Macronutrientes, ingesta
calórica y longevidad
El envejecimiento es un de los retos sociales más grandes en el mundo moderno. Los estilos de vida, los adelantos
tecnológicos y la medicina moderna han contribuido a un crecimiento rápido de la población
adulta mayor. Sin embargo, el problema primario del mayor tiempo de vida es el
incremento en el riesgo de enfermedades como cáncer, diabetes tipo 2, demencia y
enfermedades cardiovasculares.
Actualmente, el principal foco de atención de la medicina moderna es el tratamiento de las enfermedades relacionadas
con la edad. Las manipulaciones nutricionales han sido ampliamente exploradas
en modelos de laboratorio, pero trasladar tales pruebas a los humanos ha sido
bastante complicado. La evidencia acumulada sugiere que la restricción
dietética es un importante mediador de la salud a lo largo de la vida. ¿Qué significa restricción dietética
actualmente? En la literatura, el término restricción dietética a menudo es
usado indistintamente con restricción calórica (RC). Mientras la restricción
dietética puede involucrar diferentes
regímenes de alimentación como ayuno
intermitente o la alimentación en días alternos, la RC se refiere más
específicamente a la disminución de la
ingesta total de calorías (20-50%) sin malnutrición. Por otra parte, estudios
recientes sugieren que el balance
de macronutrientes, más que la ingesta energética total, juega un rol en la
extensión del tiempo de vida.
En la investigación sobre el envejecimiento hay un amplio consenso que ingerir menos calorías resulta en una
mayor vida saludable. Hasta ahora, la RC ha sido el foco primario de la mayoría de las intervenciones
nutricionales no genéticas. Levaduras, gusanos, moscas, roedores y primates no
humanos han sido usados como modelos
para el estudio de la RC y el envejecimiento. Sin embargo, el efecto
beneficioso de la RC no parece ser
universal. Aunque los experimentos en roedores sugieren un efecto beneficioso
neto sobre la salud metabólica, los efectos sobre la extensión del tiempo de
vida dependen de otros factores, entre
ellos el sexo. Los resultados experimentales indican que en promedio, 40%
de RC extiende 20% el tiempo de vida en ratones machos con respecto a controles alimentados ad
libitum. Si este efecto también se extiende a las hembras aún no es conocido.
La pregunta es sí la RC per se es la única responsable de extender la longevidad o si es más
importante un balance de macronutrientes o macronutrientes particulares.
Mientras el efecto de la CR en humanos aún no está determinado, si está
demostrado que la RC mejora varios
marcadores de la salud. Pero a pesar de estos beneficios, en los humanos la EC
tiene una limitación central pues la disminución de nutrientes esenciales puede ser perjudicial para la reproducción, la estructura ósea y la
salud metabólica en general. En este
sentido, las intervenciones dietéticas que involucran un acceso ad libitum a
las dietas diseñadas para prolongar la vida saludable podrían ser de mayor
utilidad que la RC.
Estudios recientes sugieren que los efectos beneficiosos de la RC sobre el
tiempo de vida pueden ser debidos a la ingesta reducida de componentes
específicos de la dieta como las proteínas, más que a la ingesta energética
total. En humanos, la restricción de la ingesta de proteínas, más que la de
energía, ofrece una intervención nutricional más factible. Hay datos que demuestran que la restricción
de aminoácidos esenciales puede incrementar el tiempo de vida en insectos y que
la restricción de aminoácidos particulares, como la metionina, puede extender
el tiempo de vida en ratas y ratones.
Más aún, un meta-análisis de estudios en
animales sobre RC y envejecimiento concluye que la restricción de proteínas,
más que la RC, tiene mayor efecto sobre el retardo del envejecimiento. Los
datos en humanos indican que la ingesta reducida de proteínas puede ser un
componente importante de la intervención dietética anticancerosa y
antienvejecimiento.
Los estudios sobre RC y restricción
de proteínas han demostrado su impacto sobre el envejecimiento, pero estos
estudios presentan una limitación fundamental
con relación a los efectos
interactivos de nutrientes y calorías.
Estudios recientes que han abordado esas interacciones demuestran la importancia del balance de
macronutrientes en la salud y el envejecimiento. El uso de la geometría
nutricional ha permitido interpretar simultáneamente los efectos de la energía,
los macronutrientes individuales (u otros componentes dietéticos individuales)
y las interacciones entre nutrientes. Con este tipo de estudios se ha demostrado, por ejemplo, que la reproducción y la longevidad tienen
diferentes requerimientos nutricionales.
