Impacto del estrés en los ritmos circadianos
En mamíferos, los
ritmos diarios se observan en casi todas las funciones y procesos, variando
desde conductas como la actividad locomotora, sueño y alimentación hasta
medidas fisiológicas como frecuencia cardiaca, temperatura corporal y
liberación de hormonas. En muchos casos
estos ritmos diarios son manejados por relojes biológicos endógenos, u
osciladores, que residen en diferentes tejidos del cuerpo. El núcleo
supraquiasmático (NSQ), una subregión del hipotálamo situada arriba del quiasma
óptico tiene rol de reloj circadiano y marcapaso para muchos ritmos.
Los ritmos diarios controlados endógenamente
generalmente son llamados ritmos circadianos, refiriéndose al hecho que el
período de estos ritmos es aproximadamente un día (latín circa= cerca de, dies=
día). Las observaciones en ratas ciegas sugieren que el reloj circadiano en el
hipotálamo usa la luz para ajustar el período endógeno exactamente a 24 horas y
sincronizar los ritmos endógenos al ciclo luz-oscuridad en el mundo externo. La
información fótica es trasmitida de la retina al NSQ vía tracto
retino-hipotalámico. Mientras otros factores ambientales pueden influir en la
ritmicidad circadiana, hay un consenso general que en los mamíferos, el ciclo
luz-oscuridad es el dador de tiempo más importante o “zeitgeber” (ZT) para la
sincronización de los ritmos endógenos con el ambiente externo. Está claro que
el hipotálamo no contiene el único reloj u oscilador en el cuerpo. Los estudios
demuestran que varios órganos pueden exhibir ritmos de 24 h in vitro,
incluyendo las glándulas adrenales y el hígado, sugiriendo que la ritmicidad es
intrínseca en estos tejidos. Actualmente, el concepto general es que cada
órgano y tejido, y tal vez cada célula, puede
tener su propia actividad osciladora endógena. La ritmicidad en los tejidos a
menudo es estudiada midiendo la expresión de los llamados genes reloj y/o sus
productos (proteínas reloj) que juntos forman la maquinaria reloj molecular, la
cual es autorregulada por asas de retroalimentación negativa. Entonces, los
ritmos diarios o circadianos en el cuerpo de mamíferos son resultado de una
compleja constelación de osciladores interactuando entre sí. En este complejo
sistema circadiano, el NSQ es considerado el reloj master que sincroniza los
relojes periféricos con el ciclo día-noche ambiental.
No es difícil imaginar que la disrupción de
la organización circadiana y los disturbios de los procesos rítmicos pueden
provocar mala función y enfermedad. Esta noción es apoyada por numerosos
estudios sobre las consecuencias para la salud del cambio de horario de trabajo
y el jet lag social, condiciones que representan una alteración de la
interacción entre el sistema circadiano endógeno y el tiempo externo. Estas
condiciones también pueden resultar en un estado de desincronización interna
que tiene impacto sobre la salud. El cambio de horario de trabajo crónico ha
sido relacionado con alteración del sueño y fatiga, desarrollo de enfermedades
metabólicas y cardiovasculares y mayor riesgo de cáncer de colon y mama. Los estudios experimentales con
animales han demostrado que la desorganización circadiana crónica puede ser un
factor causal directo en la enfermedad de los órganos y hasta muerte temprana.
En el mismo contexto de la asociación entre
organización circadiana y salud una pregunta importante es si el sistema
circadiano endógeno es sensible a disturbios por estrés. Condiciones de estrés
incontrolable y crónico son disparadas por una variedad de enfermedades que están
asociadas con fuertes alteraciones en los ritmos diarios en conducta y
fisiología (por ejemplo, disturbios del ritmo sueño-vigilia, ingesta de
alimentos y ritmos neuroendocrinos). Se puede argumentar que la disrupción de
la organización circadiana puede ser un mecanismo importante que subyace a los
desórdenes relacionados con el estrés como enfermedades cardiovasculares y
trastornos psiquiátricos.
El estrés originalmente fue definido como
respuesta fisiológica no específica del cuerpo a cualquier estímulo nocivo.
