Factor inducible
por hipoxia-1 y ejercicio
La respuesta celular a la hipoxia se debe en gran parte a
la activación de un factor de transcripción sensible a la hipoxia, el factor
inducible por hipoxia-1 (HIF-1), el cual es expresado en la mayoría de tejidos,
incluyendo al músculo esquelético. El HIF-1 consiste de dos subunidades: HIF-1α
sensible a oxígeno y HIF-1β constitutivamente activa. Los genes blanco del HIF-1 incrementan el transporte
de oxígeno a través de mecanismos como la eritropoyesis mediada por
eritropoyetina y la angiogénesis
inducida por el factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF), también
mejoran la función de los tejidos
durante una condición de baja
disponibilidad de oxígeno a través del incremento en la expresión de
transportadores de glucosa y enzimas glucolíticas. Esto sugiere que el HIF-1 contribuye al proceso de adaptación del músculo esquelético en
respuesta al ejercicio de resistencia. Sin embargo, el HIF-1 inhibe el consumo
de oxígeno y el metabolismo oxidativo
mitocondrial, características discordantes
con el fenotipo de músculo entrenado.
El músculo esquelético tiene una alta capacidad para
adaptarse a las demandas funcionales. La adaptación del músculo esquelético al entrenamiento aeróbico de larga duración produce un mejor rendimiento aeróbico a
través de un incremento en la capacidad metabólica y el aporte de oxigeno.
Estas adaptaciones han sido bien descritas
e incluyen, por ejemplo, un incremento en la capilarización y el
almacenamiento de glucógeno así como un flujo glucolítico alterado y una
densidad mitocondrial aumentada. La adaptación a largo plazo resulta de la respuesta acumulada a episodios agudos de ejercicio y es precedida por –y mediada a
través de- un perfil alterado de proteínas. Los componentes del ejercicio agudo que
actúan como disparadores para la
adaptación son aún desconocidos. Sin embargo, hay un creciente entendimiento de
los factores endógenos y sistémicos que
actúan en conjunto para inducir la
adaptación del músculo esquelético, incluyendo cambios en el estrés, las concentraciones de calcio
en los miocitos, los cambios en el pH inducidos metabólicamente, la producción
de sustancias reactivas de oxigeno (ROS), los niveles de sustratos y la tensión
de oxígeno.
La hipótesis inicial fue que la hipoxia local podría
actuar como un posible estimulo para la
adaptación al ejercicio. Esta hipótesis
estaba apoyada por estudios que
demuestran que la tensión de oxigeno promedio en el músculo disminuye 2-3 mmHg
(PO2 normal= 30 mmHg) con intensidades por arriba de 50% de la captación máxima de O2.
Adicionalmente, varios estudios en animales y humanos demuestran una adaptación
periférica al ejercicio aumentada cuando el entrenamiento se realiza con un aporte reducido de oxígeno.
Por otra parte, varios estudios apoyan la idea
que el HIF-1 es activado en respuesta al ejercicio de resistencia para mediar los cambios en la expresión de
genes. Por ejemplo, en ratas, la subunidad HIF-1α es estabilizada en el músculo en respuesta a la estimulación del nervio
ciático, y en músculo esquelético de
humanos, la HIF-1α es activada
inmediatamente después de -y hasta seis horas después de- un episodio
de ejercicio con un incremento concurrente de ARNm en el gen blanco. Por otra
parte, el incremento en la expresión de genes como lactato deshidrogenasa A,
fosfoglicerato quinasa 1 y transportador de glucosa tipo 4 (GLUT4) con el ejercicio agudo es suprimido cuando se
elimina el HIF-1α del músculo esquelético. Sin embargo, algunos estudios
demuestran que después de cuatro semanas de entrenamiento unilateral del músculo
extensor de la rodilla, se produce un incremento transitorio de HIF-1α solamente en la extremidad no
entrenada. Hay también estudios que indican que el incremento en ARNm de VEGF
en respuesta al ejercicio agudo es
atenuado después de un periodo de entrenamiento al ejercicio de
resistencia. En conjunto, estos estudios
sugieren que la activación de HIF-1α y sus genes blancos en respuesta al
ejercicio agudo puede ser alterada después de un periodo de entrenamiento al ejercicio.
La regulación hacia abajo
de la actividad HIF-1 con el entrenamiento aeróbico de larga
duración puede ser interpretada como parte de la atenuación en la respuesta al ejercicio que sigue a un
período largo de entrenamiento. Los ratones con una alteración de HIF-1α específica de músculo esquelético exhiben
mejor rendimiento en el ejercicio de resistencia y muestran varias de las
características asociadas con un músculo
entrenado, especialmente con relación a las características mitocondriales como
las actividades de las enzimas citrato
sintetasa y 3-hidroxiacil-CoA deshidrogenasa. Esto implica que la pérdida de HIF-1α de
músculo esquelético puede ser beneficiosa para la capacidad oxidativa y el rendimiento en el ejercicio de
resistencia. El efecto de la carencia de HIF-1α sobre la función mitocondrial se debe a la activación del complejo piruvato deshidrogenasa (PDHc) como
resultado de la actividad reducida de su inhibidor, piruvato deshidrogenasa
quinasa 1 (PDK-1) que es inducible por HIF-1. El HIF-1 regula el consumo de
oxigeno mitocondrial durante la hipoxia
a través de un incremento en la expresión de PDK-1, la cual inhibe al PDHc y proporciona una represión activa de
la función mitocondrial para reducir el
consumo de oxigeno celular. En humanos, los individuos con policitemia Chuvash
tienen una mutación en el gen de la
proteína Von Hippel-Lindau, lo que provoca una estabilización general del HIF-1. La elevada actividad del HIF-1
altera el metabolismo del músculo
esquelético y provoca disminución del pH
muscular e incremento de lactato plasmático en respuesta al ejercicio,
así como una reducción del rendimiento en el ejercicio. El análisis
transcripcional de músculo
esquelético muestra niveles
aumentados de los blancos del
HIF-1, fosfofructoquinasa y PDK-1, lo
cual indica alta actividad glucolítica. Sin embargo, hay evidencia que el HIF-1
no sólo activa rutas glucolíticas sino que también suprime la función
mitocondrial y es responsable de la reducción de la actividad mitocondrial y el
consumo de oxígeno. En este contexto, varios
estudios indican que el HIF-1 disminuye activamente los niveles
de componentes de la fosforilación oxidativa, codificados en las
mitocondrias, a través de inhibición de la oncoproteína MYC. Otros
estudios sugieren que el incremento en
la oxidación de ácidos grasos puede ser una respuesta al flujo
disminuido de aporte de sustratos de la
ruta glucolítica al ciclo de Krebs. Una tercera explicación es que el HIF-1
inhibe la capacidad oxidativa
disminuyendo la expresión y/o función
de PGC-1α, un importante regulador de la biogénesis mitocondrial.