En D. melanogaster, la máxima longevidad en machos y hembras ocurre con dietas bajas en proteínas (P) y ricas en carbohidratos (C), mientras que
una mayor relación P:C sólo mejoró la reproducción en las hembras. El consumo
de una baja proporción de proteínas con
respecto a los carbohidratos de la dieta, extendió el tiempo de vida en las
moscas alimentadas ad libitum, mientras que las dietas con una mayor proporción de proteínas acortaron el tiempo de vida pero mejoraron la
reproducción. Este resultado, que ha
sido replicado en otras especies de insectos,
indica que el balance de
macronutrientes es el principal factor nutricional que dirige el metabolismo hacia la longevidad o la
reproducción. Más aún, un estudio en ratones demuestra que las dietas bajas en proteínas y ricas en
carbohidratos mejoran varios marcadores de la salud en un nivel comparable a la
RC pero sin reducir la ingesta total de
calorías. Investigaciones a largo plazo en ratones alimentados ad libitum
con dietas de diferentes composiciones de macronutrientes apoyan estos
hallazgos y demuestran que el tiempo de vida saludable y la longevidad fueron optimizados no por la reducción de la ingesta de energía
sino por dietas con una baja relación P:C. Para estabilizar la ingesta de
proteínas, los ratones se sometieron a
un ingreso compensatorio de ingesta de alimentos con dietas bajas en
proteínas, lo cual resultó en incremento de ingesta de energía y mayor
adiposidad, pero con un significativo incremento en el tiempo de vida, mejoría
de la presión arterial, el perfil lipídico, la función mitocondrial, la
sensibilidad a la insulina y la función inmune. Estos efectos sobre la salud y
la longevidad están relacionados con los niveles circulantes de aminoácidos de
cadena ramificada (BCAA), que fueron los únicos aminoácidos que se
correlacionaron positivamente con la ingesta de proteínas en dietas bajas en
proteínas y ricas en carbohidratos. La evidencia sugiere que los BCAA pueden
ser importantes mediadores de las rutas moleculares claves que relacionan la
nutrición con el envejecimiento.
Las rutas de sensores de nutrientes que median los efectos de la nutrición
sobre la salud y el envejecimiento han sido exploradas en muchos modelos
experimentales. Estas rutas incluyen cuatro reguladores claves: el blanco
mecanístico de rapamicina (mTOR), la proteína quinasa activada por AMP (AMPK), el
sistema insulina/IGF1 y las sirtuinas, los cuales son influenciados por calorías y
macronutrientes. Las rutas de sensores
de nutrientes implicadas en la
longevidad regulan los procesos
celulares involucrados en el envejecimiento, incluyendo la biogénesis
mitocondrial, el metabolismo celular, la autofagia, y la reparación, expresión y traslación de
ADN. El mTOR actúa como un regulador
central del crecimiento y el metabolismo
en respuesta a nutrientes y factores de crecimiento. Esta ruta está involucrada
en procesos anabólicos como la síntesis de proteínas y lípidos. El mTOR integra varias rutas, incluyendo
insulina/IGF1, y responde a las proteínas de la dieta, particularmente BCAA.
Adicionalmente, el mTOR responde a cambios
en los niveles de energía celular, alteraciones genéticas,
manipulaciones de genes e intervenciones farmacológicas que afectan al tiempo
de vida. En los mamíferos, el mTOR tiene dos complejos estructural y
funcionalmente distintos: mTORC1 y mTORC2, los cuales se diferencian por sus
proteínas accesorias, Raptor y Rictor. El mTORC1 es el único complejo sensible
a aminoácidos y es el modulador primario
de la autofagia y la síntesis de proteínas, lípidos y nucleótidos mientras el
mTORC2 está involucrado en la
proliferación celular y la supervivencia celular. En
modelos animales, la inhibición del mTOR protege contra disfunciones
metabólicas, obesidad, cáncer y
neurodegeneración, los cuales pueden activarse a través de
intervenciones farmacológicas o nutricionales como las alteraciones en la
relación P:C de la dieta. En ratones, la ruta mTOR es activada
principalmente por la relación
BCAA:glucosa. Reducir la señal mTOR es crítico para mejorar la salud y el
tiempo de vida.
La
AMPK regula la captación de glucosa, la β-oxidación de ácidos grasos, el transportador de glucosa
4 (GLUT4) y la biogénesis mitocondrial. La activación de AMPK es uno de los mecanismos
por los cuales la RC ejerce efectos beneficiosos sobre el tiempo de vida y la
salud. La AMPK es una proteína quinasa serina/treonina, activada por el estrés
celular, que altera la relación AMP:ATP
con la consiguiente depleción de ATP. Se trata de una proteína heterotrimérica
con una subunidad catalítica (α) y dos subunidades reguladoras (β y γ) que
contienen el dominio quinasa que incrementa la actividad AMPK cuando es
fosforilado. El co-activador
transcripcional regulado por la proteína CREB (CRTC1) es un blanco esencial
para la extensión del tiempo de vida mediada por la AMPK en modelos animales.