Actualmente, la mayoría de personas se adhieren a esta definición y consideran
estrés a cualquier condición aversiva o estímulo que resulta en una respuesta o
estado de activación fisiológica. Esta activación fisiológica apoya una
respuesta conductual adecuada con la condición estresante (una reacción “pelear
o huir”). Sin embargo, mientras la condición estresante aversiva y el estímulo
a menudo están asociados con activación fisiológica, lo reverso no siempre es
cierto: la activación fisiológica no siempre indica un estado de estrés, en el
sentido de una condición potencialmente perjudicial. La literatura demuestra
que los estímulos que generalmente no son considerados como estresores pueden
ser estímulos aversivos. Por ejemplo, estudios en roedores demuestran que el
estímulo y la conducta sexual están acompañados por altos niveles plasmáticos
de las hormonas del estrés, glucocorticoides. Otras conductas espontaneas como
la actividad locomotora y la alimentación están asociadas con niveles aumentados
de hormonas del estrés. Claramente, estas hormonas tienen funciones metabólicas
bien establecidas y juegan un rol importante en la movilización y distribución
de energía y oxígeno.
Dos sistemas neuroendocrinos del estrés son:
el sistema simpático-adrenal-medular (SAM) y el eje
hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA). La activación del sistema SAM incrementa
los niveles de noradrenalina (principalmente por los nervios simpáticos) y
estimula la médula de las glándulas adrenales que secreta adrenalina, la cual
está involucrada en la respuesta “pelear o huir”. Aunque las catecolaminas
secretadas periféricamente no son
capaces de cruzar la barrera hematoencefálica para alcanzar el cerebro, la
activación del locus coeruleus (LC) permite la secreción de noradrenalina en el
cerebro en paralelo con la actividad adrenal. En el eje HHA, el núcleo
paraventricular (NPV) del hipotálamo produce y libera hormona liberadora de
corticotropina (CRH) y arginina vasopresina (AVP). La CRH estimula la secreción
de hormona adrenocorticotropa (ACTH) por la hipófisis anterior y esta acción
puede ser amplificada por la AVP. La ACTH es transportada por la circulación
sanguínea y alcanza la corteza de la glándula adrenal donde induce la síntesis
y secreción de glucocorticoides. Estas hormonas participan en el control
metabólico, la actividad cardiovascular y las respuestas inmunes, entre otras,
a través de la unión a receptores mineralocorticoides (MR) y receptores
glucocorticoides (GR). Los últimos son activados cuando los niveles de
glucocorticoides son altos, como el pico de la secreción circadiana o en situaciones estresantes. Los GR también están
involucrados en la regulación por retroalimentación negativa del eje HHA para
regresar a los niveles basales al cesar el estrés. Los GR están ampliamente
distribuidos en el cuerpo y una vez activados pueden estimular o inhibir la
transcripción de muchos genes, incluyendo los genes reloj, a través de la unión
a los elementos de respuesta a glucocorticoides (GRE) en la región promotora.
Los GR han sido detectados en el NSQ de
ratas a los 2 y 8 días postnatales, pero están menos presentes a los 12 y 16
días postnatales y no se observan a los 20 días postnatales y en ratas adultas.
Con relación al sistema nervioso simpático, los adrenoreceptores α1 y α2 han
sido detectados en el NSQ de ratas, lo cual puede explicar los hallazgos de la
modulación por catecolaminas de la expresión de genes reloj. Mientras
estos estudios sugieren la existencia de
un potencial impulso del sistema nervioso autónomo al reloj master en el NSQ es
incierto si la activación de esta ruta ocurre bajo condiciones de estrés y cómo
podría afectar la actividad del NSQ. Dos impulsos adicionales en el NSQ que
pueden ser relevantes en el contexto del estrés se originan en el rafe medio
(serotonina) y el núcleo intergeniculado (neuropéptido Y, NPY). Adicionalmente,
el núcleo intergeniculado recibe inervación del núcleo del rafe dorsal
proporcionando otra conexión indirecta rafe-NSQ. El núcleo del rafe y el núcleo
intergeniculado responden a una variedad de estímulos, incluyendo estresores.
Sin embargo, mientras los impulsos de serotonina y NPY al NSQ pueden modular la
fase del reloj master, se mantiene incierto si esto es verdaderamente un efecto del estrés o una consecuencia de una
alerta no específica.
