Obesógenos en niños
La obesidad es
actualmente un importante problema de salud pública, especialmente entre los niños.
La obesidad es el resultado de factores genéticos y el desbalance energético
crónico entre las calorías consumidas y las calorías gastadas. Adicionalmente,
otros estresores pueden influir en el peso corporal, incluyendo hábitos
personales (por ejemplo, tabaquismo), estrés psicosocial, acceso a los
servicios de salud y aspectos del ambiente
natural. Sin embargo, en la historia de la obesidad en niños, poco se conoce
acerca de la extensión de la contribución de cada factor individual. Varios
químicos exógenos interfieren con la acción de las hormonas y son llamados
disruptores endocrinos químicos y recientemente han sido implicados en el
desarrollo de síndrome metabólico y obesidad. Se asume que el tejido adiposo no
es meramente un depósito de grasa, sino un órgano endocrino altamente activo
susceptible a muchos químicos exógenos, llamados obesógenos, que promueven la
adiposidad alterando el programa de desarrollo de las células grasas,
incrementado el depósito de energía e interfiriendo con el control
neuroendocrino del apetito y la saciedad. En niños, la exposición a varios de
los nuevos obesógenos ocurre en el
ambiente intrauterino.
Los adipocitos tienen funciones importantes
en el mantenimiento de la salud metabólica, especialmente en la captación de
glucosa y triglicéridos de la circulación sanguínea en respuesta a la insulina.
Por tanto, la disfunción de adipocitos contribuye también a la resistencia a la
insulina y la diabetes tipo 2. Los adipocitos blancos sanos normalmente son
sensibles a la insulina y producen sensibilidad a la insulina, adipoquinas
anti-inflamatorias y se convierten en adipocitos marrones cuando es necesaria
la producción de calor. Sin embargo, los adipocitos afectados por obesógenos
muestran alteración de la captación de glucosa y la señal insulina, incremento
en la expresión de marcadores inflamatorios y fibróticos y reducida expresión
de genes marcadores de adipocitos marrones.
El principal
mecanismo a través del cual los obesógenos pueden contribuir a la obesidad es
la estimulación del receptor activado
por proliferador de peroxisomas gamma (PPARγ) y su acompañante heterodimérico,
el receptor 9-cis ácido retinoico (RXR). Los PPAR son miembros de la familia de
receptores nucleares involucrada en la adipogénesis, el metabolismo de lípidos,
la inflamación y el mantenimiento de la homeostasis metabólica con el PPARγ
involucrado en el incremento de peso del tejido adiposo blanco. Los obesógenos
también pueden actuar a través de otros receptores nucleares como los
receptores de glucocorticoides, estrógenos y andrógenos. Algunos estudios
recientes sugieren el involucramiento de otros receptores nucleares, la inducción
de modificaciones epigenéticas en el tejido adiposo, alteraciones de la
accesibilidad o arquitectura de la cromatina
y la inducción de disbiosis en la
microbiota intestinal. Esto último es importante porque está establecido que la
obesidad está asociada con la composición de la microbiota intestinal. Por
ejemplo, en estudios con animales, el bisfenol A (BPA) reduce Clostridia en el
intestino, pero incrementa Proteobacteria y Helicobacteraceae. Adicionalmente,
algunas hipótesis nuevas sugieren que algunas sustancias podrían modificar el
balance metabólico a nivel del hipotálamo modificando las regulaciones de genes
hipotalámicos.
En niños, la exposición a obesógenos en la
vida temprana (incluyendo en útero) puede alterar pronunciadamente los
mecanismos involucrados en la adipogénesis y almacenamiento de energía,
exponiéndolos a una mayor susceptibilidad al sobrepeso y la obesidad. Más aún,
un niño obeso podría convertirse en un adulto obeso; por tanto, el riesgo de
comorbilidades asociadas con la obesidad es mayor. Los obesógenos más
estudiados son el BPA, los ftalatos y los contaminantes orgánicos persistentes
(POP) incluyendo pesticidas organoclorinados (OCP), tributiltina (TBT),
bifenilos policlorinados (PCB) y dioxinas.
El BPA es un compuesto monomérico, usado en
la elaboración de resinas y plásticos policarbonatos. Puede ser usado en una
variedad de productos que son disponibles para niños, principalmente en
juguetes, recipientes de almacenamiento de alimentos y bebidas, equipos
médicos, tuberías para agua, etc. Los ftalatos incluyen esteres sintéticos de
ácido ftálico como compuestos de bajo peso molecular, por ejemplo, dimetil
ftalato (DMP), dietil ftalato (DEP) y dibutil ftalato (DBP), los cuales son
usados como agentes aerosoles y emolientes. Otro grupo incluye compuestos de
alto peso molecular como di-2-etilexil ftalato (DEHP), butil benzil ftalato
(BBzP), di-n-octil ftalato (DnOP), di-isononil ftalato (DiNP) y di-isodecil
ftalato (diDP) comúnmente usados para impartir flexibilidad en plásticos duros
de polivinil cloruro. Algunos también son usados en adhesivos, recipientes para
alimentos y otros productos de vinilo. Los POP (OCP, PCB, TBT y dioxinas) son
químicos orgánicos sintéticos que exhiben alta solubilidad en lípidos y son
usados en pesticidas o productos industriales como solventes y cosméticos.