La longevidad a través de la regulación
transcripcional de AMPK ocurre mediante
regulación negativa del CRTC1. En los mamíferos, la activación de la AMPK retarda la gluconeogénesis y regula
negativamente los genes de la glucosa 6 fosfatasa y la fosfoenolpiruvato
carboxiquinasa en el hígado, mientras estimula la captación de glucosa y la
expresión de GLUT4 en el músculo. Los
efectos cardioprotectores de la RC son mediados
a través de la activación de la AMPK.
La activación de la AMPK puede extender la vida saludable y el tiempo de
vida a través de la restauración del balance
energético vía respuestas catabólicas
como proteólisis y oxidación de ácidos grasos
y la inhibición de procesos no
esenciales para la supervivencia como el
crecimiento celular y la proliferación celular.
Estas respuestas subyacen a los efectos beneficiosos de la RC.
Las
sirtuinas regulan el proceso de envejecimiento
y median la longevidad inducida por RC en insectos. Las sirtuinas son
desacetilasas de histonas clase III que requieren NAD+ como
cosustrato. La RC activa las sirtuinas
porque reduce la ingesta de energía y como consecuencia incrementa los niveles
celulares de NAD+. En los mamíferos se han identificado siete
homólogos (SIRT1-7), de los cuales el más estudiado es la SIRT1. La SIRT1 tiene múltiples funciones,
incluyendo la desacetilación de
numerosos factores de transcripción y la regulación de la PGC1α. La RC incrementa
la expresión de SIRT1 en cerebro, tejido
adiposo, riñón e hígado en ratas de edad media, mientras en ratones jóvenes,
aumenta la expresión de SIRT1 en músculo y tejido adiposo pero la disminuye en
hígado. Agentes farmacológicos como el
resveratrol activan alostéricamente la SIRT1 y retardan el envejecimiento.
Los
niveles bajos de insulina e IGF1 inducidos por RC o dietas con baja relación
P:C han sido asociados con mejoría de la salud e incremento del tiempo de vida
en varias especies incluyendo humanos.
Ratones con mutaciones en la ruta hormona de crecimiento-IGF1-insulina tienen
mayor tiempo de vida y en humanos, bajos
niveles de IGF1 han sido reportados en personas con longevidad excepcional. El
balance de macronutrientes, especialmente una baja relación P:C, reduce los
niveles de insulina en ratones, lo cual refuerza los hallazgos que indican que
la inhibición de la ruta insulina/IGF1 a
través de la dieta es un factor importante para la extensión del tiempo de
vida. Moderando la secreción de
insulina a través de la dieta o con la
administración de metformina se pueden reducir los niveles circulantes de glucosa,
insulina e IGF1 y de esta manera prevenir, o revertir, la resistencia a la
insulina.
A las
cuatro rutas clásicas de sensores de nutrientes
se suma actualmente el factor de crecimiento fibroblástico 21 (FGF21),
una señal endocrina asociada con el control metabólico. El FGF21 aumenta en respuesta al ayuno agudo
y en condiciones de obesidad/diabetes. Un estudio reciente demuestra que la baja ingesta de proteínas es
el principal estímulo para la expresión
de FGF21 en el hígado y su posterior incremento en la circulación. El FGF21 regula varias funciones metabólicas
(gluconeogénesis, actividad mitocondrial, cetogénesis, metabolismo de lípidos y
gasto de energía), lo cual podría beneficiar la salud relacionada con la edad.
Efectos similares han sido reportados en respuesta a la restricción de
metionina en la dieta. Aunque los
niveles circulantes derivan primariamente del hígado, el FGF21 también es
expresado en otros tejidos, incluyendo tejido adiposo blanco, tejido
adiposo marrón, músculo esquelético,
corazón y páncreas. Este patrón de expresión es indicativo de su rol en el control metabólico. El FGF21
activa AMPK y SIRT1, lo que sugiere que
podría tener un rol en el enlace entre nutrición y envejecimiento.
En
conclusión, la RC es la intervención dietética más estudiada y más
conocida para extender la vida en muchos
organismos, pero el balance de
macronutrientes también juega un rol crítico.
Fuente:
Solon-Biet SM et al (2015). Macronutrients
and caloric intake in health and longevity. Journal of Endocrinology 226: R17-R28.
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