Varios estudios han examinado los efectos de
ciertos estresores sobre los genes y
proteínas reloj en el NSQ, particularmente los niveles de período 1 y período 2
(Per1 y Per2 mARN o proteínas PER1 y PER 2). Cuando el NSQ de ratones
estresados fue cultivado con corticosterona, la fase y período del ritmo
de PER2 no fueron diferentes a los de
cultivos sin corticosterona, sugiriendo
que en términos de período y fase el reloj master está protegido contra los
efectos del estrés. Otros estudios han evaluado si las señales del estrés
pueden alcanzar el NSQ por posibles alteraciones en la producción y liberación
de neurotransmisores específicos. Por ejemplo, la AVP sintetizada y liberada
por neuronas de la parte dorsomedial del NSQ
aumenta 10 minutos después de un shock activo. Los glucocorticoides
pueden influir en la expresión de dos neuropéptidos en el NSQ por diferentes
mecanismos, pues la administración de glucocorticoides resulta en diferentes
cambios para la expresión de genes AVP y
péptido intestinal vasoactivo (VIP). Sin embargo, dado que el SNC adulto
no expresa GR, este efecto podría ser mediado por otros sistemas influenciados
por glucocorticoides, los cuales envían impulsos al NSQ como el núcleo
preóptico medial, el núcleo paraventricular del tálamo y los núcleos ventromedial y dorsomedial del
hipotálamo. Estos hallazgos no proporcionan un cuadro claro de cómo el estrés
en general puede afectar al NSQ, algunos estresores pueden afectar aspectos de
la maquinaria reloj (amplitud de ritmos PER, liberación de AVP), pero las
consecuencias funcionales de estos cambios continúan siendo desconocidas.
Los cambios en la forma de un ritmo no
necesariamente reflejan cambios en el mecanismo oscilador circadiano involucrado
en la regulación de estos ritmos. Por ejemplo, el ritmo de la temperatura
corporal puede ser modificado por una variedad de factores endógenos
independientes del sistema circadiano incluyendo la temperatura ambiental, las
comidas, la digestión de alimentos, la
actividad física, el sueño, etc. Adicionalmente, una experiencia de estrés a
menudo induce un incremento agudo en la temperatura corporal y algunas veces
cambios en el ritmo de la temperatura, pero tales cambios no indican alteración
de la regulación circadiana de este ritmo. Claramente, la forma y la amplitud
de la mayoría de ritmos no son determinadas exclusivamente por el sistema
circadiano y los ritmos que son medidos, a menudo, reflejan una combinación de
procesos circadianos y no circadianos. Un buen ejemplo de esto son los estudios
en roedores que describen como la ritmicidad circadiana es afectada por
conflictos sociales. La tendencia por la agresión sugiere que la interacción
puede ser percibida como estresante. Por otra parte, la prolongada exposición a
estrés severo resulta en supresión de la actividad y con el cese de la
exposición al estrés, la actividad se normaliza gradualmente. Varios estudios
han demostrado que los conflictos sociales con componente agresivo resultan en
disrupción de los ritmos diarios en actividad locomotora, frecuencia cardiaca y
temperatura corporal.
Una consideración importante con respecto a
los efectos del estrés es el hecho que la alerta es un concepto que puede
sobreponerse parcialmente con el estrés pero no necesariamente es la misma
cosa. Esto es importante porque los estudios en roedores de laboratorio
reportan alteraciones pronunciadas en la función circadiana en respuesta a
estímulos de alerta que inducen actividad locomotora. Estos efectos circadianos
de la alerta pueden ser algunas veces
erróneamente interpretados como efectos del estrés, especialmente cuando
el estímulo o condición que induce la alerta parece ser aversivo.
Los resultados de varios estudios sugieren
que el reloj master circadiano en el NSQ está bien protegido contra disturbios
por estímulos estresantes. Una pregunta importante en este contexto es si el
estrés o las hormonas del estrés pueden afectar otros relojes u osciladores que
residen en los tejidos del cuerpo, los cuales normalmente son regulados por el
marcapaso central en el NSQ. Un estudio en ratones demuestra que el estrés por
una hora aumenta el mARN de Per1 en hígado, corazón, pulmón y estómago sin
alteración de otros genes reloj. Los resultados de varios estudios indican que
los relojes periféricos en diferentes tejidos pueden variar en su sensibilidad
a los impulsos del estrés y los cambios de fase pueden depender de la duración
de la exposición al estrés. En los estudios experimentales, el estrés primero
afecta al reloj adrenal más sensible, mientras el estrés crónico también afecta
al reloj de la hipófisis.
