Receptores GR y MR
en el corazón
Los corticoesteroides (glucocorticoides (GC) y
mineralocorticoides) son hormonas esteroides sintetizadas en la corteza
adrenal. Los mineralocorticoides
(principalmente aldosterona) regulan el balance de electrolitos y
agua. Los GC (predominantemente cortisol
en los humanos) influyen en muchos
procesos fisiológicos, incluyendo desarrollo, inmunidad, inflamación y la
respuesta al estrés. Los
corticoesteroides ejercen la mayoría de sus acciones a través de dos miembros
de la familia de receptores nucleares: el receptor glucocorticoide (GR) y el
receptor mineralocorticoide (MR). GR y MR muestran un alto grado de homología,
particularmente en el dominio de unión
al ADN (DBD); ellos pueden unirse a la misma secuencia de ADN, pero los
factores transcripcionales y
fisiológicos de activación son muy distintos. Con respecto a la unión de
ligando, el GR es selectivo para los GC,
mientras el MR es un receptor de alta
afinidad por la aldosterona y los GC fisiológicos. En las células epiteliales
que responden a los mineralocorticoides, la activación del MR por la
aldosterona es posible gracias a su
colocalización con una enzima, 11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa (11β-HSD)
tipo 2, la cual a través de la inactivación
de los GC fisiológicos permite el acceso preferencial de la aldosterona
al MR. La 11β-HSD2 está ausente en los
cardiomiocitos, aunque puede estar presente
en niveles bajos en los vasos sanguíneos. Por lo tanto, los MR cardiacos
potencialmente son ocupados y activados por mineralocorticoides o GC.
Los estudios clínicos han demostrado que el antagonismo
MR reduce la mortalidad y morbilidad en pacientes con insuficiencia cardiaca y
fracción de eyección disminuida. Sin embargo, el antagonismo MR no tiene
beneficios clínicos en pacientes con insuficiencia cardiaca y fracción de eyección ventricular izquierda
conservada. Los mecanismos que subyacen
a los beneficios del antagonismo MR
han sido explorados en humanos y modelos animales de insuficiencia cardiaca. Los estudios en
ratones transgénicos MR “knockout” han ayudado a dilucidar el rol normal y fisiopatológico del MR en el
corazón. En ratones, la disrupción de MR específica en los cardiomiocitos
tienen un mínimo efecto sobre la función y el tamaño basal del corazón, pero
mejora la cicatrización del infarto y
previene la remodelación cardiaca adversa y la disfunción contráctil en la insuficiencia cardiaca isquémica. También protege contra la dilatación y
disfunción del ventrículo izquierdo en la sobre carga de presión que sigue a la
constricción aórtica. Sin embargo, estos
ratones desarrollan fibrosis e hipertrofia cardiaca, lo que demuestra que en
este modelo la activación de los MR de los cardiomiocitos no es un prerrequisito para la fibrosis e
hipertrofia cardiaca. Otro estudio ha demostrado que el MR de los cardiomiocitos es esencial
para la fibrosis cardiaca que ocurre cuando los niveles de mineralocorticoides
son inapropiadamente altos para el estatus
de sal. Esto, se atribuye en gran
parte a la necesidad por MR en los
cardiomiocitos para el reclutamiento sostenido de células
inflamatorias. Por el contrario, los
ratones con alteración en el MR de macrófagos son protegidos contra la fibrosis cardiaca tanto en este modelo experimental
como en la fibrosis cardiaca inducida por angiotensina II (AngII). Esto sugiere
que la activación MR en macrófagos causa el daño cardiaco que produce la
fibrosis. La activación MR en macrófagos induce un fenotipo proinflamatorio
(M1) activado clásicamente, mientras los
macrófagos MR knockout resultan en un fenotipo antiinflamatorio (M2) activado
alternativamente. Entonces, en modelos animales de enfermedad cardiaca, el MR
es proinflamatorio. La sobre expresión transgénica de MR en cardiomiocitos altera la señal eléctrica, una elevación de aproximadamente cinco veces los niveles de
MR en los cardiomiocitos murinos
prolonga el intervalo QT del electrocardiograma,
causando arritmias ventriculares y alta mortalidad, lo cual es prevenible con
antagonismo MR. En humanos, los niveles elevados de MR en el corazón están
asociados con arritmias cardiacas. En resumen, el antagonismo MR en cardiomiocitos y macrófagos puede ser
beneficioso en la insuficiencia cardiaca, mientras la activación MR por
cortisol, aldosterona o ambos, contribuye a la progresión de la enfermedad y la
mortalidad.