Pueden acumularse en la cadena alimenticia y tienen a permanecer en tejidos
ricos en grasa.
Los estudios demuestran que en el embarazo, la nutrición materna y otros
estímulos ambientales influyen en las rutas de desarrollo y por tanto inducen
cambios permanentes en el metabolismo y la susceptibilidad a enfermedades
crónicas. Las alteraciones epigenéticas ocurren en los estadios tempranos del
desarrollo fetal y representan un mecanismo
a través del cual los factores
ambientales pueden influir en el desarrollo normal. Los mecanismos epigenéticos
más estudiados incluyen la función mitocondrial alterada, el incremento en la
metilación de ADN y la desacetilación de histonas. Adicionalmente, las modificaciones
epigenéticas de los PPAR pueden estar involucradas en las adaptaciones fetales
a la dieta materna y en la programación de anormalidades metabólicas más tarde
en la vida.
La TBT es un
agonista de RXR y PPARγ. Los estudios in vitro demuestran que la
exposición a TBT incrementa la adipogénesis, el contenido celular de lípidos y
la expresión de genes adipogénicos. Los estudios demuestran un efecto prenatal
de la TBT sobre el compartimento de “stem cells” que se debe a
sensibilización de las stem cells del
estroma para diferenciarse en adipocitos, un efecto que podría incrementar la
masa adiposa. Más aún, la exposición prenatal a TBT produce efectos
transgeneracionales sobre los depósitos de grasa y enfermedad hepática grasa no
alcohólica a través de al menos tres generaciones en estudios con animales. Los
ftalatos son detectados en orina y líquido amniótico de humanos y están
relacionados con alteración del desarrollo neurológico, alergias en la niñez y
feminización en niños varones. Sin embargo, los estudios no han encontrado
relación la exposición prenatal de ftalatos e incremento de masa grasa en
niños.
La exposición a diferentes compuestos
continúa después del nacimiento. Varios estudios han investigado el efecto de
los obesógenos en el desarrollo de obesidad, no solo en adultos, sino también
en la población pediátrica. Los estudios epidemiológicos relacionan a ftalatos,
BPA, dietilestilbestrol (DES), PCB y tabaquismo con la obesidad en niños. El
BPA es uno de los químicos más frecuentemente estudiado en la población
pediátrica con relación al desarrollo de obesidad. Es considerado un obesógeno
ambiental que incrementa la expresión de la enzima 11β hidroxiesteroide
deshidrogenasa tipo 1 (11β-HSD1) que convierte a la hormona inactiva cortisona
en la forma activa cortisol en el tejido adiposo y promueve la adipogénesis.
Adicionalmente, el BPA tiene un rol en la regulación de PPARγ y lipoproteína
lipasa (LPL). La concentración urinaria de BPA ha sido asociada con obesidad en
niños y adolescentes en diferentes estudios.
Debido a la creciente evidencia de los efectos obesogénicos del BPA, dos
sustitutos similares, bisfenol S (BPS) y bisfenol F (BPF) han sido estudiados.
El BPF ha sido asociado positivamente con un mayor riesgo de obesidad,
primariamente en niños con obesidad general y abdominal. En otro estudio, las
concentraciones de BPS están asociadas con un incremento en la prevalencia de
obesidad general y abdominal. Otros químicos estudiados son hidrocarbonados
aromáticos policíclicos y contaminantes orgánicos como PCB que han sido
asociados con incremento de peso, masa grasa, expresión de genes adiposos y
cambios epigenéticos en la progenie en estudios con animales. Adicionalmente,
la exposición al humo del tabaco ambiental es considerada un factor sinérgico
que incrementa sustancialmente el riesgo
de obesidad.
En conclusión, los obesógenos son químicos
exógenos pertenecientes al grupo de disruptores endocrinos químicos que
interfieren en el desarrollo de la obesidad. Los obesógenos más estudiados en
niños incluyen BPA, ftalatos, sustancias alquil perfluorinados y contaminantes
orgánicos persistentes, incluyendo pesticidas organoclorinados, TBT, PCB y
dioxinas. Varias asociaciones indican que la exposición a químicos en útero y
postnatalmente juega un rol importante en el desarrollo de obesidad en niños.
Fuente: Mocnik M,
Varda NM (2021). Obesogens in children-an uncharted territory. Metabolites
11:882.