Aunque hay pocos estudios, existe evidencia
que los efectos del estrés sobre los relojes periféricos pueden ser
sexo-dependientes. En general, los efectos sobre amplitud y fase de los
osciladores circadianos periféricos son
mayores en ratones machos, pero los cambios en período son más persistentes en
hembras. El mecanismo a través del cual los diferentes estresores
afectan los relojes periféricos no está completamente entendido, pero la
evidencia indirecta sugiere que puede
involucrar al SAM y al eje HHA. Además de los factores neuroendocrinos
clásicos, un mecanismos alternativo por el cual el estrés puede afectar los
osciladores periféricos es induciendo cambios en la temperatura corporal. Los
experimentos in vitro sugieren que la temperatura puede “resetear” los
osciladores periféricos. La expresión de genes que codifican proteínas de shock
térmico o factores de shock térmico (HSF) y proteínas que unen ARN inducibles
por frío (CIRP) son dependientes de temperatura y pueden proporcionar un enlace
entre temperatura y relojes periféricos. Mientras HSF1 está involucrado en
resetear la fase de relojes circadianos,
los CIRP influyen principalmente en la amplitud de la expresión de genes
circadianos por modulación de la acumulación de CLOCK y BMAL1. Por otra parte,
el mecanismo a través del cual el tiempo de comida puede afectar los relojes
periféricos involucra mecanismos como liberación de factores endocrinos como
los glucocorticoides y/o incrementos en la temperatura corporal asociados con
el procesamiento de alimentos. Si estos
cambios en la organización circadiana representan una adaptación funcional o un
estado de mala adaptación de desincronización interna que pueden contribuir a
los desórdenes relacionados con el estrés aún no se conoce completamente.
Una de las razones por la cuales el reloj
master del NSQ no responde al estrés puede ser el hecho que en la adultez no
expresa GR. Sin embargo, dado que estos
receptores están presentes en el NSQ durante la fase perinatal temprana, surge la
pregunta si el estrés durante esta fase temprana de la vida puede perturbar al
NSQ y afectar el desarrollo del sistema circadiano. El sistema circadiano se
desarrolla gradualmente y en ratas de laboratorio el NSQ aparece entre los días
14 y 17 de la vida embrionaria, pero la maduración ocurre hasta el día 10
postnatal. La sincronización del sistema circadiano en desarrollo con el ciclo
luz-oscuridad externo tiene lugar in útero por factores maternos, aunque no
está completamente claro si por alimentación materna, temperatura,
hormonas o una combinación de todos estos factores. Hasta
que el NSQ de la cría está maduro y responde a los ciclos externos, la
interacción maternal es importante para mantener sincronizados sus ritmos. En
animales embarazadas, el nivel de glucocorticoides en la sangre varía a lo
largo del día, pero las concentraciones en el embrión se mantienen estables
debido a la actividad enzimática en la barrera placentaria. Sin embargo, en
situaciones de estrés, las concentraciones excesivas de glucocorticoides pueden
alcanzar el embrión e interferir con su desarrollo. El estrés prenatal puede
resultar en una alteración persistente en la sincronización entre neuronas del
NSQ de la cría. Más aún, la exposición de ratones hembras a estrés crónico
durante el embarazo puede provocar cambios persistentes en la conducta
circadiana en la cría.
En conclusión, los ritmos circadianos
regulados endógenamente permiten una organización temporal óptima de la
conducta y la fisiología en relación con su ambiente cíclico. Esto permite a
los animales vivir en sincronía con su ambiente cíclico y anticiparse y
prepararse para los cambios que ocurren diariamente de una manera predecible.
Mientras el sistema circadiano es una adaptación a aspectos predecibles del
ambiente, los sistemas del estrés están en adaptación a aspectos no predecibles
del ambiente. Los estudios en roedores de laboratorio indican que, en contraste
con el reloj master en el NSQ, los relojes circadianos en el cuerpo pueden ser
afectados por estresores en mayor medida. Los efectos del estrés sobre los
relojes periféricos incluyen una variedad de tejidos y órganos diferentes como
hígado, riñón, corazón, pulmones glándulas adrenales, hipófisis y otros. Los
cambios en los osciladores periféricos pueden representar un cambio temporal en
la organización circadiana que facilita la adaptación a estrés repetido. La
magnitud de los efectos del estrés no solo depende del tejido, sino también del
momento del día con avance de fase a menudo siguiendo a la exposición al estrés
en la fase de luz (fase de reposo en roedores nocturnos) y retardo de fase
siguiendo a la fase de oscuridad (fase de actividad de roedores nocturnos). Los
datos experimentales sobre los mecanismos fisiológicos y moleculares que
subyacen a los efectos del estrés sobre los relojes periféricos sugieren que
pueden estar involucrados los sistemas neuroendocrinos clásicos del estrés como
SAM y el eje HHA.
Fuente: Ota SM et
al (2021). The impact of stress and stress hormones on endogenous clocks and
circadian rhythms. Frontiers in Neuroendocrinology 63:100931.
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