontal, parietal, temporal y occipital. Sin embrago, es aún desconocido si
estos GLP-1R cerebrales son blancos para el
GLP-1 intestinal. Solamente 25-33% del péptido intacto alcanza la vena porta debido a la
inactivación por la dipeptidil peptidasa
IV. Adicionalmente, la cantidad de GLP-1
que alcanza la circulación sistémica es reducida debido a una sustancial
extracción hepática. Estos hallazgos sugieren una acción local del GLP-1
endógeno en el tracto
gastrointestinal más que una acción
endocrina sistémica. Un estudio reciente
demuestra que el efecto inhibitorio del GLP-1 exógeno sobre la ingesta de alimentos se pierde en sujetos con vagotomía, lo cual apoya la hipótesis que
el GLP-1 intestinal puede reducir la
ingesta de alimentos actuando
primariamente sobre GLP-1R periféricos
localizados en las fibras aferentes
vagales intestinales. Los experimentos
con ratas indican que el GLP-1 circulante
puede entrar al cerebro a través
de órganos circunventriculares que carecen
de barrera hematoencefálica como
el órgano subfornical y el área postrema. Esto puede contribuir a los efectos de inhibición de la ingesta de alimentos y de perdida de peso en los pacientes tratados con agonistas GLP-1 o en pacientes con bypass gástrico quienes tienen una elevación sustancial del GLP-1 circulante, el cual podría reclutar rutas centrales que normalmente no son captadas por el GLP-1 circulante.
Los factores visuales y la ingesta de alimentos modulan
la actividad neuronal en las regiones cerebrales que están involucradas en el control
homeostático y no homeostático de la alimentación.
Los estudios con métodos de
neuroimagen funcional demuestran que
una infusión de GLP-1 en sujetos sanos inhibe
la ingesta de alimentos ad libitum y disminuye la actividad neuronal en amígdala,
cuerpo estriado, ínsula, núcleo accumbens, corteza orbitofrontal y putamen en
comparación con una infusión de solución salina. Más aún, la infusión de
exenatide, análogo del GLP-1, reduce la
actividad neuronal de amígdala, ínsula y corteza orbitofrontal en sujetos
obesos y pacientes con diabetes mellitus tipo 2 y esto se correlaciona con
disminución de la ingesta de alimentos. Estos efectos fueron inhibidos con la
infusión de un antagonista del receptor
de GLP-1, lo que sugiere un mecanismo mediado por GLP-1R. Si los efectos del
GLP-1 observados con los métodos de neuroimagen
funcional en humanos resultan de una
acción directa del GLP-1 circulante
sobre el cerebro o de la acción sobre
nervios aferentes (o ambos) aún no está claro.
El GLP-1, por si mismo, es una débil señal de saciedad y
posiblemente requiere de la interacción
con otros péptidos gastrointestinales
para ejercer completamente su acción sobre la saciedad. El GLP-1 es
secretado con otros péptidos intestinales durante las comidas y actúa
conjuntamente con otras hormonas para la finalización de la comida. En este
sentido, se ha descrito un efecto
inhibitorio aditivo de GLP-1 y PYY3-36
en sujetos sanos. La co-infusión de GLP-1 y PYY3-36 reduce la ingesta de energía en comparación
con placebo y este efecto es mayor que la suma de las mono infusiones, lo cual
es interpretado como un efecto sinérgico. No todas las combinaciones de
péptidos intestinales interactúan de
esta manera. Por ejemplo, las infusiones de GLP-1 y CCK-33 en sujetos sanos
inhiben el tamaño de la comida
individualmente, pero no se observa una reducción mayor cuando son
co-administradas.
En conclusión, el GLP-1 intestinal tiene numerosos efectos fisiológicos y aunque
actualmente no parece reunir todos los
criterios de una señal fisiológica de
saciedad, uno de sus efectos puede ser la saciedad. Las siguientes piezas de
evidencia apoyan esta hipótesis. (1) El GLP-1 es secretado en respuesta a la ingesta de alimentos. En
humanos, los niveles plasmáticos de GLP-1 aumentan por varias horas después de
las comidas, un patrón acorde con una
función endocrina en la saciedad
postprandial. Hay evidencia inicial que
el GLP-1 intestinal puede afectar la ingesta de alimentos actuando directamente sobre el cerebro y se ha reportado una relación entre en la
respuesta endógena postprandial del GLP-1
y los cambios en la actividad
neuronal. (2) La infusión de dosis
fisiológicas de GLP-1 inhibe la ingesta
de alimentos en roedores, sujetos delgados e individuos obesos. (3) Análogos
sintéticos de GLP-1 reducen significativamente
el peso corporal de pacientes obesos. Esto, al menos en parte, se debe a
que incrementan la saciedad vía señal GLP-1. (4) Los resultados de estudios con pacientes
después de cirugía bariátrica demuestran
un sustancial incremento en GLP-1
circulante inducido por la comida. Esto
se correlaciona con la dramática pérdida de peso post-cirugía. (5) Los
antagonistas de GLP-1R aumentan significativamente la ingesta de alimentos. En
suma, el efecto del GLP-1 endógeno sobre la saciedad es presumiblemente pequeño
y requiere interacción con otros
péptidos gastrointestinales para ejercer su completa capacidad como señal de
saciedad.
Fuente: Steinert RE et al (2016). Intestinal GLP-1 and
satiation: from man to rodents and back. International Journal of Obesity 40:
198-205.
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