El control
hipotalámico del balance energético
El balance energético es regulado por la ingesta calórica
y el gasto de energía con el cerebro
como el principal organizador de los
circuitos fisiológicos implicados en la
regulación del metabolismo energético, los cuales deben ser capaces de
adaptarse rápidamente a los cambios en las condiciones ambientales.
En el diencéfalo ventral, el hipotálamo contiene
poblaciones de células involucradas en las funciones homeostáticas, incluyendo
la ingesta y el gasto de energía. En este sentido, el núcleo arcuato del
hipotálamo es crítico para la regulación del balance energético. La activación
de las neuronas proopiomelanortina (POMC) del núcleo arcuato dispara la
liberación de hormona estimulante de melanocitos α (α-MSH) en el terminal
axónico, la cual a su vez, activa
receptores de melanocortina tipo 4
(MC4R), suprimiendo la ingesta de alimentos e incrementando el gasto de
energía. Por el contrario, la promoción de la actividad de las neuronas AgRP (o
NPY/AgRP), también del núcleo arcuato, permite la liberación de AgRP (proteína
relacionada con el agouti), la cual antagoniza el efecto de la α-MSH sobre los
MC4Rs. Pero el sistema NPY/AgRP no sólo antagoniza a las anorexinérgicas
células POMC en los sitios donde se
localizan los MC4Rs sino que también inhibe directamente el pericario de las neuronas POMC. Esta inhibición involucra al NPY (neuropéptido
Y) y al GABA (ácido gamma aminobutírico), un evento que ocurre a través de la inervación sináptica de las
células POMC por parte de los terminales AgRP (Figura 1). La interacción
unidireccional entre las orexinérgicas neuronas AgRP y el pericario de las neuronas POMC es importante porque
produce la inhibición tónica de las células POMC siempre que las neuronas AgRP
están activas. Esta descripción anatómica
puede ser la explicación más simple de porque los circuitos neurales de
la alimentación promueven más la ingesta de alimentos que la saciedad. Sin
embargo, si bien es cierto que desde una perspectiva evolucionista la tendencia
hacia el balance energético positivo es una necesidad, también es cierto que constituye una contribución importante a la etiología de
los desordenes metabólicos.
Figura
1. Neuronas POMC y AgRP en el núcleo arcuato.
Los dos componentes críticos del sistema melanocortina, las
neuronas AgRP y POMC, responden a hormonas periféricas de una manera aguda.
Así, por ejemplo, la leptina y la insulina aumentan la tasa de descarga de impulsos
nerviosos de las células POMC a través de mecanismos pre y postsinápticos al
tiempo que disminuyen la de las células
AgRP. Por el contrario, la grelina aumenta la tasa de disparo de las neuronas
AgRP a través de un mecanismo directo,
mientras que disminuye la frecuencia de potenciales de acción de las neuronas
POMC predominantemente por un mecanismo presináptico.
Las neuronas hipotalámicas, particularmente las del
núcleo arcuato, modulan su actividad agudamente en respuesta a las
fluctuaciones en los niveles de combustibles metabólicos como ácidos grasos y
glucosa. Las células cerebrales han desarrollado mecanismos que monitorean la disponibilidad de energía en el espacio
extracelular. Uno de estos mecanismos es
el incremento en la actividad de la quinasa dependiente de AMP (AMPK) en
respuesta a una disminución en la
relación AMP/ATP. La activación de la AMPK favorece la respuesta celular
generada para incrementar los niveles de ATP, incluyendo el incremento en la
síntesis y captación de ácidos grasos y glucosa. Los estudios recientes
sugieren que las neuronas hipotalámicas poseen un mecanismo sensor de nutrientes similar. El
ayuno, por ejemplo, incrementa la
actividad de la AMPK en el hipotálamo. Las células hipotalámicas son sensibles
a los niveles circulantes de ácidos grasos libres y su respuesta puede ser mediada
por la AMPK. Los ácidos grasos libres difunden en las neuronas hipotalámicas,
donde son esterificados y transferidos a las mitocondrias para su oxidación, un
proceso que en última instancia resulta en incremento de la ingesta de alimentos
a través de la activación de las neuronas AgRP.