La actividad del HIF-1 es regulada en varios niveles, pero
principalmente a través de ajustes en la tasa de degradación de la subunidad
HIF-1α y a través de la regulación de la capacidad de transactivación del HIF-1. En condiciones normales, la HIF-1α
es degradada continuamente a través de
hidroxilación por prolina hidroxilasas
(PHD1-PHD3) específicas, preparándola
para la degradación por la ruta
ubiquitina-proteosoma. La regulación de
las PHD modula la actividad del HIF-1,
con la PHD2 como principal responsable
en condiciones normales. Cada tejido
tiene su propio perfil de expresión de
PHD, en el músculo esquelético humano son más abundantes la PHD2 y la PHD3. La capacidad
de transactivación del HIF-1 es regulada
por el factor inhibidor de HIF (FIH) y la sirtuina 6. EL FIH previene la
unión al coactivador CBP/p300 a través de la hidroxilación de un residuo aspargina, mientras que la
sirtuina 6 es una histona 3 lisina 9
desacetilasa que inhibe epigenéticamente
la activación de los genes de la respuesta glucolítica. Estos
reguladores negativos introducen un
posible mecanismo para la
moderación de la actividad del HIF en
respuesta al ejercicio de resistencia.
La aumentada capacidad
para proporcionar energía en el
músculo esquelético a través de la fosforilación oxidativa es una de las principales adaptaciones en el entrenamiento al ejercicio de resistencia de larga duración. Dada la
influencia negativa de la activación del HIF sobre la capacidad oxidativa así como la abundancia de reguladores negativos en el músculo
esquelético, recientemente fue revisada la hipótesis que los niveles de
reguladores negativos son mayores en los músculos esqueléticos con alta
capacidad oxidativa. En este sentido, un
estudio reciente indica que comparativamente, los niveles de PHD, FIH y sirtuina
6 son más altos en los atletas de
élite que en los sujetos moderadamente activos. En el mismo estudio,
los datos de un programa de entrenamiento por seis semanas confirman el incremento en la expresión de los mismos reguladores negativos, lo que
indica que los altos niveles en el estado entrenado son una consecuencia del entrenamiento. Los residentes en el Tibet, expuestos durante
generaciones a la hipoxia crónica de la alta altitud, tienen una alta frecuencia de una variante de la PHD2 con mayor afinidad por el oxigeno. Esto también previene la activación de la HIF-1α en niveles
moderados de hipoxia y probablemente resulte
en un efecto similar al esperado
con la expresión aumentada de los
reguladores negativos del HIF. La actividad
HIF-1α, además de sus efectos
sobre la angiogénesis y el metabolismo, incrementa el transporte de
glucosa, inhibe la miogénesis dependiente de progenitores y aumenta la
recuperación de energía en respuesta a la isquemia en el músculo
esquelético.
EL HIF-2 es un
parálogo de HIF-1α que es activado por la hipoxia de manera similar. Aunque ambos
tienen dominios de unión idénticos, el HIF-2 parece ser menos importante para la inducción aguda de genes, pero hay evidencia que sugiere un
rol importante en la adaptación a la hipoxia de larga duración. El PGC-1α induce
específicamente la expresión de HIF-2, un efecto que depende del receptor de
estrógenos. El HIF-2 induce la transcripción
de genes asociados con fibras
musculares oxidativas de sacudida lenta. La expresión de HIF-2α aumenta en
respuesta al ejercicio en ratones y humanos.
En conclusión, el HIF-1 induce genes involucrados en la
angiogénesis y la glucólisis en el
músculo esquelético. La subunidad sensible a la hipoxia, HIF-1α, es
estabilizada en el músculo esquelético
en respuesta a un episodio agudo de ejercicio de resistencia. Sin embargo, el ejercicio de
resistencia de larga duración atenúa la
respuesta aguda de la HIF-1α. La
atenuación de HIF-1α es concurrente
con el incremento en la
expresión de varios reguladores
negativos del sistema HIF. Esta
inhibición aumenta el metabolismo oxidativo en el músculo esquelético y es
parte de una respuesta fisiológica
local al ejercicio.
Fuente: Lindholm ME y Rundqvist H (2016).Skeletal muscle
hypoxia-inducible factor-1 and exercise. Experimental Physiology 101: 28-32.
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