El
dramático aumento en los niveles de GC en la gestación tardía de los mamíferos
es esencial para la transición a la vida
postnatal. Los GC son administrados a embarazadas con riesgo de parto prematuro
para ayudar en la maduración de los
tejidos fetales y mejorar la
supervivencia neonatal. Por el contrario, la exposición prenatal prolongada a
elevados niveles de GC retarda el
crecimiento fetal e incrementa el riesgo
de enfermedad cardiovascular en la adultez. El efecto perjudicial de la excesiva exposición fetal a los GC puede reflejar la capacidad
de los GC de promover un cambio de acreción a diferenciación tisular.
Entonces, la excesiva –y la restringida-
exposición perinatal a los GC
tiene un impacto perjudicial
sobre la salud cardiaca, aunque en diferentes estados de vida. La evidencia experimental sugiere
que el tratamiento con GC en embarazadas con riesgo de parto prematuro
promueve la maduración de los cardiomiocitos en el nacimiento pero en muy pocas células. En ratas neonatales, la dexametasona, un
potente activador sintético de GR pero pobre activador de MR, reduce la proliferación de los cardiomiocitos,
lo que implica que la acción de los GC a
través de GR promueve la transición neonatal de crecimiento hiperplásico a crecimiento
hipertrófico de los cardiomiocitos. Esto explica, al menos parcialmente, como el
tratamiento neonatal con GC limita la reserva de cardiomiocitos y promueve el
crecimiento hipertrófico del corazón en
la adultez. Los estudios en animales
sugieren que la activación neonatal de los MR promueve la proliferación
de cardiomiocitos (crecimiento hiperplásico)
al tiempo que limita el incremento en el tamaño de los cardiomiocitos
(crecimiento hipertrófico). Esto resulta en un mayor número de cardiomiocitos
pero más pequeños en la adultez. La activación neonatal de GR puede reducir el crecimiento proliferativo de cardiomiocitos y promover el crecimiento hipertrófico. Esto
resulta en un menor número de cardiomiocitos pero de mayor tamaño en la
adultez. El balance entre GR y MR puede ser crítico para determinar los efectos fisiológicos de los
GC sobre el crecimiento cardiaco en la vida temprana y la salud cardiaca adulta, especialmente si
consideramos que los MR de los cardiomiocitos
son ocupados predominantemente
por los GC endógenos, los cuales circulan en concentraciones 100 veces mayores que la aldosterona.
In
vitro, el tratamiento con GC en niveles fisiológicamente relevantes de cardiomiocitos fetales mejora la contractilidad (sin afectar la
frecuencia de contracciones espontáneas), promueve el aparecimiento de miofibrillas maduras e incrementa la
capacidad mitocondrial. También induce la expresión de ARNm regulados por GC in vivo. Esto
incluye genes que regulan el metabolismo
energético y genes que codifican proteínas manejadoras de calcio como los
canales de rianodina (RYR), la Ca2+-ATPasa del retículo sarcoplásmico (SERCA2A), el
intercambiador sodio-calcio y el canal
de calcio dependiente de voltaje. El tratamiento de cardiomiocitos fetales con
GC también incrementa la expresión de
reguladores de la oxidación de ácidos grasos
como el receptor activado por el proliferador de peroxisoma (PPARα) y lipin-1, los cuales son críticos para la
generación de energía en las mitocondrias y la función cardiaca en neonatos.
Tanto in vitro como in vivo, los GC inducen el gen Ppargc1a que codifica al
PGC1α, mediador de algunos de los efectos de los GC en la maduración de
cardiomiocitos fetales. El PGC1α incrementa la actividad mitocondrial y la producción
de ROS en cardiomiocitos derivados de
stem cell de embriones humanos. Estos hallazgos
sugieren que en los cardiomiocitos fetales, la inducción de PGC1α
subyace a los efectos antiproliferativos del tratamiento con GC a través del incremento de la capacidad
mitocondrial y la producción de ROS.
Estudios
recientes en ratones con una alteración del GR especifica de cardiomiocitos y
ratones con alteración del GR especifica de células de musculo liso y
cardiomiocitos, han demostrado las consecuencias patológicas de la reducción de la señal GR en el corazón
adulto. Ambos modelos muestran hipertrofia cardiaca en la adultez y regulación hacia arriba de la
cadena pesada β de la miosina, un marcador
de remodelación cardiaca patológica.
Los ratones con ablación de GR restringida a los cardiomiocitos son normales en la vida temprana pero desarrollan
disfunción sistólica de ventrículo izquierdo a los tres meses de edad y mueren
tempranamente por insuficiencia cardiaca congestiva, en ausencia de fibrosis cardiaca.