La transferencia de los ácidos grasos esterificados a las mitocondrias
es mediada por la actividad de las
aciltransferasas dependientes de carnitina
1 y 2. La actividad de la AMPK en
el hipotálamo también es modulada por
hormonas periféricas, la leptina y la grelina disminuyen e incrementan la actividad de la AMPK,
respectivamente. Similar a la grelina, la AgRP incrementa la actividad de la
AMPK, mientras que los agonistas de la α-MSH la disminuyen. Por otra parte, la
proteína mitocondrial desacopladora tipo 2 (UCP2) puede jugar un papel en la generación de las respuestas celulares en el núcleo
arcuato, las cuales, en última instancia, provocan un incremento en la
actividad del sistema melanocortina. Se ha sugerido que la UCP2 modula la
eficiencia de los procesos metabólicos en las células hipotalámicas
incrementando la neurotransmisión y modulando la remodelación sináptica. Los
ácidos grasos promueven la transcripción y actividad de la UCP2. Por otro lado, varios estudios han demostrado
que la glucosa es el principal
disparador de la descarga de potenciales de acción de las neuronas POMC. Esto
es consistente con el papel de las células POMC como señales de saciedad, pues
en condiciones de saciedad, los niveles circulantes de glucosa aumentan y las
neuronas POMC incrementan su descarga. Por el contrario, durante el balance
energético negativo, los niveles de glucosa disminuyen y las neuronas AgRP incrementan su tasa de
descarga.
El hipotálamo retiene varias formas de plasticidad
sináptica a través de la vida y frecuentemente se observan sinapsis inmaduras
en el hipotálamo adulto. Por ejemplo, el
sistema magnocelular muestra plasticidad durante cambios en la homeostasis del
agua. En el caso de la regulación diaria del balance energético tal plasticidad
no ha sido considerada importante. Sin embargo, observaciones recientes
sugieren que la plasticidad es un componente en el control hipotalámico de la
homeostasis energética. En este sentido, un mecanismo presináptico dependiente
de la AMPK es considerado fundamental en la inducción de la adaptación de las
neuronas AgRP a la privación de
alimentos y a la grelina. Este mecanismo
presináptico actúa en sinergia con
adaptaciones de células autónomas que ocurren en las neuronas AgRP y que les
permite incrementar su tasa de disparo
de una manera sostenida en respuesta a la privación de alimentos o a la grelina, en ausencia de
impulsos sinápticos, lo cual es también un mecanismo dependiente de la AMPK. La
presencia de la UCP2 es otro mecanismo celular relacionado con la plasticidad sináptica que ocurre en las neuronas AgRP en respuesta a la grelina y/o privación
de alimentos. El balance energético
positivo también provoca cambios en la
plasticidad sináptica en el núcleo
arcuato. Ratones alimentados con una dieta rica en grasas exhibieron cambios en
la plasticidad neuronal específicamente en el núcleo arcuato y no en el núcleo
paraventricular o en el hipotálamo lateral que también son importantes en la
regulación del balance energético.
Finalmente, es interesante resaltar que la alimentación
aguda o crónica con dietas ricas en grasas
provoca una astrogliosis reactiva, la cual podría tener algún papel en
la remodelación sináptica que ocurre en el núcleo arcuato durante los
diferentes estados metabólicos. Desde un
punto de vista evolucionista, los astrocitos son más jóvenes que las neuronas y
su número incrementa en la medida que incrementa la complejidad cerebral. Esta
relación lineal entre el número de astrocitos y la complejidad cerebral sugiere
que estas células tienen un papel crítico en el mantenimiento de las funciones
neuronales. La evidencia reciente indica que los astrocitos son importantes
para el mantenimiento del aporte
energético de las neuronas y que también
juegan un papel en la regulación de la plasticidad sináptica en diferentes
áreas del cerebro. En este contexto, se ha sugerido que los astrocitos
hipotalámicos ejercen un papel
fundamental en la modulación de la
organización sináptica de las neuronas POMC y AgRP. En
línea con esta hipótesis, los astrocitos hipotalámicos responden a la leptina
con cambios en los niveles de los transportadores de glucosa y glutamato. Estos cambios también se han
observado en el hipotálamo de animales
con sobrenutrición neonatal, revelando que el estatus metabólico y las señales
hormonales pueden afectar los astrocitos localizados en las áreas críticas para
la regulación del balance energético. La modulación de la captación de glucosa
en los astrocitos provocará, en última
instancia, cambios en la homeostasis energética en las neuronas adyacentes.
Similarmente, los cambios en la captación de glutamato determinarán los niveles de este neurotransmisor en la
hendidura sináptica, actuando por lo tanto los astrocitos como reguladores
críticos de la formación de sinapsis excitatorias.
Fuente: Dietrich MO y Horvath TL (2013). Hypothalamic control of energy balance:
insights into the role of synaptic plasticity. Trends in Neuroscience 36:
65-73.
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