La expresión cardiaca de varios genes
claves, incluyendo Ryr2, disminuye antes del inicio de los síntomas, lo que
sugiere un rol causal en el fenotipo.
Por otra parte, varios genes asociados con la inflamación son regulados hacia arriba en el corazón
antes del aparecimiento de los síntomas,
lo cual sugiere que el GR normalmente
suprime la inflamación en el corazón. Esto contrasta con los efectos
proinflamatorios de la activación de MR
en los cardiomiocitos, al menos bajo condiciones fisiológicas. La evidencia
genética en humanos también apoya una
asociación entre GR y enfermedades
cardiacas. Un haplotipo del gen GR relacionado con resistencia a los GC esta
asociado con disfunción sistólica e
insuficiencia cardiaca en adultos y con presión sanguínea sistólica
aumentada y crecimiento cardiaco en
niños.
La
sobre expresión transgénica de GR restringida a cardiomiocitos adultos causa bradicardia y bloqueo atrioventricular
en ratones. En contraste con la sobre expresión de MR, la sobre expresión de GR
no está asociada con arritmias o muerte
temprana, ni resulta en hipertrofia cardiaca o fibrosis. Mientras la sobre
expresión de MR afecta principalmente la corriente de Ca2+ la sobre
expresión de GR afecta principalmente corrientes
de Na+ y K+.
El
balance GR-MR normal puede ser crítico
en la acción de los corticoesteroides en el corazón. En el corazón
humano, los MR son ocupados normalmente
por el cortisol más que por la aldosterona. Por lo tanto, en los
cardiomiocitos, los receptores MR y GR son ocupados predominantemente por los
GC. La consecuencia de la acción de los GC en los cardiomiocitos dependerá de varios factores. El MR es un receptor de
mayor afinidad por los GC que el GR y son ocupados completamente aun con los niveles bajos del nadir diurno de cortisol, aunque
las condiciones redox de las
células son claves para determinar si la
ocupación de MR por GC provoca la activación del receptor. Por el contrario, el
GR sólo es ocupado completamente por ligando en el pico diurno de GC, o en
situación de estrés. Adicionalmente, la densidad relativa de GR y MR puede ser importante para determinar la
consecuencia de la acción de los GC en los cardiomiocitos. El antagonismo MR
puede ser beneficioso en la insuficiencia cardiaca a través de una
alteración del balance entre la
actividad MR y GR a favor del GR, aún en el nadir natural del cortisol. La
alteración del balance entre GR y MR, particularmente durante el estrés o
cuando los niveles de aldosterona son elevados, afecta la densidad y actividad
de los canales RYR generando eventualmente arritmias. Entonces, es el balance
entre GR y MR, más que los niveles absolutos de cada uno, el factor crítico
para la consecuencia de la acción de los GC en los cardiomiocitos. Algunos de
los efectos de la activación de GR o MR en los cardiomiocitos pueden ser
distintos, pero otros efectos pueden depender
de la densidad y/o activación del
otro receptor.
La
enzima 11β-HSD2 no es expresada postnatalmente en los cardiomiocitos, solamente
la 11β-HSD1, la cual regenera cortisol activo
a partir de la cortisona intrínsecamente inerte. Esto potencialmente aporta ligando a los
receptores GR o MR.
En
conclusión, los receptores GR y MR
tienen una alta homología en estructura
y función, pero en los cardiomiocitos, los roles de GR y MR pueden ser
opuestos. Ambos receptores son predominantemente ocupados por GC en los
cardiomiocitos y pueden ser importantes en la trayectoria de crecimiento y
maduración del corazón. Ambos regulan canales iónicos aunque claramente en
formas diferentes. Las señales de los receptores MR y GR impactan la liberación de calcio inducida por calcio, pero a través de
mecanismos diferentes y con consecuencias
potencialmente diferentes. Ambos alteran los procesos de reparación y
remodelación cardiaca. El balance GR-MR normal puede ser crítico para las
acciones de los corticoesteroides en el corazón. La
ocupación de los MR por los GC depende
del contexto celular. Los niveles de GC en la circulación dependen de la actividad
del eje HHA y también de la tasa de aclaramiento. Sin embargo, los niveles
intracelulares de GC en los cardiomiocitos pueden ser incrementados por la
11β-HSD1. La importancia de la amplificación de GC mediada por 11β-HSD1 depende
de los niveles de su sustrato, generados por la actividad de la 11β-HSD2 renal,
la cual es mayor cuando el eje HHA es activado.
Fuente:
Richardson RV et al (2016). Cardiac GR and MR: from development to pathology. Trends
in Endocrinology and Metabolism 27: 35-43.
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